1. El vigésimo octavo tema es este: que, al enseñar el Avesta, es igualmente necesario [ p. 291 ] que lo enseñen correcta y verazmente, y que lo reciten con deliberación y serenidad (sâkinî). 2. Y es necesario que quienes reciben la enseñanza lo reciten coherentemente y lo recuerden siempre.
3. Pues se declara en la revelación que el ser sagrado ha decretado así: «A todo aquel que aparte el Avesta de su memoria, pondré su alma tan lejos del cielo como la anchura de la tierra». 4. Y en el comentario del Avesta se relata que, en tiempos pasados, a cualquiera que hubiera aprendido el Avesta y lo hubiera apartado de su memoria, hasta que se le hiciera fácil, le habrían dado pan como el que se les da a los perros. 5. Y en otro lugar he leído que le habrían dado pan a punta de lanza.