1. El tema trigésimo segundo es este: cuando una gallina canta un canto en una casa, o el gallo canta fuera de tiempo, es deseable que no la maten [1] y no lo consideren una mala costumbre (fa’hl). 2. Porque canta ese canto porque un demonio ha encontrado la manera de entrar en esa casa, y la gallina o el gallo, por sí solos, no poseen el poder (tâqat) que alejaría al demonio de esa casa, y la gallina va a ayudar al gallo y canta el canto. 3. Por lo tanto, si alguna vez se presenta la casualidad (ittifâq), es necesario traer otro gallo, para que [ p. 294 ] puede ahuyentar a ese demonio con la ayuda de unos a otros. 4. Y si un gallo canta fuera de tiempo, tampoco es deseable matarlo, porque la razón puede ser la que he expuesto.
5. Porque se declara en la buena religión que hay un demonio al que llaman Sêg [2], y, en cada casa donde hay un infante, ese demonio se esfuerza por causar alguna desgracia en esa casa. 6. Así es necesario que tengan un gallo vigilándola, para que pueda herir a ese demonio y obligarla a alejarse de esa casa.