1. El octavo tema es que es necesario mantener la religión mediante reglas (dastûr) y obedecer las órdenes de los sumos sacerdotes; y todo deber que el pueblo desempeñe debe cumplirse bajo su autoridad.
2. Pues se declara en la buena religión que, si realizan tantas buenas obras como las hojas de los árboles, los granos de arena del desierto o las gotas (qatrah) de lluvia, y no las realizan por orden de los sumos sacerdotes o a su entera satisfacción, no obtienen mérito alguno, y por las buenas obras que han realizado obtienen el pecado como recompensa. 3. Mientras viva, no es apropiado llamarlo justo, y cuando muere no alcanza el cielo, ni un solo arcángel [1] se le acerca. 4. No escapa de las manos de los demonios y de Aharman, ni se [ p. 267 ] libera del infierno. 5. Porque los deberes y las buenas obras [2] llegan al alma en aquellas ocasiones en que los realizan con la autoridad de los sumos sacerdotes y de aquellos familiarizados con la religión, y cuando les dan la décima parte de esas buenas obras [3].
(266:4) Lp, B29 tienen «va». ↩︎
(267:1) Es decir, el mérito de realizarlas. ↩︎
(267:2) Los principios de la sumisión ciega de los laicos al sacerdocio y la abnegación total del juicio privado, que impregnan todo el Sad Dar, son especialmente conspicuos en este capítulo. Son ideas que prevalecieron en las épocas más oscuras de la religión, y que ahora casi han desaparecido con la difusión del verdadero conocimiento, como en otras religiones. ↩︎