1. El tema octogésimo quinto es este: que en todo asunto que se presente, es necesario preguntar a los sabios y parientes, para obtener su consejo, y no hacer ningún negocio según la propia idea y opinión.
2. Pues se declara en la revelación que el ser sagrado, el bueno y propicio, le habló a Zaratust así: «En cuanto a todo asunto que desees tratar, recibe sabiduría y conocimiento en un mismo lugar con los sabios que responden y desechan lo que no se considera, para que Aharman no lo alcance a mitad de camino, y no le ocurra daño ('halal) a ese asunto». [ p. 350 ] 3. De la misma manera, el arcángel Spendârmad [1], en el momento en que su mirada pasó a Minôkihar [2], le emitió esta admonición y precepto (vaʓîyat), y dijo: '¡Oh, Minôkihar! aunque haya deliberación en un asunto, esto puede no ser razón para ello en lo que respecta a los espíritus [3]; aunque un caballo puede ser bueno, puede no haber ningún recurso excepto un látigo para él; y aunque uno puede ser un hombre sabio, _no debe haber retirada de su parte de recibir consejo, para que su negocio pueda completarse.»
(350:1) Véase Cap. XXXIII, 2 n. ↩︎
(350:2) Pahl. Mânûskîhar (véase Mkh. XXVII, 41 n). De Sls. X, 28, donde se cita un fragmento de este relato, se desprende que proviene originalmente del Kîdrast Nask. ↩︎
(350:3) B29 tiene «aunque un cuchillo esté afilado, puede no haber otro recurso que una piedra de afilar para él», que sigue a la siguiente cláusula en Sls. X, 28. En el texto original este cambio de significado se produce por una diferencia en sólo cuatro palabras, y el autor del Sad Dar probablemente ha malinterpretado el original Pahlavi al traducirlo. ↩︎