1. El nonagésimo sexto tema es este: cuando alguien parte hacia ese otro mundo, no es apropiado que otros profieran un grito, mantengan su dolor y se lamenten y lloren. 2. Porque cada lágrima que brota de los ojos se convierte en una gota de ese río [1] ante el puente Kinvadido [ p. 359 ], y entonces el alma de esa persona fallecida permanece en ese lugar; le es difícil llegar hasta allí, y no puede cruzar el puente Kinvadido. 3. Por lo tanto, es necesario que reciten el Avesta y celebren la ceremonia, para que el paso por ese lugar le resulte fácil.
(358:5) «Este río son las muchas lágrimas que los hombres derraman de sus ojos al lamentarse y llorar por los difuntos. Derraman esas lágrimas ilícitamente, y se acrecientan hasta convertirse en este río. Quienes no pueden cruzar son aquellos por quienes, tras su partida, se lamentaron y lloraron mucho; y quienes cruzan con mayor facilidad son aquellos por quienes se hizo menos» (AV. XVI, 7-10). ↩︎