La Corriente del Golfo pasaba por la parte central de América del Norte y se desviaba hacia el este para bañar y calentar las costas de Groenlandia, convirtiendo este continente, ahora cubierto por un manto de hielo, en un verdadero paraíso tropical. [1] Las grandes corrientes oceánicas estaban en funcionamiento en el Mioceno y afectaban al clima de una manera muy parecida a la de hoy. [2]
Véase también: LU 29:2.15.