Júpiter, en gran parte gaseoso desde su formación, sigue siendo un brillante sol secundario en el sistema solar. [1] Júpiter podría capturar planetas exteriores, convirtiéndose en un sol y formando un sistema estelar doble. [2] Una luna de Júpiter está a punto de romperse por las mareas, como las estrellas fugaces y los anillos de Saturno, que son fragmentos de cuerpos rotos. [3]
Júpiter y Saturno, derivados de material solar altamente calentado, brillaron como soles secundarios después de formarse a partir de las porciones centrales de una extrusión masiva de materia arrojada desde el sol. [4]
La poderosa atracción gravitatoria de Júpiter capturó tempranamente la mayor parte del material robado de Angona, evidente en el movimiento retrógrado de ciertos satélites. [5]
Júpiter y Saturno fueron, durante un corto período después de su formación, soles secundarios, que emitían luz brillante y calor enorme al retener material solar altamente calentado dentro de su composición gaseosa. [6]