El bisonte, una especie icónica de América del Norte, desempeñó un papel crucial en el ecosistema del continente durante la era glaciar. A medida que los rumiantes se extendían por la región, los bisontes prosperaron junto a ciervos, bueyes, camellos y otras especies. Sin embargo, los glaciares avanzantes y retrocedentes de la edad de hielo pusieron a prueba su supervivencia, obligándolos a migrar constantemente. Estos animales se adaptaron a las duras condiciones, siguiendo el hielo de un lado a otro. Mientras muchas especies, como los mamuts y los mastodontes, sucumbieron a la extinción, los bisontes sobrevivieron, convirtiéndose en parte fundamental de la vida de los pueblos indígenas. Los primeros humanos cazaban bisontes rodeando sus manadas, una práctica que anticipó la domesticación de animales. [1]