© 2023 Halbert Katzen, JD
Por Halbert Katzen JD
Este estudio de referencia cruzada fue creado para apoyar el desarrollo posterior de los Estudios Temáticos: ¿Hay un juicio inminente de los vivos? y Un nuevo cielo y una nueva tierra.
Los Melquisedeks también mantienen dos colegios especiales en Edentia. Uno, la escuela de urgencia, se consagra al estudio de los problemas derivados de la rebelión de Satania. Y el otro, la escuela de la donación, se dedica a dominar los nuevos problemas resultantes del hecho de que Miguel efectuó su donación final en uno de los mundos de Norlatiadek. Este último colegio se estableció hace casi cuarenta mil años, inmediatamente después de que Miguel anunciara que Urantia había sido elegida como mundo para su donación final. (LU 43:1.6)
Documento 43: Las Constelaciones; Sección 5. Los Padres de Edentia desde la Rebelión de Lucifer
La rotación de los Altísimos en Edentia se suspendió en la época de la rebelión de Lucifer. Actualmente tenemos los mismos gobernantes que estaban de servicio en aquellos tiempos. Deducimos que no se efectuará ningún cambio en estos gobernantes hasta que no se hayan deshecho finalmente de Lucifer y sus asociados.
Sin embargo, el gobierno actual de la constelación ha sido ampliado hasta incluir a doce Hijos de la orden Vorondadek. Estos doce miembros son los siguientes: …
El Altísimo administrador de emergencias, el Hijo Vorondadek, encargado de la tarea de adaptar las declaraciones de emergencia de la legislatura de Norlatiadek a los mundos aislados por la rebelión de Satania. (LU 43:5.10)
El juez-abogado Altísimo, el jefe del tribunal de emergencia dedicado a resolver los problemas especiales de Norlatiadek que surgieron de la confusión que siguió a la rebelión de Satania. (LU 43:5.12)
El director Altísimo, el presidente del consejo de emergencia de Edentia. Todas las personalidades asignadas a Norlatiadek debido a la convulsión de Satania constituyen el consejo de emergencia, y su funcionario presidente es un Hijo Vorondadek de experiencia extraordinaria. (LU 43:5.1-14)
Este grupo ejecutivo de siete Lanonandeks compone la administración de emergencia ampliada que se hizo necesaria debido a las exigencias de la rebelión de Lucifer. En Jerusem sólo hay tribunales menores, puesto que el sistema es la unidad administrativa, no judicial, pero la administración Lanonandek está apoyada por el consejo ejecutivo de Jerusem, el cuerpo asesor supremo de Satania. Este consejo está compuesto por doce miembros: (LU 45:3.9)
Entre las muchas razones que conozco por las cuales Lucifer y sus cómplices no fueron internados ni juzgados más pronto, se me permite enumerar las siguientes: … (LU 54:5.1)
- En Jerusem, el representante personal del Ejecutivo Supremo de Orvonton aconsejó a Gabriel que fomentara todo tipo de oportunidades para que cada criatura viviente madurara una decisión deliberada respecto a los asuntos incluidos en la Declaración de Libertad de Lucifer. Una vez planteadas las cuestiones de la rebelión, el consejero paradisiaco para situaciones de emergencia de Gabriel declaró que si esta oportunidad plena y libre no se daba a todas las criaturas de Norlatiadek, entonces la cuarentena del Paraíso contra todas estas criaturas posiblemente poco entusiastas y afectadas por las dudas se extendería, como medida de autoprotección, a toda la constelación. Para mantener abiertas las puertas de la ascensión hacia el Paraíso a los seres de Norlatiadek era necesario facilitar el desarrollo completo de la rebelión, y asegurar la plena definición de la actitud de todos los seres implicados de alguna manera en ella. (LU 54:5.10)
- En Jerusem se organizó un consejo de emergencia de ex-mortales compuesto de Mensajeros Poderosos, mortales glorificados que habían tenido una experiencia personal en situaciones semejantes, junto con sus colegas. Informaron a Gabriel que si se intentaban métodos de represión arbitrarios o sumarios, al menos un número tres veces mayor de seres se descarriarían. Todo el cuerpo de consejeros de Uversa coincidió en aconsejar a Gabriel que permitiera que la rebelión siguiera plenamente su curso natural, aunque se necesitara un millón de años para acabar con las consecuencias. (LU 54:5.12)
La noticia de que la rebelión había estallado en Jerusem, la capital de Satania, fue transmitida por el consejo de los Melquisedeks. Los Melquisedeks de emergencia fueron enviados inmediatamente a Jerusem, y Gabriel se ofreció voluntariamente para actuar como representante del Hijo Creador, cuya autoridad se había desafiado. El sistema fue puesto en cuarentena, quedó aislado de sus sistemas hermanos al mismo tiempo que se anunciaba el estado de rebelión en Satania. Había «guerra en el cielo», en la sede central de Satania, y esta guerra se extendió a todos los planetas del sistema local. (LU 67:3.1)
La narración de los acontecimientos conmovedores de aquellos trágicos días sería interminable. Pero por fin la última personalidad que quedaba tomó su decisión final y entonces, sólo entonces, fue cuando llegó un Altísimo de Edentia con los Melquisedeks de emergencia para asumir la autoridad en Urantia. Los archivos panorámicos del reinado de Caligastia fueron borrados en Jerusem, y empezó la época probatoria de la rehabilitación planetaria. (LU 67:3.10)
Estos siete años de espera fueron un período de examen de conciencia y de disciplina del alma. Este tipo de crisis en los asuntos de un universo demuestran la enorme influencia de la mente como factor en la elección espiritual. La educación, la formación y la experiencia son factores que intervienen en la mayoría de las decisiones vitales de todas las criaturas morales evolutivas. Pero al espíritu interior le es totalmente posible ponerse en contacto directo con los poderes que determinan las decisiones de la personalidad humana, y facultar así a la voluntad plenamente consagrada de la criatura para que lleve a cabo unos actos asombrosos de devoción leal a la voluntad y al camino del Padre que está en el Paraíso. Y esto es precisamente lo que sucedió en la experiencia de Amadón, el asociado humano modificado de Van. (LU 67:3.7)
Aunque la vida mental y la moralidad de las razas estaban en un bajo nivel en el momento de la llegada de Adán, la evolución física había continuado sin verse afectada en absoluto por la crisis de la rebelión de Caligastia. La contribución que Adán hizo a la condición biológica de las razas, a pesar del fracaso parcial de la empresa, mejoró enormemente a los pueblos de Urantia. (LU 78:1.1)
- Melquisedek de Salem. Este Hijo de Nebadon, enviado en misión de urgencia al planeta, inauguró la tercera revelación de la verdad en Urantia. Los preceptos cardinales de sus enseñanzas fueron la confianza y la fe. Enseñó la confianza en la beneficencia omnipotente de Dios y proclamó que la fe era el acto por el cual los hombres conseguían el favor de Dios. Sus enseñanzas se mezclaron gradualmente con las creencias y las prácticas de diversas religiones evolutivas, y finalmente se convirtieron en los sistemas teológicos presentes en Urantia al principio del primer milenio después de Cristo. (LU 92:4.7)
A consecuencia de tener que valerse tan completamente por sí mismos, Maquiventa Melquisedek, uno de los doce síndicos planetarios, se ofreció como voluntario para hacer lo que sólo se había efectuado seis veces en toda la historia de Nebadon: personalizarse en la Tierra como un hombre temporal del planeta, donarse como Hijo de emergencia para ayudar al mundo. Las autoridades de Salvington concedieron el permiso para esta aventura, y la encarnación efectiva de Maquiventa Melquisedek se consumó cerca del lugar que llegaría a convertirse en la ciudad de Salem, en Palestina. Toda la operación de la materialización de este Hijo Melquisedek fue completada por los síndicos planetarios con la cooperación de los Portadores de Vida, de algunos Controladores Físicos Maestros y de otras personalidades celestiales residentes en Urantia. (LU 93:1.3)
Poco después de la destrucción de Sodoma y Gomorra, Maquiventa decidió poner fin a su donación de emergencia en Urantia. La decisión de Melquisedek de terminar su estancia en la carne estuvo influida por numerosas circunstancias, siendo la principal la tendencia creciente de las tribus circundantes, e incluso de sus asociados inmediatos, a considerarlo como un semidiós, a mirarlo como un ser sobrenatural, cosa que era en realidad; pero habían empezado a venerarlo indebidamente y con un temor extremadamente supersticioso. Además de estas razones, Melquisedek deseaba abandonar el escenario de sus actividades terrestres lo suficientemente antes de la muerte de Abraham como para asegurarse de que la verdad de un solo y único Dios se establecería firmemente en la mente de sus seguidores. En consecuencia, Maquiventa se retiró una noche a su tienda de Salem, después de haber deseado las buenas noches a sus compañeros humanos, y cuando éstos fueron a llamarlo por la mañana, ya no estaba allí, pues sus semejantes se lo habían llevado. (LU 93:8.1)
Y así, al perder de vista a Melquisedek, también perdieron de vista la enseñanza de este Hijo de emergencia en lo que se refiere a la misión espiritual del Hijo donador prometido; perdieron de vista la naturaleza de esta misión de una manera tan plena y completa, que muy pocos de sus descendientes pudieron o quisieron reconocer y recibir a Miguel cuando éste apareció encarnado en la Tierra tal como Maquiventa lo había predicho. (LU 93:9.10)
Durante los años de la encarnación de Maquiventa, los síndicos Melquisedeks de Urantia ejercieron su actividad en número de once. Cuando Maquiventa consideró que su misión como Hijo de emergencia había terminado, señaló este hecho a sus once asociados y éstos prepararon inmediatamente la técnica por la cual sería liberado de la carne y restablecido a salvo en su estado original como Melquisedek. Al tercer día después de su desaparición de Salem, apareció entre sus once compañeros de misión en Urantia y reanudó su carrera interrumpida como uno de los síndicos planetarios de la 606 de Satania. (LU 93:10.1)
Maquiventa terminó su donación como criatura de carne y hueso de una manera tan brusca y repentina como la había empezado. Tanto su aparición como su partida no estuvieron acompañadas de ningún anuncio o demostración fuera de lo común; su aparición en Urantia no estuvo marcada por un llamamiento a la resurrección ni por el final de una dispensación planetaria; la suya fue una donación de urgencia. Pero Maquiventa no puso fin a su estancia en la similitud de los seres humanos hasta que no fue debidamente liberado por el Padre Melquisedek, e informado de que su donación de emergencia había recibido la aprobación de Gabriel de Salvington, el jefe ejecutivo de Nebadon. (LU 93:10.2)
Como su misión en Urantia fue una donación de emergencia, los archivos no indican cuál podrá ser el futuro de Maquiventa. Puede suceder que el cuerpo de los Melquisedeks de Nebadon haya sufrido la pérdida permanente de uno de sus miembros. Unas resoluciones recientes, transmitidas por los Altísimos de Edentia y confirmadas después por los Ancianos de los Días de Uversa, sugieren enormemente que este Melquisedek donador está destinado a sustituir a Caligastia, el Príncipe Planetario caído. Si nuestras conjeturas a este respecto son correctas, es totalmente posible que Maquiventa Melquisedek reaparezca en persona en Urantia y, de alguna manera modificada, reasuma las funciones del Príncipe Planetario destronado; o bien aparezca en la Tierra para ejercer su actividad como Príncipe Planetario vicegerente, representando a Cristo Miguel, que actualmente posee el título de Príncipe Planetario de Urantia. Aunque no está nada claro para nosotros cuál podrá ser el destino de Maquiventa, sin embargo, unos acontecimientos que han tenido lugar muy recientemente sugieren poderosamente que las conjeturas anteriormente mencionadas no están probablemente muy lejos de la verdad. (LU 93:10.6)
Ésta es la larga historia de las enseñanzas de Maquiventa Melquisedek en Urantia. Hace cerca de cuatro mil años que este Hijo de emergencia de Nebadon se donó en Urantia, y durante este tiempo las enseñanzas del «sacerdote de El Elyón, el Dios Altísimo», han penetrado en todas las razas y pueblos. Y Maquiventa consiguió el objetivo de su donación excepcional: cuando Miguel se preparó para aparecer en Urantia, el concepto de Dios estaba presente en el corazón de los hombres y las mujeres, el mismo concepto de Dios que vuelve a brillar otra vez en la experiencia espiritual viviente de los numerosos hijos del Padre Universal, a medida que viven sus enigmáticas vidas temporales en los planetas que giran en el espacio. (LU 98:7.12)
La crisis se había superado por el momento, pero este incidente nunca se olvidó en Nazaret. La agitación persistió; Jesús ya no volvió a contar con el favor universal; las diferencias de sentimiento nunca llegaron a superarse del todo. Este hecho, complicado con otros acontecimientos posteriores, fue uno de los motivos principales por los que Jesús se trasladó años más tarde a Cafarnaúm. En adelante, los sentimientos respecto al Hijo del Hombre permanecieron divididos en Nazaret. (LU 127:2.10)
Después de tomar sus decisiones respecto a los asuntos relacionados con el alimento y el suministro físico para las necesidades de su cuerpo material, el cuidado de su salud y la de sus asociados, aún quedaban otros problemas por resolver. ¿Cómo se comportaría ante un peligro personal?. Decidió ejercer una vigilancia normal sobre su seguridad física, y tomar precauciones razonables para evitar el fin prematuro de su carrera en la carne, pero decidió abstenerse de toda intervención superhumana cuando sobreviniera la crisis de su vida en la carne. Mientras tomaba esta decisión, Jesús estaba sentado a la sombra de un árbol en un saliente rocoso, con un precipicio que se abría ante él. Se daba perfectamente cuenta que desde este saliente podía arrojarse al vacío sin sufrir ningún daño, siempre que revocara su primera gran decisión de no invocar la intervención de sus inteligencias celestiales para continuar la obra de su vida en Urantia, y siempre que anulara su segunda decisión sobre su comportamiento respecto a la preservación de su vida. (LU 136:7.1)
Durante muchos años, María siempre se había dirigido a Jesús para que la ayudara en cada una de las crisis de su vida familiar en Nazaret, de manera que fue muy natural para ella pensar en él en este momento. Pero esta madre con aspiraciones tenía también otros motivos para acudir a su hijo mayor en esta ocasión. Jesús estaba solo en un rincón del jardín, y su madre se le acercó diciendo: «Hijo mío, no tienen vino». Y Jesús contestó: «Mi buena mujer, ¿en qué me concierne ese asunto?» María dijo: «Pero yo creo que ha llegado tu hora. ¿No puedes ayudarnos?» Jesús replicó: «Afirmo de nuevo que no he venido para actuar de esa manera. ¿Por qué me molestas otra vez con esos asuntos?» Entonces, echándose a llorar, María le suplicó: «Pero, hijo mío, les he prometido que nos ayudarías. ¿No querrías hacer algo por mí, por favor?» Entonces dijo Jesús: «Mujer, ¿quién te ha dicho que hagas ese tipo de promesas? Cuídate de no volverlo a hacer. En todas las cosas debemos servir la voluntad del Padre que está en los cielos». (LU 137:4.8)
Documento 152. Acontecimientos que condujeron a la crisis de Cafarnaum (LU 152:0.1)
Jesús anunció después que deseaba retirarse unos días para descansar con sus apóstoles, antes de que se prepararan a subir a Jerusalén para la Pascua, y a todos los discípulos y a la multitud les prohibió que lo siguieran. En consecuencia, salieron en barca hacia la región de Genesaret para descansar y dormir durante dos o tres días. Jesús se estaba preparando para una gran crisis de su vida en la Tierra, y por esta razón pasó mucho tiempo en comunión con el Padre que está en los cielos. (LU 152:5.5)
Jesús se esforzó así por preparar a los apóstoles para la conmoción inminente —la crisis de la actitud del público hacia él, que iba a producirse pocos días después. Explicó a los doce que los dirigentes religiosos de Jerusalén conspirarían con Herodes Antipas para destruirlos. Los doce empezaron a comprender más plenamente (aunque no de manera definitiva) que Jesús no iba a sentarse en el trono de David. Percibieron más plenamente que los prodigios materiales no harían progresar la verdad espiritual. Empezaron a darse cuenta de que la alimentación de los cinco mil y el movimiento popular para hacer rey a Jesús fueron el apogeo de las expectativas del pueblo, que buscaba milagros y esperaba prodigios, y el punto culminante de las aclamaciones que Jesús recibía de la plebe. Discernían vagamente y entreveían débilmente los tiempos de la criba espiritual y de la cruel adversidad que se acercaban. Estos doce hombres se despertaban lentamente a la comprensión de la verdadera naturaleza de su tarea como embajadores del reino, y empezaron a prepararse para las pruebas difíciles y severas del último año del ministerio del Maestro en la Tierra. (LU 152:6.5)
Durante esta Pascua, Jesús sólo entró una vez en Jerusalén, y lo hizo el gran día de la fiesta. Abner llevó a muchos creyentes de Jerusalén para que se reunieran con Jesús en Betania. Durante esta estancia en Jerusalén, los doce aprendieron cuán amargos se estaban volviendo los sentimientos hacia su Maestro. Todos partieron de Jerusalén convencidos de que una crisis era inminente. (LU 152:7.2)
Documento 153. La crisis de Cafarnaúm (LU 153:0.1)
Jesús comprendía que iba a enfrentarse con la declaración inmediata de una guerra manifiesta y abierta por parte de sus enemigos cada vez más numerosos, y eligió audazmente emprender la ofensiva. Cuando alimentó a los cinco mil, había desafiado sus ideas sobre el Mesías material; ahora, decidió de nuevo atacar abiertamente sus conceptos del libertador judío. Esta crisis, que comenzó con la alimentación de los cinco mil y terminó con el sermón de este sábado por la tarde, marcó el momento en que se redujo la corriente de la fama y de las aclamaciones populares. De ahora en adelante, el trabajo del reino iba a ocuparse cada vez más de la tarea más importante de ganar conversos espirituales duraderos para la fraternidad verdaderamente religiosa de la humanidad. Este sermón marcó la crisis de transición entre el período de discusión, controversia y decisión, y el de la guerra abierta, con la aceptación final o el rechazo definitivo.
El Maestro sabía muy bien que muchos de sus seguidores estaban preparándose mentalmente, de manera lenta pero segura, para rechazarlo definitivamente. También sabía que muchos de sus discípulos estaban pasando, de manera lenta pero segura, por esa preparación de la mente y esa disciplina del alma que les permitiría triunfar sobre las dudas y afirmar valientemente su fe completa en el evangelio del reino. Jesús comprendía plenamente cómo se preparan los hombres para las decisiones de una crisis y para llevar a cabo acciones repentinas basadas en elecciones valientes, mediante el lento proceso de elegir reiteradamente entre el bien y el mal en las situaciones recurrentes. A sus mensajeros elegidos los sometió a repetidas desilusiones y les proporcionó frecuentes oportunidades de pruebas para que escogieran entre la buena y la mala manera de enfrentarse a las dificultades espirituales. Sabía que podía confiar en sus seguidores, que cuando se enfrentaran con la prueba final, tomarían sus decisiones esenciales de acuerdo con las actitudes mentales y las reacciones espirituales habituales adquiridas anteriormente.
Esta crisis en la vida terrestre de Jesús empezó con la alimentación de los cinco mil y terminó con este sermón en la sinagoga; la crisis en la vida de los apóstoles empezó con este sermón en la sinagoga y continuó durante un año entero, terminando solamente con el juicio y la crucifixión del Maestro. (LU 153:1.2-4)
«Pero en la tarea que nos aguarda de inmediato, y en la que quedará para vosotros después de que yo regrese al Padre, pasaréis por pruebas muy penosas. Todos tendréis que estar alertas contra el miedo y las dudas. Que cada uno de vosotros se prepare mentalmente para la lucha y mantenga su lámpara encendida. Comportaos como unos hombres que están esperando a que regrese su señor de la fiesta nupcial, para que cuando vuelva y llame a la puerta, podáis abrirle rápidamente. El señor bendecirá a esos servidores vigilantes por encontrarlos fieles en un momento tan importante. Entonces el señor hará que sus servidores se sienten, y él mismo los servirá. En verdad, en verdad os digo que se avecina una crisis en vuestra vida, y os corresponde vigilar y estar preparados». (LU 165:5.5)
Aquella mañana temprano, David Zebedeo había entregado a Judas los fondos obtenidos con la venta del equipo del campamento de Pella, y Judas a su vez había puesto la mayor parte de este dinero en manos de Simón, su anfitrión, para que lo guardara en lugar seguro en previsión de las necesidades de su entrada en Jerusalén. (LU 172:2.3)
En cierto modo, todos los seguidores de Jesús sentían la crisis inminente, pero la jovialidad inhabitual y el buen humor excepcional del Maestro impidieron que se dieran plenamente cuenta de la gravedad de la situación. (LU 172:2.5)
Andrés había sido liberado de toda responsabilidad como director del grupo de sus compañeros apóstoles; en consecuencia, en esta crisis, que era la más grave de sus vidas, permanecía en silencio. Después de una breve discusión informal, Simón Celotes se subió en el muro de piedra del lagar y, después de hacer una apasionada defensa a favor de la lealtad al Maestro y a la causa del reino, exhortó a sus compañeros apóstoles y a los otros discípulos a que corrieran detrás de la tropa y rescataran a Jesús. La mayoría del grupo habría estado dispuesta a seguir su conducta agresiva si no hubiera sido por la advertencia de Natanael, el cual se levantó en cuanto Simón terminó de hablar y llamó la atención de todos sobre las enseñanzas tantas veces repetidas de Jesús en relación con la no resistencia. Les recordó además que Jesús les había ordenado aquella misma noche que protegieran sus vidas hasta el momento en que salieran al mundo para proclamar la buena nueva del evangelio del reino celestial. Santiago Zebedeo apoyó esta actitud de Natanael, contando ahora cómo Pedro y otros habían sacado la espada para impedir el arresto del Maestro, y cómo Jesús había pedido a Simón Pedro y a sus compañeros armados que envainaran sus hojas. Mateo y Felipe también dieron sus discursos, pero nada concreto surgió de esta discusión hasta que Tomás llamó la atención de todos sobre el hecho de que Jesús había aconsejado a Lázaro que no se expusiera a la muerte; les indicó que no podían hacer nada por salvar a su Maestro puesto que éste se había negado a permitir que sus amigos lo defendieran, y persistía en abstenerse de utilizar sus poderes divinos para burlar a sus enemigos humanos. Tomás los persuadió para que se dispersaran cada uno por su lado, con el acuerdo de que David Zebedeo permanecería en el campamento para mantener un centro de intercambio de información y un cuartel general de mensajeros para el grupo. A las dos y media de aquella mañana, el campamento se quedaba desierto; sólo David permanecía allí con tres o cuatro mensajeros, después de haber enviado a los demás para que obtuvieran información sobre dónde habían llevado a Jesús y qué iban a hacer con él. (LU 183:4.2)
Antes de que Jesús fuera colocado en su cruz, los dos bandidos ya habían sido situados en las suyas, maldiciendo y escupiendo continuamente a sus verdugos. Las únicas palabras de Jesús mientras lo clavaban en el travesaño fueron: «Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen». No podría haber intercedido con tanto amor y misericordia a favor de sus verdugos, si estos pensamientos de devoción afectuosa no hubieran sido el móvil principal de toda su vida de servicio desinteresado. Las ideas, los móviles y los anhelos de toda una vida se revelan abiertamente en una crisis. (LU 187:2.4)
Felipe era el segundo de una familia de siete hermanos, tres niños y cuatro niñas. Después de la resurrección, bautizó a toda su familia para que entrara en el reino. Los miembros de la familia de Felipe eran pescadores. Su padre era un hombre muy capacitado, un profundo pensador, pero su madre procedía de una familia muy mediocre. Felipe no era un hombre de quien se podía esperar que hiciera grandes cosas, pero podía hacer pequeñas cosas a lo grande, hacerlas bien y de manera aceptable. Muy pocas veces, en cuatro años, dejó de tener provisiones al alcance de la mano para satisfacer las necesidades de todos. Incluso las numerosas situaciones de emergencia que surgían a causa de la vida que llevaban, rara vez lo cogieron desprevenido. El departamento de intendencia de la familia apostólica estaba administrado con inteligencia y eficacia. (LU 139:5.4)
El 22 de mayo fue un día memorable en la vida de Jesús. Este domingo por la mañana, antes del amanecer, uno de los mensajeros de David llegó apresuradamente de Tiberiades, trayendo la noticia de que Herodes había autorizado, o estaba a punto de autorizar, el arresto de Jesús por parte de los oficiales del sanedrín. Al recibir la noticia de este peligro inminente, David Zebedeo despertó a sus mensajeros y los envió a todos los grupos locales de discípulos para convocarlos a una reunión de emergencia a las siete de aquella misma mañana. Cuando la cuñada de Judá (hermano de Jesús) escuchó este informe alarmante, avisó rápidamente a todos los miembros de la familia de Jesús que vivían cerca, convocándolos a que se congregaran inmediatamente en la casa de Zebedeo. En respuesta a este llamamiento apresurado, María, Santiago, José, Judá y Rut se reunieron enseguida. (LU 154:5.1)
Los apóstoles comprendieron que Jesús iba a Jerusalén para la Pascua. Sabían que el sanedrín había difundido un mensaje por todo Israel anunciando que había sido condenado a muerte, y ordenando que cualquiera que supiera dónde estaba informara al sanedrín; sin embargo, a pesar de todo esto, no estaban tan alarmados como cuando Jesús les había anunciado, en Filadelfia, que iba a Betania para ver a Lázaro. Este cambio de actitud, que pasó de un miedo intenso a un estado de discreta expectativa, se debía principalmente a la resurrección de Lázaro. Habían llegado a la conclusión de que Jesús podría, en caso de emergencia, afirmar su poder divino y poner en evidencia a sus enemigos. Esta esperanza, unida a su fe más profunda y madura en la supremacía espiritual de su Maestro, explica el valor exterior demostrado por sus seguidores inmediatos, los cuales se preparaban ahora para seguirlo hasta Jerusalén, haciendo caso omiso de la declaración pública del sanedrín de que debía morir. (LU 171:3.4)
Al día siguiente de la doble boda, Jesús tuvo una importante conversación con Santiago. Le contó confidencialmente que se estaba preparando para dejar el hogar. Regaló a Santiago la escritura de propiedad del taller de reparaciones, dimitió de manera oficial y solemne como jefe de la casa de José, e instaló a su hermano Santiago de forma muy afectuosa como «jefe y protector de la casa de mi padre». Redactó un pacto secreto, que luego firmaron los dos, en el que se estipulaba que a cambio de la donación del taller de reparaciones, Santiago asumiría en adelante toda la responsabilidad financiera de la familia, eximiendo a Jesús de cualquier obligación posterior en esta materia. Después de firmar el contrato y de arreglar el presupuesto de tal manera que la familia pudiera hacer frente a sus gastos reales sin ninguna contribución de Jesús, éste dijo a Santiago: «Hijo mío, no obstante continuaré enviándote algo todos los meses hasta que haya llegado mi hora, pero utiliza lo que yo te envíe según se presenten las circunstancias. Emplea mis fondos para las necesidades o los placeres de la familia, como te parezca conveniente. Utilízalos en caso de enfermedad o para hacer frente a los incidentes inesperados que puedan sobrevenir a cualquier miembro de la familia». (LU 128:7.13)
Aunque Jesús se refirió a una fase del reino situada en el futuro, y sugirió en numerosas ocasiones que dicho acontecimiento podría suceder como parte de una crisis mundial; y aunque en diversas ocasiones prometió con precisión que algún día regresaría con toda seguridad a Urantia, hay que indicar que nunca asoció explícitamente estas dos ideas entre sí. Prometió una nueva revelación del reino en la Tierra en algún momento del futuro; también prometió que volvería alguna vez en persona a este mundo; pero no dijo que estos dos acontecimientos tuvieran la misma significación. Por todo lo que sabemos, estas promesas pueden referirse, o no, al mismo acontecimiento. (LU 170:4.15)
Aunque existe esta técnica de desmaterialización para preparar a los Adanes a fin de ser transportados desde Jerusem hasta los mundos evolutivos, no existe un método equivalente para sacarlos de dichos mundos a menos que se vacíe todo el planeta, en cuyo caso se instala de urgencia la técnica de la desmaterialización para toda la población salvable. Si una catástrofe física pusiera en peligro la residencia planetaria de una raza en evolución, los Melquisedeks y los Portadores de Vida instalarían la técnica de la desmaterialización para todos los supervivientes, y estos seres serían llevados por transporte seráfico hasta el nuevo mundo preparado para continuar su existencia. Una vez que la evolución de una raza humana ha empezado en un mundo del espacio, debe continuar independientemente por completo de la supervivencia física de ese planeta, pero durante las épocas evolutivas, no está planeado de otra manera que un Adán o una Eva Planetarios dejen el mundo que han elegido. (LU 51:2.3)
El cristianismo muestra en su historia que tuvo su origen en la transformación no intencionada de la religión de Jesús en una religión acerca de Jesús. Además, su historia indica que experimentó la helenización, la paganización, la secularización, la institucionalización, el deterioro intelectual, la decadencia espiritual, la hibernación moral, la amenaza de extinción, el rejuvenecimiento posterior, la fragmentación y una rehabilitación relativa más reciente. Este historial indica una vitalidad inherente y la posesión de inmensos recursos de recuperación. Y este mismo cristianismo está ahora presente en el mundo civilizado de los pueblos occidentales, haciendo frente a una lucha por la existencia que es aún más inquietante que aquellas crisis memorables que caracterizaron sus pasadas batallas por conseguir el dominio. (LU 195:4.4)
La religión institucional no puede proporcionar inspiración ni ofrecer directrices para esta reconstrucción social y esta reorganización económica inminentes a escala mundial, porque se ha vuelto desgraciadamente una parte más o menos orgánica del orden social y del sistema económico que están destinados a ser reconstruidos. Sólo la verdadera religión de la experiencia espiritual personal puede ejercer sus funciones de manera útil y creativa en la crisis actual de la civilización. (LU 99:2.1)
Cuando el observador Vorondadek planetario de Urantia —el Altísimo custodio que no hace mucho tiempo asumió urgentemente la regencia de vuestro mundo— afirmó su autoridad en presencia del gobernador general residente, empezó su administración urgente de Urantia con todo el personal de su propia elección. A todos sus asociados y asistentes les asignó inmediatamente sus deberes planetarios. Pero no eligió a los tres Ajustadores Personalizados que aparecieron ante él en el momento de asumir la regencia. Ni siquiera sabía que aparecerían de esta manera, pues no habían manifestado su presencia divina durante la época de una regencia anterior. El Altísimo regente no asignó ningún servicio ni encargó ningún deber a estos Ajustadores Personalizados voluntarios. Sin embargo, estos tres seres omnipersonales figuraban entre los más activos de las numerosas órdenes de seres celestiales que por entonces servían en Urantia. (LU 109:7.7)
Los mortales del planeta son escogidos para servir en el cuerpo de reserva del destino de los mundos habitados por las razones siguientes: …
- Una capacidad especial para ser preparados en secreto para numerosas posibles misiones de emergencia en la dirección de las diversas actividades de los asuntos del mundo.
. . .
- Poseer un Ajustador del Pensamiento con una extraordinaria variedad de talentos y con una probable experiencia preurantiana para enfrentarse a las dificultades planetarias y luchar contra situaciones inminentes de emergencia mundial. (LU 114:7.3-6)
Los doce grupos de reservistas urantianos del destino están compuestos por habitantes mortales de la esfera, que han sido formados para ocupar numerosas posiciones cruciales en la Tierra y se mantienen preparados para actuar en las posibles emergencias planetarias. Este cuerpo combinado consta ahora de 962 personas. El cuerpo más pequeño asciende a 41, y el más grande a 172. A excepción de menos de una veintena de personalidades de contacto, los miembros de este grupo único no tienen ninguna conciencia de estar preparados para una posible actuación en ciertas crisis planetarias. Estos reservistas mortales son elegidos por el cuerpo al que están respectivamente vinculados, y son entrenados y preparados de la misma manera en su mente profunda mediante la técnica combinada del ministerio del Ajustador del Pensamiento así como del guardián seráfico. Muchas veces, otras numerosas personalidades celestiales participan en este entrenamiento inconsciente, y en toda esta preparación especial los intermedios prestan unos servicios valiosos e indispensables.
En muchos mundos, las criaturas intermedias secundarias mejor adaptadas son capaces de establecer diversos grados de contacto con los Ajustadores del Pensamiento de ciertos mortales favorablemente constituidos, penetrando hábilmente en la mente donde reside el Ajustador. (Estas revelaciones fueron materializadas en la lengua inglesa de Urantia debido precisamente a este tipo de combinación fortuita de ajustes cósmicos.) Estos mortales con potencial de contacto de los mundos evolutivos son movilizados en los numerosos cuerpos de reserva y, hasta cierto punto, la civilización espiritual avanza y los Altísimos pueden gobernar en los reinos de los hombres gracias a estos pequeños grupos de personalidades con visión de futuro. Los hombres y las mujeres de estos cuerpos de reserva del destino tienen así diversos grados de contacto con sus Ajustadores a través del ministerio intermedio de las criaturas intermedias; pero estos mismos mortales son poco conocidos por sus semejantes, salvo en aquellas raras emergencias sociales y urgencias espirituales en las que estas personalidades de reserva actúan para impedir la interrupción de la cultura evolutiva o la extinción de la luz de la verdad viviente. En Urantia, estos reservistas del destino raramente han sido ensalzados en las páginas de la historia humana. (LU 114:7.8-9)
En aquellos mundos aislados en las tinieblas espirituales, en aquellas esferas que han sufrido el aislamiento planetario debido a la rebelión y a la negligencia, un observador Vorondadek está generalmente presente hasta el restablecimiento del estado normal. En ciertos casos de emergencia, este observador Altísimo podría ejercer una autoridad absoluta y arbitraria sobre todos los seres celestiales destinados en ese planeta. Los archivos de Salvington mencionan que los Vorondadeks han ejercido a veces esta autoridad como regentes Altísimos de tales planetas. Y esto también ha sucedido incluso en los mundos habitados que no han sido afectados por la rebelión. (LU 35:5.6)
Urantia no carece de una supervisión apropiada y eficaz por parte de los gobernantes de su sistema, su constelación y su universo. Pero su gobierno planetario es diferente al de cualquier otro mundo del sistema de Satania, e incluso de todo Nebadon. La singularidad de vuestro plan de supervisión se debe a una serie de circunstancias poco comunes:
- El estado de Urantia, donde la vida ha sido modificada.»
- Las exigencias de la rebelión de Lucifer.
- Los trastornos ocasionados por la falta adámica.
- Las irregularidades derivadas del hecho de que Urantia ha sido uno de los mundos de donación del Soberano del Universo. Miguel de Nebadon es el Príncipe Planetario de Urantia.
- La función especial de los veinticuatro directores planetarios.
- El emplazamiento en el planeta de un circuito de arcángeles.
- El nombramiento más reciente de Maquiventa Melquisedek, en otro tiempo encarnado en Urantia, como Príncipe Planetario vicegerente.» (LU 114:0.4-11)
En caso de crisis, el jefe real y soberano del gobierno, excepto en algunos asuntos puramente espirituales, sería este Hijo Vorondadek de Edentia actualmente de servicio como observador. (En estos problemas exclusivamente espirituales y en ciertos asuntos puramente personales, la autoridad suprema parece corresponder al arcángel comandante vinculado al cuartel general divisionario de esta orden, recientemente establecido en Urantia.)
Un observador Altísimo está facultado para hacerse cargo, a su juicio, del gobierno planetario en tiempos de grave crisis planetaria, y los archivos indican que esto ha sucedido treinta y tres veces en la historia de Urantia. En tales momentos, el observador Altísimo desempeña las funciones de regente Altísimo, ejerciendo una autoridad indiscutida sobre todos los ministros y administradores que residen en el planeta, exceptuando solamente a la organización divisionaria de los arcángeles. (LU 114:4.3-4)
Este gobierno planetario, organizado de una manera más bien imprecisa y administrado de una forma en cierto modo personal, es más eficaz de lo que se esperaba a causa del ahorro de tiempo que supone la ayuda de los arcángeles y su circuito siempre disponible, el cual se utiliza con mucha frecuencia en caso de emergencia planetaria o de dificultades administrativas. Técnicamente, el planeta está todavía espiritualmente aislado de los circuitos de Norlatiadek, pero en caso de emergencia, este obstáculo se puede ahora evitar utilizando el circuito de los arcángeles. El aislamiento planetario afecta poco, por supuesto, a los mortales individuales desde que el Espíritu de la Verdad fue derramado sobre todo el género humano hace mil novecientos años. (LU 114:5.4)
Estos serafines enseñan, incluso en Urantia, esta verdad eterna: si vuestra propia mente no os sirve bien, podéis cambiarla por la mente de Jesús de Nazaret, que siempre os sirve bien. (LU 48:6.26)
El Padre Universal no es una fuerza transitoria, un poder cambiante o una energía fluctuante. El poder y la sabiduría del Padre son totalmente adecuados para hacer frente a todas las exigencias del universo. Cuando surgen situaciones críticas en la experiencia humana, él las ha previsto todas, y por eso no reacciona de manera indiferente a los asuntos del universo, sino más bien de acuerdo con los dictados de la sabiduría eterna y en consonancia con los mandatos de su juicio infinito. A pesar de las apariencias, el poder de Dios no funciona como una fuerza ciega en el universo.
A veces surgen situaciones en las que parece que se han tomado decisiones de emergencia, que se han suspendido leyes naturales, que se han reconocido inadaptaciones, y que se está haciendo un esfuerzo por rectificar la situación; pero éste no es el caso. Estos conceptos de Dios tienen su origen en el campo limitado de vuestro punto de vista, en la finitud de vuestra comprensión, y en la esfera circunscrita de vuestra visión de conjunto; este concepto erróneo de Dios se debe a la profunda ignorancia que tenéis acerca de la existencia de las leyes superiores del reino, la magnitud del carácter del Padre, la infinidad de sus atributos, y el hecho de su libre albedrío. (LU 3:2.6-7)
- El plan de donación. El plan universal siguiente es la gran empresa del Hijo Eterno y de sus Hijos coordinados destinada a revelar al Padre. Es la propuesta del Hijo Eterno, y consiste en su donación de los Hijos de Dios a las creaciones evolutivas para personalizar y convertir allí en un hecho, para encarnar y hacer real, el amor del Padre y la misericordia del Hijo a las criaturas de todos los universos. Inherente al plan de donación, y como característica provisional de este ministerio de amor, los Hijos Paradisiacos actúan como rehabilitadores de aquello que la voluntad desviada de las criaturas ha puesto en peligro espiritual. En cualquier momento y lugar en que se produce un retraso en el funcionamiento del plan de consecución, si por azar una rebelión estropea o complica esta empresa, entonces las disposiciones de emergencia del plan de donación entran inmediatamente en acción. Los Hijos Paradisiacos permanecen comprometidos y dispuestos a actuar como recuperadores, a entrar en el terreno mismo de la rebelión y restablecer allí el estado espiritual de las esferas. Un Hijo Creador coordinado efectuó este tipo de servicio heroico en Urantia en conexión con su carrera experiencial de donación para adquirir la soberanía. (LU 7:4.5)
Estos seres forman el único grupo de Hijos de Dios que os ha sido revelado cuyo origen se encuentra en la Trinidad del Paraíso. Recorren el universo central y los superuniversos, y un cuerpo muy numeroso está asignado a cada universo local. Sirven también en los distintos planetas tal como lo hacen los otros Hijos Paradisiacos de Dios. Puesto que el proyecto del gran universo no está plenamente desarrollado, un gran número de Hijos Instructores se mantienen en reserva en el Paraíso, y se ofrecen como voluntarios para misiones de urgencia y servicios inhabituales en todas las divisiones del gran universo, en los mundos solitarios del espacio, en los universos locales y en los superuniversos, y en los mundos de Havona. También ejercen su actividad en el Paraíso, pero será más provechoso aplazar su estudio detallado hasta que emprendamos el análisis de los Hijos Paradisiacos de Dios. (LU 19:1.3)
Todo mortal ascendente que sufre una experiencia insurreccional y que actúa lealmente en presencia de una rebelión está destinado a convertirse finalmente en un Mensajero Poderoso del servicio superuniversal. Y lo mismo sucede con toda criatura ascendente que impide eficazmente estos disturbios ocasionados por el error, el mal o el pecado; ya que toda acción destinada a impedir una rebelión o a llevar a cabo unos tipos de lealtad más elevados en una crisis universal es considerada como que tiene un valor aún más grande que la simple lealtad en presencia de una rebelión efectiva. (LU 22:2.3)
A todos los efectos, los Embajadores Trinitizados son los emisarios de los Ancianos de los Días para todos los mundos o universos situados dentro del superuniverso donde están destinados. Prestan sus servicios especiales e importantes en las sedes de los sectores menores y efectúan las innumerables y diversas tareas de un superuniverso. Forman el cuerpo de urgencia o de reserva de los Hijos Trinitizados de los supergobiernos, y están pues disponibles para una gran variedad de funciones. Se ocupan de miles y miles de empresas relacionadas con los asuntos de los superuniversos, imposibles de describir a la mente humana, puesto que en Urantia no se realiza nada que se parezca de alguna manera a estas actividades. (LU 22:6.3)
Los Mensajeros Solitarios son capaces de actuar como líneas de comunicación de urgencia en todas las regiones lejanas del espacio, en aquellos reinos no incluídos en los circuitos establecidos del gran universo. Cuando un mensajero actúa así, puede transmitir un mensaje o enviar un impulso a través del espacio a otro mensajero que se encuentre a unos cien años luz de distancia, tal como los astrónomos de Urantia estiman las distancias estelares. (LU 23:3.5)
Los transmisores de la energía pueden ejercer su actividad con respecto a todas las formas de percepción comunicable; pueden hacer que una escena lejana resulte «visible» así como que un sonido distante se vuelva «audible». Proporcionan las líneas de comunicación de urgencia en los sistemas locales y en los planetas individuales. Prácticamente todas las criaturas han de utilizar estos servicios con el fin de comunicarse fuera de los circuitos regularmente establecidos. (LU 29:4.30)
Los seconafines primarios tienden a inclinarse, por su naturaleza inherente, hacia siete tipos de servicio, y resulta apropiado que los primeros seres consecutivos de esta orden estén dotados de tal manera que interpreten de forma inherente la mente del Espíritu a los Ancianos de los Días: … (LU 28:4.3)
- El Cuerpo de Reserva. Un grupo muy amplio de seconafines, los séptimos consecutivos primarios, se mantienen de reserva para las funciones no clasificadas y las misiones de urgencia de los reinos. Como no están muy especializados, pueden ejercer su actividad bastante bien en cualquiera de las capacidades de sus diversos asociados, pero este trabajo especializado sólo lo emprenden en caso de urgencia. Sus tareas habituales consisten en la realización de aquellos deberes generalizados de un superuniverso que no pertenecen al campo de acción de los ángeles que tienen una misión específica. (LU 28:4.14)
Estos seconafines terciarios son los ahorradores de tiempo, los acortadores del espacio, los detectores de errores, los instructores fieles y los postes indicadores perpetuos —los signos vivientes de la seguridad divina— colocados por misericordia en las encrucijadas del tiempo para guiar allí los pasos de los peregrinos ansiosos en los momentos de gran perplejidad y de incertidumbre espiritual. Mucho antes de llegar a las puertas de la perfección empezaréis a tener acceso a los instrumentos de la divinidad y a poneros en contacto con las técnicas de la Deidad. Desde el momento en que lleguéis al mundo inicial de las mansiones hasta que cerréis los ojos en el sueño de Havona como preparación para vuestro transporte hacia el Paraíso, utilizaréis cada vez más la ayuda de urgencia de estos seres maravillosos, que reflejan de manera tan plena y abundante el conocimiento seguro y la sabiduría cierta de aquellos peregrinos fiables y dignos de confianza que os han precedido en el largo viaje hacia los pórticos de la perfección. (LU 28:7.3)
Los querubines y los sanobines son los trabajadores espirituales rutinarios de los mundos individuales de los sistemas. En una misión no personal y en un caso de urgencia, pueden servir en el lugar de una pareja seráfica, pero nunca ejercen su actividad, ni siquiera temporalmente, como ángeles acompañantes de los seres humanos; éste es un privilegio exclusivamente seráfico. (LU 38:7.4)
- Los Técnicos. Son los serafines que ayudan a los nuevos ascendentes a adaptarse al entorno nuevo y relativamente extraño de las esferas morontiales. La vida en los mundos de transición implica un contacto real con las energías y los materiales de los niveles físicos y morontiales y, hasta cierto punto, con las realidades espirituales. Los ascendentes deben aclimatarse a cada nuevo nivel morontial, y los técnicos seráficos los ayudan enormemente en todo esto. Estos serafines actúan como enlaces con los Supervisores del Poder Morontial y con los Controladores Físicos Maestros, y ejercen ampliamente su actividad como instructores de los peregrinos ascendentes en lo relacionado con la naturaleza de las energías que se utilizan en las esferas de transición. Sirven atravesando el espacio en caso de urgencia, y efectúan otras numerosas tareas regulares y especiales. (LU 48:6.29)
Estos asistentes de las donaciones son serafines consumados; todos han atravesado los círculos de Serafington y han alcanzado el Cuerpo Seráfico de la Finalización. Y además han sido especialmente entrenados para hacer frente a las dificultades y para enfrentarse con las urgencias asociadas a las donaciones de los Hijos de Dios para el progreso de los hijos del tiempo. Todos estos serafines han alcanzado el Paraíso y el abrazo personal de la Fuente-Centro Segunda, el Hijo Eterno. (LU 39:1.5)
Los Altos Comisionados empiezan su servicio en los planetas como comisionados de las razas. En esta función interpretan los puntos de vista, y describen las necesidades, de las diversas razas humanas. Están dedicados de manera suprema al bienestar de las razas mortales, de las cuales son portavoces, tratando siempre de conseguir para ellas misericordia, justicia y un trato equitativo en todas sus relaciones con los otros pueblos. Los comisionados de las razas actúan en una serie interminable de crisis planetarias, y sirven como expresión articulada de grupos enteros de mortales que luchan. (LU 37:5.5)
Todas las conclusiones de los altos consejos consultivos del universo se remiten, o bien a los cuerpos judiciales de Salvington, o a las asambleas legislativas de las constelaciones. Estos altos consejos no tienen autoridad ni poder para hacer cumplir sus recomendaciones. Si su informe está basado en las leyes fundamentales del universo, entonces los tribunales de Nebadon emitirán los mandatos de ejecución; pero si sus recomendaciones tienen que ver con las condiciones locales o de urgencia, han de enviarse a las asambleas legislativas de la constelación para su promulgación deliberativa, y luego a las autoridades del sistema para su ejecución. Estos altos consejos son en realidad las superlegislaturas del universo, pero funcionan sin la autoridad de decretar y sin el poder de ejecutar. (LU 33:8.5)
Estos asistentes del Príncipe Planetario raras veces se emparejan con las razas del mundo, pero siempre se emparejan entre ellos. Estas uniones producen dos clases de seres: el tipo primario de criaturas intermedias y ciertos tipos elevados de seres materiales que permanecen vinculados al estado mayor del príncipe después de que sus padres han sido retirados del planeta en el momento de la llegada de Adán y Eva. Estos hijos no se emparejan con las razas mortales, salvo en ciertas situaciones de emergencia, y entonces sólo lo hacen por mandato del Príncipe Planetario. En un caso así, sus hijos —los nietos del estado mayor corpóreo— tienen el mismo estatus que las razas superiores de su época y de su generación. Todos los descendientes de estos asistentes semimateriales del Príncipe Planetario están habitados por un Ajustador. (LU 50:3.5)
El Padre Melquisedek actúa en el universo de Nebadon como el primer asociado ejecutivo de la Radiante Estrella Matutina. Gabriel se ocupa más de la política del universo, y Melquisedek de los procedimientos prácticos. Gabriel preside los tribunales y consejos regularmente constituidos de Nebadon, y Melquisedek las comisiones y los cuerpos consultivos especiales, extraordinarios y de emergencia. Gabriel y el Padre Melquisedek nunca están fuera de Salvington al mismo tiempo, porque en ausencia de Gabriel, el Padre Melquisedek actúa como jefe ejecutivo de Nebadon. (LU 35:1.2)
Aunque las órdenes de los Melquisedeks se dedican principalmente al extenso sistema educativo y al régimen de formación experiencial del universo local, también actúan en misiones excepcionales y en circunstancias poco habituales. En un universo evolutivo que terminará por contener aproximadamente diez millones de mundos habitados, muchas cosas fuera de lo normal están destinadas a suceder, y en estos casos de emergencia es cuando actúan los Melquisedeks. En Edentia, la sede de vuestra constelación, se les conoce como Hijos de emergencia. Siempre están preparados para servir en todas las situaciones de necesidad —físicas, intelectuales o espirituales— ya sea en un planeta, en un sistema, en una constelación o en el universo. En cualquier momento y lugar en que se necesite una ayuda especial, allí encontraréis a uno o más Hijos Melquisedeks. (LU 35:4.2)
Los Melquisedeks son los primeros en actuar en todas las emergencias de cualquier naturaleza en todos los mundos donde viven las criaturas volitivas. A veces actúan como guardianes temporales de los planetas desobedientes, sirviendo como síndicos de un gobierno planetario rebelde. En una crisis planetaria, estos Hijos Melquisedeks sirven en muchas tareas excepcionales. A este tipo de Hijo le resulta fácil hacerse visible a los seres mortales, y a veces un miembro de esta orden se ha encarnado incluso en la similitud de la carne mortal. Siete veces en Nebadon ha servido un Melquisedek en un mundo evolutivo en la similitud de la carne mortal, y estos Hijos han aparecido en numerosas ocasiones en la similitud de otras órdenes de criaturas del universo. Son en verdad los ministros de urgencia polifacéticos y voluntarios para todas las órdenes de inteligencias del universo y para todos los mundos y sistemas de mundos. (LU 35:4.4)
LOS Melquisedeks son muy conocidos como Hijos de emergencia, porque se dedican a una asombrosa gama de actividades en los mundos de un universo local. Cuando surge algún problema extraordinario o cuando hay que intentar algo fuera de lo normal, es un Melquisedek el que acepta muy a menudo la misión. La capacidad de los Hijos Melquisedeks para actuar en los casos de urgencia y en niveles muy divergentes del universo, incluso en el nivel físico de manifestación de la personalidad, es típica de esta orden. Sólo los Portadores de Vida comparten hasta cierto punto esta gama metamórfica de actividades de la personalidad. (LU 93:0.1)
Aunque las órdenes de los Melquisedeks se dedican principalmente al extenso sistema educativo y al régimen de formación experiencial del universo local, también actúan en misiones excepcionales y en circunstancias poco habituales. En un universo evolutivo que terminará por contener aproximadamente diez millones de mundos habitados, muchas cosas fuera de lo normal están destinadas a suceder, y en estos casos de emergencia es cuando actúan los Melquisedeks. En Edentia, la sede de vuestra constelación, se les conoce como Hijos de emergencia. Siempre están preparados para servir en todas las situaciones de necesidad —físicas, intelectuales o espirituales— ya sea en un planeta, en un sistema, en una constelación o en el universo. En cualquier momento y lugar en que se necesite una ayuda especial, allí encontraréis a uno o más Hijos Melquisedeks. (LU 35:4.2)
Los Melquisedeks son los primeros en actuar en todas las emergencias de cualquier naturaleza en todos los mundos donde viven las criaturas volitivas. A veces actúan como guardianes temporales de los planetas desobedientes, sirviendo como síndicos de un gobierno planetario rebelde. En una crisis planetaria, estos Hijos Melquisedeks sirven en muchas tareas excepcionales. A este tipo de Hijo le resulta fácil hacerse visible a los seres mortales, y a veces un miembro de esta orden se ha encarnado incluso en la similitud de la carne mortal. Siete veces en Nebadon ha servido un Melquisedek en un mundo evolutivo en la similitud de la carne mortal, y estos Hijos han aparecido en numerosas ocasiones en la similitud de otras órdenes de criaturas del universo. Son en verdad los ministros de urgencia polifacéticos y voluntarios para todas las órdenes de inteligencias del universo y para todos los mundos y sistemas de mundos. (LU 35:4.4)
LOS Melquisedeks son muy conocidos como Hijos de emergencia, porque se dedican a una asombrosa gama de actividades en los mundos de un universo local. Cuando surge algún problema extraordinario o cuando hay que intentar algo fuera de lo normal, es un Melquisedek el que acepta muy a menudo la misión. La capacidad de los Hijos Melquisedeks para actuar en los casos de urgencia y en niveles muy divergentes del universo, incluso en el nivel físico de manifestación de la personalidad, es típica de esta orden. Sólo los Portadores de Vida comparten hasta cierto punto esta gama metamórfica de actividades de la personalidad. (LU 93:0.1)
A menudo hemos especulado que los Ajustadores del Pensamiento deben tener una volición en todos los niveles prepersonales de elección. Se ofrecen como voluntarios para habitar en los seres humanos, hacen planes para la carrera eterna del hombre, los adaptan, modifican y sustituyen de acuerdo con las circunstancias, y estas actividades implican una volición auténtica. Sienten afecto por los mortales, desempeñan su actividad en las crisis del universo, siempre están preparados para actuar de manera decisiva de acuerdo con la elección humana, y todas estas reacciones son extremadamente volitivas. En todas las situaciones no relacionadas con el ámbito de la voluntad humana, manifiestan indiscutiblemente una conducta que revela el ejercicio de unos poderes que equivalen en todos los sentidos a la voluntad, al máximo de decisión. (LU 107:7.3)
«Ahora me presento ante vosotros, superiores que estáis muy por encima de mí, como alguien que ha recibido una autoridad temporal sobre la serie de planetas experimentales; y vengo a expresar mi admiración y mi profundo respeto por este grupo magnífico de ministros celestiales, los Monitores de Misterio, que se han ofrecido como voluntarios para servir en esta esfera irregular. Por muy difíciles que sean las crisis, nunca vaciláis. Nunca se ha presentado, ni en los registros de Nebadon ni ante las comisiones de Orvonton, una acusación contra un Ajustador divino. Habéis sido leales a vuestras obligaciones; habéis sido divinamente fieles. Habéis ayudado a rectificar los errores y a compensar los defectos de todos los que trabajan en este confuso planeta. Sois unos seres maravillosos, los guardianes del bien en las almas de este mundo atrasado. Os presento mis respetos aunque estéis aparentemente bajo mi jurisdicción como ministros voluntarios. Me inclino ante vosotros en humilde reconocimiento de vuestro desinterés exquisito, de vuestro ministerio comprensivo y de vuestra devoción imparcial. Merecéis el nombre de servidores divinos de los habitantes mortales de este mundo destrozado por los conflictos, acongojado, y afligido por las enfermedades. ¡Os rindo homenaje! ¡Casi os adoro!» (LU 108:3.6)
Antes de la época en que el Espíritu de la Verdad es derramado sobre los habitantes de un mundo evolutivo, parece ser que la donación de los Ajustadores está determinada por numerosas influencias espirituales y actitudes de la personalidad. No comprendemos plenamente las leyes que gobiernan estas donaciones; no entendemos con exactitud qué es lo que determina la salida de los Ajustadores que se han ofrecido como voluntarios para residir en dichas mentes en evolución. Pero sí observamos numerosas influencias y condiciones que parecen estar asociadas con la llegada de los Ajustadores a estas mentes antes de la donación del Espíritu de la Verdad, y son las siguientes: (LU 108:2.5)
- En el momento de tomar una decisión suprema de importancia espiritual excepcional. Un comportamiento humano semejante, durante una crisis planetaria en la que se ve implicada la persona, va acompañado generalmente de la llegada inmediata del Ajustador en espera. (LU 108:2.8)
- El espíritu de fraternidad. Independientemente de la conquista de los círculos psíquicos y de la asignación de unos guardianes personales —en ausencia de algo que se parezca a la decisión tomada en una crisis— cuando un mortal en evolución empieza a estar dominado por el amor a sus semejantes y se consagra a un ministerio desinteresado hacia sus hermanos en la carne, el Ajustador que espera desciende invariablemente para residir en la mente de ese ministro mortal. (LU 108:2.9)
- Ha servido en un momento de crisis en la experiencia de algún ser humano que era el complemento material de una personalidad espiritual a la que se le había confiado la realización de algún logro cósmico esencial para la economía espiritual del planeta. (LU 109:2.1)
Estos tipos de Ajustadores más elevados y más experimentados pueden comunicarse indudablemente con aquellos que se encuentran en otros mundos. Pero aunque los Ajustadores autónomos se comunican así entre ellos, sólo lo hacen en los niveles de su trabajo mutuo y con la finalidad de conservar los datos entregados a su custodia, esenciales para que los Ajustadores efectúen su ministerio en los mundos donde residen, aunque se sabe que en ciertas ocasiones han actuado en asuntos interplanetarios durante las épocas de crisis. (LU 109:2.9)
En la vida en la carne, la inteligencia de los ángeles no está a la disposición directa de los hombres mortales. No son ni jefes supremos ni directores; son simplemente guardianes. Los serafines os protegen; no tratan de influiros directamente; debéis trazar vuestros propios derroteros, y estos ángeles actúan entonces para hacer el mejor uso posible del camino que habéis elegido. No intervienen (generalmente) de manera arbitraria en los asuntos rutinarios de la vida humana. Pero cuando reciben instrucciones de sus superiores para ejecutar alguna proeza inhabitual, podéis estar seguros de que estos guardianes encontrarán alguna manera de llevar a cabo esos mandatos. Por consiguiente, no se entrometen en la representación del drama humano excepto en casos de urgencia, y entonces lo hacen generalmente por orden directa de sus superiores. Son los seres que os van a seguir durante muchas épocas, y están recibiendo así una introducción a su trabajo futuro y a su asociación de personalidad. (LU 113:5.4)
El hombre moderno se siente desconcertado ante la idea de hablar de sus asuntos con Dios de una manera puramente personal. Muchos han abandonado la oración asidua; sólo rezan cuando se encuentran bajo una presión inhabitual —en casos de urgencia. El hombre no debería tener miedo de hablar con Dios, pero sólo una persona espiritualmente infantil intentaría persuadir, o atreverse a cambiar, a Dios. (LU 91:8.8)
El Maestro sabía muy bien que muchos de sus seguidores estaban preparándose mentalmente, de manera lenta pero segura, para rechazarlo definitivamente. También sabía que muchos de sus discípulos estaban pasando, de manera lenta pero segura, por esa preparación de la mente y esa disciplina del alma que les permitiría triunfar sobre las dudas y afirmar valientemente su fe completa en el evangelio del reino. Jesús comprendía plenamente cómo se preparan los hombres para las decisiones de una crisis y para llevar a cabo acciones repentinas basadas en elecciones valientes, mediante el lento proceso de elegir reiteradamente entre el bien y el mal en las situaciones recurrentes. A sus mensajeros elegidos los sometió a repetidas desilusiones y les proporcionó frecuentes oportunidades de pruebas para que escogieran entre la buena y la mala manera de enfrentarse a las dificultades espirituales. Sabía que podía confiar en sus seguidores, que cuando se enfrentaran con la prueba final, tomarían sus decisiones esenciales de acuerdo con las actitudes mentales y las reacciones espirituales habituales adquiridas anteriormente. (LU 153:1.3)
Antes de que Jesús fuera colocado en su cruz, los dos bandidos ya habían sido situados en las suyas, maldiciendo y escupiendo continuamente a sus verdugos. Las únicas palabras de Jesús mientras lo clavaban en el travesaño fueron: «Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen». No podría haber intercedido con tanto amor y misericordia a favor de sus verdugos, si estos pensamientos de devoción afectuosa no hubieran sido el móvil principal de toda su vida de servicio desinteresado. Las ideas, los móviles y los anhelos de toda una vida se revelan abiertamente en una crisis. (LU 187:2.4)
Pero el hombre no era más culpable de la baja opinión que tenía de la mujer, durante las épocas pasadas, que la mujer misma. Ella no logró obtener el reconocimiento social durante los tiempos primitivos porque no actuaba en caso de emergencia; no era una heroína espectacular ni sobresalía en caso de crisis. La maternidad era una clara desventaja en la lucha por la existencia; el amor materno era un impedimento para las mujeres a la hora de defender la tribu. (LU 84:3.3)
El salvaje sentía la necesidad de un seguro, y por lo tanto pagaba gustosamente sus onerosas primas de miedo, superstición, terror y regalos a los sacerdotes por su póliza de seguro mágico contra la mala suerte. La religión primitiva consistía simplemente en el pago de las primas del seguro contra los peligros del bosque; el hombre civilizado paga unas primas materiales contra los accidentes de la industria y las exigencias de las formas de vida modernas. (LU 86:7.1)
El terreno evolutivo de la mente del hombre donde germina la semilla de la religión revelada es la naturaleza moral que da origen tan pronto a una conciencia social. Las primeras incitaciones de la naturaleza moral de un niño no están relacionadas con el sexo, la culpa o el orgullo personal, sino más bien con los impulsos de justicia, equidad y unos vivos deseos de bondad —de servicio eficaz hacia sus semejantes. Cuando se alimentan estos despertares morales iniciales, se produce un desarrollo gradual de la vida religiosa que está relativamente libre de conflictos, trastornos y crisis. (LU 103:2.3)
La oración es un antídoto contra la introspección nociva. La oración, al menos tal como la enseñó el Maestro, es una ayuda benéfica para el alma. Jesús empleó convenientemente la influencia benéfica de la oración para sus propios semejantes. El Maestro oraba generalmente en plural, no en singular. Jesús solamente oró para sí mismo en las grandes crisis de su vida terrestre. (LU 144:4.6)
Después de este logro espiritual, conseguido por medio de un crecimiento gradual o de una crisis específica, se produce una nueva orientación de la personalidad así como el desarrollo de una nueva escala de valores. Estas personas nacidas del espíritu tienen tales motivaciones nuevas en la vida que pueden mantenerse tranquilamente al margen mientras perecen sus ambiciones más queridas y se derrumban sus esperanzas más profundas; saben positivamente que estas catástrofes no son más que cataclismos rectificadores que destruyen nuestras creaciones temporales, preludiando la construcción de las realidades más nobles y duraderas de un nivel nuevo y más sublime de consecución universal. (LU 100:2.8)
Pero quinientos años de soberanía por parte de unos gobernantes extranjeros eran demasiados incluso para los pacientes y resignados judíos. Los profetas y los sacerdotes empezaron a exclamar: «¿Hasta cuándo, oh Señor, hasta cuándo?» Cuando los judíos honrados indagaban en las Escrituras, su confusión se volvía aún más profunda. Un antiguo vidente había prometido que Dios protegería y liberaría a su «pueblo elegido». Amós había amenazado con que Dios abandonaría a Israel a menos que restablecieran sus criterios de rectitud nacional. El escriba del Deuteronomio había descrito la Gran Elección —entre el bien y el mal, entre la bendición y la maldición. El primer Isaías había predicado sobre un rey liberador benéfico. Jeremías había proclamado una era de rectitud interior —la alianza escrita en las tablillas del corazón. El segundo Isaías había hablado de la salvación por medio del sacrificio y la redención. Ezequiel había proclamado la liberación a través del servicio consagrado, y Esdras había prometido la prosperidad mediante la observancia de la ley. Pero a pesar de todo esto, continuaban siendo esclavos y la liberación se retrasaba. Daniel presentó entonces el drama de la «crisis» inminente —la destrucción de la gran estatua y el establecimiento inmediato del reinado perpetuo de la rectitud, el reino mesiánico. (LU 97:8.3)
Debemos indicar claramente que las declaraciones de lealtad a los ideales supremos —el darse cuenta psíquica, emocional y espiritualmente de tener conciencia de Dios— pueden ser el resultado de un crecimiento natural y gradual, o a veces se pueden experimentar en ciertas coyunturas tales como una crisis. El apóstol Pablo experimentó precisamente una conversión repentina y espectacular de este tipo aquel día memorable en el camino de Damasco. Siddharta Gautama tuvo una experiencia similar la noche en que se sentó a solas para tratar de penetrar en el misterio de la verdad final. Otras muchas personas han tenido experiencias similares, y muchos creyentes sinceros han progresado en el espíritu sin conversión repentina. (LU 100:5.3)
Pero aquellas personas que han sido criadas por sus padres de tal manera que han crecido con la conciencia de ser los hijos de un Padre celestial amoroso, no deberían mirar con recelo a sus compañeros mortales que sólo han podido alcanzar esta conciencia de comunión con Dios a través de una crisis psicológica, de un trastorno emocional. (LU 103:2.2)
Cada decisión que tomáis impide o facilita la función del Ajustador; esas mismas decisiones determinan igualmente vuestro avance en los círculos de la consecución humana. Es cierto que la supremacía de una decisión, su relación con una crisis, tiene mucho que ver con su influencia para franquear los círculos; sin embargo, el número de decisiones, las repeticiones frecuentes, las repeticiones persistentes, son esenciales también para tener la certeza de que tales reacciones se convertirán en hábitos. (LU 110:6.6)
Aunque estas influencias espirituales, como el Espíritu Santo y el Espíritu de la Verdad, sean unos ministerios de los universos locales, su guía no está confinada totalmente a los límites geográficos de una creación local determinada. A medida que el mortal ascendente pasa más allá de las fronteras de su universo local de origen, no se encuentra privado por completo del ministerio del Espíritu de la Verdad que lo ha guiado y enseñado constantemente a través de los laberintos filosóficos de los mundos materiales y morontiales, dirigiendo infaliblemente al peregrino del Paraíso en cada crisis de la ascensión, diciéndole siempre: «Éste es el camino». Cuando dejéis los dominios del universo local, el espíritu directivo reconfortante de los Hijos Paradisiacos de Dios que se donan continuará guiando vuestra ascensión hacia el Paraíso por medio del ministerio del espíritu del Ser Supremo emergente y mediante las disposiciones de la reflectividad superuniversal. (LU 117:5.9)
Esteban, el jefe de la colonia griega de los creyentes en Jesús de Jerusalén, se convirtió así en el primer mártir de la nueva fe y en la causa específica de la organización oficial de la iglesia cristiana primitiva. Los creyentes hicieron frente a esta nueva crisis reconociendo que ya no podían continuar como una secta dentro de la religión judía. Todos estuvieron de acuerdo en que debían separarse de los no creyentes. Un mes después de la muerte de Esteban, la iglesia de Jerusalén había sido organizada bajo la dirección de Pedro, y Santiago, el hermano de Jesús, había sido nombrado jefe titular. (LU 194:4.12)
La iniciación religiosa de los jóvenes romanos era la ocasión en que se consagraban solemnemente al servicio del Estado. Los juramentos y el reconocimiento como ciudadanos eran en realidad ceremonias religiosas. Los pueblos latinos mantenían templos, altares y santuarios y, en caso de crisis, solían consultar a los oráculos. Conservaban los huesos de los héroes y, más tarde, los de los santos cristianos. (LU 98:3.4)
Estos aborígenes de Urantia no vivían en los árboles, aunque en caso de necesidad aún se subían a las copas. Residían normalmente al abrigo de los precipicios que sobresalían por encima de los ríos y en las grutas de las laderas, que les proporcionaban una buena vista sobre las vías de acceso y los protegían de los elementos. Así podían disfrutar de la comodidad de sus fogatas sin que el humo les incomodara demasiado. Tampoco eran verdaderos trogloditas, aunque en épocas posteriores las últimas capas de hielo que avanzaron hacia el sur obligaron a sus descendientes a refugiarse en las cavernas. Preferían acampar cerca de los límites de un bosque y al lado de un riachuelo. (LU 63:5.4)
Todos los habitantes de Salvington y aquellos que residían en los mundos sede de las constelaciones y de los sistemas se reunieron alrededor de sus respectivas estaciones receptoras de la información universal, esperando recibir alguna noticia sobre la misión y el paradero del Hijo Creador. No se recibió ningún mensaje de posible importancia hasta el tercer día después de la partida de Miguel. Ese día se registró en Salvington, procedente de la esfera Melquisedek, la sede de esta orden en Nebadon, una comunicación que describía simplemente esta operación extraordinaria que nunca se había oído anteriormente: «Hoy al mediodía ha aparecido en el campo de recepción de este mundo un extraño Hijo Melquisedek, que no es de los nuestros, pero que se parece enteramente a los de nuestra orden. Venía acompañado de un omniafín solitario que traía las credenciales de Uversa y que presentó unas instrucciones dirigidas a nuestro jefe, procedentes de los Ancianos de los Días y con el acuerdo de Emmanuel de Salvington, ordenando que este nuevo Hijo Melquisedek sea recibido en nuestra orden y destinado al servicio de urgencia de los Melquisedeks de Nebadon. Así hemos ordenado que se haga, y así se ha hecho».
Esto es casi todo lo que aparece en los archivos de Salvington con respecto a la primera donación de Miguel. No aparece nada más hasta cien años después, según el tiempo de Urantia, cuando se registró el hecho de que Miguel regresó y volvió a asumir, sin anunciarlo, la dirección de los asuntos del universo. Pero se puede encontrar una extraña inscripción en el mundo Melquisedek, un relato del servicio de este Hijo Melquisedek excepcional del cuerpo de urgencia de aquella época. Este informe se conserva en un sencillo templo que ocupa actualmente el primer término del hogar del Padre Melquisedek, y contiene la narración del servicio de este Hijo Melquisedek transitorio en relación con su tarea en veinticuatro misiones de urgencia en el universo. Este informe, que he vuelto a examinar tan recientemente, termina así: (LU 119:1.4)
«A mediodía de hoy, sin previo anuncio y observado solamente por tres miembros de nuestra fraternidad, este Hijo visitante de nuestra orden ha desaparecido de nuestro mundo tal como había llegado, acompañado solamente por un omniafín solitario; este informe se cierra ahora con la certificación de que este visitante ha vivido como un Melquisedek, ha trabajado como un Melquisedek en la similitud de un Melquisedek, y ha cumplido fielmente todas sus misiones como Hijo de urgencia de nuestra orden. Por consentimiento universal se ha convertido en el jefe de los Melquisedeks, habiéndose ganado nuestro amor y nuestra adoración con su sabiduría incomparable, su amor supremo y su magnífica devoción al deber. Él nos ha amado, nos ha comprendido y ha servido con nosotros, y seremos para siempre sus fieles y leales compañeros Melquisedeks, pues este desconocido en nuestro mundo se ha vuelto ahora, y para la eternidad, un ministro universal de naturaleza Melquisedek». (LU 119:1.3-5)
Este Hijo Material excepcional empezó así su difícil carrera en un mundo en secesión, en rebelión y en cuarentena, situado en un sistema aislado sin ninguna comunicación directa con el universo exterior, y allí trabajó solo durante una generación entera del tiempo planetario. Este Hijo Material de urgencia consiguió el arrepentimiento y la recuperación del Príncipe Planetario rebelde y de todo su estado mayor, y presenció el restablecimiento del planeta al servicio leal del gobierno del Paraíso tal como éste está establecido en los universos locales. Un Hijo y una Hija Materiales llegaron a su debido tiempo a este mundo rejuvenecido y redimido, y después de haber sido debidamente instalados como gobernantes planetarios visibles, el Príncipe Planetario provisional o de urgencia se despidió oficialmente y desapareció un día al mediodía. Tres días después, Miguel apareció en su lugar acostumbrado en Salvington, y las transmisiones del superuniverso difundieron muy pronto la cuarta proclamación de los Ancianos de los Días, anunciando el nuevo avance de la soberanía de Miguel en Nebadon. (LU 119:3.4)