© 2003 Jean Royer
© 2003 Association Francophone des Lecteurs du Livre d'Urantia
Todos nos hemos enfrentado a la duda. ¿Qué papel juega la duda en el Libro de Urantia? La palabra se encuentra 110 veces en singular y 43 veces en plural y hay alrededor de treinta apariciones de palabras derivadas.
* Cabe señalar, sin embargo, que el inglés utiliza la fórmula «sin duda» al igual que el francés la expresión «sin duda», es decir en el sentido de probabilidad, por «sin duda» debemos escuchar con mayor frecuencia que ¿Es (¿muy?) probable que…
¿Es la duda específicamente humana? No. Permanece incluso después de la fusión y sólo parece desaparecer después de pasar el tercer circuito de Havona;
La prueba del tiempo casi ha terminado; la carrera hacia la eternidad casi ha concluido. Los días de incertidumbre están finalizando; la tentación de la duda se desvanece; el mandato de ser perfecto ha sido obedecido. Desde el fondo mismo de la existencia inteligente, la criatura del tiempo y con una personalidad material ha ascendido las esferas evolutivas del espacio, mostrando así la viabilidad del plan de ascensión y demostrando para siempre la justicia y la rectitud del mandato del Padre Universal a sus humildes criaturas de los mundos: «Sed perfectos como yo soy perfecto»{4}. ([LU 26:9.3)
¿Pero qué duda es ésta? Esto es, por supuesto, duda metafísica, porque la duda relacionada con un evento es permanente, como lo muestran los siguientes ejemplos:
Sabemos que las criaturas finitas pueden alcanzar la experiencia de adorar al Padre Universal a través del ministerio de Dios Séptuple y de los Ajustadores del Pensamiento, pero dudamos de que una sola personalidad subabsoluta, ni siquiera los directores del poder, pueda comprender la infinidad energética de la Gran Fuente-Centro Primera. Una cosa es segura: si los directores del poder conocen la técnica de la metamorfosis de la fuerza espacial, no nos revelan el secreto a los demás. Tengo la opinión de que no comprenden plenamente la actividad de los organizadores de la fuerza. ([LU 42:2.21)
Desde el estallido de la rebelión hasta el día de su entronización como gobernante soberano de Nebadon, Miguel no se opuso nunca a las fuerzas rebeldes de Lucifer; se les permitió seguir su curso libremente durante cerca de doscientos mil años del tiempo de Urantia. Cristo Miguel posee ahora suficiente poder y autoridad para enfrentarse de inmediato, e incluso sumariamente, con estos estallidos de deslealtad, pero dudamos de que esta autoridad soberana le conduzca a actuar de manera diferente si se produjera otro levantamiento de este tipo. ([LU 53:5.3)
Pero incluso entonces dudo que estés completamente satisfecho en tu propia mente.[620.2] Un Mensajero Poderoso
Cuando el pecado se ha elegido tantas veces y se ha repetido tan a menudo, puede convertirse en un hábito. Los pecadores empedernidos pueden volverse fácilmente inicuos, convertirse en unos rebeldes incondicionales contra el universo y todas sus realidades divinas. Aunque se pueden perdonar todas las clases de pecados, dudamos que el inicuo arraigado pueda experimentar nunca una aflicción sincera por sus fechorías o aceptar el perdón de sus pecados. ([LU 67:1.6)
Para el hombre, tan alejado del nivel espiritual, y a veces para criaturas mucho más elevadas que él, la duda es algo común:
Cuanto más descendemos la escala de la vida, más difícil es localizar, con los ojos de la fe, al Padre invisible. A las criaturas inferiores —y a veces incluso a las personalidades superiores— siempre les resulta difícil ver al Padre Universal en sus Hijos Creadores. Así pues, hasta el momento de su exaltación espiritual en que la perfección de su desarrollo les permitirá ver a Dios en persona, las criaturas se cansan en su progresión, albergan dudas espirituales, tropiezan en la confusión y se aíslan así de las metas espirituales progresivas de su época y de su universo. De esta manera pierden la capacidad de ver al Padre cuando contemplan al Hijo Creador. Durante la larga lucha por alcanzar al Padre, durante el período en que las condiciones inherentes hacen que esta consecución resulte imposible, la salvaguardia más segura para la criatura consiste en aferrarse tenazmente al hecho-verdad de la presencia del Padre en sus Hijos. Literal y figurativamente, espiritual y personalmente, el Padre y los Hijos son uno solo{2}. Es un hecho: aquel que ha visto a un Hijo Creador ha visto al Padre{3}. ([LU 32:3.6)
El trabajo del Ajustador del Pensamiento explica la transformación del sentido primitivo y evolutivo del deber del hombre en una fe superior y más segura en las realidades eternas de la revelación. El corazón del hombre ha de tener hambre de perfección para que le asegure la capacidad de comprender los caminos de la fe que conducen al logro supremo. Si un hombre elige hacer la voluntad divina, conocerá el camino de la verdad. Es literalmente cierto que «hay que conocer las cosas humanas para poder amarlas, pero hay que amar las cosas divinas para poder conocerlas»{2}. Las dudas honradas y las preguntas sinceras no son un pecado; estas actitudes representan simplemente un retraso en el viaje progresivo hacia el logro de la perfección. La confianza semejante a la de un niño{3} le asegura al hombre su entrada en el reino de la ascensión celestial, pero el progreso depende enteramente del ejercicio vigoroso de la fe robusta y convencida del hombre adulto. ([LU 102:1.1)
Nótese la expresión “dudas honestas” utilizada varias veces en el libro y que nos recuerda que una de las dos claves del reino de los cielos es: la sinceridad (cf. LU 39:4.14).
«Así pues, amigo mío, si quieres ser un administrador fiel y justo de tu gran fortuna, ante Dios y al servicio de los hombres, debes dividirla aproximadamente en estos diez grandes grupos, y luego administrar cada porción de acuerdo con la interpretación sabia y honrada de las leyes de la justicia, de la equidad, de la honradez y de la verdadera eficacia. No obstante, el Dios del cielo no te condenará si, en situaciones dudosas, a veces te equivocas a favor de una consideración misericordiosa y desinteresada por la aflicción de las víctimas que sufren las desgraciadas circunstancias de la vida mortal. Cuando tengas dudas honradas sobre la equidad y la justicia de una situación material, que tus decisiones favorezcan a los que están necesitados y ayuden a los que sufren la desdicha de unas penalidades inmerecidas». ([LU 132:5.13)
Jesús le dijo a Tomás: «Tu seguridad de que has entrado en la familia del reino del Padre y de que sobrevivirás eternamente con los hijos del reino es enteramente un asunto de experiencia personal —de fe en la palabra de la verdad. La seguridad espiritual equivale a tu experiencia religiosa personal con las realidades eternas de la verdad divina; dicho de otra manera, es igual a tu comprensión inteligente de las realidades de la verdad, más tu fe espiritual y menos tus dudas sinceras». ([LU 146:3.4)
El mundo está lleno de almas hambrientas que se mueren de hambre delante mismo del pan de la vida; los hombres se mueren buscando al mismo Dios que vive dentro de ellos. Los hombres buscan los tesoros del reino con un corazón anhelante y unos pasos cansados, cuando todos se encuentran al alcance inmediato de la fe viviente. La fe es para la religión lo que las velas para un barco; es un aumento de poder, no una carga adicional de la vida. Sólo hay una lucha que tienen que sostener los que entran en el reino, y es el buen combate de la fe{17}. El creyente sólo tiene que librar una batalla, y es contra la duda —contra la incredulidad{18}. ([LU 159:3.8)
Jesús ciertamente nunca dudó de su Padre, pero dudó de su misión, o más bien del modo en que debía llevarla a cabo.
Poco después de la una, en medio de la creciente oscuridad de la violenta tormenta de arena, Jesús empezó a perder su conciencia humana. Había pronunciado sus últimas palabras de misericordia, de perdón y de exhortación. Su último deseo —acerca del cuidado de su madre— había sido expresado. Durante esta hora en que la muerte se acercaba, la mente humana de Jesús recurrió a la repetición de numerosos pasajes de las escrituras hebreas, en particular los salmos{29}. El último pensamiento consciente del Jesús humano estuvo ocupado en la repetición mental de una parte del Libro de los Salmos que ahora se conoce como los salmos veinte, veintiuno y veintidós. Aunque sus labios se movían a menudo, estaba demasiado débil como para pronunciar las palabras de estos pasajes, que tan bien conocía de memoria, a medida que cruzaban por su mente. Sólo en pocas ocasiones aquellos que estaban cerca lograron captar algunas palabras, tales como: «Sé que el Señor salvará a su ungido»{30}, «Tu mano descubrirá a todos mis enemigos»{31} y «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?»{32} Jesús no albergó en ningún momento la menor duda de que había vivido de acuerdo con la voluntad del Padre; y nunca dudó de que ahora abandonaba su vida carnal de acuerdo con la voluntad de su Padre. No tenía el sentimiento de que el Padre lo había abandonado; simplemente estaba recitando en su conciencia evanescente numerosos pasajes de las escrituras, entre ellos este salmo veintidós que comienza diciendo «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?» Y dio la casualidad de que éste fue uno de los tres pasajes que pronunció con la suficiente claridad como para ser escuchado por aquellos que estaban cerca. ([LU 187:5.2)
JESÚS gozaba de una fe sublime y sin reservas en Dios. Experimentó los altibajos normales y corrientes de la existencia mortal, pero nunca puso religiosamente en duda la certidumbre de la vigilancia y la guía de Dios. Su fe era el fruto de la perspicacia nacida de la actividad de la presencia divina, su Ajustador interior. Su fe no era ni tradicional ni simplemente intelectual; era enteramente personal y puramente espiritual. ([LU 196:0.1)
Durante todo este año experimentó numerosos períodos de incertidumbre, si no de verdadera duda, en cuanto a la naturaleza de su misión. Su mente humana, que se desarrollaba de manera natural, aún no captaba por completo la realidad de su doble naturaleza. El hecho de tener una sola personalidad hacía difícil que su conciencia reconociera el origen doble de los factores que componían la naturaleza asociada con esta misma personalidad. ([LU 124:4.2)
Si el Hijo del Hombre tenía dudas acerca de su misión y de la naturaleza de ésta cuando subió a las colinas después de su bautismo, ya no tenía ninguna cuando volvió entre sus compañeros después de los cuarenta días de aislamiento y de decisiones. ([LU 136:9.10)
Nunca dudó de su naturaleza humana; era evidente por sí misma y siempre estaba presente en su conciencia. En cuanto a su naturaleza divina, siempre había lugar para las dudas y las conjeturas; al menos fue así hasta el acontecimiento que se produjo en su bautismo. La autoconciencia de su divinidad fue una lenta revelación, y desde el punto de vista humano, una revelación evolutiva natural. Esta revelación y esta autoconciencia de su divinidad empezaron en Jerusalén con el primer acontecimiento sobrenatural de su existencia humana, cuando aún no tenía trece años. La experiencia de realizar esta autoconciencia de su naturaleza divina se completó en el momento de la segunda experiencia sobrenatural de su encarnación; este episodio se produjo cuando Juan lo bautizó en el Jordán, acontecimiento que marcó el principio de su carrera pública de servicio y de enseñanza. ([LU 128:1.8)
Todos los elementos humanos presentes durante el paso de Jesús por este planeta dudan a excepción de Rut, su hermana pequeña:
Finalmente pasó a los mundos del más allá sin haber dudado jamás del carácter sobrenatural de la misión encarnada de su hermano-padre. (LU 145:0.3)
Este día, los apóstoles —el cuerpo espiritual del reino— están reunidos en la sala de arriba donde manifiestan su temor y expresan sus dudas, mientras que estos mensajeros laicos, que representan el primer intento de socialización del evangelio de la fraternidad de los hombres del Maestro, bajo las órdenes de su jefe audaz y eficiente, salen para proclamar que el Salvador de un mundo y de un universo ha resucitado. Y emprenden este servicio extraordinario antes de que los representantes escogidos del Maestro estén dispuestos a creer en su palabra o a aceptar el testimonio de los testigos oculares. ([LU 190:1.7)
Tomás es el gran ejemplo de un ser humano que tiene dudas, se enfrenta con ellas y las vence. Tenía una mente poderosa y no era un crítico mordaz. Era un pensador lógico; era la prueba decisiva para Jesús y sus compañeros apóstoles. Si Jesús y su obra no hubieran sido auténticos, no hubieran podido retener, desde el principio hasta el fin, a un hombre como Tomás. Tenía un sentido agudo y seguro de los hechos. Al primer síntoma de fraude o de engaño, Tomás los hubiera abandonado a todos. Los científicos pueden no comprender plenamente todo lo concerniente a Jesús y su obra en la Tierra, pero allí había un hombre que vivió y trabajó con el Maestro y sus asociados humanos, cuya mente era la de un verdadero científico —Tomás Dídimo— y él creía en Jesús de Nazaret. ([cf. LU 139:8.12)
La acción no se hace en la duda y por eso se pide con tanta frecuencia deshacerse de la duda.
Cuando vemos al Padre Universal revelado en todo su universo; cuando lo discernimos habitando en las miríadas de sus criaturas; cuando lo contemplamos en las personas de sus Hijos Soberanos; cuando seguimos sintiendo su presencia divina aquí y allá, cerca y lejos, no dudemos ni pongamos en tela de juicio la primacía de su personalidad. A pesar de todas estas extensas distribuciones, continúa siendo una verdadera persona y mantiene perpetuamente una conexión personal con la multitud incontable de sus criaturas diseminadas por todo el universo de universos. ([LU 1:5.9)
El hecho de que se necesite un tiempo considerable para alcanzar a Dios no hace menos real la presencia y la personalidad del Infinito. Vuestra ascensión es una parte del circuito de los siete superuniversos, y aunque dais la vuelta a su alrededor un número incontable de veces, podéis esperar, en espíritu y en estado, que avanzaréis siempre hacia el interior. Podéis contar con que seréis trasladados de esfera en esfera, desde los circuitos exteriores siempre acercándoos al centro interior, y algún día, no lo dudéis, os encontraréis ante la presencia divina y central, y la veréis, hablando en lenguaje figurado, cara a cara. Es una cuestión de alcanzar los niveles espirituales reales y tangibles; y estos niveles espirituales son accesibles para cualquier ser que haya sido habitado por un Monitor de Misterio, y que haya fusionado posteriormente de manera eterna con ese Ajustador del Pensamiento. ([LU 5:1.9)
El Hijo Eterno es una personalidad grandiosa y gloriosa. Aunque captar la realidad de la personalidad de este ser infinito sobrepasa la capacidad de la mente mortal y material, no lo dudéis, es una persona. Sé de lo que hablo. He permanecido en la presencia divina de este Hijo Eterno en ocasiones casi innumerables, y luego he viajado hasta el universo para llevar a cabo sus bondadosos mandatos. ([LU 6:8.8)
Después de haber hablado así, Jesús se retiró y se preparó para la conferencia nocturna con sus seguidores. En esta conferencia se decidió emprender una misión en común por todas las ciudades y pueblos de la Decápolis, en cuanto Jesús y los doce regresaran de la visita que tenían la intención de hacer a Cesarea de Filipo. El Maestro participó en la planificación de la misión en la Decápolis, y al disolver la reunión, dijo: «Os lo digo, tened cuidado con la influencia de los fariseos y los saduceos{5}. No os dejéis engañar por sus demostraciones de gran erudición y su profunda lealtad a las ceremonias de la religión. Preocupaos solamente por el espíritu de la verdad viviente y por el poder de la religión verdadera. El miedo a una religión muerta no es lo que os salvará, sino más bien vuestra fe en una experiencia viviente con las realidades espirituales del reino. No os dejéis cegar por los prejuicios ni paralizar por el miedo. No permitáis tampoco que el respeto por las tradiciones deforme tanto vuestra comprensión que vuestros ojos no vean y vuestros oídos no oigan{6}. La finalidad de la religión verdadera no es simplemente aportar la paz, sino más bien asegurar el progreso. Y no puede haber paz en el corazón, ni progreso en la mente, si no os enamoráis de todo corazón de la verdad, de los ideales de las realidades eternas. Las consecuencias de la vida y de la muerte están delante de vosotros —los placeres pecaminosos del tiempo contra las justas realidades de la eternidad. Incluso ahora, deberíais empezar a liberaros de la esclavitud del miedo y de la duda, a medida que comenzáis a vivir la nueva vida de la fe y la esperanza. Cuando los sentimientos del servicio por vuestros compañeros humanos aparezcan en vuestra alma, no los ahoguéis; cuando las emociones del amor por vuestro prójimo broten en vuestro corazón, manifestad esos impulsos afectivos atendiendo inteligentemente las necesidades reales de vuestros semejantes». ([LU 157:2.2)
«Pero en la tarea que nos aguarda de inmediato, y en la que quedará para vosotros después de que yo regrese al Padre, pasaréis por pruebas muy penosas. Todos tendréis que estar alertas contra el miedo y las dudas. Que cada uno de vosotros se prepare mentalmente para la lucha y mantenga su lámpara encendida. Comportaos como unos hombres que están esperando a que regrese su señor de la fiesta nupcial, para que cuando vuelva y llame a la puerta, podáis abrirle rápidamente. El señor bendecirá a esos servidores vigilantes por encontrarlos fieles en un momento tan importante. Entonces el señor hará que sus servidores se sienten, y él mismo los servirá. En verdad, en verdad os digo que se avecina una crisis en vuestra vida, y os corresponde vigilar y estar preparados». ([LU 165:5.5)
Quizás nos preguntemos cómo triunfar sobre la duda, el libro nos da al menos dos indicaciones, la primera está más especialmente dedicada a este gran ‘escéptico’ de Tomás:
Entonces Jesús se dirigió hacia Tomás, que se puso de pie para escucharle decir: «Tomás, a menudo te ha faltado fe; sin embargo, cuando has tenido tus períodos de duda, nunca te ha faltado el coraje. Sé muy bien que los falsos profetas y los educadores impostores no te engañarán. Después de mi partida, tus hermanos apreciarán mucho más tu manera crítica de ver las nuevas enseñanzas. Cuando todos estéis dispersos hasta los confines de la Tierra en los tiempos venideros, recuerda que sigues siendo mi embajador. Dedica tu vida a la gran tarea de mostrar que la mente material crítica del hombre puede triunfar sobre la inercia de la duda intelectual cuando se enfrenta a la demostración de la manifestación de la verdad viviente, tal como ésta opera en la experiencia de los hombres y mujeres nacidos del espíritu, que producen en sus vidas los frutos del espíritu{57}, y que se aman los unos a los otros como yo os he amado{58}. Tomás, me alegro de que te unieras a nosotros, y sé que después de un corto período de perplejidad, continuarás al servicio del reino. Tus dudas han confundido a tus hermanos, pero nunca me han preocupado. Tengo confianza en ti, y te precederé hasta los rincones más alejados de la Tierra»{59}. ([LU 181:2.26)
El segundo es más general:
La creencia puede ser incapaz de resistir a la duda y de soportar el miedo, pero la fe siempre triunfa sobre la duda, porque la fe es a la vez positiva y viviente. Lo positivo siempre tiene ventaja sobre lo negativo, la verdad sobre el error, la experiencia sobre la teoría, las realidades espirituales sobre los hechos aislados del tiempo y del espacio. La prueba convincente de esta certeza espiritual consiste en los frutos sociales del espíritu que estos creyentes, las personas con fe, producen como resultado de esta experiencia espiritual auténtica. Jesús dijo: «Si amáis a vuestros semejantes como yo os he amado, entonces todos los hombres sabrán que sois mis discípulos»{9}. ([LU 102:6.7)
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