© 2005 Santiago Rodríguez
© 2005 Asociación Urantia de España
Luz y Vida — Núm. 2 — Presentación | Luz y Vida — Núm. 2 — Septiembre 2005 — Índice | El centro de atención |
(Este artículo es la primera entrega de una serie de tres)
Muchas veces me he preguntado por qué he abrazado las enseñanzas del LU, y muchas veces he tenido que recordar que el LU es sólo un medio, una fuente de información; muchas veces me he preguntado cómo no entusiasma a todo el mundo su lectura y la reflexión de sus contenidos como lo hace conmigo, poco a poco las respuestas van llegando…
Las reflexiones y los contenidos, según yo los he entendido, vienen fundamentalmente de los capítulos 102 y 103 de LU.
¿Cuál era mi realidad personal anterior al LU?
Fui educado en situación estándar de mi localización espacio-temporal, es decir bautizado e introducido en el sistema religioso cristiano y católico de la España del tercer tercio del siglo XX.
Durante mi niñez, instruido en la religión del temor de Dios y de la Iglesia, tenía que hacer las cosas bien, porque Dios te veía siempre y no debías de cometer pecado. Claro, la lista de pecados era tan extensa que siempre hacías algo mal y nunca podías librarte del sentimiento de culpa… como consecuencia aparecía el temor al castigo divino, que se resumía en lo que cada uno interpretaba y visualizaba como Infierno.
Durante mi adolescencia me fueron inculcadas las creencias oportunas a la situación mencionada, que por supuesto no eliminaron el sentimiento de culpa, pero para esa época el saber y recordar que Dios te perdonaba siempre reconfortaba bastante, y produjeron en mí un inicial acercamiento hacia la religión y hacia la espiritualidad, (los conceptos sobre Dios y el sistema religioso), pero tomó relevancia el otro pilar del sistema religioso cristiano católico, (ya existía una justificación previa en la propia vida de Jesús que nos venden como el sacrificio supremo): el sacrificio. Me inculcaron que lo bueno y lo deseable lleva casi siempre asociado un mayor o menor grado de sacrificio, de renuncias conscientes y voluntarias muchas veces, otras sin embargo impuestas, pero casi siempre dolorosas.
Yo creí firmemente que la verdad sólo se alcanzaba con el sacrificio… sacrificios que se justificaban porque al final te salvarían del Infierno.
Aunque recuerdo vagamente que el sistema religioso intentaba que todo lo que acontecía en tu vida tuviera un tinte religioso (que no espiritual), y te repetían constantemente que Dios estaba siempre presente, lo que yo observaba era que el hecho de llevar una vida laica te disociaba del sistema religioso, y tu única vinculación a Dios era mediante los «oficios» religiosos a los que asistías con un pequeño grado de participación y por supuesto mecánica, muy poco activa, aún hoy día (finales del año 2004) es así en numerosas comunidades, sólo los más modernos comienzan a presentar alguna diferencia en las formas.
Por otro lado, si lo que te interesaba era una vida religiosa como se trataba de una situación privilegiada era necesario un sacrificio mayor, por lo que renunciabas en cierta medida a tu familia, y por supuesto a tu libertad sexual, libertad de pensamiento y acción, a la posibilidad de tener hijos, etc., es decir a todo lo que te permitía el hecho de ser seglar. La propia institución religiosa propicia y acentúa el laicismo, es decir la separación de lo religioso y de lo seglar, y yo me lo creí.
Paralelamente mi curiosidad por la ciencia, la técnica, la naturaleza, iba en aumento, y me interesó mucho más que las cuestiones sociales o las relaciones interpersonales, con las que encontraba más dificultades, porque la razón y la ciencia para mí era más misteriosa y atractiva además de lógica y bella en definitiva; si me hubiera interesado o apostado más por asuntos sociales o relaciones interpersonales, estaríamos en el mismo punto: la disociación de lo espiritual y lo material.
Con el paso del tiempo las dudas fueron reconduciéndose, y llegué a dos cuestiones que me intrigaban de manera especial:
Ahora tengo una respuesta lógica y coherente, creíble y deseable y de momento muy satisfactoria.
Podemos denominar Realidad a todo aquello que nos rodea incluyéndonos nosotros mismos, todo lo que somos capaces de percibir, de sentir e incluso de anhelar.
El límite entre lo real y lo irreal lo vamos estableciendo y lo vamos cambiando de lugar a medida que evolucionamos, que progresamos. Poco a poco vamos pasando a la provincia de la realidad lo que podemos ir conceptuando como verdadero, lo que observamos, lo que nos resulta lógico o coherente con la observación…
Cada persona vamos despertando poco a poco a los diferentes aspectos de la realidad, y lo hacemos de manera dispar en cada uno de ellos en cuanto al momento de la vida en el que aparece en la conciencia y la profundidad y raigambre de cada aspecto de la realidad en cada uno de nosotros.
Es cualquier interacción entre un «yo» activo e interrogante y cualquier otra realidad activa y externa. El hecho de la experiencia se encuentra en la propia conciencia juntamente con la conciencia de que existen otras cosas, otras mentes, otros seres, ,…
Será a través del conocimiento y de la experiencia como nuestra mente (es la mente precisamente el sistema del que disponemos los seres humanos para interpretar y correlacionar todos estos hechos) organizará la realidad para nosotros mismos, lo que le otorgará sin duda cierto componente subjetivo, que permitirá a la misma realidad ser más rica y atractiva de lo que sería si sólo incluyera componentes objetivos.
Y es precisamente el conocimiento total que tiene de la realidad cada personalidad lo que constituye la máxima realización, la máxima aspiración del ser; afán que nos llevará tanto personalmente como en forma de grupo a indagar y profundizar en todo hecho observable o cognoscible que incluimos en el marco de la realidad.
Inmediatamente se ponen de manifiesto dos aspectos de la realidad:
Podríamos decir que somos conscientes de un plano superior al energético-material pero no independiente de él. Este plano, a pesar de su subjetividad, es tan real como el anterior. Incluso podemos hablar de él con otras personalidades porque han tenido experiencias que suponemos si no similares a las nuestras, sí equivalentes; pues siendo experiencias personales se tornan subjetivas en cuanto a intensidad, duración e incluso en cuanto a implicaciones en nuestra vida después de ser vividas y experimentadas. No podemos cederlas ni intercambiarlas con otras personalidades, pero de alguna forma podemos comunicarlas y explicarlas a nuestros semejantes, que las entenderán en mayor o menor medida según su grado de experiencia con ellas.
Ahora, con la conciencia de la existencia de los dos aspectos de la realidad se nos presentan dos grandes opciones:
A) Concluyo que el hombre es un accidente de la evolución; es decir, por una casualidad sin ningún propósito ulterior, la evolución natural ha conducido a la creación del ser humano. Por lo que, para cada uno de nosotros, la perspectiva lógica y coherente es que el universo hostil e implacable acabará no sólo con nuestro cuerpo sino también con lo que en cada uno de nosotros es hermoso, bueno, elevado y noble. Es decir, incluso con nuestros anhelos más sublimes, de manera que la única recompensa del hombre por vivir y luchar bajo el sol temporal de la existencia mortal es la desesperación del hecho de que más allá de la tumba nada ni nadie nos puede llevar.
B) La otra opción es la que nace en nuestro corazón que nos grita que lo que es hermoso, bueno elevado y noble no puede desaparecer con la muerte, es la que nos grita que el ser humano es algo más, que trasciende lo material, y que de alguna forma nos hace pensar que lo que anteriormente habíamos reconocido como una parte de la realidad y que estaba por encima del plano material tendría que continuar, no puede desaparecer con la muerte. Si intuimos que trasciende la materia y la energía, no puede estar supeditado a ella.
En nuestro interior existe un hambre de perfección y de logro cada vez más elevado; además desde muy jóvenes planea el altruismo y la generosidad alrededor nuestro, y algo en nosotros mismos nos dice que esto es bueno, que está bien y que es el camino adecuado. Las sensaciones de bienestar que llevan acciones en este sentido no se consiguen de otra manera, por lo que todo esto no es sino otra parte de la realidad, que podemos experimentar y de hecho todos experimentamos a lo largo de nuestra vida.
La religión no es sino una concepción de la vida que te llevará a una forma determinada de vivir, es la consecuencia lógica y coherente de la elección de la opción B) anterior. Aparece irremediablemente el hombre religioso alrededor de una idea - experiencia. Hay una experiencia humana que es la más elevada prueba de la realidad y de la eficacia de la religión, además de ser LA VERDAD CENTRAL DE TODA RELIGIÓN: es la experiencia que sufre la persona que, siendo temerosa por naturaleza y estando dotada de un fuerte instinto innato de autopreservación y de un fuerte deseo de supervivencia después de la muerte, desea CONFIAR plenamente sus intereses más profundos de su presente y de su futuro a la protección y a la dirección de ese poder y persona designado por su FE como DIOS.
En toda época y cultura el hombre siempre ha pensado en Dios en términos de lo mejor que sabía, de sus ideas más profundas y de sus ideales más elevados. Toda criatura inteligente otorga el nombre de Dios a lo más elevado y mejor que es capaz de concebir mentalmente.
Ahora hemos tomado conciencia de dos caras de la realidad total, este es el punto de partida de toda religión en cualquier época y en cualquier cultura, incluso del concepto anterior y con el concepto siguiente entenderemos toda posible variante religiosa, incluso a nivel personal
Se podría resumir en que cada religión exhibe distintas creencias en cuanto a lo que ese ser, poder o persona exige del hombre a cambio de cuidarlo y finalmente salvarlo.
Nuestra cultura aún no es plenamente consciente de que los dos aspectos de la realidad (el energéticomaterial y el espiritual) son lógicos, coherentes, compatibles y complementarios, y por consiguiente necesarios para disponer de la tan ansiada unificación de la realidad, para tener una visión unificada y que dé cuenta de los dos aspectos de la realidad.
Aún arrastramos un terrible lastre de nuestra evolución, y es el egocentrismo miope, no sólo de la personalidad, sino también de la raza, de la cultura, de la «religión». Todos tendemos a estar absolutamente convencidos de que nuestra verdad es más verdad que la de los otros grupos, y esto en sí no sería malo si fuéramos sólo conscientes de que nuestra verdad es superior pero no es definitiva, de que se ha de continuar progresando en el conocimiento y el discernimiento. No está todo dicho ni hecho: en esta parte del universo aún queda mucho por descubrir, vivir, comprender, etc. En definitiva, cada grupo, cada persona, cada cultura, alcanza a discernir, a comprender lo que su mente es capaz de generar y de armonizar.
Ahora estamos ante el origen y motivo de discusiones interminables: por un lado, los que se plantean si es más real la realidad energético-material; por otro lado los que dan más importancia a la realidad espiritual, los que están convencidos que sus creencias son «superiores», o se acercan más a la verdad, que las creencias de los otros. Pero pensemos que esto es así en los dos aspectos de la realidad, la material y la espiritual; en el caso del aspecto material, el conocimiento científico, a medida que podemos ir investigando y comprobando más, vamos encontrando el hilo conductor lógico de la naturaleza, aunque en el conocimiento de vanguardia siempre puede haber discrepancias, y lo cierto es que, aunque cada vez aparecen nuevos retos y enigmas, también es cierto que a medida que pasa el tiempo el panorama se va aclarando y de una manera u otra va quedando más establecido.
Pero ¿qué pasa con la realidad espiritual? ¿Cómo progresa? ¿Cómo avanza? Si aún tenemos dudas sobre la existencia del plano espiritual (otra cara de la realidad), recordemos que para que sea real, aunque no la podemos medir (las medidas son apropiadas para la realidad energético-material) sí que podemos tener una experiencia religiosa, que seguro que todos la hemos tenido, a saber: cuando cualquier ser moral enfrentado al impulso egoísta elige ser altruista; también hay otro ejemplo de experiencia religiosa que se da (se experimenta) en el momento en el que nuestra mente ejerciendo el libre albedrío se decide, opta por un juicio moral justo.
Estos dos talleres de realidad (energético-material y espiritual) no son iguales en sus medios ni en sus herramientas de trabajo, ni progresan con los mismos argumentos, ni con la misma manera de hacer las cosas, lo que hace que sean causa de confusión.
Haremos una comparativa con la ciencia que nos es más fácil de conocer, y con el estudio de las similitudes y diferencias nos daremos cuenta de que muchas contradicciones y paradojas. Muchas preguntas sin aparente respuesta quedan esclarecidas cuando tenemos en cuenta precisamente esas diferencias, y muchas las originamos nosotros mismos por empeñarnos en utilizar herramientas no apropiadas o al empeñarnos en aplicar reglas propias de un aspecto de la realidad al otro aspecto de la realidad.
Aspecto energético-material de la realidad | Aspecto espiritual de la realidad |
---|---|
De él nos da cuenta la CIENCIA | De él nos da cuenta la RELIGIÓN |
A Los Hechos observables del tiempo y del espacio, le aplicamos la Razón y nos lleva a conseguir el CONOCIMIENTO | El impulso natural de la confianza en el más allá, nos origina una visión religiosa que produce en nosotros una transformación espiritual, que nos lleva a la FE. |
Es la SABIDURÍA la que nos insta a dejar que la FE sustituya a la RAZÓN y los HECHOS en el aspecto espiritual de la realidad | |
El TIEMPO es un elemento invariable e inevitable en la obtención del conocimiento | Aunque es cierto que con el tiempo existe un crecimiento en la gracia y en el avance en las distintas fases de la experiencia religiosa, también es cierto que sus dones a veces son INMEDIATOS. |
Cuanto más sepamos de ciencia menos seguros estaremos (más incógnitas nos aparecerán) | Cuanta Más Religión tengamos, más seguros estaremos. Crecerá nuestra confianza que alimentará nuestra Fe. |
Las certidumbres de la ciencia proceden del intelecto y apelan a la comprensión de la mente, para su asentamiento en nuestro «yo» | Las certidumbres de la religión proceden no sólo del intelecto sino toda la personalidad, por lo que apelan a la lealtad y a la devoción de la personalidad total, no sólo a la parte lógica del razonamiento. |
No requiere definición, sus frutos son sociales, intelectuales, morales y espirituales. | |
Es fruto de la cultura, por lo que es propiedad del grupo cultural que la posee | No es fruto de la cultura; es propiedad de la raza humana. |
Lo que sí está sujeto a la esclavitud de la ignorancia y a la servidumbre de la superstición e incluso a las decepciones de la sofisticación y a las ilusiones de la filosofía falsa, no es la religión, sino la percepción de la religión (que sigue siendo humana). | |
La deficiencia intelectual dificulta logros elevados en ciencia | Igualmente en religión, la deficiencia intelectual dificulta los logros religiosos más elevados. |
Aunque los factores intelectuales de la religión son importantes, su desarrollo excesivo es a veces una dificultad. La religión debe trabajar bajo una necesidad paradójica: - Ha de hacer un uso eficaz del pensamiento. - A la vez ha de descartar la utilidad espiritual de todo proceso de pensamiento. Esta paradoja aparece por la ausencia de conexión experiencial entre el nivel material y el nivel espiritual de universo. |
Hemos llegado al punto de reconocer la existencia de dos aspectos de la realidad a priori dispares, pero puesto que nosotros somos capaces de percibir los dos, es natural que el hombre busque la forma de unificarlos, puesto que la realidad es única, no podemos concebirla disociada.
Aquí comienza el camino particular de cada individuo, de cada generación, de cada cultura, el asentar los postulados para cada uno de los aspectos de la realidad, desarrollar hasta el límite de su comprensión de éstos y establecer las relaciones que dentro de una lógica y de una coherencia permitan comprender y desarrollar la personalidad en constante interacción con la realidad total.
(Fin de la primera parte)
Luz y Vida — Núm. 2 — Presentación | Luz y Vida — Núm. 2 — Septiembre 2005 — Índice | El centro de atención |