© 2006 Santiago Rodríguez
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Luz y Vida — Núm. 4 — Presentación | Luz y Vida — Núm. 4 — Febrero 2006 — Índice | Amigos y residentes en Urantia |
(Última entrega)
Taller Material | Taller Espiritual | Nuestra Mente ayudada por la Revelación trata de integrarlos en una única realidad |
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La Ciencia trata de identificar, analizar y clasificar las porciones segmentadas del cosmos ilimitado. La Ciencia indica la deidad como Hecho |
La religión capta la idea del cosmos entero corno un todo. La religión visualiza a Dios como una personalidad amante. |
La Filosofia presenta la idea de un Absoluto. La Filosofía, intenta la identificación de los segmentos materiales de la Ciencia, con el concepto del discernimiento espiritual del Todo. Donde la Filosofía no llega, la Revelación triunfa afirmando que eI círculo cósmico es universal, eterno, absoluto e infinito. La Revelación afirma la unidad del Hecho de la Ciencia, de la idea del Absoluto de la Filosofía, de la Personalidad espiritual de Dios de la Religión, y además presenta este concepto como PADRE. |
La Ciencia sólo se satisface con causas primeras. | La Religión sólo se satisface con una personalidad suprema. | La Filosofia sólo se satisface con la Unidad del Todo que Existe. La Revelación afirma que estas tres cosas (causa primera, personalidad Suprema y la unidad) son una, y que todas son buenas. |
En la Ciencia, la idea precede a la expresión de su realización. | En la Religión, la experiencia de la realización de algo siempre precede a la expresión de la idea. | |
La Ciencia persigue el conocimiento. | La Religión es el Amor de Dios. | La Filosofia es la búsqueda de la sabiduría. El Hambre de la Verdad es una revelación que estimula el Ajustador. Es el Ajustador quien otorga el sentimiento de realidad al discernimiento espiritual del hombre en cuanto al cosmos. Es el Ajustador el que transmuta el primitivo sentimiento del deber que además es cambiante en una fe — creencia más elevada y certera en las realidades eternas de la revelación |
Cuando el hombre aborda el estudio del universo desde fuera origina vanas ciencias fisicas. | Cuando el hombre encara la investigación del «yo» y del universo desde dentro origina la Teología y la Metafísica. | Los dos enfoques anteriores de la realidad son diametralmente opuestos, el arte de la filosofía trata de armonizar las diversas discrepancias que inevitablemente aparecen. |
Cuando el hombre inspecciona analíticamente el universo a través de las dotes materiales de sus sentidos físicos y la percepción mental asociada, el cosmos parece ser mecánico y hecho de materia energía. | La religión proporciona el punto de vista espiritual y el conocimiento del carácter interior de la experiencia humana. | Como ambas experiencias son parte de la realidad del universo, ninguna por separado (ni ciencia ni religión) darán cuenta satisfactoria de una comprensión adecuada de las verdades universales y de sus relaciones, si no es con la guía de la Filosofía humana y el esclarecimiento de la revelación divina. |
La ciencia del mundo material permite al hombre controlar y hasta cierto punto dominar su ambiente físico. | La religión, la experiencia espiritual es la fuente del impulso a la fraternidad, que permite a los hombres convivir en las complejidades de la civilización de una era científica. | La Revelación NO origina ni una Ciencia ni una Religión; su función consiste en coordinar tanto la ciencia como la religión con la verdad de la realidad. |
El deseo religioso es la búsqueda hambrienta de la realidad divina.
La experiencia religiosa son los actos que realiza la conciencia de la persona que ha encontrado a Dios. Recordemos que encontrar a Dios en nuestra situación mortal no puede ser un hecho único y definitivo, es más una consecución siempre parcial, son logros parciales y progresivos, cada vez más apetecibles y deseables, pero nunca definitivos y finales.
En cuanto a la revelación, hemos de tener en cuenta que en los mundos del tiempo y del espacio no es posible la Mota morontial (o técnica disponible en el nivel morontial, sensibilidad supermaterial a la realidad, basada en parte en la experiencia de haber sobrevivido a la vida material en la carne), que nos permitiría discernir en los fenómenos del mundo material la Bondad, el Amor y la Verdad. Desconocemos la existencia del mundo morontial, y sería precisamente ese enfoque (mota) el que eliminaría toda divergencia entre los hallazgos del enfoque físico y del espiritual. El intento de la metafísica por lograr esa perspectiva se ha mostrado ineficaz. Lo que sí se ha mostrado eficaz ha sido la Revelación, y sobre todo la filosofía, esclarecida por la revelación.
La mota morontial es, por tanto, la sensibilidad superfilosófica para el discernimiento de la Verdad y la percepción de la Unidad.
En este intento, y dado el éxito conseguido en el taller material, al ser nuestra mente la que se ha de ocupar de los dos talleres, intenta aplicar el mismo método y las mismas herramientas al taller espiritual y viceversa, del taller espiritual al material. Esto nos lleva a multitud de «decepciones», puesto que lo que creíamos como cuestión divina, aparece explicado por la ciencia. Por el contrario, las cuestiones espirituales no son demostrables con los argumentos de la ciencia, lo que nos lleva a la situación siguiente: si el hombre ha tenido que dudar de la existencia de alguno de los talleres, evidentemente lo hará del espiritual, pues el material no lo podemos obviar de la misma manera; pero recordemos que a esta situación nos ha llevado nuestro erróneo planteamiento, por empeñarnos en utilizar técnicas y herramientas de un taller a otro, el negar la existencia del taller espiritual es una conclusión a la que llegamos, no es un hecho probado. De hecho en el estado mortal nada puede ser probado de forma absoluta; tanto la ciencia como la religión se basan en suposiciones.
En el nivel morontial los postulados tanto de la ciencia como de la religión pueden ser comprendidos parcialmente por la lógica mota. Será en el nivel espiritual de estado máximo donde se desvanezca la necesidad de pruebas finitas ante la experiencia real de la realidad; pero aún entonces existe mucho situado más allá de lo finito que queda sin comprobar.
Hemos establecido dos fases de la Realidad y las hemos asimilado a dos talleres de trabajo.
Indudablemente, como somos seres unificados, tenderemos a unificar o buscar puntos de encuentro de las dos fases (material y espiritual), y disponemos para ello de nuestra propia mente. Las herramientas que usaremos para avanzar en la unificación será la sabiduría personal que, con la dirección del Ajustador y alimentada por una Filosofía esclarecida por la Revelación, poco a poco irán transmutando los significados en valores, e irán generando la capacidad de correlacionar las dos fases dispares de la realidad.
Existe una realidad diversificada, que nuestra mente será capaz de unificar, cuando sea firmemente consciente de los tres pilares:
Y sólo la unificación de los tres pilares en los que se apoyan las dos fases de la realidad producirá satisfacción en la persona. En la experiencia humana la unificación de las dos realidades la pretende la filosofía; pero la filosofía por sí misma se ha encontrado con numerosos fracasos: es la filosofía esclarecida por la revelación la que se ha mostrado más eficaz.
Ambos tipos de experiencias (interiores y exteriores) dependen de la mente para su correlación y están condicionadas a su comprensión consciente por la actividad de la propia mente. El hombre experimenta la materia en su mente, la realidad espiritual la experimenta en el alma, pero se hace consciente de esa experiencia en la mente.
La Sabiduría es la conciencia el reconocimiento de los significados que realiza la personalidad.
La Religión es la experiencia del conocimiento del valor de la personalidad.
La Revelación es la seguridad de la supervivencia de la personalidad.
La Religión Revelada es el elemento unificador de la existencia humana.
Somos conscientes de que los sentimientos materiales y las emociones humanas suelen conducir a acciones materiales, a actos egoístas. Sin embargo, el discernimiento religioso o las motivaciones espirituales conducen a acciones religiosas, es decir, a actos altruistas de servicio social.
De alguna manera tendemos a identificar al ego con nuestro «yo», y la voluntad de ser altruista con alguna influencia fuera de nosotros mismos: con Dios, y es cierto que todos esos deseos altruistas se originan en la guía del Ajustador.
Pero esta experiencia precoz y fundamental en la mente de un niño, que se manifiesta como un impulso, ha de estar equilibrado. Si la personalidad no está suficientemente unificada, este impulso puede amenazar seriamente el bienestar del yo, lo que originará multitud de conflictos, preocupaciones, penas y mucha infelicidad.
Las convicciones sobre Dios pueden ser alcanzadas por sabio razonamiento, pero el individuo se torna consciente de Dios sólo por la FE, a través de la experiencia personal. De hecho, la razón siempre puede dudar de la FE, aunque la Fe puede suplementar tanto a la razón como a la lógica. Así, aunque la Creencia tal vez no pueda resistirse a la duda y hacer frente al temor, la FE siempre triunfa sobre la duda porque la Fe es positiva y viva, la Creencia puede estar anquilosada.
De hecho la prueba convincente de la Fe, de esta certeza espiritual, consiste en los frutos sociales del espíritu que los creyentes producen como resultado de esta genuina experiencia espiritual.
Hay una gran contradicción de algún pensamiento científico que se atreve a descartar la realidad de la experiencia religiosa y sin embargo persiste en admitir que las dotes intelectuales y filosóficas del hombre surgieron de inteligencias cada vez menores a medida que vamos hacia atrás en el tiempo… originándose finalmente en la vida primitiva que estaba totalmente vacía de pensamiento y sentimiento. La consistencia de las ideas exigiría el reconocimiento de las actividades de un Creador con propósito.
Como respuesta a todo ser que dude el creyente sólo contesta: ¿Cómo sabes que yo no sé?
¿Cuál es el motivo de nuestra estancia aquí, cuál es el reto que nos han propuesto, cómo conseguiremos una vida inmortal? ¡Qué faena! ¡Si resulta que está en nuestra mano! ¡Depende sólo de nosotros mismos! ¿Nos asusta? Que no sea así, el Padre nos conoce bien, sabe de qué estamos hechos y nos ha proporcionado una ayuda infinita…
Ahora tenemos una conciencia diferente de la Realidad.
La capacidad de coordinar los tres factores integrantes y presentes en lo que podemos percibir y sentir tanto si provienen del exterior como si se originan en el interior de nosotros mismos:
A esta conciencia coordinada llegamos a través de la Sabiduría y de la Filosofía.
Admitida la existencia de Dios, nos acercamos a Él desde dos puntos de partida: el que provee la Evolución y el ajuste que va realizando la Revelación.
Existe un proceso de Evolución que tiende a hacer a Dios a semejanza del hombre, y existe una Revelación que tiende a hacer al Hombre a semejanza de Dios. Porque aunque la realidad de Dios, la ley de Dios, es invariable, Dios no cambia. La Verdad de Dios que es la proyección de Dios en los universos del tiempo y del espacio, y la relación con el universo que es un universo cambiante, es una revelación relativa porque siempre es adaptable a un universo en continua evolución.
Disponemos de una Voluntad, y no me refiero a la voluntad que evoluciona hasta creer en algo, sino más bien la Voluntad que Cree, siendo esta creencia el producto que obtiene la razón esclarecida por el discernimiento religioso y por la revelación.
Esta voluntad nos lleva al primer destino revelado, que es la llegada ante el Padre Universal, que es espíritu, y su reconocimiento, porque aunque la Deidad es más que espíritu, el enfoque espiritual es el único posible para el hombre ascendente.
Nuestra tarea no es sino hacernos crecer interiormente, la progresión del hombre en el universo como preespíritu consiste en la experiencia de liberarse de esos contenidos de materialismo que contaminan el concepto espiritual del Padre Universal, de esas ideas erróneas sobre la naturaleza de Dios y sobre la realidad de espíritu puro y verdadero.
Al conseguir modificar el enfoque sobre la deidad, se nos van conformando ideas e ideales que perseguir durante nuestra vida en la carne; una tarea de crecimiento constante y continuado de evolución sin fin con el objetivo de la perfección constante, que hará que nuestra voluntad coincida con la voluntad del Padre.
Esta conciencia de la realidad espiritual es la que nos permitirá la construcción de nuestros tres pilares (cosas, significados y valores), que serán la base de la consecución de lo que denominamos Felicidad.
Es importante conseguir el tinte que permite a los significados transformarse en valores. Así, la Moralidad humana puede reconocer valores, pero sólo la religión puede conservar, exaltar y espiritualizar dichos valores. Aún así, la religión es algo más que moralidad impregnada de lo emocional. La religión es para la moralidad lo que la esencia es para la sustancia; la moralidad revela un controlador todopoderoso, una Deidad a quien servirle. La religión revela un Padre todo Amor, un Dios para ser adorado y amado.
La Fe traduce esta experiencia natural en religión. La Religión no es sino el reconocimiento de Dios como realidad, como fuente, como naturaleza y como destino de la existencia de otras mentes.
Además nos permite una aventura apasionante: la Fe lleva VOLUNTARIAMENTE a la Razón hasta donde ésta pueda llegar, luego continúa con la Sabiduría hasta el límite filosófico total y finalmente se atreve a un viaje sin límites acompañada sólo por la Verdad.
La gran diferencia radica en que este conocimiento de Dios es por siempre y para siempre UNA REALIDAD DE EXPERIENCIA PERSONAL. La verdadera Religión es una experiencia de creencia y conocimiento a la vez que una satisfacción de sentimiento. Es decir, es la CLAVE de la FELICIDAD.
A la FELICIDAD, a la plena satisfacción conduce el hecho de vivir una vida plena, y a esta vida plena conduce el deseo progresivo de creer en las suposiciones de la razón, las de la Sabiduría y las de la Fe. Ya que, mediante la verdad, el hombre alcanza la Belleza, y es cierto que mediante el amor espiritual, el hombre asciende a la Bondad. Es precisamente esta vida motivada por la Verdad y dominada por el Amor, la que nos conducirá a nuestro destino final. Siendo Verdad y Amor dos ideales de realidad cósmica objetiva, su existencia no puede ser demostrada de forma material.
La relación entre Criatura y Creador es una experiencia viva, una fe religiosa dinámica que no está sujeta a una definición precisa. El Religionista que alcanza logro filosófico, tiene fe en un Dios personal, de salvación personal y que es un Dios de AMOR. El AMOR es la esencia de la religión y por consiguiente la fuente de una civilización superior.
Siendo la Religión un asunto de experiencia interior personal, no puede jamás desarrollarse de forma mucho más avanzada de lo que esté la evolución intelectual de las razas. Luego, una vez más, hemos de tener en cuenta el estado intelectual de cada individuo, para conocer cuál será la máxima comprensión que podrá adquirir de la realidad (tanto física como espiritual), pero lo que parece evidente es que el logro continuado y la mejora constante siempre es posible.
La existencia mortal debe de ser visualizada como formada por la seductora y fascinante experiencia de la consecución de la realidad del encuentro entre el anhelo humano tendido hacia arriba con la mano salvadora y divina tendida hacia abajo.
La marca intelectual de la religión es la certeza; la característica filosófica de la religión es la uniformidad; los frutos sociales son el amor y el servicio. La Religión conduce a los hombres al servicio a los hombres, por lo que crea la ética y el altruismo.
Los creyentes:
La Experiencia Religiosa exige al hombre una actividad incesante orientada hacia un crecimiento espiritual, hacia una expansión intelectual, hacia una ampliación de los hechos y hacia un servicio social.
Por lo que de alguna manera nos está indicando que hay una serie de actitudes de vida que quizá no sean tan adecuadas como sus practicantes pretenden…de todas formas, en una experiencia personal cada uno ha de saber lo que le conviene, aunque todos podamos opinar…
Además es fácil que se den tres posibles distorsiones de la percepción:
La Filosofía ha de tener siempre en cuenta la simetría elíptica de la realidad, ha de tener en cuenta la curvatura esencial de todos los conceptos de relación.
La Filosofía más elevada obtenible por el hombre debe de estar basada lógicamente en la Razón de la Ciencia, la Fe de la Religión y el Discernimiento de la Verdad ofrecido por la Revelación.
Además de nuestra mente capaz de correlacionar la sabiduría que nos permitirá discernir la validez e implicaciones de lo revelado y la Fe como impulsora hacia delante disponemos de dos potentes herramientas:
«La Oración podrá enriquecer la vida, pero la Adoración ilumina el destino»
Son posibles tantas religiones como formas de entender la vida. Concepción de la religión y estado de evolución van parejos. Aunque no podemos juzgar a la religión por el estado de su civilización acompañante, sí podemos estimar la verdadera naturaleza de una civilización por la pureza y nobleza de su religión.
Podemos medir el estado de cualquier religión en la escala de la evolución por sus juicios morales y por sus normas éticas, de manera que cuanto más alto sea el tipo de religión, más alentada estará por una moralidad social y cultura ética en constante mejora.
Las diferencias en las religiones de las distintas edades dependen totalmente de la diferencia en la comprensión de la realidad que posea el hombre y de un variable reconocimiento de los valores morales, las relaciones éticas y las realidades espirituales.
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