© 1959 William S. Sadler
© 1961 Fundación Urantia
Proposición. Los otorgamientos de un Hijo Creador no son esenciales para la gestión sabia, justa y eficaz del universo, pero son necesarios para una administración misericordiosa y comprensiva.
«Estos autootorgamientos no son esenciales para la gestión sabia, justa y eficaz de un universo local, pero son absolutamente necesarios para una administración imparcial, misericordiosa y comprensiva de dicha creación, en la que pululan distintas formas de vida y miríadas de criaturas inteligentes pero imperfectas.» LU 119:0.5
Proposición. La técnica de los otorgamientos es un misterio universal.
«Sin embargo, la técnica de estos autootorgamientos sucesivos seguía siendo un misterio. Aun Gabriel confiesa que no comprende el método por el cual este Hijo del Paraíso y Creador del universo podía, por su voluntad, tomar la personalidad y vivir la vida de una de sus propias criaturas subordinadas.» LU 119:5.5
Proposición. Se necesitaron mil millones de años para completar los otorgamientos de Miguel; nació como creador y se capacitó como administrador, pero se le requirió que se ganara su soberanía.
«Llevó casi mil millones de años de tiempo de Urantia, completar la carrera de autootorgamientos de Micael y efectuar el establecimiento final de su autoridad suprema en el universo de su propia creación. Micael nació creador, fue instruido como administrador, capacitado como ejecutivo, pero se le exigió que ganara su soberanía por la experiencia. Así pues vuestro pequeño mundo ha llegado a ser conocido en todo Nebadon como la arena en la cual Micael completó la experiencia exigida de todo Hijo Creador Paradisiaco antes de que éste reciba el control ilimitado y la dirección del universo de su propia creación. A medida que vosotros ascendéis en el universo local, aprenderéis más sobre los ideales de las personalidades relativos a los autootorgamientos previos de Micael.» LU 119:8.2
Proposición. Para asegurar la soberanía de la Trinidad, Miguel llevó a cabo los siete otorgamientos, haciendo la voluntad de las diversas asociaciones de la Deidad.
«Por consiguiente, Micael tenía un doble propósito al efectuar estos siete autootorgamientos a las varias órdenes de sus criaturas universales. En primer término, completaba la experiencia necesaria para la comprensión de las criaturas, que se le exige de todos los Hijos Creadores antes de que asuman la soberanía completa. Los Hijos Creadores pueden en cualquier momento gobernar su universo por su propio derecho, pero tan sólo pueden gobernar como representantes supremos de la Trinidad del Paraíso después de pasar por los siete autootorgamientos en las criaturas del universo. En segundo lugar, aspiraba al privilegio de representar la autoridad máxima de la Trinidad del Paraíso, que puede ser ejercida en la administración directa y personal de un universo local. Por consiguiente, durante la experiencia de cada uno de sus autootorgamientos en el universo, Micael, voluntariamente supo subordinarse perfectamente y con éxito a las voluntades combinadas de las diversas asociaciones de las personas de la Trinidad del Paraíso.» LU 120:0.4
Proposición. El otorgamiento de Urantia fue el último acto de la adquisición de la soberanía del universo.
«Antes de los eventos que estoy a punto de relatar, Micael de Nebadon se había ya otorgado seis veces, a semejanza de seis órdenes diferentes de su diversa creación de seres inteligentes. Después de estos autootorgamientos se aprontó para descender a Urantia a semejanza de los seres mortales, siendo ésta la orden más baja de sus criaturas inteligentes volitivas y como tal ser humano del dominio material, ejecutar el último acto del drama de la adquisición de la soberanía sobre su universo de acuerdo con el mandato de los divinos Gobernantes Paradisiacos del universo de los universos.» LU 120:0.2
Proposición. El otorgamiento de Miguel no solo completó su soberanía, sino que también aumentó la soberanía en evolución de Dios Supremo.
«Al completar sus autootorgamientos en criaturas, Micael no estaba tan sólo estableciendo su propia soberanía sino que también estaba aumentando la soberanía evolutiva de Dios el Supremo.» LU 119:8.3
Proposición. En el otorgamiento de Urantia, Miguel, además de revelar al Padre, logró la voluntad de la Deidad séptuple que culmina en el Supremo.
«Sobre este tema debe recordarse que Micael había elegido otorgarse en semejanza de la carne mortal, sujeto a la voluntad del Padre del Paraíso. El Hijo Creador no necesitaba recibir instrucciones de nadie para llevar a cabo esto autootorgamiento con el solo propósito de obtener la soberanía universal; pero se había embarcado en un programa de revelación del Supremo que comprendía la función cooperativa con las diversas voluntades de las Deidades del Paraíso. Así, su soberanía que final y personalmente adquiriría, abarcaría efectivamente la séptuple voluntad de la Deidad tal como culmina en el Supremo. Por lo tanto, ya había recibido instrucciones seis veces de los representantes personales de las varias Deidades del Paraíso y de sus asociaciones; y en esta oportunidad las instrucciones provenían del Unión de los Días, el Embajador de la Trinidad del Paraíso ante el universo local de Nebadon, que actuaba en nombre del Padre Universal…»LU 120:0.7
Proposición. La misión de Jesús era adquirir la experiencia de la criatura, revelar al Padre, lograr la soberanía y terminar la rebelión de Lucifer.
«Nunca perdáis de vista el hecho de que la primera misión de Jesús en su séptimo autootorgamiento fue la adquisición de la experiencia como criatura, el logro de la soberanía de Nebadon. En el acto de acumular esta experiencia misma hizo la suprema revelación del Padre del Paraíso a Urantia y a todo su universo local. Concomitante con los anteriores propósitos también se dedicó Jesús a desenmarañar los complicados asuntos de este planeta así como estaban relacionados con la rebelión de Lucifer.»LU 128:7.6
Proposición. Jesús vivió su vida de encarnación en Urantia, pero la vivió para todo su universo.
«También será siempre provechoso comprender la vida de Jesús en la tierra, si los estudiantes mortales de este divino autootorgamiento recuerdan que, aunque vivió esta vida de encarnación en Urantia, la vivió para todo su universo. En la vida que vivió en la carne de naturaleza mortal había algo especial e inspirador para cada una de las esferas habitadas de todo el universo de Nebadon. Lo mismo también se aplica a todos aquellos mundos que han llegado a ser habitables después de la era memorable de su estadía en Urantia. Y esto es igualmente cierto de todos los mundos que puedan llegar a ser habitados por criaturas volitivas en toda la historia futura de este universo local.»LU 129:3.6
Proposición. Gabriel seleccionó a José y María para que fueran los padres de Jesús.
«Posteriormente a esta decision Gabriel visitó personalmente a Urantia y como resultado de su estudio de los grupos humanos y de realizar una encuesta sobre las características espirituales, intelectuales, raciales y geográficas del mundo y de sus gentes, decidió que los hebreos reunían aquellas relativas ventajas que justificaban la selección de esta raza como la raza del autootorgamiento. Cuando Micael aprobó esta decisión, Gabriel nombró y envió a Urantia la Comisión de Familia de los Doce —seleccionada entre las órdenes más altas de las personalidades del universo— con el encargo específico de investigar la vida familiar judía. Al finalizar esta comisión su tarea, Gabriel se encontraba en Urantia y recibió el informe nominando a tres posibles parejas, que en la opinión de la comisión, eran igualmente favorables como familias del autootorgamiento para la proyectada encarnación de Micael.
«De las tres parejas nominadas, Gabriel personalmente seleccionó entre ellas a José y María. Posteriormente compareció ante María, dándole la grata nueva de que ella había sido seleccionada para ser la madre terrenal del niño autootorgador.» LU 122:0.3
Proposición. Los ancestros de José remitían a Andón y Fonta.
«José, el padre humano de Jesús (Josué ben José) era un hebreo entre los hebreos, aunque llevara muchos rasgos raciales no judíos que habían sido agregados a su árbol genealógico de vez en cuando por las líneas femeninas de sus progenitores. Las raíces del padre de Jesús se remontaban a los días de Abraham, y por intermedio de ese venerable patriarca, a los sumerios y noditas y, a través de las tribus sureñas del antiguo hombre azul, hasta Andón y Fonta. David y Salomón no se encontraban en la línea directa de descendencia de José, ni tampoco se remontaba el origen de José directamente a Adán. Los antepasados inmediatos de José eran obreros: constructores, carpinteros, albañiles y herreros. José mismo era carpintero, y posteriormente contratista. Su familia pertenecía a una larga e ilustre nobleza de la gente común, apareciendo de cuando en cuando personalidades destacadas, cuya actuación se había distinguido durante la evolución de la religión en Urantia.» LU 122:1.1
Proposición. María procedía de una larga línea de ilustres ancestros. Era de temperamento fuerte y extrovertida, pero muy poco judía.
«María, la madre terrenal de Jesús, descendía de una larga línea de inimitables antepasados que comprendía muchas de las mujeres más notables de la historia racial de Urantia. Aunque María era una mujer promedio de su tiempo y generación, con un temperamento relativamente normal, contaba entre sus antepasados a mujeres muy bien conocidas tales como Annón, Támar, Ruth, Betsabé, Ansie, Cloa, Eva, Enta y Ratta. No había en aquel tiempo otra mujer judía con una genealogía más ilustre de progenitores comunes y corrientes, o una que se remontara a los más auspiciosos comienzos. Tanto los antepasados de María como los de José habían sido de temperamento fuerte pero común dando de vez en cuando numerosas personalidades destacadas en la marcha de la civilización y la evolución progresiva de la religión. Desde un punto de vista racial, no es plenamente apropiado considerar a María como judía. Era judía por cultura y creencias, pero en dote hereditaria era más bien una combinación de razas, a saber: siria, hitita, fenicia, griega y egipcia, o sea que su herencia racial era más heterogénea que la de José. »LU 122:1.2
Proposición. José era de temperamento dulce y un introvertido escrupuloso, sujeto a suaves cambios de humor.
«José era hombre de temperamento dulce, extremadamente escrupuloso, y en todos los aspectos fiel a las convenciones y prácticas religiosas de su pueblo. Hablaba poco pero pensaba mucho. La dura condición del pueblo judío apenaba a José. En su juventud, conviviendo con sus ocho hermanos y hermanas, había sido de carácter más alegre, pero durante los primeros años de su vida matrimonial (durante la niñez de Jesús) sufrió períodos de leve desaliento espiritual. Estas manifestaciones temperamentales se habían mejorado considerablemente poco antes de su muerte prematura; y después de que la situación económica de su familia había mejorado por su progreso de carpintero a próspero contratista. »LU 122:5.1
Proposición. María siempre estaba bien dispuesta y nunca se la vio triste hasta después de la muerte de José. Mantuvo la compostura y la valentía al tratar con los problemas de criar a Jesús.
«El temperamento de María era casi opuesto al de su marido. Usualmente alegre, siempre de buen talante y dispuesta, raramente se dejaba dominar por la depresión. María expresaba libre y frecuentemente sus sentimientos emocionales y no se la vio nunca triste hasta después de la muerte súbita de José. Apenas si se había recuperado de este golpe cuando hubo de enfrentar las ansiedades y dudas que surgían de la extraordinaria carrera de su hijo mayor, quien tan rápidamente se estaba desarrollando ante sus ojos asombrados. Pero durante toda esta experiencia inusitada, María se mantuvo serena y animosamente demostró buen tino en sus relaciones con su hijo mayor, que era extraño y difícil de comprender, así como también con sus hermanos y hermanas sobrevivientes.» LU 122:5.2
Proposición. Jesús heredó gran parte de su gran amabilidad de su padre; gran parte de su habilidad como instructor, de su madre. El temperamento optimista y decidido de María tendió a dominar la carrera de Jesús.
«Jesús había heredado de su padre su dulzura extraordinaria y su maravillosa comprensión de la naturaleza humana; y de su madre sus grandes dones didácticos y su extraordinaria capacidad de indignación recta frente a las injusticias. Emotivamente Jesús reaccionaba a veces al medio ambiente de su vida adulta como su padre, mostrándose meditabundo y adorador y a veces parecía triste; pero más a menudo actuaba de la manera optimista y decidida de su madre. En general el temperamento de María trató de dominar la carrera del Hijo divino durante su crecimiento y sus pasos importantísimos hacia la edad adulta. En ciertos aspectos Jesús combinaba los rasgos de sus padres; en otros, los rasgos de uno de ellos predominaban sobre los del otro.» LU 122:5.3
Proposición. De José, Jesús recibió su capacitación ceremonial y de las escrituras; de María, su libertad religiosa personal.
«De José derivó Jesús su conocimiento estricto sobre el uso de las ceremonias judías y su conocimiento poco común de las escrituras hebreas; de María derivó un punto de vista más amplio de la vida religiosa y un concepto más liberal de la libertad espiritual personal.» LU 122:5.4
Proposición. Para José y María, fue toda una prueba criar a Jesús. Nunca se imaginaron que él era el Creador encarnado.
«Criar a un ser que reunía tan inaudita combinación de divinidad y humanidad fue tarea sumamente difícil para José y María; son pues merecedores de admiración por haber cumplido con sus deberes paternos tan fielmente y con tanto éxito. Los padres de Jesús sentían cada vez más que había algo de sobrehumano en su hijo mayor, pero nunca se imaginaron que este hijo de promesa fuese en verdad el creador de este universo local de cosas y seres. José y María vivieron y murieron sin llegar a saber que su hijo Jesús era realmente el Creador del Universo, encarnado en carne mortal.» LU 124:4.4
Proposición. José y María se casaron en marzo del año 8 a.C. El censo romano se llevó a cabo en Palestina un año después.
«En el mes de marzo del año 8 a. de J.C. (el mes en que José y María se casaron) César Augusto decretó que todos los habitantes del Imperio Romano debían ser contados, que se realizaría un censo para mejorar el sistema de impuestos. Los judíos siempre estuvieron en contra de los intentos de «contar a la gente»; este hecho sumado a las graves dificultades internas del gobierno de Herodes, rey de Judea, había conspirado para ocasionar el aplazamiento del censo en el reino judío por un año. En todo el Imperio Romano este censo se realizó en el año 8 a. de J.C., pero en el reino palestino de Herodes ocurrió un año más tarde, el año 7 a. de J.C.» LU 122:7.1
Proposición. A pesar de las objeciones de José, María lo acompañó a Belén para inscribirse.
«No era necesario que María fuera a Belén para registrarse, pues José tenía autorización para registrar a toda su familia, pero María, siendo una persona enérgica y que amaba la aventura, insistió en acompañarle. Temía quedarse sola por si el niño nacía durante la ausencia de José, y puesto que Belén no estaba lejos de la Ciudad de Judá, María anticipaba una posible visita agradable a su parienta Elizabeth.
«José prácticamente prohibió a María que lo acompañara, pero no sirvió de nada; María preparó alimentos para los dos, suficientes para tres o cuatro días, aprontándose para el viaje. Pero antes de partir ya José se había reconciliado con la idea de que María lo acompañara, y al alba partieron alegremente de Nazaret.» LU 122:7.2
Proposición. Como la posada estaba abarrotada, se les asignó alojamiento en un almacén de grano.
«La posada estaba repleta, y José buscó alojarse con parientes lejanos, pero todos los cuartos en Belén estaban totalmente ocupados a capacidad. Al volver al patio de la posada, le informaron que los establos para las caravanas, labrados en los lados de la roca y situados justo por debajo de la hostería, habían sido vaciados y limpiados para alojar viajeros. Habiendo dejado el burro en el patio, José cargó con las bolsas de indumentos y provisiones y descendió con María los escalones de piedra hasta su alojamiento. Se encontraron ubicados en lo que había sido un cuarto para almacenar granos frente a los establos y a los pesebres de los animales. Habían colgado cortinas de lona, y ellos se consideraron afortunados de haber conseguido un alojamiento tan cómodo.
«José había pensado salir inmediatamente para registrarse, pero María estaba cansada; se sentía mal y le rogó que permaneciera a su lado, a lo cual él accedió.» LU 122:7.7
Proposición. Jesús nació el 21 de agosto del año 7 a.C. al mediodía, y se le puso en un pesebre cercano.
«Durante toda esa noche María estaba inquieta, de manera que ninguno de los dos durmió mucho. Al alba los dolores de parto ya se habían evidenciado, y al mediodía del 21 de agosto del año 7 a. de J.C., con la ayuda tierna de otras viajeras, María dio a luz un niño varón. Jesús de Nazaret había nacido en el mundo, se le envolvió en ropas que María había traído por precaución, y se le puso en el pesebre cercano.» LU 122:8.1
Proposición. Jesús nació de la misma manera que nacieron los niños antes de ese día y como han llegado a este mundo desde entonces.
«Así nació el niño prometido; es decir, de misma manera que todos los niños que antes y desde entonces han llegado al mundo. Y al octavo día de su nacimiento y de acuerdo con la práctica judía, fue circuncidado y se le llamó formalmente Josué (Jesús).» LU 122:8.2
Proposición. Los serafines sí cantaron himnos, pero esta alabaza no fue escuchada por oídos humanos.
«Ese mediodía en que naciera Jesús, los serafines de Urantia, reunidos bajo sus directores, verdaderamente cantaron himnos de gloria sobre el pesebre de Belén, pero estos cantos de gloria no fueron detectados por oídos humanos. No hubo pastores ni otras criaturas mortales que vinieran a rendir homenaje al niño de Belén hasta el día de la llegada de ciertos sacerdotes de Ur, que habían sido enviados desde Jerusalén por Zacarías.» LU 122:8.5
Proposición. Cuando Jesús tenía tres semanas de edad, los sacerdotes de Mesopotamia, dirigidos por Zacarías, lo visitaron y le dejaron regalos.
«A estos sacerdotes provenientes de la Mesopotamia, se les fue contado tiempo atrás por un extraño maestro religioso de su país, que él había tenido un sueño en el cual se le informaba que la «luz de la vida» estaba a punto de aparecer sobre la tierra en forma de niño, en el pueblo judío. Los tres sacerdotes partieron pues en búsqueda de esta «luz de la vida». Después de muchas semanas de búsqueda infructuosa en Jerusalén, estaban por volverse a Ur cuando conocieron a Zacarías, quien les trasmitió su creencia de que Jesús era el objeto de su búsqueda y los envió a Belén, donde encontraron al niño y dejaron ofrendas junto a María, su madre terrenal. El niño tenía casi tres semanas al tiempo de esta visita.» LU 122:8.6
Proposición. Los hombres sabios no vieron ninguna estrella. Ese mito se basó posteriormente en acontecimientos astronómicos naturales.
«Ninguna estrella guió a estos hombres sabios a Belén. La hermosa leyenda de la estrella de Belén se originó de esta manera: Jesús nació al mediodía del 21 de agosto del año 7 a. de J.C. El 29 de mayo del año 7 a. de J.C. hubo una extraordinaria conjunción de Júpiter y Saturno en la constelación de Piscis. Y es un hecho astronómico notable el que conjunciones similares ocurrieran el 29 de septiembre y el 5 de diciembre del mismo año. Sobre la base de estos acontecimientos extraordinarios, pero totalmente naturales, los creyentes bien intencionados de las generaciones sucesivas construyeron la atractiva leyenda de la estrella de Belén y de los Reyes Magos adoradores conducidos por la estrella al pesebre para contemplar y adorar al recién nacido. La mente oriental y del cercano Oriente se deleita en las fábulas, e inventa constantemente bellos mitos sobre la vida de sus dirigentes religiosos y de sus héroes políticos. En la ausencia de la imprenta, cuando la mayor parte del conocimiento humano se trasmitía oralmente de una generación a la otra, era muy fácil que los mitos se tornaran tradiciones y que las tradiciones finalmente se aceptaran como hechos.» LU 122:8.7
Proposición. Jesús fue concebido y engendrado como el resto de bebés, excepto en que este bebé era la encarnación de Miguel (el misterio de los universos).
«Josué ben José, el niño judío, fue engendrado y nació en el mundo tal como cualquier otro bebé antes y desde entonces, excepto que este bebé en particular fue la encarnación de Micael de Nebadon, un Hijo divino Paradisiaco y el Creador de este entero universo local de cosas y seres. Y este misterio del autootorgamiento de la Deidad dentro de la forma humana de Jesús, por otra parte de origen natural en el mundo, permanecerá por siempre sin solución. Aun en la eternidad jamás conoceréis la técnica y método del autootorgamiento del Creador en la forma y semejanza de sus criaturas. Ése es el secreto de Sonarington, y estos misterios son posesión exclusiva de aquellos Hijos divinos que han pasado por la experiencia del autootorgamiento.» LU 119:7.5
Proposición. Jesús de Nazaret fue una persona milagrosa.
«Los mortales de Urantia tienen conceptos diversos de lo milagroso, pero para nosotros quienes vivimos como ciudadanos del universo local, hay pocos milagros, y entre éstos los más sobrecogedores son los autootorgamientos encarnacionales de los Hijos del Paraíso. Consideramos un milagro la aparición, aparentemente por procesos naturales, de un Hijo divino en vuestro mundo. Las leyes universales que rigen estos misterios están más allá de nuestra comprensión. Jesús de Nazaret fue una persona milagrosa.» LU 120:4.5
Proposición. El propósito de la encarnación como criatura es hacer de los Hijos Creadores unos gobernandes compasivos y misericordiosos.
«El propósito de estos autootorgamientos en forma de las criaturas consiste en permitir que dichos Creadores se tornen soberanos sabios, compasivos, justos y comprensivos. Estos Hijos divinos son innatamente justos, pero se vuelven comprensivamente misericordiosos como resultado de estas experiencias sucesivas de autootorgamiento; son por naturaleza misericordiosos, pero estas experiencias los tornan misericordiosos en formas nuevas y adicionales. Estos autootorgamientos constituyen el último paso en su instrucción y capacitación para la tarea sublime de gobierno de los universos locales en la justicia divina y por rectitud de juicio.» LU 119:0.4
«Como después de más de un año de búsqueda, los espías de Herodes aún no habían ubicado a Jesús; y puesto que se sospechaba que el niño todavía estaba oculto en Belén, Herodes ordenó una búsqueda sistemática en todas las casas de Belén, y el asesinato de todos los niños varones de menos de dos años de edad. Así Herodes pensaba asegurar la destrucción del que sería al crecer el «rey de los judíos». Así perecieron en un día dieciséis niños varones en Belén de Judea. La intriga y el asesinato eran acontecimientos comunes en la corte de Herodes, aun dentro de su familia inmediata.
«La matanza de estos infantes ocurrió a mediados de octubre del año 6 a. de J.C., cuando Jesús tenía poco más de un año de edad. Pero había creyentes en la venida del Mesías aun entre los miembros de la corte de Herodes, y uno de ellos, al enterarse de la matanza de los niños de Belén, se puso en contacto con Zacarías quien a su vez despachó un mensajero a José; la noche antes de la masacre José y María salieron con el niño de Belén, camino a Alejandría en Egipto. Para evitar atraer la atención, viajaron solos a Egipto con Jesús. Zacarías les dio el dinero necesario para ir a Alejandría, donde José trabajó de carpintero, María y Jesús se alojaron con parientes de la familia de José en buena situación económica. Así vivieron en Alejandría por dos años enteros, regresando a Belén tan sólo después de la muerte de Herodes.» LU 122:10.3
Proposición. Después de dos años en Alejandría, sus amigos regalaron a Jesús un ejemplar de la traducción al griego de las escrituras hebreas.
«Durante los dos años de su estadía en Alejandría, Jesús gozó de buena salud y siguió creciendo normalmente. Aparte de algunos amigos y parientes, a nadie se le dijo que Jesús fuera el «hijo prometido». Uno de los parientes de José se lo reveló a unos amigos de Menfis, descendientes del distante Ikhnatón; y éstos se reunieron con un pequeño grupo de creyentes de Alejandría en la suntuosa casa del pariente y benefactor de José poco antes del retorno de la familia nazarena a Palestina, para augurarles buenaventura y homenajear al niño. En esta ocasión los amigos reunidos regalaron a Jesús un ejemplar completo de la traducción griega de las escrituras hebreas. Sin embargo, primero intentaron nuevamente convencer a José y María de que se quedaran en Egipto, y sólo cuando ellos rechazaron su invitación, los amigos menfitos y alejandrinos le entregaron las escrituras a José.» LU 123:0.3
Proposición. La familia dejó Alejandría en agosto del año 4 a.C., y pasaron septiembre en Belén.
«José y María zarparon de Alejandría en un barco de su amigo, Esraeon, con destino a Jope, puerto al cual llegaron a fines de agosto del año 4 a. de J.C. Se dirigieron directamente a Belén, y allí pasaron todo el mes de septiembre en conversaciones con sus amigos y parientes para decidir si debían quedarse allí o volver a Nazaret.» LU 123:0.4
Proposición. El hogar de Jesús en Nazaret estaba muy bien ubicado.
«La casa de Jesús no estaba lejos de la elevada colina situada en la parte norte de Nazaret, a cierta distancia de la fuente de la aldea, que estaba en la sección oriental de la ciudad. La familia de Jesús vivía en las afueras de la ciudad, lo cual posteriormente le permitió a Jesús disfrutar de frecuentes caminatas en el campo y subir a la cumbre de la elevación cercana, que constituía la colina más alta del sur de Galilea, a excepción del Monte Tabor al este y de la colina de Naín, que tenía aproximadamente la misma altura. Su casa estaba ubicada hacia el sur y el este del promontorio sur de esta colina y aproximadamente a mitad de distancia entre la base de esta elevación y el camino que conducía de Nazaret a Caná. A Jesús le encantaba subir a la colina; otra de sus caminatas favoritas era un angosto sendero que rodeaba la base de la colina en dirección noreste hasta el punto en donde se unía al camino a Séforis.» LU 122:6.1
Proposición. Jesús tenía algo más de tres años cuando regresaron a Nazaret, y disfrutó de tener un lugar propio para jugar.
«Jesús tenía unos tres años y dos meses cuando volvieron a Nazaret. Había soportado todos estos viajes muy bien, gozaba de excelente salud y estaba lleno de entusiasmo y alegría infantil al tener un lugar propio para correr y jugar. Sin embargo, extrañaba mucho a sus compañeros de juego de Alejandría.» LU 123:1.2
Proposición. Durante el cuarto año de desarrollo normal, Jesús se hizo muy amigo de Jacobo, un niño vecino.
«El cuarto año de vida de Jesús fue un período de desarrollo físico normal y de enorme actividad mental. Mientras tanto se había hecho muy amigo de un niño vecino aproximadamente de su edad, cuyo nombre era Jacob. Jesús y Jacob siempre estaban felices juntos, y juntos crecieron en gran amistad y leal compañerismo. » LU 123:1.4
Proposición. El 11 de febrero del año 2 a.C. llegó el Ajustador del Pensamiento de Jesús, el que había morado en el interior de Maquiventa Melquisedek.
«Poco más de un año después del regreso a Nazaret, el niño Jesús llegó a la edad de su primera decisión personal y sinceramente moral; y para entonces llegó a morar en él un Ajustador del Pensamiento, el don divino del Padre del Paraíso. Este Ajustador había servido anteriormente a Maquiventa Melquisedek, o sea que ya había obtenido una experiencia en relación con la encarnación de un ser supermortal en la semejanza de la carne mortal. Este acontecimiento ocurrió el 11 de febrero del año 2 a. de J.C. Jesús no tuvo más conciencia de la llegada del Monitor divino que la que tienen millones y millones de otros niños quienes hasta entonces y desde ese día, han recibido del mismo modo al Ajustador del Pensamiento para que resida en su mente, y trabaje por la espiritualización última de estas mentes y la supervivencia eterna de su alma inmortal evolutiva.» LU 123:2.1
Proposición. Juan Bautista visitó a Jesús el verano del año 1 a.C. Disfrutaron juntos mientras sus padres trataban sobre planes de futuro.
«Antes de que Jesús cumpliera los seis años, a principios del verano del año 1 a. de J.C., Zacarías y Elizabeth con su hijo Juan visitaron a la familia de Nazaret. Jesús y Juan disfrutaron mucho durante esta visita, la primera según recordaban. Aunque los visitantes tan sólo pudieron quedarse unos pocos días, los padres hablaron de muchas cosas, incluso el futuro de sus hijos. Mientras así hablaban, los niños jugaban con trozos de madera en la caja de arena sobre el techo de la casa y también se divertían de muchas otras maneras como niños que eran.» LU 123:3.4
Proposición. A los ocho años de edad, Jesús era bien conocido por el alfarero del pueblo y por muchos otros. Era competente en muchas tareas familiares.
«Antes de cumplir los ocho años, era conocido por todas las madres y las mujeres jóvenes de Nazaret, que lo encontraban y le hablaban junto al manantial próximo a su casa, que era uno de los centros sociales y de chismorreo de la ciudad entera. En este año Jesús aprendió a ordeñar la vaca de la familia y a cuidar de los demás animales. También aprendió en este año y el siguiente a hacer queso y a usar el telar. A los diez años era un experto tejedor. Aproximadamente en esta época Jesús y el muchacho vecino llamado Jacob se hicieron amigos de un ceramista que tenía un taller cerca del manantial; al observar los hábiles dedos de Natán que formaban la arcilla en la rueda, muchas veces ambos se prometieron especializarse en cerámica cuando crecieran. Natán quería mucho a los muchachos y a menudo les daba arcilla para que jugaran, tratando de estimular su imaginación creadora al sugerirles esfuerzos competitivos de modelación de varios objetos y animales.» LU 123:5.15
Proposición. De los cinco a los diez años, Jesús era una interrogación continua.
«Desde los cinco hasta los diez años, Jesús no hacía más que preguntar. Aunque José y María no siempre podían contestar a sus preguntas, nunca dejaron de conversar con él, de discutir sus indagaciones y de ayudarle en toda forma posible en sus esfuerzos por llegar a una solución satisfactoria del problema que su mente despierta había sugerido. » LU 123:2.3
Proposición. A los siete años, Jesús fue a la escuela. Leía, escribía y hablaba dos idiomas de manera fluida.
«Jesús ya tenía siete años, edad en que los niños judíos supuestamente comenzaban su educación formal en las escuelas de la sinagoga. Por consiguiente, en agosto de ese año comenzó en Nazaret su vida escolar llena de acontecimientos. Este niño ya leía, escribía y hablaba dos idiomas: el arameo y el griego. Ahora le tocaba aprender a leer, escribir y hablar el hebreo. Y estaba lleno de entusiasmo por comenzar su nueva vida escolar, que estaba por llegar.» LU 123:5.1
Proposición. Jesús obtuvo su educación moral y su cultura espiritual en casa; su educación práctica, mezclándose con sus semejantes.
«Jesús recibió su educación moral y cultura espiritual principalmente en su propio hogar. La mayor parte de su educación intelectual y teológica provino del chazán. Pero su verdadera educación —esa dote de mente y corazón que permite afrontar los difíciles problemas de la vida— la obtuvo mezclándose con sus semejantes. Esta asociación estrecha con sus semejantes jóvenes y viejos, judíos y gentiles, le ofreció la oportunidad de conocer a la raza humana. Jesús estaba altamente educado en el sentido de que comprendía completamente a los hombres y los amaba con devoción.» LU 123:5.8
Proposición. Jesús estudió las escrituras hebreas mediante el método de leer en voz alta, y se graduó cuando tenía trece años.
«Durante tres años —hasta los diez años— asistió a la escuela elemental de la sinagoga de Nazaret. Durante estos tres años estudió los rudimentos del libro de la Ley tal como se lo conoce en la lengua hebrea. Durante los siguientes tres años estudió en la escuela avanzada y memorizó, mediante el método de repetición en voz alta, las enseñanzas más profundas de la ley sagrada. Se graduó de esta escuela de la sinagoga a los trece años y los dirigentes de la sinagoga lo entregaron a sus padres como un educado «hijo de los mandamientos» —de ahí en adelante, un ciudadano responsable de la comunidad de Israel, con derecho de asistir a la Pascua en Jerusalén; por consiguiente ese año concurrió a su primera Pascua en compañía de su padre y su madre.» LU 123:5.2
Proposición. Jesús pertenecía al tercio superior de su clase, y por lo tanto estaba exento de asistir una semana al mes.
«Éste fue un año interesante en la escuela. Aunque Jesús no era un estudiante fuera de lo común, era un alumno diligente y pertenecía al tercio más avanzado de la clase; hacía sus tareas tan bien que se le permitía una semana de vacaciones por mes. Generalmente pasaba esa semana con su tío el pescador en las orillas del mar de Galilea cerca de Magdala, o en la granja de su otro tío (hermano de su madre) ocho kilómetros al sur de Nazaret.» LU 123:6.1
Proposición. Jesús causaba problemas en la escuela y hacía que Nazaret estuviera alborotada por las numerosas preguntas que hacía.
«En agosto ingresó a la escuela avanzada de la sinagoga. En la escuela creaba constantes problemas por sus preguntas permanentes. Más y más, mantenía a Nazaret en batahola. Sus padres no querían prohibirle que hiciera esas preguntas inquietantes, y su maestro principal se interesaba mucho en la curiosidad, inteligencia y sed de conocimientos del muchacho.
«Los compañeros de juego de Jesús no veían nada sobrenatural en su conducta; en la mayoría de los aspectos él era semejante a ellos. Su interés por el estudio era un tanto superior al término medio pero no totalmente singular. Es verdad que hacía más preguntas en la escuela que los demás niños en su clase.» LU 124:2.2
Proposición. Jesús amplió su educación en contacto con numerosos viajeros y conductores de caravanas.
«Además de la educación escolar formal, Jesús comenzó a hacer contacto con la naturaleza humana proveniente de todos los rincones del mundo, porque por el taller de reparación de su padre pasaban viajeros provenientes de muchas tierras distintas. Más tarde cuando creció conversaba libremente con los integrantes de las caravanas que se detenían cerca a la fuente para descansar y comer. Puesto que hablaba muy bien el griego no tenía problemas de comunicación con la mayoría de los viajeros y conductores de las caravanas.» LU 123:5.6
Proposición. Jesús causó serios problemas a sus padres al dibujar un retrato del maestro en el suelo de la clase.
«Pero hubo problemas en la escuela cuando uno de los estudiantes menos brillantes descubrió a Jesús haciendo un retrato al carbón del maestro sobre el piso del aula. Ahí estaba el retrato, tan claro como la luz del día, y muchos de los ancianos lo vieron antes de reunirse en consejo y apersonarse ante José para exigirle que algo tenía que hacer para reprimir la desobediencia de su hijo mayor. Aunque no era la primera vez que José y María recibían quejas sobre las reacciones de su versátil y enérgico niño, se trataba de la acusación más seria hasta el momento. Por un rato Jesús escuchó las acusaciones relativas a sus esfuerzos artísticos, sentado en una gran piedra junto a la puerta trasera. Le molestó que culparan a su padre por sus así llamados pecados; entonces entró a la casa, enfrentándose sin temor a sus acusadores. Los ancianos quedaron desconcertados. Algunos tendían a ver el aspecto humorístico de este episodio, mientras que uno o dos parecían pensar que el niño era sacrílego, o por lo menos blasfemo. José estaba perplejo, María estaba indignada, pero Jesús insistió en que se le escuchara. Lo dejaron hablar, y defendió valientemente su punto de vista, concluyendo con gran dominio de sí mismo que acataría la decisión de su padre tanto en este asunto como en toda otra divergencia. Y el consejo de ancianos partió en silencio.»LU 124:1.4
Proposición. María intentó influir en José para permitir que Jesús modelara arcilla en casa, pero él se negó, puesto que eso violaría el segundo mandamiento.
«María intentó convencer a José de que le permitiera a Jesús modelar la arcilla en la casa, siempre y cuando prometiese no llevar este tipo de actividad dudosa a la escuela, pero José se vio obligado a decidir que la interpretación rabínica del segundo mandamiento debía prevalecer. Y desde ese día, mientras Jesús vivió en la casa de su padre, no volvió a dibujar ni modelar objetos. Pero no estaba convencido de que lo que había hecho fuera un mal, y abandonar una actividad para él tan placentera fue una de las cosas más difíciles de su niñez.» LU 124:1.5
Proposición. Jesús recriminó a su padre tocar el pergamino del marco de la puerta. José lo quitó.
«Durante su último año en la escuela, cuando contaba doce años, Jesús recriminaba a su padre la costumbre hebrea de tocar un trozo de pergamino clavado en el marco de la puerta y luego besar el dedo que lo había tocado, cada vez que entraban o salían de la casa y era costumbre decir, como parte de este rito: «El Señor protege nuestra entrada y nuestra salida, de ahora en adelante y para siempre jamás». José y María habían explicado a Jesús repetidas veces la razón por las que estaba prohibido dibujar, pintar o moldear imágenes, alegando que estas creaciones podían ser usadas para fines idólatras. Aunque Jesús no comprendía plenamente la prohibición de dibujos e imágenes, tenía una mente altamente lógica y por consiguiente manifestó a su padre la naturaleza esencialmente idólatra de esta costumbre del pergamino en la puerta. José acabó por quitar el pergamino después de las objeciones de Jesús.» LU 124:4.7
Proposición. Jesús se graduó el 20 de marzo del año 7 d.C. Se convirtió así en un «hijo de los mandamientos».
«El primer día de la semana, el 20 de marzo del año 7 d. de J.C., Jesús se graduó en la escuela local de la sinagoga de Nazaret. Era un día muy importante en la vida de toda familia judía ambiciosa, el día en que el hijo primogénito era nombrado «hijo de los mandamientos» y el primogénito rescatado del Señor Dios de Israel un «hijo del Altísimo» y siervo del Señor para toda la tierra.» LU 124:5.4
Proposición. A la edad de seis años, Jesús se sintió desconcertadamente desilusionado cuando descubrió que su supuestamente omnisapiente padre no sabía cuál era la causa de los terremotos.
«La primera gran sorpresa de su joven vida la experimentó Jesús cuando aún no había cumplido los seis años. Le parecía al niño que su padre, o por lo menos su padre y su madre juntos, lo sabían todo. Imaginaos pues la sorpresa de este niño curioso cuando al preguntar a su padre la causa de un leve terremoto que acababa de ocurrir, oyó que José le respondía: «Hijo mío, no lo sé». Así comenzó una prolongada y sorprendente desilusión al descubrir Jesús que sus padres terrenales no eran omnisapientes.» LU 123:3.2
Proposición. En una visita a Escitópolis, Jesús se entusiasmó con los juegos greigos, pero fue reprendido severamente por su padre.
«Ocurrió que por aquella época se estaban realizando los juegos competitivos anuales y las demostraciones públicas de proeza física entre las ciudades griegas de la Decápolis en el anfiteatro de Escitópolis. Jesús insistió que lo llevase a ver los juegos, e insistió tanto que José no pudo negárselo. El joven se entusiasmó con los juegos y participó de todo corazón en el espíritu de las demostraciones de desarrollo físico y habilidad atlética. José se escandalizó inefablemente al observar el entusiasmo de su hijo que miraba estas «paganas» exhibiciones de vanagloria. Una vez que los juegos hubieron terminado, José recibió la sorpresa de su vida, al oír que Jesús no sólo expresaba su aprobación a los juegos, sino que sugería que los jóvenes de Nazaret también deberían tener la oportunidad de practicar estas sanas actividades físicas. José tuvo una larga y seria conversación con Jesús tratando de hacerle ver la naturaleza proterva de estas prácticas pero sabía muy bien que el joven no estaba convencido.» LU 124:3.7
Proposición. La única vez que Jesús vio furioso a su padre con él estuvo relacionada con su conversación acerca de los juegos griegos en Escitópolis.
«La única vez que Jesús vio a su padre enfadado con él fue esa noche cuando, en el cuarto de la posada, el niño se olvidó a tal punto los principios del pensamiento judío, que llegó a sugerir que se vuelvan a casa y actúen en favor de la construcción de un anfiteatro en Nazaret. Al oír José a su primogénito expresar pensamientos tan poco judíos, olvidó su calma habitual y, aferrándolo por el hombro, exclamó con enojo: «¡Que no te oiga nunca más en tu vida expresar pensamientos tan protervos, hijo mío!» La explosión de su padre sorprendió a Jesús; por primera vez sentía en carne propia la indignación paternal, y se quedó pasmado y sobresaltado. Se limitó a contestar: «Muy bien, padre, así será». Nunca más, en vida de su padre, aludió el muchacho a los juegos o otras actividades atléticas de los griegos.» LU 124:3.8
Proposición. Jesús no pudo escapar nunca del conflicto entre sus convicciones personales y las exigencias de lealtad a las costumbres familiares.
«Durante el curso de este año y de los dos siguientes Jesús sufrió grave aflicción mental al tratar constantemente de reconciliar su punto de vista personal sobre prácticas religiosas y amenidades sociales con las creencias de sus padres. Lo perturbaba el conflicto entre el impulso de lealtad hacia sus propias convicciones y los dictados de su conciencia que le ordenaban sumisión a sus padres; este supremo conflicto se desarrollaba entre los dos grandes mandatos de suprema importancia en su mente juvenil. Uno era: «Sé fiel a los dictámenes de tus más altas convicciones de verdad y rectitud»; el otro: «Honrarás a tu padre y tu madre porque ellos te han dado el ser y crianza». Sin embargo, nunca dejó de lado la responsabilidad de hacer ajustes diarios entre la lealtad a sus convicciones personales y el deber para con su familia, y consiguió la satisfacción de poder reconciliar cada vez más sus convicciones personales con las obligaciones familiares, y adquirió así un excepcional concepto de solidaridad de grupo basado en la lealtad, la justicia, la tolerancia y el amor.» LU 124:4.9
Proposición. El templo de Jerusalén impresionó a Jesús, pero hizo a su padre preguntas embarazosas acerca de la razón por la que se sacrificaban tantos animales.
«Jesús estaba profundamente impresionado por el templo, todos sus servicios y las otras actividades relacionadas. Por primera vez desde los cuatro años estaba tan preocupado por sus propios pensamientos que se le olvidó hacer muchas preguntas. Sin embargo consiguió plantearle a su padre varias preguntas embarazosas (como ya lo había hecho en previas ocasiones) como por qué el Padre celestial exigía el sacrificio de tantos animales inocentes y desamparados. Bien sabía su padre, porque podía leerlo en la expresión del rostro del muchacho, que sus respuestas y explicaciones no satisfacían a este hijo de pensamientos profundos y raciocinio preclaro.» LU 124:6.14
Proposición. Aun cuando Jesús no podía consentirlo, sí se esforzó por conformarse. Era un artista en ajustar su dedicación al deber con sus obligaciones de lealtad a la familia.
«Aunque Jesús muchas veces después rehusaría mentalmente consentir con los esfuerzos, ciertamente bien intencionados pero descaminados, de sus padres de dictar el curso de su pensamiento y de promulgar el plan de su obra en la tierra, siempre trató Jesús en Jerusalén por todos los medios posibles, dentro de su dedicación al cumplimiento de la voluntad de su Padre del Paraíso, de conformarse con mucho donaire a los deseos de su padre terrenal y a las costumbres de su familia en la carne. Aun cuando no pudiera consentir, haría todo lo posible por conformarse. En el delicado equilibrio entre deber y lealtad, Jesús fue un verdadero artista, pues siempre supo balancear su dedicación al deber con sus obligaciones para con su familia y la sociedad.»LU 125:6.12
Proposición. Tras la muerte de José, Jesús aceptó las responsabilidades que cayeron de repente sobre él. En cualquier caso, no tendría que ir a Jerusalén a estudiar.
«Jesús supo aceptar con buena disposición las responsabilidades caídas tan súbitamente sobre sus hombros y cumplió fielmente con estas obligaciones hasta el fin. Por lo menos se había resuelto, aunque en forma trágica, un gran problema, una dificultad prevista en su vida —ya no tendría que ir a Jerusalén para estudiar con los rabinos. Siempre fue verdad que Jesús «no se doblegó ante los pies de nadie». Estaba siempre dispuesto a aprender de quien fuese, aun del más humilde entre los niños, pero jamás derivó de fuentes humanas la autoridad para enseñar la verdad.» LU 126:2.3
Proposición.** Jesús empleó el método positivo de educar a los niños. Rechazó hacer hincapié en lo prohibido.
«A comienzos de este año, Jesús había acabado por convencer a su madre de las ventajas de su propio método de educación de los niños —la estimulación positiva para que hicieran el bien en vez del método judío más antiguo de la prohibición del mal. Tanto en su hogar como más tarde en su carrera pública, Jesús usó invariablemente la formula de exhortación positiva. Siempre y en todas partes solía decir: «Haréis esto, debéis hacer aquello». Nunca empleó el método negativo de enseñar derivado de los antiguos tabúes. Evitaba acentuar el mal mediante su prohibición; exaltaba la importancia del bien mandando su ejecución. La hora de la oración en esta casa era la ocasión para hablar de cada uno y todos los asuntos que se relacionaran con el bienestar de la familia. » LU 127:4.2
Proposición. José y María tuvieron problemas respecto a las oraciones de Jesús; él simplemente quería tener una pequeña charla con Dios.
«Durante este año José y María no sabían qué hacer con la forma en que rezaba Jesús. Jesús insistía en dirigirse a su Padre celestial como si se estuviera dirigiendo a José, su padre terrenal. Este alejamiento de las formas más solemnes y reverentes de comunicación con la Deidad preocupaba a sus padres, especialmente a su madre, pero no podían persuadirlo de que cambiase; recitaba sus oraciones tal como se le había enseñado, después de lo cual insistía en tener «una pequeña charla con mi Padre en el cielo». » LU 123:3.6
Proposición. Jesús estuvo sujeto a accidentes comunes.
«El único verdadero accidente que sufriera Jesús hasta ese momento fue una caída por las escaleras de piedra del jardín que conducían al dormitorio que tenía techo de lona. Sucedió en julio durante una inesperada tormenta de arena con vientos del este. Los vientos cálidos que traían soplos de arena fina se producían generalmente durante la temporada de lluvias, particularmente en marzo y abril. Una tormenta de este tipo era totalmente inesperada en el mes de julio. Cuando se desencadenó la tormenta, Jesús estaba jugando en el techo de la casa, como era su costumbre, porque durante buena parte de la temporada seca éste era su lugar preferido de juegos. La arena lo encegueció mientras bajaba las escaleras, por eso se cayó. Después de este accidente José construyó una balaustrada a ambos lados de la escalinata.» LU 123:4.5
Proposición. Jesús tuvo dolencias físicas de poca importancia, como cualquier otro niño.
«Aunque no se pueda decir que Jesús hubiera estado jamás gravemente enfermo, sufrió algunas de las enfermedades menores de la infancia durante este año, juntamente con sus hermanos y su hermanita.
«En la escuela, seguía siendo un estudiante favorecido, con una semana libre por mes; también seguía dividiendo su tiempo en partes más o menos iguales entre viajes a las ciudades vecinas con su padre, estadías en la granja de su tío al sur de Nazaret y excursiones de pesca desde Magdala.» LU 124:1.1
Proposición. Jesús se negaba a creer que su padre humano fuera más bondadoso que su Padre celestial.
«Aunque muchos de los rituales del templo conmovieron vivamente su sentido de lo bello y lo simbólico, la explicación del verdadero significado de estas ceremonias que le daban sus padres respondiendo a sus muchas preguntas curiosas le desilusionaba una y otra vez. Jesús simplemente no podía aceptar las explicaciones de culto y devoción religiosa basadas en la idea de la ira de Dios o de la cólera del Todopoderoso. Después de la visita al templo, mientras seguían conversando sobre estos asuntos, su padre le insistía suavemente que se aviniera a aceptar las creencias ortodoxas judías; Jesús se volvió repentinamente hacia sus padres y, fijando la mirada llena de fervor en los ojos de su padre, le dijo: «Padre, no puede ser verdad —no es posible que el Padre celestial considere de este modo a sus hijos descarriados en la tierra. No es posible que el Padre celestial ame menos a sus hijos de lo que tú me amas a mí. Yo bien sé que tú nunca darías rienda suelta a tu cólera, derramando tu ira sobre mi cabeza, sean cuales fueran las necedades que yo pudiera cometer. Si tú, mi padre terrenal, posees ese reflejo humano de lo Divino, cuánto más lleno de bondad y rebosante de misericordia deberá ser el Padre celestial. Me niego a creer que mi Padre que está en los cielos me ame menos que mi padre que está en la tierra».» LU 125:0.6
Proposición. A los diez años de edad, Jesús habló con sus padres por primera vez acerca de su personalidad y de la naturaleza de su misión.
«El cinco de julio, el primer sábado del mes, Jesús, mientras paseaba por el campo con su padre, dio por primera vez expresión a sentimientos e ideas que indicaban que estaba empezando a adquirir conciencia de la naturaleza de su extraordinaria misión en la vida. José escuchó atentamente las palabras importantes de su hijo pero hizo muy pocos comentarios; tampoco contribuyó información alguna. Al día siguiente Jesús tuvo una charla similar pero más larga con su madre. María también escuchó su razonamiento, pero tampoco proporcionó información alguna. Pasaron casi dos años antes de que Jesús nuevamente hablara con sus padres sobre la creciente revelación, dentro de su propia conciencia, sobre la naturaleza de su personalidad y el carácter de su misión en la tierra.» LU 124:2.1
Proposición. Estaba preocupado por las dudas, y le costó reconocer su naturaleza dual.
«Durante todo este año tuvo muchas temporadas de inseguridad, y hasta de dudas, respecto a la naturaleza de su misión. Su mente humana en desarrollo natural aún no podía comprender llenamente la realidad de su doble naturaleza. El hecho de que tenía una sola personalidad, lo hizo difícil para su conciencia reconocer el doble origen de esos factores que componían la naturaleza asociada con la misma personalidad.» LU 124:4.2
Proposición. En su decimotercer año, supo con seguridad cuál era su misión en la tierra.
«Promediaba el mes de febrero cuando Jesús estuvo humanamente seguro de que estaba destinado a realizar una misión sobre la tierra para el esclarecimiento del hombre y la revelación de Dios. Decisiones fundamentales y planes de gran envergadura se estaban formando en la mente de este joven que parecía exteriormente un muchacho judío común de Nazaret. La vida inteligente de todo Nebadon contemplaba fascinada y maravillada lo que había empezado a desarrollar en el pensamiento y las acciones de este hijo adolescente de un carpintero.» LU 124:5.3
Proposición. En Jerusalén, con trece años, apareció un mensajero que le dijo: «Ya es hora de que comiences los asuntos de tu Padre».
«El día antes del sábado de Pascua, una oleada de iluminación espiritual llenó la mente mortal y el corazón humano de Jesús de desbordante y afectuosa piedad por las multitudes espiritualmente ciegas y moralmente ignorantes reunidas para celebrar la antigua conmemoración de Pascua. Fue éste uno de los días más extraordinarios que el Hijo de Dios viviera en la carne; y durante la noche, por primera vez en su carrera terrenal, apareció ante él un mensajero autorizado de Salvington, enviado por Emanuel, que dijo: «Ha llegado tu hora. Ya es tiempo que comiences los asuntos de tu Padre».» LU 124:6.15
Proposición. Consciente ya de su divinidad y su destino, el Jesús adolescente encontró su gran prueba a los catorce y a los quince años.
«De todas las experiencias de la vida terrenal de Jesús, los años catorce y quince de su vida fueron los más cruciales. Estos dos años, después de que comenzara Jesús a cobrar conciencia de su divinidad y destino, y antes de que lograra un alto grado de comunicación con su Ajustador residente fueron los más atribulados de su extraordinaria vida en Urantia. Es este período de dos años el que debería llamarse la gran prueba, la verdadera tentación. Ningún joven humano, al experimentar las confusiones y los problemas de adaptación inherentes a la adolescencia, hubo de someterse jamás a una prueba más crucial que aquella por la que pasó Jesús durante su transición de la niñez a la juventud.» LU 126:0.1
Proposición. Durante muchas temporadas en solitario en las colinas, Jesús mantuvo conferencias con los directores de los asuntos del universo.
«Para los fines de esta narración no ha sido revelado, pero se nos han dado indicios que nos llevan a deducir que el Maestro, durante muchas de estas temporadas solitarias en las colinas, estuvo en asociación directa y ejecutiva con muchos de sus dirigentes principales a cargo de los asuntos del universo. Desde el momento de su bautismo, este Soberano encarnado de nuestro universo tomaba parte cada vez más activa y conscientemente en la dirección de ciertas fases de la administración universal. Y siempre somos de opinión que, de alguna manera no revelada a sus asociados inmediatos, durante estas semanas de menor participación en los asuntos terrestres, se ocupó de dirigir aquellas altas inteligencias espirituales que estaban a cargo de administrar un vasto universo, y que el Jesús humano eligió designar estas actividades suyas como «los asuntos de su Padre».» LU 148:3.4
Proposición. El logro de la totalidad de la divinidad, mientras era plenamente consciente de la realidad de la humanidad, estuvo marcado por siete acontecimientos.
«Así como los hombres deben progresar de la conciencia de lo humano a la realización de lo divino, así Jesús ascendió de la naturaleza del hombre a la conciencia de la naturaleza de Dios. Y el Maestro hizo esta gran ascensión de lo humano a lo divino por la acción conjunta de la fe de su intelecto mortal y los actos de su Ajustador residente. La comprensión de hecho del logro de la totalidad de divinidad (manteniendo al mismo tiempo conciencia plena de la realidad humana) fue acompañada por siete etapas de la conciencia de fe de la divinización progresiva. Estas etapas de autocomprensión progresiva fueron demarcadas por los siguientes acontecimientos extraordinarios en la experiencia del autootorgamiento del Maestro:
- La llegada del Ajustador del Pensamiento.
- El mensajero de Emanuel que se le apareció en Jerusalén cuando tenía unos doce años.
- Las manifestaciones que acompañaron su bautismo.
- Las experiencias en el monte de la transfiguración.
- La resurrección morontial.
- La ascensión como ser de espíritu.
- El abrazo final del Padre del Paraíso, que le entregó la soberanía ilimitada de su universo.» LU 196:1.6
«En aquellos días él fue al monte a orar, y pasó la noche orando a Dios.» Lc 6:12
«Levantándose muy de mañana, siendo aún muy oscuro, salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba.» Mc 1:35
«Despedida la multitud, subió al monte a orar aparte; y cuando llegó la noche, estaba allí solo.» Mt 14:23
«Entonces llegó Jesús con ellos a un lugar que se llama Getsemaní, y dijo a sus discípulos: Sentaos aquí, entre tanto que voy allí y oro.» Mt 26:36
«Y estando en agonía, oraba más intensamente; y era su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra.» Lc 22:44
«Y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente.» Heb 5:7
Proposición. Jesús vivió bajo la religión evolutiva y la revelada, y más tarde se convirtió en maestro de Supremacía.
«Cristo Micael, cuando se autootorgó en Urantia, vivió bajo el reino de la religión evolucionaria hasta el tiempo de su bautismo. Desde ese momento hasta el acontecimiento de su crucifixión llevó a cabo su obra mediante la guía combinada de la religión evolucionaria y revelada. Desde la mañana de su resurrección hasta su ascensión atravesó las múltiples fases de la vida morontial de transición mortal desde el mundo de la materia hasta el del espíritu. Después de su ascensión, Micael poseyó la experiencia de la Supremacía, la realización del Supremo; y puesto que era la persona única en Nebadon que poseía capacidad ilimitada para experimentar la realidad del Supremo, obtuvo inmediatamente el estado de la soberanía de supremacía en su universo local y para sí mismo.» LU 101:6.5
Proposición. Jesús fue Dios y hombre, pero no era una personalidad doble.
«Pero no nos engañemos: aunque Cristo Micael era verdaderamente un ser de origen dual, no fue nunca una personalidad doble. No fue Dios en asociación con el hombre; más bien fue Dios encarnado en el hombre. Y fue siempre precisamente ese ser combinado. El único factor progresivo en esa relación incomprensible era la comprensión y el reconocimiento autoconscientes y graduales (por parte de la mente humana) de este hecho de ser Dios y hombre.
«Cristo Micael no progresó hasta llegar a ser Dios. Dios no se transformó en hombre en cierto momento vital de la vida terrestre de Jesús. Jesús fue Dios y hombre —por siempre y para siempre. Y este Dios y este hombre eran y son uno, igual que la Trinidad del Paraíso compuesta de tres seres es en realidad una Deidad.» LU 120:4.2
Proposición. Él entrelazó su naturaleza humana y su naturaleza divina en una individualidad humana efectiva.
« Este año reinició la difícil tarea de entrelazar sus naturalezas divina y humana en una trama que terminaría por ser una individualidad humana simple y efectiva. Seguía creciendo en elevación moral y en comprensión espiritual.» LU 127:6.9
Proposición. Nunca tuvo dudas de su naturaleza humana. En cuanto a su naturaleza divina, hubo lugar para la duda desde la visita a Jerusalén hasta su bautismo.
«Sobre su naturaleza humana nunca abrigó duda alguna; ésta era evidente y siempre estaba presente en su conciencia. Pero sobre su naturaleza divina siempre cabían las dudas y las conjeturas, por lo menos hasta el momento de su bautismo. La conciencia de su divinidad fue adquirida lentamente y, desde el punto de vista humano, constituyó una revelación evolutiva natural. Esta revelación y comprensión de su divinidad, comenzó en Jerusalén con el primer acontecimiento sobrenatural de su existencia humana, cuando no tenía aún trece años; y esta experiencia de realización de la naturaleza divina fue completada en el momento de su segunda experiencia sobrenatural durante su vida humana, episodio que se produjo cuando Juan lo bautizó en el Jordán, suceso éste que señaló el comienzo de su carrera pública de ministerio y enseñanza.» LU 128:1.8
Proposición. Comenzó su vida como Dios que se aparecía como hombre, y terminó como hombre que se aparecía como Dios.
«Fue éste uno de los años más excepcionales en la experiencia íntima del Hijo del Hombre; hubo gran progreso en la tarea de alcanzar una armonía funcional entre su mente humana y el Ajustador residente. El Ajustador se había ocupado activamente de la reorganización del pensamiento y la preparación de la mente para los grandes acontecimientos que se anunciaban en un futuro ya no muy distante. La personalidad de Jesús se estaba preparando para su gran cambio de actitud hacia el mundo. Fue ésta la época intermedia, la etapa de transición de este ser, que comenzó la vida como Dios que aparece como hombre, y que ahora se estaba preparando para completar su carrera terrenal como hombre que aparece como Dios.» LU 134:1.7
Proposición. Jesús fue capaz de autolimitar su conciencia divina y ocultar su conocimiento previo.
«Nos resulta imposible diferenciar entre su práctica de autolimitación de la conciencia divina y la técnica que aplicaba para ocultar su preconocimiento y discernimiento del pensamiento de sus asociados humanos. Estamos convencidos de que usó ambas técnicas, pero no siempre podemos en cada caso en particular, especificar qué método pudo haber empleado. Frecuentemente lo observamos actuar únicamente con el contenido humano de la conciencia; luego, lo contemplábamos en conferencia con los dirigentes de las huestes celestiales del universo y discernimos el funcionamiento indudable de su mente divina. Aún más, en ocasiones casi innumerables, presenciamos el funcionamiento de su personalidad combinada de hombre y de Dios tal como era activada por la unión aparentemente perfecta de la mente humana y la divina. Éste es el límite de nuestros conocimientos sobre estos fenómenos; realmente no conocemos la plena verdad sobre este misterio.» LU 161:3.3
Proposición. Un otorgamiento tan trascendente de salvación del hombre y revelación de Dios debería impedir que los teólogos crearan credos esclavizantes a partir de sus enseñanzas.
«La belleza y la sublimidad, la humanidad y la divinidad, la sencillez y la singularidad de la vida de Jesús en la tierra presentan un cuadro tan impresionante y atractivo de la salvación del hombre y de la revelación de Dios, que los teólogos y filósofos de todos los tiempos deberían reprimir el atrevimiento de formular credos o crear sistemas teológicos de esclavitud espiritual a partir de tal autootorgamiento trascendental de Dios en la forma del hombre. Con Jesús el universo produjo un hombre mortal en quien el espíritu del amor triunfó sobre las desventajas materiales del tiempo y trascendió el hecho del origen físico.» LU 195:10.2
«Si me amarais, os habríais regocijado, porque he dicho que voy al Padre; porque el Padre mayor es que yo.» Jn 14:28
«Porque el que me envió, conmigo está; no me ha dejado solo el Padre, porque yo hago siempre lo que le agrada.» Jn 8:29
«Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí, él hace las obras.» Jn 14:l0
«Porque todas las cosas las sujetó debajo de sus pies. Y cuando dice que todas las cosas han sido sujetadas a él, claramente se exceptúa aquel que sujetó a él todas las cosas.» 1 Cor 15:27
«No puedo yo hacer nada por mí mismo; según oigo, así juzgo; y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió, la del Padre…»Jn 5:30
Proposición. Jesús va a Jerusalén para celebrar su primera Pascua.
«Jesús, en el umbral de la vida adulta y ya graduado de las escuelas de la sinagoga, reunía las condiciones necesarias para ir a Jerusalén con sus padres y participar con ellos en la celebración de su primera Pascua. El festival de la Pascua de este año caía un sábado, el 9 de abril del año 7 d. de J.C. Un grupo numeroso (103) se preparó para salir de Nazaret temprano por la mañana del lunes 4 de abril, camino a Jerusalén. Viajaron hacia el sur en dirección a Samaria, pero al llegar a Jezreel se encaminaron hacia el este, rodeando el Monte Gilboa en el valle del Jordán para evitar cruzar Samaria. José y su familia hubieran querido cruzar Samaria pasando por el pozo de Jacob y por Betel, pero los judíos no querían mezclarse con los samaritanos, por lo tanto la familia de Jesús decidió seguir camino con sus vecinos a través del valle del Jordán.» LU 124:6.1
Proposición. La familia de Nazaret se reúne con Simón y su familia en Betania.
«Sobre las pendientes orientales del Oliveto pausaron para descansar junto a una aldea llamada Betania. Los hospitalarios aldeanos atendieron a los peregrinos; y por casualidad, la familia de José se había detenido cerca de la casa de un tal Simón, que tenía tres hijos de la edad de Jesús: María, Marta y Lázaro. Invitaron a la familia de Nazaret para que entrara a descansar, y de allí empezó una amistad que habría de durar toda la vida entre las dos familias. Durante su vida, llena de acontecimientos, Jesús se detuvo muchas veces en esa casa.» LU 124:6.9
Proposición. José lleva a Jesús a visitar la academia, pero el muchacho muestra poco interés.
«Aunque todo Jerusalén estaba activo y ocupado con las preparaciones de la Pascua, José encontró tiempo para llevar a su hijo de visita a la academia donde se había pensado que proseguiría su educación dos años más tarde, en cuanto cumpliera la edad requerida de quince años. José estaba verdaderamente perplejo cuando observaba el poco interés de Jesús por estos cuidadosos planes.» LU 124:6.13
Proposición. La semana siguiente a la Pascua fue el primer periodo de libertad completa de responsabilidades que Jesús había disfrutado jamás.
«Ningún episodio de la extraordinaria carrera terrenal de Jesús fue más conmovedor, más humanamente estremecedor, que esta su primera recordable visita a Jerusalén. El hecho de haber ido por su cuenta a presenciar las discusiones en el templo le resultó particularmente estimulante y se grabó en su memoria durante mucho tiempo como el acontecimiento más importante de su niñez y de su juventud. Fue ésta su primera oportunidad de disfrutar de unos pocos días de vida independiente, el regocijo de ir y venir sin sujeción ni restricciones. Este breve período de vivir a su antojo, durante la semana siguiente a la Pascua, representó la primera, total liberación de las obligaciones que hubiera disfrutado jamás. Muchos años habrían de transcurrir antes de que pudiera de igual manera liberarse, aunque fuera por un corto tiempo, de todo sentido de responsabilidad.»LU 125:0.1
Proposición. Le decepcionó la naturaleza rutinaria de la ceremonia de consagración, pero le intrigó la contemplación de la significación espiritual de las ceremonias del templo.
«Participó en la ceremonia de la consagración, pero le decepcionó su naturaleza rutinaria, casi mecánica; echaba de menos ese interés personal que caracterizaba las ceremonias de la sinagoga de Nazaret. Luego de regresar para saludar a su madre, se preparó para acompañar a su padre en su primer recorrido del templo y de sus varios patios, atrios y corredores. Los recintos del templo podían dar cabida a más de doscientos mil creyentes a la vez, y aunque la vastedad de estos edificios —en comparación con cualquiera que hubiera visto nunca— causó una gran impresión en su mente, más le intrigaba la contemplación de la significación espiritual de las ceremonias del templo y el culto que con éstas se asociaba.LU 125:0.5
Proposición. El muchacho de Nazaret se sentía asqueado ante lo que vio y oyó de los sacrificios de animales.
«De allí descendieron al patio de los sacerdotes bajo el saliente rocoso que se encontraba en el frente del templo, donde se levantaba el altar, para observar la matanza de las manadas de animales y la lavada de la sangre de las manos, en la fuente de bronce, de los sacerdotes que oficiaban la masacre. El piso manchado de sangre, las manos ensangrentadas de los sacerdotes y el balido de los animales agonizantes era más de lo que podía soportar este muchacho amante de la naturaleza. El terrible espectáculo descompuso al joven nazareno, aferrando la mano de su padre le imploró que se lo llevara de allí. Regresaron cruzando el patio de los gentiles, y las risas groseras y las bromas profanas de la multitud le parecieron más soportables que lo que acababa de presenciar.»LU 125:1.4
Proposición. Jesús meditó sobre celebrar la Pascua sin cordero sacrificado.
«Ya en esta parte de su vida, aunque nada dijo a sus padres sobre estos asuntos, Jesús había comenzado a darle vueltas en la cabeza a la idea de celebrar la Pascua sin el cordero sacrificado. Estaba plenamente seguro de que el Padre celestial no se complacía con este espectáculo de ofrendas sacrificatorias y, con el paso de los años, estaba cada vez más determinado de que algún día establecería una celebración incruenta de la Pascua».LU 125:2.3
Proposición. El sueño de Jesús se vio turbado por sueños de carnicería, y su mente perturbada por los elementos absurdos de la teología judía.
«Esa noche Jesús durmió muy poco. Su descanso se vio gravemente turbado por horribles pesadillas de matanzas y sufrimientos. Su mente estaba perturbada y su corazón torturado por los elementos contradictorios y absurdos que descubría en la teología de todo el sistema ceremonial judío. Sus padres tampoco pudieron dormir. Estaban muy desconcertados por los acontecimientos del día que acababa de terminar. El corazón y la mente de ellos estaban perturbados por la actitud, según ellos, extraña y empecinada del mancebo. María pasó la primera mitad de la noche en gran agitación mientras José se mantenía calmo, aunque estaba igualmente perplejo. No se atrevían a encarar francamente estos problemas con el joven, aunque Jesús hubiera conversado libremente con sus padres si éstos se hubiesen atrevido a alentarlo.» LU 125:2.4
Proposición. Con los jóvenes de Betania, Jesús trató sobre cosas temporales y eternas, humanas y divinas.
«El miércoles de la semana de Pascua, le permitieron a Jesús ir a la casa de Lázaro para pasar la noche en Betania. Esa noche escucharon Lázaro, Marta y María las palabras de Jesús sobre asuntos temporales y eternos, humanos y divinos, y desde aquella noche los tres lo amaron como si hubiera sido su propio hermano.» LU 125:2.7
Proposición. De regreso a Nazaret, ni José ni María echaron de menos a Jesús hasta que llegaron a Jericó.
«Los viajantes nazarenos por su parte tampoco se dieron cuenta de la ausencia de Jesús, porque María suponía que él se había integrado al grupo de los hombres, mientras que José pensaba que viajaría con las mujeres, puesto que en el viaje de ida había ido con ellas, conduciendo el asno de María. Así pues no descubrieron la ausencia de Jesús hasta llegar a Jericó y prepararse para pasar la noche. Después de preguntarles a los rezagados que iban llegando a Jericó y de enterarse de que ninguno de ellos había visto a su hijo, pasaron una noche sin reposo haciendo conjeturas de toda índole sobre qué podía haberle ocurrido a Jesús, rememorando a la vez sus extrañas reacciones ante los acontecimientos de la semana pascual, y regañándose suavemente el uno al otro por no haberse asegurado de su presencia en el grupo antes de salir de Jerusalén.»LU 125:3.2
Proposición. En las conversaciones del templo, Jesús se enfrentó a dificultades debido a su juventud, su procedencia de Nazaret, etc.
«En la segunda conferencia, Jesús se atrevió a hacer algunas preguntas, participando de un modo sorprendente en las discusiones del templo, aunque siempre respetuoso, como correspondía a su corta edad. En ocasiones, sus preguntas directas ponían en aprietos a los eruditos maestros de la ley judía, pero tan clara e ingenuamente se manifestaba su noción sincera de la justicia y tan evidente era su sed de conocimiento que casi todos los maestros del templo estaban dispuestos a tratarle con la mayor consideración. Pero cuando se atrevió a poner en tela de juicio la justicia en la pena de muerte para un gentil que, embriagado, se había salido del patio de los gentiles penetrando inadvertidamente en los recintos prohibidos, supuestamente sacros, del templo, uno de los maestros más intolerantes se impacientó con la crítica implícita del muchacho y, fulminándole con la mirada desde su imponente altura, le preguntó cuántos años tenía. Jesús replicó: «Trece años aunque me falta un poco más de cuatro meses para cumplirlos». «Entonces», reiteró el airado maestro, «¿qué haces aquí, si ni siquiera tienes edad suficiente para ser hijo de la ley?» Al explicar Jesús que había sido consagrado durante la Pascua, y que era un estudiante graduado de las escuelas de Nazaret, los maestros replicaron al unísono con aire burlón: «Haberlo sabido: ¡es de Nazaret!» Pero el jefe arguyó que Jesús no tenía la culpa si los dirigentes de la sinagoga nazarena le habían permitido que se graduara formalmente a los doce años en lugar de los trece; aunque varios de sus detractores se levantaron y se fueron, se dictaminó pues que el muchacho podía seguir asistiendo como alumno a las discusiones en el templo.»LU 125:4.3
Proposición. Jesús transmitió sus enseñanzas con preguntas que daban que pensar y que llevaban a buscar en el corazón.
«Durante la entera jornada se admiraron los espectadores de estas preguntas, y nadie estaba más atónito que Simón. Durante más de cuatro horas este joven nazareno acosó a los maestros judíos con preguntas que estimulaban el intelecto y obligaban al examen de conciencia. Hizo pocos comentarios sobre las observaciones de sus mayores. Trasmitía sus enseñanzas con las preguntas que hacía. Mediante la agudeza y sutileza con que planteaba su pregunta, conseguía a la vez poner en tela de juicio las enseñanzas de ellos y sugerir las suyas propias.» LU 125:5.8
Proposición. Jesús centró la atención de los instructores del templo planteando preguntas.
«Antes de que terminara el día, la atención del grupo de debate principal del templo estuvo monopolizada por las preguntas de Jesús. Algunas de estas preguntas eran:
¿Qué es lo que hay realmente en el santo de los santos, detrás del velo?
¿Por qué las madres de Israel deben separarse de los creyentes varones en el templo?
Si Dios es un padre que ama a sus hijos, ¿por qué tanta matanza de animales para ganar el favor divino? ¿Es que se han interpretado erróneamente las enseñanzas de Moisés?
Puesto que el templo está dedicado al culto del Padre celestial, ¿no resulta incongruente permitir allí la presencia de los que se dedican a los negocios y comercio seculares?
¿Será el esperado Mesías un príncipe temporal que ocupe el trono de David, o será más bien la luz de la vida, en el establecimiento de un reino espiritual?» LU 125:5.2
Proposición. Incluso cuando este muchacho buscador de la verdad buscaba ayuda divina, la luz esclarecedora no siempre se le presentaba.
«Después de la cena en Betania nuevamente rehusó la invitación de participar en la alegre rueda de conversación, yéndose al jardín. Allí permaneció largas horas, hasta bien entrada la noche, en vano intentando esbozar un plan definido de acción para acometer el problema de su misión en la vida, y para decidir cuál sería la mejor manera de enfrentar la tarea de revelar a sus compatriotas tan espiritualmente ciegos un concepto más bello del Padre celestial, librándolos así de las duras cadenas de la ley, los ritos, las ceremonias y las tradiciones enmohecidas. Pero la luz esclarecedora no se le presentaba a este joven que tanto anhelaba la verdad.» LU 125:5.10
Proposición. No parecía comprender que sus padres estuvieran preocupados porque se hubiera quedado atrás.
«Jesús estaba extrañamente despreocupado de sus padres terrenales. Aun cuando, durante el desayuno, la madre de Lázaro le comentó que sus padres debían ya estar por llegar al hogar, no se le ocurrió a Jesús que tal vez estarían un poco preocupados por su ausencia.» LU 125:6.1
Proposición. Mientras recorrían el templo, sus padres se quedaron asombrados al escuchar la voz de Jesús y observarle sentado entre los instructores del templo.
«La noche antes, los padres de Jesús habían oído hablar de este extraño mancebo que tan hábilmente se ponía a la altura de los intérpretes de la ley, pero no se les había ocurrido que ese joven fuera su hijo. Estaban a punto de dirigirse a la casa de Zacarías, pensando que Jesús podría haber ido hasta allá para visitar a Elizabeth y a Juan. Pero, reflexionando que tal vez Zacarías estaría en el templo, se detuvieron allí, camino a la Ciudad de Judá. Mientras deambulaban por los patios, imaginaos su sorpresa y asombro cuando reconocieron la voz de su hijo extraviado, y le vieron sentado entre los maestros del templo.» LU 125:6.4
Proposición. Fue un momento tenso; José no sabía qué decir, pero María dio rienda suelta a su ansiedad acumulada durante tanto tiempo.
«José se quedó mudo; pero María dio rienda suelta al temor y la ansiedad largamente reprimidos, corrió hacia el mancebo, quien se había levantado para saludar a sus atónitos padres, diciendo: «Hijo mío, ¿por qué nos tratas así? Hace más de tres días que tu padre y yo te buscamos acongojados. ¿Qué te llevó a abandonarnos?» Fue un momento de tensión. Todas las miradas se volvieron hacia Jesús para ver cómo respondería. Su padre lo miraba con reproche pero no decía nada.LU 125:6.5
Proposición. María reprendió suavemente a Jesús, y así terminó uno de los esfuerzos más sublimes de su juventud.
«Debe recordarse que Jesús era supuestamente un joven adulto. Había completado el curso escolar normal para un niño, había sido reconocido como hijo de la ley y consagrado como ciudadano de Israel. Y sin embargo su madre acababa de regañarlo más que suavemente ante el público reunido, en medio del esfuerzo más serio y sublime de su joven existencia, poniendo fin ignominiosamente a una de las mejores oportunidades que se le habían presentado hasta ese momento de enseñar la verdad, predicar la justicia y revelar el carácter amoroso de su Padre celestial.»LU 125:6.6
Proposición. La respuesta de Jesús a su madre fue tanto considerada como sensata.
«Pero el joven supo hacerle frente a la situación. Si tomáis en cuenta con imparcialidad todos los factores que se combinaron para dar lugar a esta situación, estaréis mejor preparados para medir la sabiduría de la respuesta del niño a la inintencionada reprimenda de su madre. Después de pensar un momento, Jesús le respondió diciendo: «¿Por qué me habéis buscado durante tanto tiempo? ¿No os imaginabais que me encontraríais en la casa de mi Padre, puesto que ha llegado el momento para mí de ocuparme de los asuntos de mi Padre?».»LU 125:6.7
Proposición. Jesús estudiaba las flores por el día y las estrellas por la noche.
«Dedicaba mucho de su tiempo libre —cuando su madre no necesitaba de su ayuda en los quehaceres— al estudio de las flores y de las plantas durante el día, y de las estrellas por las noches. Causaba preocupación su costumbre de recostarse de espaldas mirando con curiosidad los cielos estrellados mucho después de la hora en que debía irse a dormir en este bien organizado hogar nazareno.» LU 123:3.10
Proposición. Trabajó en una granja y se interesó por la manera en que se ganaban la vida sus semejantes.
«En mayo de ese año, en la granja de su tío, Jesús ayudó por primera vez a cosechar trigo. Antes de cumplir los trece años ya había averiguado algo de prácticamente todo trabajo que desempeñaban los hombres y mujeres en Nazaret, excepto el trabajo en metal; cuando fue mayor, después de la muerte de su padre, pasó varios meses en el taller de un herrero.LU 124:1.11
Proposición. La negativa de Jesús a luchar por sus derechos le ocasionó pocos problemas, porque su colega Jacobo era un defensor siempre dispuesto.
«Tal vez la más desusada y notable característica era el hecho de que se negara a luchar por sus derechos. Era un muchacho bien desarrollado para su edad, por eso sus compañeros de juego se sorprendían de que no se defendiera de las injusticias ni de los abusos personales. En realidad, no sufrió mucho por este rasgo debido a su amistad con Jacob, su vecino, que era un año mayor. Jacob era hijo del albañil, socio de José. Jacob admiraba profundamente a Jesús y se aseguraba de que nadie se aprovechase de la aversión de Jesús por la lucha física. Varias veces ocurrió que jóvenes mayores y mal educados atacaron a Jesús, contando con su notoria docilidad, pero siempre sufrieron un castigo expedito y seguro de su autonombrado campeón y siempre listo defensor, Jacob, el hijo del albañil.» LU 124:2.4
Proposición. Fue un alumno atento, muy sociable, director de juegos e instructor nato.
«Su desarrollo físico continuaba; era un estudiante avanzado y privilegiado en la escuela; se llevaba relativamente bien en el hogar con sus hermanos y hermanas más jóvenes, teniendo la ventaja de contar con tres años y medio más que el mayor de otros niños. Todos tenían buena opinión de él en Nazaret a excepción de los padres de algunos de los niños menos inteligentes, que le acusaban de impertinencia, opinando que no mostraba suficiente humildad y reserva juvenil. Cada vez más intentaba dirigir las actividades de juego de sus amigos juveniles hacia campos más serios y razonables. Era un maestro innato y no podía dejar de actuar como tal aun cuando supuestamente jugaba.» LU 124:2.8
Proposición. Jesús pensó una vez en convertirse en pescador, pero finamente se decidió por la carpintería.
«Cuando viajó por primera vez con su padre para estudiar la industria pesquera en torno al lago de Galilea, Jesús prácticamente decidió hacerse pescador; pero su relación estrecha con la vocación de su padre le impulsó más adelante a hacerse carpintero, y aun más tarde decidió, debido a una combinación de influencias diversas, que sería un maestro religioso de una nueva orden.»LU 124:2.10
Proposición. Su conocimiento de los asuntos internacionales se lo dieron los viajeros que conoció en el taller de reparación de caravanas.
«Jesús pasaba mucho tiempo en la tienda de abastecimientos de las caravanas, y conversando con los viajeros de todas las regiones del mundo, adquirió un conocimiento sobre los asuntos internacionales, el cual era sorprendente para su edad. Éste fue el último año en que pudo disfrutar de juegos y de la alegría juvenil; de aquí en adelante las dificultades y las responsibilidades se multiplicaron en la vida de este joven.» LU 124:3.3
Proposición. José y María se sentían frustrados acerca de Jesús, porque nada milagroso había sucedido.
«Ya para comienzos de este año abrigaban José y María frecuentes dudas acerca del destino de su hijo primogénito. Por cierto, Jesús era un muchacho brillante y amable, pero él era tan difícil de comprender, tan evasivo de entender; además, nada acontecía que tuviera visos de extraordinario o de milagroso. Decenas de veces, esta madre orgullosa había esperado ansiosamente, casi sin respirar, un gesto sobrehumano, una acción milagrosa de su hijo; pero siempre esta esperanza anhelante se había visto destruída, dando paso a la desilusión más cruel. Esta situación era desalentadora, aun descorazonadora. El pueblo devoto de aquellos tiempos creía sinceramente que los profetas y los hombres de promesa manifestaban siempre su misión y establecían su autoridad divina por realizar milagros y por hacer maravillas. Pero Jesús no hacía nada de eso; por lo cual la confusión de sus padres se acrecentaba con el paso del tiempo al contemplar el futuro de este hijo.» LU 126:1.5
Proposición. Al final de sus decimoquinto año, había terminado el crecimiento de su mente y su cuerpo; ahora comenzaba la carrera de este joven de Nazaret.
«Al concluir su decimoquinto año concluyó Jesús la peligrosa y difícil travesía de ese período intermedio de la vida humana, ese período de transición entre la despreocupación y complacencia de la niñez y la noción del advenimiento de la edad adulta con su carga de responsabilidades y oportunidades para la adquisición de la experiencia avanzada en el desarrollo de un carácter noble. Ya había concluído el período de crecimiento mental y físico; ahora comenzaría la verdadera carrera de este joven nazareno.» LU 126:5.12
Proposición. El «Padre Nuestro» fue una evolución del altar familiar de Nazaret.
«Durante este año compuso Jesús la oración que posteriormente enseñaría a sus apóstoles, y que muchos conocen como «El Padre Nuestro». En cierto modo fue ésta algo que evolucionó antes del altar familiar, pues tenían ellos muchas fórmulas de alabar y varias oraciones formales. Después de la muerte de su padre, Jesús intentó enseñar a los niños mayores que podían expresarse individualmente en sus oraciones —así como le gustaba a él hacerlo— pero no alcanzaban a entender su pensamiento e invariablemente volvían a caer en la repetición de las oraciones aprendidas de memoria. Para estimular a los mayores entre sus hermanos y hermanas a que se expresaran espontáneamente en sus rezos, Jesús trataba de mostrarles el camino con palabras y frases sugestivas; de manera tal que, sin intención alguna por su parte, resultó que todos ellos utilizaban oraciones basadas casi enteramente en lo que Jesús les había sugerido.» LU 126:3.3
Proposición. Jesús se sintió confundido y frustrado a menudo, pero nunca se desanimó.
«Aparentemente todos los planes de Jesús para una carrera se habían desbaratado. Tal como estaban las cosas, el futuro no parecía sonreírle. Pero no vaciló ni se desalentó, sino que vivía, día tras día, desempeñando bien su deber presente y cumpliendo fielmente con las obligaciones inmediatas de su situación en el mundo. La vida de Jesús es el consuelo sempiterno de todos los idealistas desilusionados.» LU 126:5.4
Proposición. Creció hasta la vida adulta y pasó por todos los conflictos y confusiones de un joven promedio.
«Según se adentraba en la madurez, hubo de pasar por los conflictos y confusiones típicos de todo joven promedio de todas las eras humanas anteriores y subsecuentes. Y la dura disciplina inherente a la obligación de mantener a su familia fue una salvaguarda segura contra el que haya tenido tiempo para la meditación ociosa o la complacencia en tendencias místicas.» LU 126:5.9
Proposición. Aunque su madre lo alentó, Jesús rechazó unirse a los celotes.
«Desde Jerusalén llegó un groupo de organizadores a Galilea, y encontraron un terreno fértil para sus ideas hasta que llegaron a Nazaret. Cuando visitaron a Jesús, él los escuchó atentamente y les hizo muchas preguntas, pero rehusó incorporarse al partido. Se negó a explicar en detalle todos los motivos de esta decisión, y su actitud influyó sobre muchos de sus jóvenes amigos nazarenos que tampoco quisieron afiliarse.»
María hizo lo que pudo para inducirle a afiliarse, pero no hubo caso de convencerle. Hasta llegó a insinuar María que su actitud al negarse a abrazar la causa nacionalista como ella se lo pedía equivalía a una insubordinación, una violación de la promesa que él había hecho a su regreso de Jerusalén de que obedecería a sus padres; pero en respuesta a esta insinuación, él se limitó a apoyar una mano con ternura sobre su hombro y mirándola a los ojos le dijo: «Madre mía, ¿no te da vergüenza?», y María se desdijo inmediatamente.» LU 127:2.2
Proposición. A los diecisiete años se enfrentó a un asunto patriótico delicado y difícil.
«Jesús, que por ese entonces contaba apenas diecisiete años, tuvo que enfrentarse con una de las situaciones más difíciles y delicadas de su joven vida. Siempre es difícil para un líder espiritual tomar partido en los asuntos y sentimientos patrióticos, especialmente cuando éstos están complicados con un sistema opresor extranjero que recauda impuestos; en este caso la situación era doblemente difícil debido a la implicación de la religión judía misma en toda esta agitación contra Roma.» LU 127:2.6
Proposición. La agitación persistió; ya no gozó nunca más de un favor universal. Esta fue la razón principal de que se mudara a Cafarnaúm.
«Se había superado la crisis por el momento; pero el incidente no se olvidó jamás en Nazaret. La agitación persistía; Jesús ya no contaba con el favor universal; la diferencia de sentimientos no llegó nunca a superarse del todo. Este hecho, combinado más tarde con otros acontecimientos, fue uno de los motivos principales por los cuales años después Jesús se mudó a Capernaum. De ahí en adelante los sentimientos sobre el Hijo del Hombre en Nazaret permanecerían divididos.» LU 127:2.10
Proposición. Cuando eran jóvenes, Jesús y Juan Bautista se encontraron. En ese momento decidieron no volver a verse hasta que comenzaran su obra pública.
«Jesús y Juan tuvieron varias conversaciones a solas; hablando de muchos asuntos íntimos y personales. Al concluir esta discusión, los jóvenes acordaron que no volverían a verse hasta tanto no pudieran encontrarse en su ministerio público, cuando «recibieran el llamado del Padre celestial» para el cumplimiento de su obra. Juan quedó muy impresionado por todo lo que vio en Nazaret, tanto que se convenció de que debía regresar a su casa y trabajar para mantener a su madre. Estaba convencido de que habría de participar en la misión de la vida de Jesús, pero vio que Jesús tenía muchos años por delante para completar la crianza de su familia. Por eso se conformó con regresar a su hogar y ocuparse de su pequeña granja y atender a las necesidades de su madre. Juan y Jesús no volvieron a verse hasta aquel día en que el Hijo del Hombre se presentó junto al Jordán para ser bautizado.» LU 127:3.12
Proposición. Por su comportamiento en la muerte de Amós, Jesús se convirtió en el verdadero cabeza de familia.
«Durante la tarde del sábado 3 de diciembre de este año, la muerte visitó por segunda vez a esta familia de Nazaret. El pequeño Amós, el hermanito menor, falleció por una fiebre alta que duró una entera semana. En este período tan doloroso y desamparado, su hijo primogénito fue para María su único sostén y consuelo; finalmente, y en el sentido más pleno, ella reconoció en Jesús al verdadero jefe de la familia; y él fue siempre digno de ese título.» LU 127:3.13
Proposición. Jesús pudo movilizar su mente y centrar su atención en una tarea: podía vivir como si «viera a Aquel que es invisible».
«Jesús poseía la habilidad de movilizar efectivamente todos sus poderes de mente, alma y cuerpo en la tarea que le ocupaba a la sazón. Podía concentrar su mente profunda en el problema específico que quería resolver, y esto, unido a su incansable paciencia le permitió soportar serenamente todas las pruebas de una difícil existencia mortal —vivir como si estuviera «viendo a Aquel que es invisible».» LU 127:3.15
Proposición. Rebeca se enamora de Jesús.
«Aunque Jesús era pobre, su nivel social en Nazaret no había sufrido menoscabo. Era uno de los jóvenes más destacados de la ciudad y casi todas las doncellas lo consideraban con gran respeto. Puesto que Jesús era un espléndido ejemplar de robustez física y desarrollo intelectual, y teniendo en cuenta su reputación de líder espiritual, no es de extrañar que Rebeca, la hija mayor de Esdras, un rico mercader de Nazaret, descubriera que se estaba enamorando de este hijo de José. Primero le confió sus sentimientos a Miriam, la hermana de Jesús, quien a su vez se lo comentó a su madre. María se alarmó mucho. ¿Es que iba ella a perder a su hijo ahora, cuando se había convertido en el indispensable jefe de familia? ¿Es que sus tribulaciones nunca tendrían fin? ¿Qué más podría ocurrir? También meditó sobre qué efecto podría tener el matrimonio para la futura carrera de Jesús. No muy a menudo, pero por lo menos de cuando en cuando aún recordaba el hecho de que Jesús era un «hijo de promesa».» LU 127:5.1
Proposición. Rebeca, al fracasar con María y Míriam, fue directamente a Jesús.
«Interpretó el ansia de María por disuadirla como una reacción natural al temor de perder al jefe y el único sostén de su familia; pero sabiendo que su padre aprobaba de su atracción por el hijo del carpintero, pensó que no tendría inconveniente en proveer a la familia con suficientes ingresos como para compensar ampliamente la pérdida de las ganancias de Jesús; y tenía razón. Cuando su padre manifestó que así lo haría, Rebeca habló nuevamente varias veces con María y Miriam, pero al no conseguir su apoyo, decidió armarse de valor y acudir directamente a Jesús. Así lo hizo pues con la cooperación de su padre, quien invitó a Jesús a su casa para la celebración de los diecisiete años de Rebeca.» LU 127:5.2
Proposición. Por muchas razones, Jesús declinó amable pero firmemente la devoción de Rebeca.
«Jesús escuchó atenta y compasivamente la exposición de estos sentimientos, primero del padre de Rebeca, y luego de ella misma. Replicó con gentileza que no había suma de dinero que pudiera rescatarlo de su obligación personal para con la familia de su padre, «de cumplir con el deber humano más sagrado —la lealtad a la propia carne y sangre de uno». El padre de Rebeca se sintió profundamente conmovido por las palabras con que Jesús expresaba su devoción familiar y se retiró de la entrevista. Su único comentario a María, su esposa, fue: «No podemos tenerle como hijo; es demasiado noble para nosotros».»
«Allí comenzó esa extraordinaria conversación con Rebeca. Hasta ese momento de su vida, poca distinción había hecho Jesús entre muchachos y muchachas, jóvenes y doncellas. Su mente estaba tan ocupada con los problemas de los asuntos terrenales prácticos y la fascinante contemplación de su carrera futura «en los asuntos de su Padre», que jamás había considerado seriamente la consumación del amor personal en el matrimonio humano. Se encontraba ahora frente a frente con otro de esos problemas que todo ser humano común debe enfrentar y solucionar. En verdad fue él «tentado en todo según vuestra semejanza».» LU 127:5.3
Proposición. Rebeca quedó destrozada. Lo siguió durante su memorable vida y estuvo presente en la crucifixión.
«Grande fue la desesperación de Rebeca. No hubo forma de consolarla, y con el corazón adolorido, insistió con su padre para que se fueran de Nazaret, hasta que finalmente él convino en mudarse a Séforis. En los años que siguieron, Rebeca no tuvo más que una respuesta para los muchos hombres que pretendían su mano en matrimonio. Vivía para un único propósito —esperar la hora en que éste a quien ella consideraba el más grande hombre de todos los tiempos comenzara su carrera como maestro de la verdad viviente. Devotamente le siguió ella durante los años memorables de labor pública, estando presente (sin que Jesús advirtiera su presencia) el día de su ingreso triunfal a Jerusalén; y estuvo «entre las otras mujeres» junto a María, esa tarde fatídica y trágica en que estaba el Hijo del Hombre en la cruz, porque para ella, como para incontables mundos en lo alto, él era «el del amor total, el más grande entre diez mil».» LU 127:5.6
Proposición. Jesús celebró la «Pascua sin derramamiento de sangre» con los jóvenes de Betania. Tuvo uno de sus brotes periódicos contra la tradición.
«Durante esta visita ocurrió uno de esos brotes periódicos de rebelión contra la tradición —la expresión de resentimiento de Jesús ante prácticas ceremoniales que según él adulteraban la representación de su Padre celestial. No sabiendo que venía Jesús, Lázaro se había dispuesto a celebrar la Pascua con unos amigos en una aldea vecina sobre el camino a Jericó. Jesús propuso ahora que celebraran la fiesta donde estaban, en casa de Lázaro. «Pero», dijo Lázaro, «no tenemos cordero pascual». Y allí inició Jesús una prolongada y convincente disertación para demostrar que el Padre celestial en verdad no les daba importancia a ciertos rituales tan infantiles y carentes de significado. Después de pronunciar una solemne y ferviente oración, se levantaron y dijo Jesús: «Dejad que la mente infantil y oscurecida de mi pueblo sirva a su Dios como Moisés mandó; es mejor que así lo hagan. Pero dejad que nosotros que hemos visto la luz de la vida no nos dirijamos al Padre a través de la oscuridad de la muerte. Dejad que seamos libres en el conocimiento de la verdad del amor eterno de nuestro Padre».» LU 127:6.6
Proposición. Está aprendiendo a cargar con responsabilidades y a enfrentarse a las decepciones. Ajusta metas lejanas de idealismo a las metas presentes de necesidad.
«Jesús se está convirtiendo rápidamente en hombre, no simplemente un joven adulto, sino un adulto. Ha aprendido bien a cumplir con sus obligaciones. Sabe sobreponerse a las desilusiones, y no se amilana cuando se frustran sus planes y cuando sus propósitos resultan temporalmente derrotados. Ha aprendido a ser equitativo y justo aun frente a la injusticia, y está aprendiendo a ajustar sus ideales de vida espiritual a las demandas prácticas de la existencia terrestre. Está aprendiendo a proyectar la consecución de metas idealistas más distantes y elevadas mientras labora seriamente por la consecución de objetivos necesarios más cercanos e inmediatos. Está desarrollando el arte de ajustar sus aspiraciones a las demandas convencionales de los acontecimientos humanos.» LU 127:6.12
Proposición. Jesús está dominando la técnica de:
«Está a punto de dominar la técnica de utilización de la energía del impulso espiritual para mover el mecanismo del logro material. Lentamente está aprendiendo a vivir su vida celestial mientras continúa viviendo la vida terrestre. Cada vez más se acoge a la orientación y dirección final de su Padre celestial a la vez que asume el papel paterno de orientar y dirigir a los hijos de su familia terrestre. Se está volviendo experto en arrancar la victoria de las fauces mismas de la derrota; está aprendiendo a transformar las dificultades temporales en triunfos de la eternidad.» LU 127:6.12
Proposición. Jesús vivió plenamente la vida en la carne. Es un hermano comprensivo, un amigo compasivo, un soberano experimentado y un padre misericordioso.
«Así pues, según pasan los años, este joven nazareno sigue experimentando la vida como se la vive en la carne mortal de los mundos del tiempo y del espacio. Vive una vida plena, repleta, representativa en Urantia. Al partir de este mundo, llevó toda la experiencia que sus criaturas atraviesan durante los cortos y arduos años de su primera vida, la vida en la carne. Y esta total experiencia humana, es una posesión eterna del Soberano del Universo. Él es nuestro hermano comprensivo, nuestro amigo compasivo, nuestro soberano experto y nuestro padre misericordioso.» LU 127:6.13
Proposición. Jesús está en el umbral de la edad adulta, rico en experiencia humana y lleno de compasión hacia las flaquezas de la naturaleza humana.
«Nacido en el mundo como un niño del reino, ha vivido su infancia y ha pasado por las distintas etapas de la adolescencia y juventud; está ahora en el umbral de la plena edad adulta, rico en la experiencia del vivir humano, repleto de comprensión de la naturaleza humana, y lleno de compasión por las flaquezas de la naturaleza humana. Se está volviendo experto en el arte divino de revelar su Padre del Paraíso a las criaturas mortales de todas las edades y etapas.» LU 127:6.15
Proposición. Vivió una vida humana normal y promedio, y luchó contra las vicisitudes del entorno mortal.
«Al comenzar Jesús de Nazaret los primeros años de su vida adulta, había vivido, y seguía viviendo en la tierra, una vida humana común y corriente. Jesús vino a este mundo como viene cualquier niño humano. Nada tuvo que ver con la selección de sus padres, aunque sí eligió este mundo para llevar a cabo su séptimo y último autootorgamiento, su encarnación en la semejanza de la carne mortal; pero en todos los demás aspectos entró en el mundo de una manera natural, creció como cualquier otro hijo del reino y luchó con las vicisitudes de su ambiente como lo hacen todos los mortales de este mundo y de los otros mundos semejantes.» LU 128:0.1
Proposición. Siempre tuvo presente el doble propósito del otorgamiento de Miguel.
«Tened siempre presente el doble propósito del autootorgamiento de Micael en Urantia:
Obtener la maestría de la experiencia en la carne mortal de vivir la vida completa de una criatura humana, o sea la culminación de su soberanía en Nebadon.
Revelar el Padre Universal a los moradores mortales de los mundos del tiempo y del espacio y conducir a estos moradores más eficazmente hacia una mejor comprensión del Padre Universal.» LU 128:0.2
Proposición. Como hombre, se dispuso a realizar la formidable tarea de hacer realidad esta naturaleza dual: la personalidad de Jesús de Nazaret.
«Al llegar a los años adultos, Jesús se dispuso con todo empeño y con plena conciencia de sí mismo a la tarea de completar la experiencia y conocer a fondo la vida de la forma más baja de sus criaturas inteligentes, para así ganar final y plenamente el derecho al gobierno incondicional de este universo por él creado. Se dedicó a esta tarea formidable con el conocimiento pleno de su doble naturaleza. Pero ya había conseguido eficazmente combinar estas dos naturalezas en una sola: la de Jesús de Nazaret.» LU 128:1.1
Proposición. Jesús fue hecho carne y habitó entre nosotros; experimentó toda la gama de emociones humanas: «fue tentado en todo según vuestra semejanza». Todavía ostenta el título de «Hijo del Hombre».
«Josué ben José sabía muy bien que él era un hombre, un hombre mortal, nacido de una mujer. Así lo demostró al seleccionar como su primer título el de Hijo del Hombre. En verdad compartió la carne y la sangre, e incluso ahora, al presidir con autoridad soberana los destinos de un universo, conserva entre sus numerosos y bien ganados títulos, el de Hijo del Hombre. Es literalmente cierto que el Verbo creador — el Hijo Creador— del Padre Universal «se hizo carne y habitó como hombre en el reino de Urantia». Trabajó, se cansó, descansó y durmió. Tuvo hambre, y la sació con alimentos; tuvo sed, y apagó su sed con agua. Sintió en carne propia toda la gama de las emociones y los sentimientos humanos; fue «tentado en todo según vuestra semejanza», y padeció y murió.» LU 128:1.2
Proposición. Adquirió sabiduría mediante la experiencia y antes de su bautismo no utilizó ningún poder sobrehumano. Fue un verdadero hombre entre los hombres.
«Obtuvo conocimientos, adquirió experiencia, y los combinó en la sabiduría, tal como lo hacen otros mortales del reino. Hasta después de su bautismo no se aprovechó de ningún poder sobrenatural. Ningún medio utilizó que no fuera parte de su dote humana como hijo de José y María.
«En cuanto a los atributos de su existencia prehumana, se despojó de aqellos. Antes del comienzo de su trabajo público, su conocimiento de los hombres y de los sucesos estaba limitado exclusivamente a su propia experiencia. Fue un verdadero hombre entre los hombres.» LU 128:1.3
Proposición. Es cierto para siempre que: «tenemos un alto gobernante que sabe conmoverse con el sentimiento de nuestros debilidades».
«Es una eterna y gloriosa verdad que «tenemos un alto gobernante que sabe conmoverse con el sentimiento de nuestros debilidades. Tenemos un Soberano que fue probado y tentado en todos los aspectos como nosotros, pero no pecó». Puesto que él mismo sufrió, fue probado y comprobado, puede comprender y ministrar plenamente a los que están confundidos y agobiados.» LU 128:1.5
Proposición. Uno de los episodios conmovedores del viaje a Roma fue la propuesta de Ganid de que crearan una nueva religión. Este se sentía fascinado por la amplitud de mente, la equidad y la tolerancia de Jesús.
«Entonces exclamó Ganid: «Maestro, formemos tú y yo una nueva religión, una religión que sea suficientemente buena para la India y suficientemente grande para Roma, y quizás podamos cambiársela a los judíos por Yahvé». Y Jesús replicó: «Ganid, las religiones no se hacen. Las religiones del hombre maduran durante largos períodos de tiempo, a la vez que las revelaciones de Dios fulguran sobre la tierra en la vida de los hombres que revelan Dios a sus semejantes». Pero ellos no comprendieron el significado de estas palabras proféticas.
«Esa noche, cuando se acostaron, Ganid no podía dormir. Habló largamente con su padre y finalmente le dijo, «Sabes, padre, a veces pienso que Josué es un profeta». Su padre medio dormido sólo le replicó: «Hijo mío, hay otros—».»
«A partir de ese día, y durante el resto de su vida natural, Ganid siguió desarrollando una religión propia. En su mente se conmovía profundamente por la liberalidad, equidad y tolerancia de Jesús. En todas las conversaciones de ellos sobre filosofía y religión no experimentó este joven nunca sentimientos de resentimiento ni reacciones de antagonismo.» LU 132:7.6
Proposición. Ganid no lo sabía, pero estaban creando una nueva religión: el nuevo camino de salvación, la revelación de Dios al hombre en Jesús.
«¡Qué escena para la contemplación de las inteligencias celestiales!, este espectáculo del joven indio proponiéndole al Creador de un universo que hagan una nueva religión! Aunque el joven no lo supiera, estaban realmente formando una nueva y perdurable religión en ese mismo momento y lugar —este nuevo camino de la salvación, la revelación de Dios al hombre a través de Jesús y en Jesús. Lo que el joven más ansiaba hacer, estaba inconscientemente haciéndolo en ese momento. Así fue, y así es, por siempre. Lo que una imaginación humana esclarecida y reflexiva, que ha recibido la enseñanza y la guía espirituales, quiere sincera y altruísticamente ser y hacer, se torna mediblemente creativo según el grado de dedicación del mortal a la ejecución divina de la voluntad del Padre. Cuando el hombre se asocia con Dios, pueden ocurrir, y ocurren, realmente cosas grandiosas.» LU 132:7.9
Proposición. El aislamiento en el monte Hermón marcó el final de la carrera puramente humana de Jesús y su consagración plena al resto de su ministerio.
«El Ajustador del Pensamiento residente condujo a Jesús a apartarse de los lugares habitados por los hombres y ascender al Monte Hermón para terminar allí la labor de conquista de su mente humana y completar la tarea de su consagración plena al resto de su ministerio en la tierra…
«Fue ésta una de esas épocas inusitadas y extraordinarias en la vida terrenal del Maestro en Urantia. Otra muy similar fue la que experimentó al retirarse solitario a las colinas cercanas a Pella, inmediatamente después de su bautismo. Este período de aislamiento en el Monte Hermón marcó la terminación de su carrera puramente humana, es decir, la terminación de hecho del autootorgamiento en semejanza de un mortal, mientras que el aislamiento posterior señaló el comienzo de la fase más divina del autootorgamiento. Jesús vivió a solas con Dios durante seis semanas en las faldas del Monte Hermón.» LU 134:7.6
Proposición. Jesús despidió a su serafín guardián y pasó por la gran prueba únicamente con su Ajustador para que le guiara.
«Ese primer día, después de separarse de Tiglat, Jesús no había ascendido más que un breve tramo de la montaña cuando se detuvo para orar. Entre otras cosas le pidió a su Padre que enviara a su serafín guardián para que «acompañara a Tiglat». Pidió que se le permitiera enfrentarse a solas en su último combate con las fuerzas de la existencia mortal. Y esta petición le fue concedida. Acudió a la gran prueba con la única ayuda y respaldo de su Ajustador residente.» LU 134:8.2
Proposición. Jesús se enfrentó a enemigos reales, no a fantasmas de una mente debilitada y hambrienta.
«Jesús comió frugalmente durante su permanencia en las montañas; se abstuvo de todo alimento sólo un día o dos a la vez. Los seres superhumanos que se le enfrentaron en la montaña, contra quienes luchó en espíritu y a quienes derrotó en poder, eran verdaderos; eran sus enemigos acérrimos en el sistema de Satania; no eran fantasmas de la imaginación producidos por los desvaríos mentales de un mortal debilitado y hambriento que ya no podía distinguir la realidad de las visiones de una mente desordenada.» LU 134:8.3
Proposición. En el monte Hermón, Jesús completó el dominio de la mente y logró la meta del logro humano. Pudo afirmar la ascendencia de su naturaleza divina sobre su naturaleza humana.
«Jesús pasó las últimas tres semanas de agosto y las primeras tres semanas de septiembre en el Monte Hermón. Durante este período completó la tarea mortal de lograr los círculos de comprensión de la mente y de control de la personalidad. A lo largo de este período de comunión con su Padre celestial, también completó el Ajustador residente los servicios que se le habían asignado. La meta mortal de esta criatura terrenal fue alcanzada allí. Sólo faltaba la consumación de la fase final de armonización de la mente con el Ajustador.»
«Al cabo de más de cinco semanas de ininterrumpida comunión con su Padre del Paraíso, Jesús estuvo plenamente seguro de su propia naturaleza, y de la certidumbre de su triunfo sobre los niveles materiales de la manifestación espacio-temporal de su personalidad. Creía plenamente en la ascendencia de su naturaleza divina sobre su naturaleza humana y no dudó en afirmarlo.» LU 134:8.4
Proposición. En el monte, se produjo la gran tentación (la prueba del universo). Y Jesús ganó.
«Hacia el final de su estancia en la montaña, Jesús pidió a su Padre que le permitiera celebrar una conferencia con sus enemigos de Satania en su calidad de Hijo del Hombre, de Josué ben José. Esta petición le fue concedida. Durante la última semana en el Monte Hermón, tuvo lugar la gran tentación, la prueba cósmica. Satanás (representando a Lucifer) y el rebelde Príncipe Planetario Caligastia, estuvieron presentes con Jesús y se le hicieron plenamente visibles. Y esta «tentación», esta prueba final de la lealtad humana, en presencia de las tergiversaciones de las personalidades rebeldes, nada tuvo que ver con su falta de alimento, los pináculos del templo, ni acciones presuntuosas. No tuvo que ver con los reinos de este mundo, sino con la soberanía de un universo poderoso y glorioso. El simbolismo de las escrituras estaba destinado a las eras atrasadas del pensamiento infantil del mundo. Y las generaciones subsiguientes deben entender mejor la gran lucha por que pasó el Hijo del Hombre ese día extraordinario en el Monte Hermón.» LU 134:8.6
Proposición. Un día de verano, entre el silencio de la naturaleza, Miguel de Nebadon ganó la soberanía incuestinoable de su universo.
«Una tarde a finales del verano, entre los árboles y el silencio de la naturaleza, Micael de Nebadon ganó la indisputada soberanía de su universo. Ese día completó la tarea que han de cumplir los Hijos Creadores, la de vivir plenamente la vida encarnada en la semejanza de la carne mortal, en los mundos evolutivos del tiempo y del espacio. El anuncio del universo sobre este logro monumental no se efectuó hasta el día de su bautismo, meses más tarde, pero en realidad tuvo lugar ese día en la montaña.» LU 134:8.9
Proposición. Jesús fue bautizado como ejemplo para sus hermanos y para que se supiera que su hora había llegado.
«Absorto como lo estaba en los detalles de bautizar rápidamente a un número tan grande de conversos, Juan no levantó la vista ni vio a Jesús sino hasta que el Hijo del Hombre estuvo en su inmediata presencia. Cuando Juan reconoció a Jesús, se interrumpieron por un momento las ceremonias al saludar a su primo carnal y preguntarle: «Pero ¿por qué bajas tú hasta el agua para saludarme?» Y Jesús respondió: «Para ser bautizado por ti». Y Juan replicó: «Pero yo necesito ser bautizado por ti. ¿Cómo es que tú vienes a mí?» Y Jesús le susurró a Juan: «Sé paciente conmigo ahora porque corresponde que les demos este ejemplo a mis hermanos que aquí están junto a mí, y para que la gente pueda saber que ha llegado mi hora».» LU 135:8.5
Proposición. Juan bautizó a Jesús y a sus hermanos y escucho la voz: «Este es mi Hijo amado en quien tengo complacencia».
«Tan intenso y persuasivo era el tono de finalidad y autoridad en la voz de Jesús, que Juan se dispuso, temblando de emoción, a bautizar a Jesús de Nazaret en el Jordán al mediodía del lunes 14 de enero del año 26 d. de J. C… Así Juan bautizó a Jesús y a sus dos hermanos Santiago y Judá. Y cuando Juan hubo bautizado a estos tres, despidió a los otros por el resto del día, anunciando que reanudaría los bautismos al mediodía del día siguiente. Mientras la gente se marchaba, los cuatro hombres, aún de pie en el agua, oyeron un sonido extraño y en seguida, por un instante, vislumbraron una aparición por sobre la cabeza de Jesús, y oyeron una voz que decía: «Éste es mi hijo amado en quien tengo complacencia». Sobrevino un gran cambio en el semblante de Jesús, que saliendo del agua en silencio se apartó de ellos, dirigiéndose hacia las colinas al oriente. Nadie le volvió a ver por cuarenta días.» LU 135:8.6
Proposición. Jesús era en el Jordán un mortal perfeccionado de los mundos evolutivos. Existía una perfecta sincronía entre Jesús y su Ajustador.
«Cuando Jesús de Nazaret bajó al Jordán para ser bautizado, era un mortal de este mundo que había alcanzado el pináculo de la ascensión evolutiva humana en todos los aspectos relacionados con la conquista de la mente y la identificación del yo con el espíritu. Estuvo de pie en el Jordán ese día, como un mortal perfeccionado de los mundos evolutivos del tiempo y del espacio. Una sincronía perfecta y una comunicación plena se habían establecido entre la mente mortal de Jesús y el Ajustador espiritual residente, el don divino de su Padre en el Paraíso. Un Ajustador como éste, reside en todos los seres normales que viven en Urantia desde la ascensión de Micael al liderazgo de su universo, excepto que el Ajustador de Jesús había sido preparado previamente para esta misión especial porque había habitado de manera similar en otro sobrehumano encarnado en la semejanza de la carne mortal: Maquiventa Melquisedek.» LU 136:2.2
Proposición. Normalmente, cuando un hombre y su Ajustador se sincronizan, se produce la fusión. El Ajustador de Jesús fue personalizado y apareció como una presencia.
«Ordinariamente, cuando un mortal llega a tales altos niveles de perfección de la personalidad, ocurren esos fenómenos preliminares de elevación espiritual que culminan finalmente en la fusión del alma madura del mortal con su Ajustador divino asociado. Y aparentemente debía producirse un cambio de esta naturaleza en la experiencia de la personalidad de Jesús de Nazaret ese mismo día en que descendió al Jordán acompañado por sus dos hermanos para ser bautizado por Juan. Esta ceremonia era el acto final de su vida puramente humana en Urantia, y muchos observadores superhumanos esperaban presenciar la fusión del Ajustador con la mente que habitaba, pero estaban destinados todos ellos a sufrir una desilusión. Ocurrió algo nuevo y aun más grande. Mientras Juan ponía sus manos sobre Jesús para bautizarlo, el Ajustador residente se despidió para siempre del alma humana perfeccionada de Josué ben José. Pocos momentos después, esta entidad divina regresó de Diviningtón como un Ajustador Personalizado y jefe de su clase en todo el universo local de Nebadon. Así pues pudo Jesús ver a su propio ex espíritu divino descendiendo sobre él de regreso en forma personalizada. Y oyó ahora a este mismo espíritu de origen del Paraíso hablar y decir: «Éste es mi Hijo amado en quien tengo complacencia». Juan, y los dos hermanos de Jesús, también oyeron estas palabras. Los discípulos de Juan, que estaban a la orilla del río, no oyeron estas palabras ni vieron la aparición del Ajustador Personalizado. Sólo los ojos de Jesús contemplaron al Ajustador Personalizado.» LU 136:2.3
Proposición. Tras el bautismo, el Ajustador Personalizado presentó a Jesús una visión de su estatus preotorgamiento como Hijo de Dios.
«Cuando así hubo hablado el Ajustador Personalizado, regresado y ahora exaltado, todo fue silencio. Y mientras los cuatro permanecían de pie en el agua, Jesús, volviendo la mirada hacia arriba, al Ajustador que se encontraba cerca, oró de este modo: «Padre mío que reinas en el cielo, santificado sea tu nombre. ¡Venga tu reino! Que se haga tu voluntad en la tierra, así como se hace en el cielo». Cuando hubo orado, «se abrieron los cielos», y el Hijo del Hombre vio la visión, presentada por el Ajustador ahora Personalizado, de sí mismo como Hijo de Dios tal como era antes de venir a la tierra en semejanza de la carne mortal, y como volvería a ser cuando terminara su vida encarnada. Esta visión celestial fue solamente para los ojos de Jesús.» LU 136:2.4
Proposición. El bautismo terminó con la vida puramente humana de Jesús.
«Este día de bautismo llevó a su término la vida puramente humana de Jesús. El Hijo divino ha encontrado a su Padre, el Padre Universal ha encontrado a su Hijo encarnado, y se hablan el uno al otro.» LU 136:2.7
Proposición. Jesús resistió la gran tentación en el monte Hermón. Tras el bautismo, pasó cuarenta días formulando su técnica de proclamación del nuevo evangelio.
«Jesús había resistido a la gran tentación de su autootorgamiento en semejanza de un mortal antes de su bautismo, cuando se había humedecido con el rocío del Monte Hermón durante seis semanas. Allí en el Monte Hermón, como un mortal del mundo sin ayuda alguna, se había enfrentado con el pretendiente de Urantia, Caligastia, el príncipe de este mundo, y lo había derrotado. En ese día lleno de acontecimientos, según se ve en los archivos del universo, Jesús de Nazaret se convirtió en el Príncipe Planetario de Urantia. Este Príncipe de Urantia, que muy pronto sería proclamado Soberano supremo de Nebadon, iniciaba ahora cuarenta días de retiro, para elaborar sus planes y seleccionar la técnica que utilizaría para proclamar el nuevo reino de Dios en el corazón de los hombres.» LU 136:3.1
Proposición. Gabriel y el Padre de la Constelación informaron a Jesús de que había completado su soberanía y de la exoneración del otorgamiento de Emmanuel.
«Mientras estaba en la montaña conversando con Gabriel, el Padre de la Constelación de Edentia apareció en persona ante Jesús y Gabriel y dijo: «Los antecedentes están completos. La soberanía de Micael 611.121 sobre su universo de Nebadon se entroniza por completo a la diestra del Padre Universal. Yo te traigo de Emanuel, tu hermano y patrocinador de tu encarnación en Urantia, la exoneración del autootorgamiento. Ahora o en cualquier momento subsiguiente, en la forma que tú selecciones, podrás dar por terminada la encarnación autootorgadora, ascender a la diestra de tu Padre, recibir tu soberanía, y tomar tu bien ganado gobierno incondicional de todo Nebadon. También doy fe de que se han completado, por autorización de los Ancianos de los Días, los expedientes del superuniverso, relativos a la terminación de rebeliones pecaminosas en tu universo y que se te ha otorgado autoridad plena e ilimitada para enfrentarte con todas y cada una de tales posibles sublevaciones en el futuro. Tu obra en Urantia y en la carne de la criatura mortal está formalmente terminada. De ahora en adelante, lo que hagas dependerá de tu propia elección».» LU 136:3.5
Proposición. Los cuarenta días fueron un periodo de grandes decisiones.
«Los cuarenta días de soledad en el desierto montañoso no fueron un período de grandes tentaciones sino más bien el período de las grandes decisiones del Maestro. Durante estos días de solitaria comunión consigo mismo y con la presencia inmediata de su Padre —el Ajustador Personalizado (ya no tenía él un guardián serafín personal)— tomó, una por una, las grandes decisiones que controlarían su política y conducta por el resto de su carrera terrenal. Posteriormente surgió la tradición de la gran tentación durante este período de aislamiento debido a la confusión con la crónica fragmentaria de la lucha en el Monte Hermón, y además porque era costumbre que todos los grandes profetas y líderes humanos comenzaran su carrera pública sometiéndose a un supuesto período de ayuno y de oración. Había sido siempre la costumbre de Jesús, cada vez que se enfrentaba con decisiones nuevas o importantes, retirarse para comulgar con su propio espíritu, para llegar a conocer la voluntad de Dios.» LU 136:4.10
Proposición. Jesús decidió que no utilizaría los recursos sobrehumanos que tenía a su disposición, a no ser que fuera la voluntad de su Padre.
«Jesús decidió que no utilizaría ni una sola personalidad de esta vasta asamblea a menos que resultara evidente que el uso era la voluntad de su Padre. A pesar de esta decisión general, estas vastas huestes permanecieron con él por el resto de su vida terrenal, siempre listas para obedecer la menor expresión de la voluntad de su Soberano. Aunque Jesús no contemplaba constantemente con sus ojos humanos a estas personalidades asistentes, su Ajustador Personalizado asociado las veía constantemente y podía comunicarse con ellas en todo momento.» LU 136:5.2
Proposición. El Ajustador Personalizado, al tomar el cargo de las huestes celestiales, recordó a Jesús su incapacidad de limitar su vida en lo que respecta al tiempo.
«Al aceptar el mando de las huestes universales que servían a Cristo Micael, el Ajustador Personalizado insistió en señalar a Jesús que, si bien sería posible limitar en el espacio las actividades de esa asamblea de criaturas universales mediante la autoridad delegada de su Creador, tales limitaciones no se aplicaban en relación con su función en el tiempo. Esta limitación se debía al hecho de que los Ajustadores, una vez que han sido personalizados, son seres sin tiempo. Por consiguiente se le advirtió a Jesús que, aunque el control del Ajustador sobre las inteligencias vivas colocadas bajo su mando sería completo y perfecto en todos los asuntos relacionados con el espacio, no podrían imponerse tales limitaciones perfectas en los asuntos relacionados con el tiempo. Dijo el Ajustador: «Impediré, tal como tú me lo has ordenado, la intervención de estas huestes de inteligencias universales servidoras en todo aspecto que se relacione con tu carrera terrenal, excepto en aquellos casos en los que el Padre del Paraíso me instruya que exima a tales agencias de la prohibición a fin de que se cumpla su voluntad divina a la que tú has elegido someterte, y en aquellos casos en los que tú puedas emprender una elección o acción de tu voluntad divina-humana que tan sólo implique desviaciones del orden terrestre natural relacionadas con el tiempo. En todos los eventos de esta índole, soy impotente, y tus criaturas aquí reunidas en perfección y unidad de poder son del mismo modo impotentes. Si tus naturalezas unidas abrigan en algún momento tales deseos, estos mandatos de tu elección serán inmediatamente ejecutados. Tu deseo en todos esos asuntos constituirá la condensación del tiempo, y la cosa proyectada es existente. Bajo mi autoridad esto constituye la limitación más plena posible que pueda imponerse a tu soberanía potencial. En mi autoconciencia, el tiempo es no existente, por lo tanto no puedo limitar a tus criaturas en ningún asunto relacionado con el tiempo».» LU 136:5.4
Proposición. Jesús podía limitar fácilmente sus actividades en lo que respecta al espacio, pero no en cuanto al tiempo.
«Gracias al control supervisor de su Ajustador asociado y Personalizado, era posible para Micael, limitar perfectamente sus actividades personales en la tierra en lo que se refería al espacio, pero no era posible para el Hijo del Hombre, limitar de la misma manera su nueva situación en la tierra como Soberano potencial de Nebadon en lo que se refería al tiempo. Y éste era el estado real de Jesús de Nazaret cuando salió para comenzar su ministerio público en Urantia.» LU 136:5.6
Proposición. Jesús rechazó ser un hacedor de milagros. Sabía que los milagros solo atraerían una lealtad superficial.
«Jesús sabiamente vio que hacer milagros y ejecutar prodigios tan sólo atraería una lealtad superficial en intimidar la mente material. Tales acciones no revelarían a Dios ni salvarían a los hombres. Se negó a ser simplemente un hacedor de milagros. Resolvió que se ocuparía de una sola tarea: el establecimiento del reino del cielo.»LU 136:8.2
Proposición. Debido a los sentimientos tiernos hacia su madre, Jesús se vio llevado sin querer a transformar el agua en vino.
«Por muchos años, María se había dirigido siempre a Jesús en busca de ayuda para todas las crisis de su vida hogareña en Nazaret, de manera que era tan sólo natural que ella pensara en acudir a él en este momento. Pero esta madre ambiciosa tenía otros motivos al acudir a su hijo primogénito en esta ocasión. Jesús estaba de pie a solas en un rincón del jardín cuando se le acercó su madre y le dijo: «Hijo mío, no tienen vino». Y Jesús respondió: «Mi buena mujer, ¿qué tengo yo que ver con eso?». María dijo: «Pero yo creo que tu hora ha llegado; ¿no puedes tú ayudarnos?» Jesús replicó: «Nuevamente declaro que no he venido para hacer las cosas de esa manera. ¿Por qué me atribulas otra vez con estos asuntos?» Entonces, quebrantada en lágrimas, María le suplicó: «Pero, hijo mío, yo les prometí que tú nos ayudarías; ¿por favor, no querrías hacer algo por mí?». Habló Jesús entonces: «Mujer, ¿qué tienes tú que ver con hacer tales promesas? Cuídate de no volverlas a hacer. Debemos en todas las cosas esperar la voluntad del Padre que está en el cielo».
«María, la madre de Jesús, estaba desesperada; ¡estaba aturdida! Al verla parada frente a él, inmóvil, con el rostro bañado de lágrimas, el corazón humano de Jesús se inundó de compasión por la mujer que le había dado el ser en la carne; e inclinándose hacia adelante, apoyó tiernamente la mano sobre su cabeza diciéndole: «Basta, basta madre María, no llores por mis palabras aparentemente duras, porque ¿no te he dicho muchas veces que he venido solamente para hacer la voluntad de mi Padre celestial? Con cuánta alegría haría yo lo que me pides si fuera parte de la voluntad de mi Padre—» y Jesús se detuvo de pronto, vacilando. María pareció percibir que estaba sucediendo algo. Le arrojó impulsivamente los brazos al cuello, lo besó, y corrió hasta donde estaban los criados diciendo: «Lo que mi hijo os diga, así lo haréis». Pero Jesús no dijo nada. Se daba cuenta de que él ya había dicho —o más bien había deseado— demasiado.» LU 137:4.9
Proposición. María estaba llena de júbilo, pensando que al fin había inducido a su hijo a afirmar su poder.
«María danzaba de júbilo. No sabía cómo se produciría el vino, pero confiaba en que finalmente había persuadido a su hijo primogénito a afirmar su autoridad, atreverse a manifestarse y reclamar su posición y exhibir su poder mesiánico. Y, debido a la presencia y a la asociación de ciertos poderes y personalidades universales, que todos los allí presentes ignoraban completamente, ella no habría de ser defraudada. El vino que deseaba María y que Jesús, el Dios-hombre, humana y compasivamente también había deseado, se estaba produciendo.»LU 137:4.10
Proposición. Lo que no tiene tiempo sucedió: el agua se convirtió en vino.
«Había allí cerca seis grandes vasijas de piedra, llenas de agua, con capacidad para unos ochenta litros cada una. El agua estaba destinada a las ceremonias finales de purificación de la celebración nupcial. La conmoción de los criados alrededor de estas enormes vasijas de agua, bajo la atareada dirección de su madre, atrajo la atención de Jesús, que al acercarse, observó que estaban vertiendo vino en jarras de las ánforas de agua.» LU 137:4.11
Proposición. Jesús se dio cuenta de lo que había sucedido y, de todos los invitados, él era el más sorprendido.
«Gradualmente Jesús se fue dando cuenta de lo que había sucedido. De entre todas las personas que estaban presentes en la fiesta matrimonial de Caná, Jesús era el que más sorprendido estaba. Otros habían esperado que él obrara un prodigio, pero eso era precisamente lo que se había propuesto no hacer. Y recordó entonces el Hijo del Hombre la admonición de su Ajustador del Pensamiento Personalizado en las montañas. Recordó que el Ajustador le había advertido acerca de la incapacidad de todo poder o personalidad de privarlo de su prerrogativa creadora de ser independiente del tiempo. En esta ocasión, los transformadores del poder, los seres intermedios, y todas las demás personalidades requeridas estaban reunidas junto al agua y a los otros elementos necesarios, y en presencia del deseo expreso del Soberano Creador del Universo, no había forma de evitar la aparición instantánea del vino. Este acontecimiento se confirmaba doblemente pues el Ajustador Personalizado había significado que la ejecución del deseo del Hijo no representaba en modo alguno una contravención de la voluntad del Padre.» LU 137:4.12
Proposición. La cura del hombre de la mano seca es el primer milagro provocado como respuesta al desafío de sus enemigos y fue planeado como protesta contra la esclavitud del sábado.
«Éste es el primer caso de un milagro producido por Jesús en reacción a un desafío de sus enemigos. El Maestro realizó este así llamado milagro, no como demostración de su capacidad para curar, sino como protesta eficaz contra el hacer del descanso religioso del sábado una verdadera esclavitud de restricciones sin significado para la humanidad. Este hombre volvió a trabajar como albañil, y demostró ser uno de los en que la curación produjo una vida de gratitud y rectitud.» LU 148:7.4
Proposición. A lo largo del ministerio de Jesús, ocurrió una sucesión de fenómenos de curación inexplicables. Se sugiere una posible explicación. LU 149:1.2
Proposición. Jesús alimentó milagrosamente a cinco mil hombres, mujeres y niños.
«Jesús tomó los panes en las manos, y después de haber dado las gracias, partió el pan y se lo dio a los apóstoles, quienes se lo pasaron a sus asociados, y quienes a su vez se lo llevaron a la multitud. De la misma manera partió Jesús y distribuyó los peces. Y esta multitud comió y fue saciada. Cuando terminaron de comer, Jesús dijo a los discípulos: «Recoged los trozos que quedan para que nada se pierda». Cuando hubieron ellos terminado de juntar los pedazos, tenían doce canastas llenas. Los que comieron de este extraordinario festín fueron unos cinco mil hombres, mujeres y niños…» LU 152:2.9
Proposición. Este es el primer y último milagro de la naturaleza que Jesús realizó.
«Éste fue el primero y único milagro de la naturaleza que realizó Jesús por premeditación consciente. Es verdad que sus discípulos estaban dispuestos a llamar milagros muchas cosas que no lo eran, pero ésta fue una ministración genuinamente sobrenatural. Se nos enseñó, que en este caso, Micael multiplicó los elementos de la comida, tal como siempre lo hace, excepto que eliminó el factor tiempo y el canal vital visible.» LU 152:2.10
Proposición. Jesús rechazó ser rey y exhoró a la multitud a que dejara que el Padre de las luces se coronara en su corazón.
«Este poderoso grito entusiasmó a Pedro y a los entre los apóstoles que aún mantenían la esperanza de que Jesús afirmara su derecho a gobernar. Pero, poco durarían estas falsas esperanzas. Aún se oían los ecos de este poderoso grito de la multitud que rebotaban de las rocas cercanas, cuando Jesús se trepó a una enorme piedra y, levantando la mano derecha para imponer silencio, dijo: «Hijitos míos, vosotros tenéis buenas intenciones, pero sois de vista corta y de mentalidad material». Hubo una corta pausa; este fornido galileo se erguía majestuoso contra el resplandor encantador del atardecer oriental. Cada centímetro de su semblante se veía verdaderamente como el de un rey mientras siguió hablando a la multitud que lo contemplaba sin aliento: «Vosotros queréis hacerme rey, no porque vuestra alma se haya iluminado de una gran verdad, sino porque vuestro estómago está lleno de pan. ¿Cuántas veces os he dicho que mi reino no es de este mundo? Este reino del cielo que nosotros proclamamos es una hermandad espiritual, y ningún hombre gobierna sobre este reino sentado en un trono material. Mi Padre en el cielo es el omnisapiente y todopoderoso Gobernante de esta hermandad espiritual de los hijos de Dios en la tierra. ¿Es que tanto he fallado en revelaros al Padre de los espíritus, que vosotros queréis hacer de su Hijo en la carne un rey? Idos pues todos a casa. Si debéis tener rey, que el Padre de las luces sea coronado en el corazón de cada uno de vosotros como el espíritu Gobernante de todas las cosas»» LU 152:3.2
Proposición. Al hacer una pausa para almorzar, Jesús hizo una pregunta sorprendente: «Quién dicen los hombres que soy yo?»
«Al pausar para almorzar, Jesús repentinamente planteó a los doce la primera pregunta sobre sí mismo que jamás les hubiera dirigido. Les hizo esta sorprendente pregunta: «¿Quién dicen los hombres que soy yo?»» LU 157:3.3
Proposición. Después de escuchar que se le había comparado con muchos de los antiguos profetas, Jesús preguntó: «¿Pero quién decís vosotros que soy yo?» Pedro respondió: «Eres el Liberador, el Hijo del Dios viviente».
«Más de la mitad de los apóstoles participaron en responder a la pregunta de Jesús. Le dijeron que era considerado un profeta o un hombre extraordinario por todos quienes lo conocían; que aun sus enemigos mucho le temían, explicando su poder por la acusación de que estaba aliado con el príncipe de los diablos. Le dijeron que algunos en Judea y Samaria que no lo habían conocido personalmente, creían que era Juan el Bautista resucitado. Pedro explicó que Jesús había sido comparado, en diversos momentos y por personas distintas, con Moisés, Elías, Isaías y Jeremías. Cuando Jesús escuchó este informe se puso de pie, y bajando la mirada a los doce sentados a su alrededor en semicírculo, con énfasis sorprendente los señaló con un gesto amplio de la mano y preguntó: «Pero, ¿quién decís vosotros que soy yo?» Hubo un momento de tenso silencio. Los doce no le quitaron los ojos de encima al Maestro. Luego Simón Pedro, incorporándose de un salto, exclamó: «Tú eres el Liberador, el Hijo del Dios viviente». Y los once apóstoles sentados se pusieron de pie al unísono, indicando de esta manera que Pedro había hablado por todos ellos.» LU 157:3.5
Proposición. Respondiendo a Pedro, Jesús dijo: «Esto os ha sido revelado por mi Padre».
«Después de señalarles Jesús que se sentaran nuevamente, estando él aún de pie frente a ellos, dijo: »Esto os ha sido revelado por mi Padre. Ha llegado la hora de que vosotros conozcáis la verdad sobre mí. Pero, por ahora, os encargo que no digáis nada de esto a ningún hombre. Vayámonos de aquí».» LU 157:3.6
Proposición. Jesús declaró que construiría el reino del Padre sobre esta roca de realidad espiritual.
«Jesús, aún de pie, dijo entonces a los doce: «Sois mis embajadores elegidos, pero sé que, en estas circunstancias, no podéis basar esta creencia en un simple conocimiento humano. Ésta es una revelación del espíritu de mi Padre a vuestra alma más íntima. Así pues, al hacer vosotros esta confesión por el entendimiento del espíritu de mi Padre que reside en vosotros, me veo llevado a declarar que sobre estos cimientos construiré yo la hermandad del reino del cielo. Sobre esta roca de realidad espiritual construiré el templo viviente de la hermandad espiritual en las realidades eternas del reino de mi Padre. Ninguna fuerza del mal, ninguna hueste del pecado podrá prevalecer contra esta fraternidad humana del espíritu divino.» LU 157:4.5
Proposición. Jesús entregó las llaves del reino exterior (autoridad sobre las cosas temporales) a sus asociados humanos.
«Aunque el espíritu de mi Padre por siempre será la guía divina y el mentor de todos los que abrazan el vínculo de la hermandad espiritual, a vosotros y a vuestros sucesores entrego yo ahora las llaves del reino exterior —la autoridad sobre las cosas temporales —las características sociales y económicas de esta asociación de hombres y mujeres, como hermanos en el reino». Nuevamente les ordenó que por el momento no dijeran a ningún hombre que él era el Hijo de Dios.» LU 157:4.5
Proposición. Desde ese día, Jesús ha estado construyendo el templo viviente sobre esos cimientos eternos de filiación divina.
«Y desde entonces ha estado Jesús construyendo ese templo viviente sobre los mismos cimientos eternos de su filiación divina, y los que así llegan a tener autoconciencia de que ellos son hijos de Dios son las piedras humanas que integran este templo viviente de filiación, erigido para glorificar y honrar la sabiduría y el amor del Padre eterno de los espíritus.» LU 157:4.7
Proposición. La característica nueva y vital de la confesión de Pedro fue el reconocimiento claro de la divinidad de Jesús. La segunda confesión reveló sus naturalezas humana y divina combinadas, y sobre esa verdad él establecería el reino.
«La característica nueva y vital de la confesión de fe de Pedro fue el reconocimiento claro de que Jesús era el Hijo de Dios, de su divinidad incuestionable. Desde su bautismo y la boda de Caná, estos apóstoles le consideraban de varias maneras el Mesías, pero no formaba parte del concepto judío del libertador nacional, que él fuera divino. Los judíos no habían enseñado que el Mesías surgiría de la divinidad; él sería «el ungido», pero apenas si habían considerado que era «el Hijo de Dios». En la segunda confesión, se subrayó el hecho de la naturaleza combinada, la realidad excelsa de que él era a la vez el Hijo del Hombre y el Hijo de Dios, y sobre esta gran verdad de la unión de la naturaleza humana con la naturaleza divina declaró Jesús que construiría el reino del cielo.» LU 157:5.1
Proposición. Durante tres años, Jesús se había proclamado el «Hijo del Hombre». Sus apóstoles habían insistido en que era el Mesías. Ahora revelaba que él eera el Hijo de Dios.
«Durante tres años había proclamado Jesús que él era el «Hijo del Hombre» mientras que durante esos mismos tres años, los apóstoles insistieron en opinar con creciente convencimiento que él era el Mesías judío esperado. Ahora pues, él revelaba que era el Hijo de Dios, y que construiría el reino del cielo sobre el concepto de la naturaleza combinada del Hijo del Hombre y del Hijo de Dios. Había decidido que ya no se esforzaría por convencerlos de que él no era el Mesías. Se proponía en cambio revelar audazmente lo que él es, sin prestar atención a la determinación de ellos de persistir en considerarlo el Mesías.» LU 157:5.3
Proposición. Jesús entraba ahora en la cuarta y última etapa de su otorgamiento.
«Ya pues entraba Jesús en la cuarta y última etapa de su vida humana en la carne. La primera etapa fue la de su niñez, un período en el que tan sólo tenía una conciencia nebulosa de su origen, naturaleza y destino como ser humano. La segunda etapa correspondió a los años de desarrollo de la autoconciencia, su juventud y su ingreso en la edad adulta, durante la cual comprendió más claramente su naturaleza divina y su misión humana. Esta segunda etapa finalizó con las experiencias y revelaciones asociadas con su bautismo. La tercera etapa de la experiencia terrenal del Maestro se extendió desde el bautismo, a través de los años de su ministerio como Maestro y curador, hasta el momento importante de la confesión de fe de Pedro, en Cesarea de Filipo. Este tercer período de su vida terrenal comprendió la época en que sus apóstoles y seguidores inmediatos le conocieron como el Hijo del Hombre y le consideraron el Mesías. El cuarto y último período de su carrera terrenal comenzó aquí, en Cesarea de Filipo, continuando hasta la crucifixión. Esta etapa de su ministerio fue caracterizada por su reconocimiento de una divinidad, y comprendió las labores de su último año en la carne. Durante este cuarto período, aunque la mayoría de sus seguidores aún le consideraban el Mesías, fue conocido por los apóstoles como el Hijo de Dios. La confesión de Pedro marcó el comienzo de un nuevo período de mayor comprensión de la verdad de su ministerio supremo para todo un universo como Hijo autootorgador en Urantia, y el reconocimiento de ese hecho, por lo menos en forma nebulosa, por parte de sus embajadores elegidos.» LU 157:6.3
Proposición. Jesús negó que fuera el Mesías y predijo su muerte y su resurrección, mientras Pedro discutía con él.
«Respondiéndole a Andrés, Jesús dijo: «Hermanos míos, es porque habéis confesado que soy el Hijo de Dios que me veo forzado a desplegar ante vosotros la verdad sobre el fin del autootorgamiento del Hijo del Hombre en la tierra. Insistís en aferraros a la creencia de que soy el Mesías, y no abandonáis la idea de que el Mesías debe sentarse en el trono en Jerusalén; por ello persisto yo en deciros que el Hijo del Hombre pronto debe ir a Jerusalén, sufrir muchas cosas, ser rechazado por los escribas, los ancianos y los altos sacerdotes, y después de todo eso, ser matado y resucitar de entre los muertos. Y no os hablo en parábolas. Os hablo la verdad, para que vosotros podáis prepararos para estos hechos que pronto sobrevendrán sobre nosotros». Mientras aún estaba hablando, Simón Pedro, corriendo impetuosamente hacia él, apoyó la mano sobre el hombro del Maestro y dijo: «Maestro, está lejos de nosotros discutir contigo, pero yo declaro que estas cosas jamás te ocurrirán».» LU 158:7.3
Proposición. Jesús reprochó el afecto bienintencionado de Pedro porque estaba ciego a la voluntad del Padre.
«Pedro habló así porque amaba a Jesús; pero la naturaleza humana del Maestro reconoció, en estas palabras de afecto bien intencionado, una sugerencia sutil para tentarlo a que él modificara su decisión de terminar su autootorgamiento en la tierra según la voluntad de su Padre del Paraíso. Precisamente porque detectó el peligro inherente en permitir, aun de estos amigos afectuosos y leales, que intentaran disuadirlo, se volvió a Pedro y a los otros apóstoles, diciendo: «Vete detrás de mí. Saboreas el espíritu del adversario, el tentador. Cuando habláis de esta manera no estáis conmigo, sino que os aliáis con nuestro enemigo. Así, convertís vuestro amor por mí en un obstáculo en mi cumplimiento de la voluntad del Padre. No os preocupéis por los caminos de los hombres, sino pensad más bien en la voluntad de Dios».» LU 158:7.4
Proposición. Jesús se preparó para comenzar su cuarta fase final de otorgamiento en el monte de la transfiguración.
«Ahora pues, Jesús quería llevar a sus apóstoles consigo al Monte Hermón, donde había decidido inaugurar la cuarta fase de su ministerio terrenal como Hijo de Dios. Algunos de ellos habían estado presentes en su bautismo en el Jordán y habían presenciado el comienzo de su carrera como Hijo del Hombre, y él deseaba que algunos de ellos también estuvieran presentes para escuchar su autoridad para la asunción del nuevo y público papel de Hijo de Dios. Por consiguiente, en la mañana del viernes 12 de agosto, Jesús dijo a los doce: «Preparad provisiones y preparaos para viajar allende la montaña, donde el espíritu me pide que vaya para ser provisto para terminar mi obra en la tierra. Y deseo llevar conmigo a mis hermanos para que también puedan ser fortalecidos para los tiempos difíciles de esta experiencia que se aproxima».» LU 157:7.5
Proposición. Mediante un arreglo especial, los tres apóstoles observaron a Jesús charlando con Gabriel y el Padre Melquisedek.
«Los tres dormían profundamente desde hacía una media hora, cuando fueron repentinamente despertados por un cercano ruido chispeante, y ante su maravilla y consternación, al mirar a su alrededor, contemplaron a Jesús en íntima conversación con dos seres resplandecientes vestidos con los indumentos de luz del mundo celestial. Y el rostro y la silueta de Jesús brillaban con la luminosidad de una luz celestial. Estos tres conversaban en un extraño idioma, pero por ciertas cosas dichas, Pedro conjeturó erróneamente que los seres con Jesús eran Moisés y Elías; en realidad, eran Gabriel y el Padre Melquisedek. Los controladores físicos habían dispuesto, por solicitud de Jesús, que los apóstoles presenciaran esta escena.» LU 158:1.8
Proposición. El desconcertado Pedro propuso levantar tres tiendas: una para Jesús, una para Moisés y otra para Elías.
«Los tres apóstoles estaban tan asustados que les llevó un tiempo en recuperarse completamente, pero Pedro, que fue el primero en volver en sí, dijo, mientras la deslumbrante visión se desvanecía ante ellos y observaban a Jesús, de pie solo: «Jesús, Maestro, es bueno haber estado aquí. Nos regocijamos de ver esta gloria. No queremos volver a descender al mundo ignominioso. Si tú quieres, déjanos morar aquí, y erigiremos tres tiendas, una para ti, una para Moisés, y otra para Elías». Pedro dijo esto debido a su confusión y porque en ese momento no se le ocurría ninguna otra cosa.» LU 158:1.9
Proposición. Envuelta en una nube plateada, los asustados apóstoles oyeron una voz que decía: «Este es mi hijo amado, prestadle atención».
«Mientras Pedro aún estaba hablando, cayó una nube plateada que los envolvió a los cuatro en sombras. Los apóstoles se aterrorizaron aun más, y al caer de bruces para adorar, oyeron una voz, la misma que había hablado en ocasión del bautismo de Jesús, decir: «Éste es mi Hijo amado; prestadle atención». Y cuando se hubo desvanecido la nube, nuevamente estuvo Jesús solo con los tres y se inclinó y los tocó, diciendo: «Levantaos y no temáis; veréis cosas aun más grandes que ésta». Pero los apóstoles estaban verdaderamente aterrorizados; al prepararse para descender la montaña, poco antes de la medianoche, formaban un trío silencioso y pensativo.» LU 158:1.10
Proposición. La transfiguración fue la ocasión de una doble transacción.
«Lo que Pedro, Santiago y Juan presenciaron en la montaña de la transfiguración fue una vislumbre pasajera del espectáculo celestial que transcendió en ese día memorable en el Monte Hermón. La transfiguración fue ocasión de:
La aceptación —en su totalidad— del autootorgamiento de la vida encarnada de Micael en Urantia por el Madre-Hijo Eterno del Paraíso. En cuanto al cumplimiento de los requisitos puestos por el Hijo Eterno, Jesús recibió entonces la certidumbre de la satisfacción de los mismos. Gabriel fue quien trajo a Jesús esa atestación.
El testimonio de la satisfacción del Espíritu Infinito en cuanto a la plenitud del autootorgamiento en Urantia en la semejanza de la carne mortal. El representante universal del Espíritu Infinito, el asociado inmediato de Micael en Salvington y su siempre presente colaborador, en esta ocasión habló a través del Padre Melquisedek.» LU 158:3.1
Proposición. Jesús estuvo dedicado a revelar al Padre paradisíaco y consagrado a vivir su voluntad divina.
«En todos vuestros esfuerzos para descifrar el propósito de la vida de Jesús en Urantia, debéis recordar la motivación del autootorgamiento de Micael. Si queréis comprender el significado de muchas de sus acciones aparentemente extrañas, debéis discernir el propósito de su estadía en vuestro mundo. En todo momento cuidó de que su carrera personal no resultara desproporcionadamente atrayente, de que no monopolizara la atención de los seres humanos. No quería atraer a sus semejantes en una forma excepcional o sobrecogedora. Estaba dedicado a la obra de revelar el Padre celestial a sus semejantes mortales y al mismo tiempo consagrado a la sublime tarea de vivir su vida terrena mortal, siempre sujeta a la voluntad del mismo Padre del Paraíso.» LU 129:3.5
Proposición. Cuando tuvo la ocasión de realizar una curación en masa, Jesús se sometió a la voluntad del Padre.
«Cuando Pedro imploró al Maestro que escuchara el llanto de desamparo de la multitud, Jesús, bajando la mirada sobre esa masa de aflicción, contestó: «He venido al mundo para revelar al Padre y establecer su reino. Para este propósito he vivido mi vida hasta este momento. Si, por lo tanto, fuera voluntad de Aquel que me envió y no estuviera en desacuerdo con mi dedicación a la proclamación del evangelio del reino del cielo, desearía ver a mis hijos sanados— y…» pero las palabras siguientes de Jesús se perdieron en el tumulto.» LU 145:3.9
Proposición. Como la voluntad del Padre no puso ninguna objeción, los 683 mortales fueron curados.
«Jesús había pasado la responsabilidad de esta decisión de curación al fallo de su Padre. Evidentemente la voluntad del Padre no puso objeción alguna, porque ni bien pronunció el Maestro estas palabras, el séquito de personalidades celestiales que servía bajo el mando del Ajustador de Pensamiento Personalizado de Jesús entró en poderosa actividad. El vasto séquito descendió en el medio de esta multitud abigarrada de mortales afligidos, y en un instante de tiempo 683 hombres, mujeres y niños fueron sanados, perfectamente curados de todas sus enfermedades físicas y de otros trastornos materiales. Un espectáculo semejante no se había visto en la tierra nunca antes de este día, ni tampoco después. Y para todos nosotros que estuvimos presentes, el contemplar esta oleada creadora de curaciones fue en verdad un espectáculo estremecedor.» LU 145:3.10
Proposición. La revelación de Dios al mundo a través de Jesús no fracasará.
«No os desalentéis; la evolución humana sigue progresando, y la revelación de Dios al mundo, en Jesús y por Jesús, no fracasará.» LU 196:3.33
«Mas para que el mundo conozca que amo al Padre, y como el Padre me mandó, así hago. Levantaos, vamos de aquí.» Jn 14:31
«Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado; permaneced en mi amor.» Jn 15:9
«Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.» Lc 19:10
«Dijeron entonces los judíos: Mirad cómo le amaba.» Jn 11:36
«Y salió Jesús y vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos, porque eran como ovejas que no tenían pastor.» Mc 6:34
Proposición. Jesús era sincero, genuino y libre de afectación. Vivía la verdad.
«La ternura infalible de Jesús tocó el corazón de los hombres, pero su constante fuerza de carácter sorprendió a sus seguidores. Era verdaderamente sincero; en él no había nada de un hipocrítico. Estaba libre de toda afectación; era siempre tan refrescantemente genuino. Nunca se rebajó a pretensiones, ni recurrió a las imposturas. Vivió la verdad, incluso al enseñarla. Él fue la verdad. Se vio restringido en su proclamación de la verdad salvadora por su generación, aunque dicha sinceridad a veces le causó dolor. Era incondicionalmente leal a toda verdad.» LU 100:7.2
Proposición. Estaba libre de toda tendencia extravagante, errática y excéntrica. Nunca fue caprichoso, voluble o histérico.
«Pero el Maestro era tan razonable, tan disponible. Demostró su sentido práctico en todo su ministerio, y todos su planes estaban caracterizados por un sentido común santificado. Estaba libre de toda tendencia extravagante, errática y excéntrica. No fue nunca caprichoso ni histérico. En todas sus enseñanzas y en cada cosa que hizo siempre había una discriminación exquisita asociada con un extraordinario sentido de lo apropiado.» LU 100:7.3
Proposición. Jesús estaba bien equilibrado emocionalmente. Tenía tanto aplomo porque estaba tan perfectamente unificado.
«El Hijo del Hombre siempre fue una personalidad aplomada. Aun sus enemigos no dejaron jamás de respetarlo plenamente; aun temían su presencia. Jesús no tenía temores. Estaba sobrecargado de entusiasmo divino, pero no se volvió jamás fanático. Era emocionalmente activo, pero nunca frívolo. Era imaginativo pero siempre práctico. Se enfrentaba francamente con las realidades de la vida, pero no fue jamás torpe ni prosaico. Era valiente, pero jamás precipitado; prudente, pero nunca cobarde. Era comprensivo pero no sentimental; singular pero no excéntrico. Era piadoso pero no mojigato. Y tenía tanto aplomo porque estaba tan perfectamente unificado.» LU 100:7.4
Proposición. Era una persona alegre. Confiaba en Dios con determinación y tenía una consideración conmovedora hacia los hombres.
«Jesús era una persona particularmente alegre, pero no era un optimista ciego e irrazonable. Su constante palabra de exhortación fue: «Tened ánimo». Podía mantener esta actitud tranquila debido a su inquebrantable confianza en Dios y a su fe firme en el hombre. Siempre fue conmovedoramente considerado de todos los hombres, porque los amaba y creía en ellos. Pero siempre se mantuvo fiel a sus convicciones y magníficamente firme en su devoción de hacer la voluntad de su Padre.» LU 100:7.9
Proposición. Jesús era generoso pero no derrochador; enseñaba: «De gracia recibisteis, dad de gracia».
«El Maestro siempre fue generoso. Jamás se cansó de decir: «Más bienaventurado es dar que recibir». Él dijo: «De gracia recibisteis, dad de gracia». Y sin embargo, a pesar de su generosidad sin límites, nunca fue despilfarrador ni extravagante. Enseñó que debéis creer para recibir la salvación. «Porque el que pide, recibe».» LU 100:7.10
Proposición. Era gentil y sincero, pero siempre amistoso y recto.
«Era sincero, pero siempre gentil. Dijo él: «Si así no fuera, yo os lo hubiera dicho». Era franco, pero siempre cordial. Hablaba libremente de su amor por el pecador y de su odio por el pecado. Pero a través de esta sinceridad sorprendente, fue infaliblemente justo.» LU 100:7.11
Proposición. Estaba lleno de entusiasmo hacia el evangelio, y su entusiasmo controlado era contagioso.
«Jesús siempre fue alegre, a pesar de que a veces bebió profundamente de la copa del dolor humano. Se enfrentó sin temores con las realidades de la existencia, y sin embargo estaba pletórico de entusiasmo por el evangelio del reino. Pero controlaba su entusiasmo; éste nunca lo controló a él. Estaba dedicado sin reservas a «los asuntos del Padre». Este entusiasmo divino condujo a sus hermanos menos espirituales a pensar que estaba fuera de sí mismo, pero el universo que le contemplaba lo juzgó un modelo de salud mental y el modelo original de la devoción mortal suprema a las altas normas de la vida espiritual. Y su entusiasmo controlado era contagioso; sus asociados se veían obligados a compartir su optimismo divino.» LU 100:7.12
Proposición. No era un hombre de penas, era un alma de alegría.
«Este hombre de Galilea no fue hombre de sufrimientos; fue un alma de alegría. Siempre decía: «Regocijaos y sed sumamente alegres». Pero cuando el deber lo exigió, estuvo listo para andar valientemente a través del «valle de la sombra de la muerte». Era jubiloso pero humilde al mismo tiempo.» LU 100:7.13
Proposición. Su valentía era tan solo igual a su paciencia. Su indignación contra el pecado nunca le llevó a sentir ira hacia el pecador.
«Su valentía era tan sólo igual a su paciencia. Cuando se le urgía a actuar prematuramente, él tan sólo respondía: «Mi hora no ha llegado aún». No tenía jamás prisa; su donaire era sublime. Pero frecuentemente se indignaba por el mal, era intolerante del pecado. Frecuentemente tuvo el fuerte impulso de resistir a aquello que consideraba contra el bienestar de sus hijos en la tierra. Pero su indignación contra el pecado no se transformó nunca en ira contra el pecador.» LU 100:7.14
Proposición. Su valentía estaba siempre vinculada a la discreción y controlada por la razón. Su lema era: «No temáis».
«Su valor era magnífico, pero nunca fue temerario. Su palabra clave era: «No temáis». Su valentía era elevada y su coraje frecuentemente heroico. Pero su coraje estaba vinculado con la discreción y controlado por la razón. Era un coraje nacido de la fe, no la temeridad de la presunción ciega. Era verdaderamente valiente pero nunca fue audaz.» LU 100:7.15
Proposición. Jesús tenía una gran capacidad para el humor y el juego. Tuvo dificultades con las restricciones del sábado sobre el juego.
«A Jesús, en compañía de un niño vecino y después a su hermano Santiago, les encantaba jugar en el rincón más alejado del taller de carpintería de la familia, donde se divertían con el aserrín y los trozos de madera. Le resultaba siempre difícil a Jesús comprender por qué ciertos tipos de juegos estaban mal y eran prohibidos el sábado, pero nunca dejó de conformarse a los deseos de sus padres. Tenía gran capacidad para los juegos y mucho sentido del humor que pocas veces podía expresar en el medio ambiente de su tiempo y generación; pero hasta los catorce años durante la mayor parte del tiempo se mostró alegre y de buen humor.» LU 123:4.3
Proposición. «…era menester que él se hiciera en todos los aspectos como sus hermanos para que así pudiera llegar a ser un soberano misericordioso y comprensivo sobre ellos.»
«Vivió su vida mortal como todos los otros miembros de la familia humana pueden vivir la suya, como «quien en los días de la carne tan frecuentemente elevó oraciones y súplicas, aun con gran emoción y llantos copiosos, a Aquel que puede salvarnos del mal, y sus oraciones surtían efecto porque él tenía fe». Por tal motivo era menester que él se hiciera en todos los aspectos como sus hermanos para que así pudiera llegar a ser un soberano misericordioso y comprensivo sobre ellos.» LU 128:1.7
Proposición. Jesús no quería ser venerado como persona en detrimento de su enseñanza. Quería evitar que se formulara una religión acerca de él.
«Uno de los propósitos que Jesús tenía en mente al procurar la separación de ciertos aspectos de su experiencia terrenal, era prevenir la formación de una trayectoria tan versátil y espectacular, que pudiera llevar a las generaciones futuras a venerar al maestro en vez de obedecer la verdad que él había vivido y enseñado. No quería Jesús que una imagen de actuación humana tan destacada llegara a distraer la atención de sus enseñanzas. Muy pronto reconoció que sus seguidores estarían tentados a elaborar una religión basada en él, que tal vez habría de competir con el evangelio del reino que se proponía proclamar al mundo. Por consiguiente, intentó en todo momento suprimir todo elemento de su extraordinaria carrera en la tierra, que, según él, pudiera alimentar esta tendencia humana natural de exaltar al maestro en lugar de proclamar sus enseñanzas.» LU 128:4.6
Proposición. Jesús es el nuevo camino viviente que va del hombre a Dios.
«Y era éste su verdadero y supremo propósito. No descendió a Urantia para vivir un ejemplo perfecto y detallado para cualquier niño o adulto, cualquier hombre o mujer, de esa época o de cualquier otra. De hecho todos podemos encontrar en su vida plena, rica, hermosa y noble mucho que es exquisitamente ejemplar, de inspiradora divinidad. Pero esto se debe a que vivió una vida verdadera y genuinamente humana. Jesús no vivió su vida en la tierra como un ejemplo para que la copiaran todos los demás seres humanos. Vivió su vida en la carne mediante el mismo ministerio de misericordia que todos vosotros podéis vivir vuestras vidas en la tierra; y así como vivió su vida mortal en su día y como él era, así pues dejó un ejemplo para que todos nosotros vivamos nuestras vidas en nuestros días y como somos. No podéis aspirar a vivir su vida, pero podéis resolver que viviréis vuestra vida, así como, y por los mismos medios que él vivió la suya. Puede que Jesús no sea el ejemplo técnico y detallado para todos los mortales de todas las edades en todos los reinos de este universo local, pero es perdurablemente la inspiración y el guía de todos los peregrinos al Paraíso que proceden de los mundos de ascensión inicial a través de un universo de universos y a través de Havona al Paraíso. Jesús es la senda nueva y viviente que va del hombre a Dios, desde lo parcial hasta lo perfecto, de lo terrenal a lo celestial, del tiempo a la eternidad.» LU 129:4.7
Proposición. Vivió la vida mortal de arriba a abajo; de principio a fin.
«El Hijo del Hombre experimentó la entera gama de las emociones humanas que van desde la alegría más espléndida hasta la pena más profunda. Fue un niño alegre y un ser de raro buen humor; asímismo fue un «varón de dolores, experimentado en quebranto». En un sentido espiritual, vivió su vida mortal de abajo hacia arriba, del principio al fin. Desde un punto de vista material, podría parecer que escapó de vivir en los dos extremos sociales de la existencia humana, pero intelectualmente llegó a estar completamente familiarizado con toda la experiencia completa de la humanidad.» LU 129:4.4
Proposición. Experimentó una vida plena de hombre mortal, no solo como se vive en Urantia, sino también como se vive en todos los mundos evolutivos.
«Jesús conoce los pensamientos y los sentimientos, los deseos y los impulsos, de los mortales evolucionarios y ascendentes de los reinos, desde su nacimiento hasta su muerte. Ha vivido la vida humana desde los comienzos del yo físico, intelectual y espiritual, pasando por la infancia, la adolescencia, la juventud y la edad adulta, llegando hasta la experiencia humana de la muerte. No sólo pasó a través de estos períodos humanos comunes y conocidos de avance intelectual y espiritual, sino que también experimentó plenamente esas fases más elevadas y avanzadas que consisten en la reconciliación del humano con el Ajustador, que tan pocos mortales de Urantia consiguen alcanzar. Así pues experimentó la plena vida del hombre mortal, no sólo como la se vive en vuestro mundo, sino también como se la vive en todos los otros mundos evolucionarios del tiempo y del espacio, incluso en los más elevados y avanzados de todos los mundos ya establecidos en luz y vida.» LU 129:4.5
Proposición. Antes de los treinta años, se convirtió en la plenitud del hombre que espera manifestarse ante Dios.
«A fines de su vigésimo noveno año, Jesús de Nazaret había terminado virtualmente la experiencia de vivir la vida como se les exige a los mortales moradores en la carne. Vino a la tierra para que se le manifestase la plenitud de Dios al hombre; ya se ha convertido casi en la perfección del hombre que aguarda la ocasión de manifestarse a Dios. Y todo esto lo hizo antes de cumplir los treinta años de edad.»LU 129:4.8
Proposición. Rezó para tener la seguridad de que su muerte, así como su vida, complacería a su Padre.
«Cuando todo era quietud y silencio en el campamento, Jesús, llevándose a Pedro, Santiago y Juan, se alejó a una corta distancia hacia una hondonada cercana donde solía ir en ocasiones anteriores para orar y comulgar. Los tres apóstoles no podían dejar de ver que el Maestro estaba dolorosamente oprimido. Nunca antes lo habían observado tan acongojado y apenado. Cuando llegaron al lugar de sus devociones, los invitó a que se sentaran y velarían por él mientras se alejaba a una corta distancia para orar. Se postró en la tierra y oró: «Padre mío, he venido a este mundo para hacer tu voluntad, y así lo he hecho. Sé que ha llegado la hora de dar esta vida en la carne, y no me resisto a hacerlo, pero quiero saber que es tu voluntad que yo beba esta copa. Envíame la certeza de que te complazco en mi muerte aun como lo hice en mi vida».» LU 182:3.1
Proposición. Su humillación y muerte fueron sus grandes pruebas de humanidad.
«Durante los años que Jesús vivió entre sus seguidores, en efecto, tuvieron ellos muchas pruebas de su naturaleza divina, pero en este momento están a punto de presenciar nuevas pruebas de su humanidad. Justo antes de la más grande de todas las revelaciones de su divinidad, su resurrección, han de producirse las más grandes pruebas de su naturaleza mortal: su humillación y crucifixión.» LU 182:3.5
Proposición. Por la oración, su humanidad se aferró más firmemente a su divinidad por la fe.
«Cada vez que oró él en el jardín, su humanidad se aferró más firmemente a su divinidad por la fe; su voluntad humana se tornó más completamente una con la voluntad divina de su Padre. Entre otras palabras dichas por el ángel poderoso fue el mensaje de que el Padre deseaba que su Hijo terminara su encarnación en la tierra pasando por la experiencia mortal de la criatura así como todas las criaturas mortales deben experimentar la disolución material al pasar de la existencia del tiempo a la progresión de la eternidad.» LU 182:3.6
Proposición. No era insensible a las situaciones emocionales y le confortaron los recuerdos de la salida y la puesta de sol en el mar de Galilea.
«Lo humano en Jesús no era insensible a esta situación de soledad privada, vergüenza pública, y apariencia de fracaso de su causa. Todos estos sentimientos pesaban sobre él con un peso indescriptible. En esta gran pena su mente regresó a los días de su infancia en Nazaret y a su obra temprana en Galilea. En el momento de esta gran prueba muchas escenas agradables de su ministerio terrenal volvieron a su memoria. Y fue con estos viejos recuerdos de Nazaret, Capernaum, el Monte Hermón, y de los atardeceres y amaneceres reflejados en el mar de Galilea que calmó su mente y fortaleció su corazón humano preparándose para recibir al traidor que tan pronto lo traicionaría.» LU 182:3.10
Proposición. Jesús podría considerarse como un héroe valiente y valeroso.
«Estas etapas intermedias de vacilación idólatra en la transferencia de la veneración de lo humano y lo visible a lo divino e invisible son inevitables, pero deben ser abreviadas por la conciencia del ministerio facilitador del espíritu divino residente. Sin embargo, el hombre ha sido profundamente influido, no sólo por sus conceptos sobre la Deidad, sino también por el carácter de los héroes a quien ha elegido honrar. Es muy triste que aquellos que han venido para venerar al divino Cristo resucitado dejaron de ver al hombre —el héroe valiente y valeroso— Josué ben José.» LU 92:7.12
Proposición. No debemos apartar al Jesús humano de los hombres.
«La devoción de Jesús a la voluntad del Padre y al servicio del hombre fue aun más que decisión mortal y determinación humana; fue una consagración total de sí mismo al otorgamiento de amor sin reservas. Por grande que fuera el hecho de la soberanía de Micael, no debéis quitarle a la humanidad el Jesús humano. El Maestro ascendió a lo alto, no sólo como Dios sino también como hombre; él pertenece a los hombres; los hombres le pertenecen a él. ¡Qué pena que se haya tan erróneamente interpretado la religión, quitándoles a los mortales atribulados el Jesús humano! Que las discusiones sobre la humanidad o la divinidad de Cristo no oculten la verdad salvadora de que Jesús de Nazaret fue un hombre religioso que, por la fe, llegó a conocer y hacer la voluntad de Dios; fue el hombre más verdaderamente religioso que jamás haya vivido en Urantia.» LU 196:1.1
«Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.» Jn 1:14
«Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer.» Gl 4:4
«Y estaba allí el pozo de Jacob. Entonces Jesús, cansado del camino, se sentó así junto al pozo. Era como la hora sexta.» Jn 4:6
«Y he aquí que se levantó en el mar una tempestad tan grande que las olas cubrían la barca; pero él dormía.» Mt 8:24
«Por la mañana, volviendo a la ciudad, tuvo hambre.» Mt 21:18
«Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba consumado, dijo, para que la Escritura se cumpliese: Tengo sed.» Jn 19:28
«Y estando en agonía, oraba más intensamente.» Lc 22:44
«Y Jesús crecía en sabiduría.» Lc 2:52
«Sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres.» Flp 2:7
«Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado.» Heb 4:15
«Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón.» Mt 11:29
Proposición. El bebé, el muchacho, el joven, el hombre de Nazaret, fue el Creador encarnado de un universo.
«Entre estas dos visitas celestiales, una a los trece años y la otra durante su bautismo, no ocurrió nada sobrenatural ni sobrehumano en la vida de este Hijo Creador encarnado. No obstante, el niño de Belén, el muchacho, el joven, el hombre de Nazaret, eran verdaderamente el Creador encarnado de un universo; pero durante el transcurso de su vida humana hasta el día de su bautismo por Juan, no utilizó este poder ni siquiera una vez, ni se valió de la guía de las personalidades celestiales, aparte de la de su serafín guardián. Y los que aquí atestiguamos, conocemos muy bien lo que estamos diciendo.» LU 128:1.9
Proposición. Declaró: «Yo soy Alfa y Omega, el principio y el fin…» Fue llamado el Señor nuestro Dios y el Capitán de nuestra salvación.
«Sin embargo, a través de todos estos años de su vida en la carne, era verdaderamente divino. En verdad era un Hijo Creador del Padre del Paraíso. Después de comenzar la carrera pública, y después de completar técnicamente su experiencia puramente mortal para la adquisición de la soberanía, no dudó en admitir públicamente que era el Hijo de Dios. No dudó al declarar: «Yo soy Alfa y Omega, el principio y el fin, el primero y el último.» No protestó en años posteriores, cuando se le llamaba Señor de la Gloria, Gobernante de un Universo, el Dios Señor de toda la creación, el Santo de Israel, el Señor de todo, nuestro Señor y nuestro Dios, Dios con nosotros, el que tiene un nombre que está por encima de todos los nombres y en todos los mundos, la Omnipotencia de un universo, la Mente Universal de esta creación, Aquel que guarda todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento, la plenitud de Aquel que llena todas las cosas, el Verbo eterno del Dios eterno, Aquel que era antes de todas las cosas y en quien consisten todas las cosas, el Creador de los cielos y de la tierra, el Sostenedor de un universo, el Juez de la tierra entera, el Dador de vida eterna, el Verdadero Pastor, el Libertador de los mundos y el Capitán de nuestra salvación.» LU 128:1.10
Proposición. Incluso mientras luchaba con la pobreza, tuvo la conciencia creciente de ser un Hijo de Dios. Después del bautismo, sus seguidores lo veneraron.
«Después de su bautismo, no le preocupó el permitir que los sinceros creyentes y sus seguidores agradecidos lo adoraran. Incluso mientras luchaba con la pobreza y trabajaba con sus manos para proveer las primeras necesidades de su familia, su conciencia de que él era Hijo de Dios crecía; sabía que fue el hacedor de los cielos y de esta misma tierra en la cual estaba viviendo su existencia humana. Y las huestes de seres celestiales de todo el grandioso universo que lo estaban contemplando conocían asímismo que este hombre de Nazaret era su amado Soberano y su padre-Creador. Un profundo suspenso invadió el universo de Nebadon durante esos años, todos los ojos celestiales estaban continuamente fijos en Urantia —en Palestina.» LU 128:1.13
Proposición. Este Hijo encarnado vino del Padre y vivió con los hombres.
«Jesús es un Hijo divino, uno que cuenta con la confianza plena del Padre Universal. Había estado con el Padre y lo comprendía plenamente. Ahora, había vivido su vida terrestre para la satisfacción plena del Padre, y esta encarnación en la carne le había permitido comprender plenamente al hombre. Jesús era la perfección del hombre; había alcanzado la misma perfección que todos los creyentes verdaderos están destinados a alcanzar en él y a través de él. Jesús reveló al hombre un Dios de perfección y le presentó en sí mismo el hijo perfeccionado de los dominios a Dios.» LU 142:7.15
Proposición. Nalda habló del Libertador, y Jesús dijo: «Yo que te estoy hablando, soy él».
«Pero Nalda persistía en evitar la difícil cuestión personal de su vida sobre la tierra y del estado de su alma ante Dios. Una vez más, recurrió a preguntas de religión en general, diciendo: «Sí, yo sé, Señor, que Juan ha predicado sobre el advenimiento del Convertidor, el que será llamado el Libertador, de el que, cuando venga, nos declarará todas las cosas…» y Jesús, interrumpiéndola, dijo con sorprendente seguridad: «Yo que te estoy hablando, soy él».» LU 143:5.7
Proposición. Natanael y Tomás presentaron a Rodán nueve proposiciones que probaban la divinidad de Jesús. Vean LU 161:2.1
Proposición. Cuando Josías preguntó sobre el Hijo de Dios, Jesús dijo: «Le has visto y le has oído, y es aquél que ahora te habla».
«Jesús y los dos apóstoles no fueron a buscar a Josías a su casa hasta que oyeron que había sido expulsado de la sinagoga. Cuando llegaron a su casa, Tomás lo llamó al patio, y Jesús, hablándole, dijo: «Josías, ¿crees tú en el Hijo de Dios?» Josías contestó: «Dime quién es, para que yo crea en él». Jesús dijo: «Le has visto y le has oído, y es aquél que ahora te habla». Y Josías dijo: «Señor, yo creo», y cayendo de rodillas, lo adoró.» LU 164:5.4
Proposición. El Maestro era conocido por dieciséis nombres, que indicaban todos su divinidad.
«El Maestro, durante el curso de esta oración final con sus apóstoles, aludió al hecho de que él había manifestado el nombre del Padre al mundo. Y eso es en verdad lo que él hizo, al revelar a Dios mediante su vida perfeccionada en la carne. El Padre en el cielo trató de revelarse a Moisés, pero sólo conseguió causar que se dijera: «YO SOY». Y cuando se le suplicó una mayor revelación de sí mismo, tan sólo se reveló: «YO SOY el que YO SOY». Pero, una vez terminada la vida terrenal de Jesús, este nombre del Padre se había revelado de tal manera que el Maestro, que era el Padre encarnado, podía en verdad decir:
Yo soy el pan de la vida.
Yo soy el agua viva.
Yo soy la luz del mundo.
Yo soy el anhelo de todas las eras.
Yo soy la puerta abierta a la salvación eterna.
Yo soy la realidad de la vida sin fin.
Yo soy el buen pastor.
Yo soy el camino a la perfección infinita.
Yo soy la resurrección y la vida.
Yo soy el secreto de la sobrevivencia eterna.
Yo soy el camino, la verdad y la vida.
Yo soy el Padre infinito de mis hijos finitos.
Yo soy la verdadera vid, vosotros sois las ramas.
Yo soy la esperanza de todos los que conocen la verdad viva.
Yo soy el puente vivo entre un mundo y otro.
Yo soy el vínculo vivo entre tiempo y eternidad.» LU 182:1.9
En el Nuevo Testamento, Jesús es llamado el Hijo de Dios cuarenta veces, además de numerosas menciones de «mi Hijo« y »su Hijo».
«Dijeron todos: ¿Luego eres tú el Hijo de Dios? Y él les dijo: Vosotros decís que lo soy.» Lc 22:70
Es llamado Señor varios cientos de veces: «y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.» Flp 2:11
Jesús es llamado Dios repetidamente: «el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse.» Flp 2:6
Además, se hace referencia a Jesús con dieciséis nombres, todos relacionados con la Deidad.
«De cierto, de cierto os digo: Viene la hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oyeren vivirán.» Jn 5:25
«Pero hay algunos de vosotros que no creen. Porque Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían, y quién le había de entregar.» Jn 6:64
«Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.» Mt 18:20
«Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten.» Col 1:17
«Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos.» Heb 13:8
«El cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder.» Heb 3
«Y a ella le dijo: Tus pecados te son perdonados.» Lc 7:48
«El cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas.» Flp 3:21
Proposición. Jesús renombró la vieja «copa de la bendición» como «copa de la conmemoración».
«Cuando le llevaron a Jesús la tercera copa de vino, la «copa de la bendición», se levantó del diván y, tomando la copa en sus manos, la bendijo, diciendo: «Tomad todos vosotros esta copa, y bebed de ella. Ésta será la copa de mi conmemoración. Ésta es la copa de la bendición de una nueva dispensación de gracia y verdad. Ésta será para vosotros el emblema del don y el ministerio del Espíritu divino de la Verdad. Yo no beberé otra vez de esta copa con vosotros hasta que la beba en forma nueva con vosotros en el reino eterno del Padre».» LU 179:5.1
Proposición. El «pan de conmemoración» es el símbolo de la vida unida del Padre y el Hijo, la palabra de verdad encarnada en la carne.
«Cuando terminaron de beber esta nueva copa de conmemoración, el Maestro tomó el pan y, después de dar gracias, lo rompió en pedazos y, diciéndoles que lo pa-saran, dijo: «Tomad este pan de conmemoración y comedlo. Os he dicho que yo soy el pan de la vida. Este pan de la vida es la vida unida del Padre y del Hijo en un solo don. El verbo del Padre, tal como es revelado en el Hijo, es en verdad el pan de la vida». Cuando hubieron compartido el pan de la conmemoración, el símbolo del verbo vivo de la verdad encarnado en semejanza de carne mortal, se sentaron.» LU 179:5.3
Proposición. Al establecer la cena de conmemoración, Jesús buscaba evitar ser dogmático. Más bien quería liberar el alma renacida del hombre y ponerla en las alas dichosas de una nueva y viviente libertad espiritual.
«Al instituir esta cena de conmemoración, el Maestro recurrió, como siempre fue su costumbre, a las parábolas y a los símbolos. Empleó símbolos porque quería enseñar ciertas grandes verdades espirituales de manera tal que resultara difícil a sus sucesores darles interpretaciones precisas y significados definidos a sus palabras. De esta manera, trataba de prevenir que las generaciones venideras cristalizaran sus enseñanzas y vincularan los significados espirituales con las cadenas muertas de la tradición y del dogma. En el establecimiento de la única ceremonia o sacramento asociado con toda su misión en la vida, Jesús hizo grandes esfuerzos por sugerir sus significados más bien que recurrir a definiciones precisas. No quería destruir el concepto individual de la comunión divina estableciendo una forma precisa; tampoco deseaba limitar la imaginación espiritual del creyente, cortándole las alas por el formalismo. Más bien buscaba liberar el alma renacida del hombre y ponerla en las alas dichosas de una nueva y viviente libertad espiritual.» LU 179:5.4
Proposición. Los creyentes de los siglos intermedios no consiguieron seguir su guía. De todas las enseñanzas de Jesús, ninguna se ha vuelto tan normalizada por la tradición.
«A pesar de los esfuerzos del Maestro por establecer así este nuevo sacramento de conmemoración, los que vinieron en los siglos sucesivos frustraron su deseo expreso porque este simple simbolismo espiritual de aquella última noche en la carne ha sido reducido a interpretaciones precisas y sujeto a la precisión casi matemática de una fórmula establecida. De todas las enseñanzas de Jesús, ninguna se ha vuelto tan normalizada por la tradición.» LU 179:5.5
Proposición. Fue el hombre, no Dios, el que planeó y ejecutó la muerte de Jesús en la cruz.
«Fue el hombre y no Dios quien planeó y ejecutó la muerte de Jesús en la cruz. Es verdad que el Padre se negó a interferir en la marcha de los acontecimientos humanos en Urantia, pero el Padre en el Paraíso no decretó, no demandó, ni requirió la muerte de su Hijo de la manera como se la llevó a cabo en la tierra. Es un hecho que de alguna forma, tarde o temprano, Jesús habría tenido que despojarse de su cuerpo mortal, dando fin a su encarnación, pero podría haberlo hecho de maneras incontables, sin morir en una cruz entre dos ladrones. Todo esto fue obra del hombre, no de Dios.» LU 186:5.2
Proposición. La buena nueva de que el hombre es un hijo de Dios por la fe no depende de la muerte de Jesús.
«El evangelio de la buena nueva de que el hombre mortal puede, por la fe, llegar a ser consciente espiritualmente de que él es hijo de Dios, no depende de la muerte de Jesús. Es verdad, en efecto, que este evangelio del reino ha sido enormemente iluminado por la muerte del Maestro, pero lo fue aun más por su vida.» LU 186:5.4
Proposición. Jesús se sometió a la muerte en la cruz por su libre albedrío.
«Lo que Jesús está a punto a hacer, sometiéndose a la muerte en la cruz, lo hace él por su libre albedrío. Al pronosticar esta experiencia, él dijo: «El Padre me ama y me sostiene porque estoy dispuesto a ofrendar mi vida. Pero tomaré posesión de ella de nuevo. Nadie me quita la vida, —por mí mismo la ofrendo. Tengo poder para ofrendarla, y tengo poder para tomar posesión de ella. Este mandamiento recibí de mi Padre».» LU 187:0.3
Proposición. Si bien Jesús no murió para expiar una supuesta culpa racial de los hombres, hay un significado adscrito a la cruz. Urantia es conocido como el «mundo de la cruz».
«A pesar de que Jesús no murió esta muerte en la cruz para expiar la culpa racial del hombre mortal ni para proporcionar algún tipo de acercamiento eficaz a un Dios, que en otro caso, se sentiría ofendido y que no perdonaría; aunque el Hijo del Hombre no se ofreció como sacrificio para apaciguar la ira de Dios y para abrir el camino para que el hombre pecador obtuviera la salvación; a pesar de que estas ideas de expiación y propiciación son erróneas, existen sin embargo significados en esta muerte de Jesús en la cruz que no deben ser pasados por alto. Es un hecho que Urantia se conoce entre otros planetas vecinos habitados como «el mundo de la cruz».» LU 188:4.1
Proposición. La muerte es una parte de la vida mortal plena que Jesús deseó vivir.
«Jesús quiso vivir una vida mortal plena en la carne en Urantia. La muerte es, ordinariamente, parte de la vida. La muerte es el último acto del drama mortal. En vuestros esfuerzos bien intencionados para escapar a los errores supersticiosos de la falsa interpretación del significado de la muerte en la cruz, debéis evitar el grave error de no percibir el auténtico significado y la verdadera importancia de la muerte del Maestro.» LU 188:4.2
Proposición. Dios no maldice al hombre por los pecados de sus ancestros. Jesús no murió para rescatar a los hombres de Satanás.
«El hombre mortal no fue nunca propiedad de los grandes embusteros. Jesús no murió para rescatar al hombre de las garras de los gobernantes apóstatas y de los príncipes caídos de las esferas. El Padre en el cielo nunca concibió una injusticia tan burda como la de condenar un alma mortal por las malas acciones de sus antepasados. Tampoco fue la muerte del Maestro en la cruz un sacrificio consistente en pagarle a Dios una deuda que la raza humana le debía.» LU 188:4.3
Proposición. Moisés enseñó sobre la justicia de un Dios Creador; Jesús representó el amor y la misericordia de un Padre celestial.
«Antes de que Jesús viviese en la tierra, tal vez podríais haber estado justificados en creer en un Dios semejante, pero no podéis pensar así desde que el Maestro vivió y murió entre vuestros semejantes mortales. Moisés enseñó la dignidad y la justicia de un Dios Creador; pero Jesús representó el amor y la misericordia de un Padre celestial.» LU 188:4.4
Proposición. Jesús vivió y murió para todo un universo, e iluminó el camino de salvación para todos.
«Jesús vivió y murió para todo un universo, no solamente para las razas de este mundo. Aunque los mortales de los reinos tenían salvación aun antes de que Jesús viviese y muriese en Urantia, es sin embargo un hecho de que su autootorgamiento en este mundo iluminó grandemente el camino de la salvación; su muerte mucho hizo por aclarar para siempre la certeza de la sobrevivencia mortal después de la muerte en la carne.» LU 188:4.6
Proposición. Aunque no sea adecuado considerar a Jesús como redentor, es totalmente correcto referirse a él como salvador.
«Aunque no sea adecuado hablar de Jesús como de uno que se sacrifica, un rescatador, o un redentor, es totalmente correcto referirse a él como un salvador. El hizo para siempre más claro y seguro el camino de la salvación (sobrevivencia); mostró mejor y más certeramente el camino de la salvación para todos los mortales de todos los mundos del universo de Nebadon.» LU 188:4.7
Proposición. Lo importante acerca de la muerte de Jesús no es el hecho, sino la manera sublime en que se enfrentó a la muerte.
«Lo extraordinario de la muerte de Jesús, tal como se relaciona con el enriquecimiento de la experiencia humana y la expansión del camino de la salvación, no es el hecho de su muerte sino más bien la manera superior y el espíritu incomparable con que se enfrentó a su muerte.» LU 188:4.12
Proposición. La cruz fue una expresión suprema de amor, una revelación completa de misericordia.
«Los sufrimientos de Jesús no se limitaron a su crucifixión. En realidad, Jesús de Nazaret pasó más de veinticinco años en la cruz de la existencia mortal real e intensa. El verdadero valor de la cruz consiste en el hecho de que fue la expresión suprema y final de su amor, la revelación completa y plena de su misericordia.» LU 188:5.4
Proposición. La cruz fue la manifestación final del despiegue del amor divino. No hubo nada en la cruz que Dios exigiera, solo lo que Jesús dio voluntariamente.
«Aseguraos pues de que cuando contempléis la cruz como revelación de Dios, no miréis con los ojos del hombre primitivo ni con el punto de vista del bárbaro posterior, pues ambos consideraban a Dios como un Soberano severo de dura justicia y rígida ley. Más bien aseguraos de que veis en la cruz la manifestación final del amor y de la devoción de Jesús en su misión de la vida en autootorgamiento a las razas mortales de su vasto universo. Ved en la muerte del Hijo del Hombre la cumbre del amor divino del Padre por sus hijos en las esferas de los mortales. La cruz retrata así la devoción del afecto voluntarioso y el otorgamiento de salvación voluntaria sobre los que están dispuestos a recibir estos dones y esta devoción. No hubo nada en la cruz que el Padre solicitara —sólo lo que Jesús tan voluntariamente dio, negándose a evitarlo.» LU 188:5.11
Proposición. La cruz no era para reconciliar al hombre, sino para estimular la comprensión del hombre del eterno amor del Padre y de la misericordia sin fin del Hijo.
«Sabemos que la muerte en la cruz no fue para reconciliar al hombre con Dios sino para estimular al hombre a la comprensión del amor eterno del Padre y de la misericordia sin fin de su Hijo, y para difundir estas verdades universales a todo un universo.» LU 188:5.13
Proposición. La cruz representa la dedicación suprema del buen pastor incluso hacia los miembros menos dignos de su rebaño.
«La cruz de Jesús retrata la medida plena de la devoción suprema del verdadero pastor aun por los miembros de su rebaño que no la merecen. Coloca para siempre todas las relaciones entre Dios y el hombre sobre la base de familia. Dios es el Padre; el hombre es su hijo. El amor, el amor de un padre por su hijo, se torna en la verdad central de las relaciones universales del Creador con la criatura —no la justicia de un rey que busca satisfacción en el sufrimiento y en el castigo de sus súbditos malvados.» LU 188:5.1
Proposición. La cruz ejemplifica un amor lo bastante fuerte como para perdonar el pecado y absorber toda maldad.
«La cruz por siempre muestra que la actitud de Jesús hacia los pecadores no fue ni de condenar ni de condonar, sino más bien de salvación eterna y amante. Jesús es en verdad un salvador en el sentido de que su vida y su muerte atraen a los hombres a la bondad y a la sobrevivencia recta. Jesús ama tanto a los hombres que este amor despierta la respuesta amorosa en el corazón humano. El amor es verdaderamente contagioso y eternamente creativo. La muerte de Jesús en la cruz ejemplifica un amor que es lo suficientemente fuerte y divino como para perdonar el pecado y absorber toda maldad. Jesús reveló a este mundo una calidad más alta de rectitud que la justicia —el mero concepto técnico del bien y del mal. El amor divino no solamente perdona las faltas; las absorbe y realmente las destruye.» LU 188:5.2
Proposición. El perdón del amor trasciende el perdón de la misericordia. La misericordia pone a un lado la culpa, pero el amor destruye el pecado. La salvación no le resta importancia a las faltas: las enmienda.
«El perdón del amor trasciende enteramente el perdón de la misericordia. La misericordia pone a un lado la culpa del mal; pero el amor destruye para siempre el pecado y toda debilidad que de él resulte. Jesús trajo a Urantia un nuevo método de vivir. Nos enseñó a no resistir al mal sino a encontrar a través de él la bondad que destruye al mal eficazmente. El perdón de Jesús no es condonar; es la salvación de la condenación. La salvación no le resta importancia a la falta; la enmienda.» LU 188:5.2
Proposición. El amor no transige el pecado: lo destruye. La salvación es redención si nos referimos a la rehabilitación eterna.
«El verdadero amor no transige con el odio ni lo condena, sino lo destruye. El amor de Jesús no está nunca satisfecho con el simple perdón. El amor del Maestro implica rehabilitación, sobrevivencia eterna. Es totalmente propio hablar de salvación como redención, si con eso significáis esta rehabilitación eterna.» LU 188:5.2
Proposición. La cruz es el símbolo del servicio sincero, desinteresado y sagrado: la entrega del amor. El otorgamiento entregado de lo bueno sobre lo malo, incluso hasta la muerte.
«La cruz es el símbolo elevado del servicio sagrado, la dedicación de la propia vida al bienestar y salvación de los semejantes. La cruz no es el símbolo del sacrificio del Hijo de Dios inocente en sustitución de los pecadores culpables, ni para apaciguar la ira de un Dios ofendido, pero permanece para siempre en la tierra y en todo el vasto universo, como símbolo sagrado de los buenos que se autootorgan para los malos y que, al hacer así, los salvan mediante esta misma devoción de amor. La cruz es el símbolo de la forma más alta de servicio altruista, la devoción suprema del otorgamiento pleno de una vida recta en el servicio de un ministerio incondicionado, aun en la muerte, la muerte en la cruz. La presencia misma de este gran símbolo de la vida autootorgadora de Jesús nos inspira verdaderamente a todos nosotros a ir y hacer lo mismo.» LU 188:5.9
Proposición. Tras una combinación de actividades morontiales y materiales en la tumba, salió la forma morontial resucitada de Jesús.
«A las dos cuarenta y cinco del domingo por la madrugada, la comisión de encarnación del Paraíso, formada de siete personalidades del Paraíso no identificadas, llegó al sitio, desplegándose inmediatamente alrededor del sepulcro. A las tres menos diez, comenzaron a emanar del nuevo sepulcro de José intensas vibraciones de actividades materiales y morontiales combinadas, y dos minutos después de las tres este domingo por la mañana, 9 de abril del año 30 d. de J.C., la forma y personalidad morontial resucitada de Jesús de Nazaret salió del sepulcro.» LU 189:1.1
Proposición. Después de la resurrección morontial de Jesús, su cuerpo físico seguía todavía en la tumba.
«Cuando Jesús resucitado emergió de su tumba, el cuerpo de carne en el que había vivido y trabajado en la tierra por casi treinta y seis años aún yacía allí en el nicho del sepulcro, tal cual y envuelto en el sudario de lino, tal como lo dispusieran para su reposo José y sus asociados el viernes por la tarde. La piedra de la entrada del sepulcro tampoco fue movida para nada; el sello de Pilato permanecía intacto; los soldados aún estaban de centinela. Los guardianes del templo habían permanecido continuamente de guardia; la guardia romana fue reemplazada a la medianoche. Ninguno de estos seres vigilantes sospechó que el objeto de su vigila se había levantado, en una nueva y más alta forma de existencia, y que el cuerpo que ellos estaban vigilando ya no era sino un indumento exterior desechado, ya sin conexión alguna con la personalidad morontial entregada y resucitada de Jesús.» LU 189:1.2
Proposición. Se ofrecen tres afirmaciones para aclarar la resurrección de Jesús.
«Aclaremos para siempre el concepto de la resurrección de Jesús con las siguientes declaraciones:
«1. Su cuerpo material o físico no fue parte de la personalidad resurgida. Cuando Jesús salió de la tumba, sus restos carnales permanecieron sin cambios en el sepulcro. El emergió del sepulcro, sin desplazar las piedras que cerraban la entrada y sin romper los sellos de Pilato.
«2. No salió de la tumba como espíritu ni como Micael de Nebadon; no apareció en forma de Soberano Creador, como había sido antes de su encarnación en la semejanza de carne mortal en Urantia.
«3. Salió de esta tumba de José en la misma semejanza de las personalidades morontiales de los que, como seres ascendentes morontiales resucitados, emergen de las salas de resurrección del primer mundo de estancia de este sistema local de Satania. Y la presencia del monumento a Micael en el centro del vasto patio de las salas de resurrección en el primer mundo de estancia nos lleva a conjeturar que la resurrección del Maestro en Urantia fue en cierto modo fomentada en éste, el primero de los mundos de estancia del sistema.» LU 189:1.6
Proposición. El Jesús resucitado dio órdenes a sus ayudantes del universo, pidió la certificación de su tránsito mortal y saludó a los seres morontiales que estaban presentes para darle la bienvenida.
«El primer acto de Jesús al levantarse de la tumba fue saludar a Gabriel e instruirlo que continuara con el cargo ejecutivo de los asuntos del universo bajo Emanuel; solicitó luego al jefe de los Melquisedek que transmitiera a Emanuel sus saludos fraternales. Entonces pidió él al Altísimo de Edentia la certificación de los Ancianos de los Días en cuanto a su tránsito mortal; y volviéndose hacia los grupos morontiales de los siete mundos de estancia, allí reunidos para saludar y dar la bienvenida a su Creador en semejanza de criatura de su orden, Jesús dijo las primeras palabras de su carrera postmortal. Dijo el Jesús morontial: «Habiendo completado mi vida en la carne, deseo permanecer aquí por un corto período de transición, para poder conocer más plenamente la vida de mis criaturas ascendentes y revelar ulteriormente la voluntad de mi Padre en el Paraíso».» LU 189:1.10
Proposición. Se dio al jefe de los arcángeles el mandato que le daba poder para proceder con la disolución inmediata del cuerpo físico de Jesús.
«A las tres y diez, mientras el Jesús resurgido fraternizaba con las personalidades morontiales reunidas de los siete mundos de estancia de Satania, el jefe de los arcángeles —los ángeles de la resurrección— se acercó a Gabriel y pidió el cuerpo mortal de Jesús. Dijo el jefe de los arcángeles: «Se entiende que no participemos en la resurrección morontial de la experiencia autootorgadora de Micael nuestro soberano; pero quisiéramos que sus restos mortales fueran entregados a nuestra custodia para su disolución inmediata. No tenemos la intención de utilizar nuestra técnica de desmaterialización; simplemente queremos invocar el proceso del tiempo acelerado. Basta con que hayamos presenciado la vida y la muerte del Soberano en Urantia; las huestes celestiales querrían ahorrarse el recuerdo de soportar el espectáculo de la lenta putrefacción de la forma humana del Creador y Sostenedor de un universo. En nombre de las inteligencias celestiales de todo Nebadon, solicito un mandato que se me entregue la custodia de los restos mortales de Jesús de Nazaret y que nos dé la autoridad para proceder a su disolución inmediata».’» LU 189:2.1
Proposición. Las huestes celestiales, con la ayuda de los seres intermedios, eliminaron el cuerpo de Jesús de la tumba.
«Una vez que el jefe de los arcángeles obtuvo el permiso, llamó a muchos de sus semejantes para que le ayudaran, juntamente con numerosas huestes de representantes de todas las órdenes de las personalidades celestiales y, con la ayuda de los seres intermedios de Urantia, se hizo cargo del cuerpo físico de Jesús. Este cuerpo mortal era una creación puramente material; era físico y literal; no se lo podía sacar de la tumba en la forma en que escapara del sepulcro sellado la forma morontial de la resurrección. Con la ayuda de ciertas personalidades auxiliares morontiales, la forma morontial puede transformarse en cierto momento como en espíritu, volviéndose indiferente a la materia común, mientras que en otro momento puede ser discernible y accesible por los seres materiales, tales como los mortales del reino.» LU 189:2.3
Proposición. Al girar la piedra de entrada, los intermedios dispersaron a los guardias.
«Para sacar el cuerpo de Jesús del sepulcro, en preparación para disponer de los restos digna y reverentemente mediante una disolución casi instantánea, a los seres intermedios secundarios de Urantia se les dio la tarea de hacer rodar las piedras de la entrada de la tumba. La más grande de las dos piedras era una gran roca redonda, semejante a una rueda de molino, y se movía dentro de una huella abierta en la roca, de modo que se la podía hacer rodar hacia atrás y hacia adelante para abrir o cerrar la tumba. Cuando los guardianes judíos y los soldados romanos, en la escasa luz de la madrugada, vieron que esa enorme piedra comenzaba a rodar abriendo la entrada de la tumba, aparentemente por sí sola —en ausencia de todo medio visible que explicara tal movimiento— los dominó el terror y el pánico, y huyeron del sitio de prisa. Los judíos huyeron a su casa, volviendo más tarde para relatar estas cosas a su capitán en el templo. Los romanos huyeron al fuerte de Antonia e informaron al centurión sobre lo que habían visto en cuanto él llegó al cuartel.» LU 189:2.4
Proposición. La creencia en la resurrección basada en la «tumba vacía» es, desde luego, un hecho, pero no es la verdad.
«La creencia cristiana de la resurrección de Jesús se ha basado en el hecho de la «tumba vacía». Fue en verdad un hecho de que la tumba estaba vacía, pero ésta no fue la verdad de la resurrección. La tumba estaba realmente vacía cuando llegaron los primeros creyentes, y este hecho, asociado con el de la resurrección indudable del Maestro, llevó a la formulación de una creencia que no era verdad: la enseñanza de que el cuerpo material y mortal de Jesús había resucitado del sepulcro. La verdad relacionada con las realidades espirituales y los valores eternos, no siempre puede deducirse de la combinación de hechos aparentes. Aunque ciertos hechos pueden ser materialmente verdad, esto no significa que la asociación de un grupo de hechos deba necesariamente conducir a conclusiones espirituales verdaderas.» LU 189:2.6
Proposición. El cuerpo de Jesús pasó por la misma disolución característica de todos los cuerpos humanos, excepto por la aceleración del tiempo.
«Los restos mortales de Jesús sufrieron el mismo proceso natural de desintegración de los elementos que caracteriza a todos los cuerpos humanos en la tierra, excepto que, en cuanto al paso del tiempo, este modo natural de disolución fue grandemente acelerado, hasta el punto en que se volvió casi instantáneo.» LU 189:2.8
Proposición. A pesar de los apóstoles vacilantes, David envió a sus mensajeros como heraldos de la resurrección.
«Desde la tumba, David y José fueron inmediatamente a la casa de Elías Marcos, donde conferenciaron con los diez apóstoles en el aposento superior. Sólo Juan Zebedeo estaba dispuesto a creer, aunque vagamente, que Jesús se había levantado de entre los muertos. Pedro lo había creído al principio pero, cuando no encontró al Maestro, comenzó a dudar seriamente. Estaban todos dispuestos a creer que los judíos se habían llevado el cadáver. David no quiso discutir con ellos, pero cuando se fue, dijo: «Vosotros sois los apóstoles y deberíais comprender estas cosas. Yo no voy a argüir con vosotros; sin embargo, ahora vuelvo a la casa de Nicodemo, donde, según nuestro acuerdo, me encontraré con los mensajeros esta mañana, y cuando se hayan reunido, los enviaré en su última misión, como heraldos de la resurrección del Maestro. Yo le oí al Maestro decir que, después de su muerte, se levantaría al tercer día, y le creo». Hablando así a los deprimidos y abandonados embajadores del reino, este autonombrado jefe de comunicaciones e inteligencia se despidió de los apóstoles. Camino del aposento superior dejó caer en el regazo de Mateo Leví la bolsa de Judas, que contenía todos los fondos apostólicos.» LU 190:1.3
Proposición. El último encargo de David a su cuerpo de mensajeros fue: el mensaje que llevaréis a los creyentes es «Jesús se ha levantado de entre los muertos; la tumba está vacía».
«Eran aproximadamente las nueve y media cuando el último de los veintiséis mensajeros de David llegó a la casa de Nicodemo. David prontamente los reunió en el espacioso patio y les dirigió la palabra:
‘Hombres y hermanos, todo este tiempo me habéis servido de acuerdo con vuestro juramento ante mí y ante vosotros mismos, y os llamo a testimonio de que no he enviado nunca falsa información por medio de vosotros. Estoy a punto de enviaros en vuestra última misión como mensajeros voluntarios del reino, y al hacer así os libero de vuestro juramento y por ello estoy disolviendo este cuerpo de mensajeros. Hombres, yo os declaro que hemos terminado nuestra obra. El Maestro ya no necesita de mensajeros mortales; él se ha levantado de entre los muertos. Él nos dijo antes de que lo arrestaran que moriría, y que se levantará al tercer día. Yo he visto el sepulcro: está vacío. He hablado con María Magdalena y otras cuatro mujeres, quienes hablaron con Jesús. Ahora yo disuelvo este grupo, me despido de vosotros, y os envío en vuestra tarea respectiva, y el mensaje que llevaréis a los creyentes es: ‘Jesús se ha levantado de entre los muertos; la tumba está vacía’.» LU 190:1.4
Proposición. Fue gracias a la ayuda de los transformadores y los seres intermedios que los ojos humanos pudieron ver la forma morontial de Jesús.
«Estos ojos humanos pudieron ver la forma morontial de Jesús debido al ministerio especial de los transformadores y de los seres intermedios, en asociación con algunas de las personalidades morontiales que en ese entonces acompañaban a Jesús.» LU 189:4.11
Proposición. Dijo Jesús a María: no me toques, pero ve y di a mis apóstoles (y a Pedro) que he resucitado.
«Al intentar María abrazar sus pies, Jesús dijo: «No me toques, María, porque no soy como me conociste en la carne. En esta forma permaneceré con vosotros por una temporada antes de ascender al Padre. Pero id, todas vosotras, ahora y decid a mis apóstoles, y a Pedro, que yo he resucitado, y que habéis hablado conmigo.» LU 189:4.12
Proposición. Su séptima aparición fue a los hermanos de camino a Emaús.
«Mientras así discutían y debatían camino a su casa, la manifestación morontial de Jesús, su séptima aparición, apareció caminando a su lado. Cleofas había escuchado muchas veces las enseñanzas de Jesús y había comido con él en las casas de los creyentes de Jerusalén en varias ocasiones, pero no reconoció al Maestro aun cuando éste le habló libremente.» LU 190:5.2
Proposición. A medida que Jesús progresaba en la forma morontial, era cada vez más difícil verlo.
«Alrededor de la medianoche de este lunes, la forma morontial del Maestro fue ajustada para su transición a la segunda etapa de la progresión morontial. Cuando volvió a aparecer a sus hijos mortales en la tierra, se encontraba como ser morontial de la segunda etapa. Al progresar el Maestro en la carrera morontial, se volvía técnicamente cada vez más difícil para las inteligencias morontiales y sus asociados transformadores hacer que el Maestro pudiera ser visualizado ante ojos mortales y materiales.»
«Jesús realizó el tránsito a la tercera etapa morontial el viernes 14 de abril; a la cuarta etapa, el lunes 17; a la quinta etapa el sábado 22; a la sexta etapa el jueves 27; a la séptima etapa el martes 2 de mayo; a la ciudadanía de Jerusem, el domingo 7; y entró al abrazo de los Altísimos de Edentia, el domingo 14.» LU 191:3.2
Proposición. Jesús apareció durante la hora de la cena ante Tomás y otros.
«Estaban compartiendo la cena poco después de las seis, con Pedro sentado a un lado y Natanael al otro lado de Tomás, cuando el apóstol incrédulo dijo: «No voy a creer a menos que vea el Maestro con mis propios ojos y pueda poner el dedo en la llaga de los clavos». Mientras estaban así sentados cenando, con las puertas cerradas con llave y con barras, el Maestro morontial apareció repentinamente dentro a la curvatura de la mesa, y deteniéndose directamente ante Tomás, dijo:» LU 191:5.2
Proposición. Tomás creyó, incluso sin las marcas de los clavos.
«Cuando Tomás escuchó estás palabras, cayó de rodillas ante el Maestro morontial y exclamó: «¡Yo creo! ¡Señor mío y Maestro mío!» Entonces le dijo Jesús a Tomás: «Tomás, tú has creído porque realmente me viste y me oíste. Benditos son los en las edades por venir que creerán aunque no me hayan visto con los ojos de la carne, ni me hayan oído con el oído mortal».» LU 191:5.5
Proposición. Apareció ante los once y rezó con ellos en el monte de la consagración.
«Al mediodía del sábado 22 de abril, los once apóstoles se reunieron tal como indicado en la colina cerca de Capernaum, y Jesús apareció entre ellos. Este encuentro ocurrió en el mismo monte en que el Maestro los había apartado como sus apóstoles y como embajadores del reino del Padre en la tierra. Y era ésta la decimocuarta manifestación morontial del Maestro.»
«En esta ocasión los once apóstoles se arrodillaron formando un círculo alrededor del Maestro, le oyeron repetir los encargos y le vieron volver a representar la escena de la ordenación así como cuando fueron apartados por primera vez para el trabajo especial del reino. Todo esto fue para ellos como una recordación de su consagración al servicio del Padre, excepto por la oración del Maestro. Ahora, cuando el Maestro —el Jesús morontial— oró, fue en tonos de majestad y con palabras de poder tales como los apóstoles nunca habían oído antes. Su Maestro hablaba ahora con los gobernantes de los universos como el que, en su propio universo, tenía en sus manos pleno poder y autoridad. Estos once hombres no olvidaron nunca la experiencia de la rededicación morontial a las promesas previas de embajadores. El Maestro pasó tan sólo una hora en este monte con sus embajadores, y después de despedirse de ellos con afecto, desapareció de su vista.» LU 192:3.1
Proposición. Jesús se reunió con los once en el monte de los Olivos antes de su ascensión.
«Eran casi las siete y media de este jueves 18 de mayo por la mañana, cuando Jesús llegó a la pendiente occidental del Monte Oliveto con sus once silenciosos y un tanto confundidos apóstoles. Desde esta ubicación, unos dos tercios del camino por la vertiente ascendente de la montaña, podían contemplar a Jerusalén y Getsemaní. Jesús se preparaba ahora para decir su último adiós a los apóstoles antes de despedirse de Urantia. Al estar él de pie entre ellos, sin que él les pidiera se arrodillaron a su alrededor en círculo, y el Maestro dijo:» LU 193:5.1
Proposición. El Maestro di oun mensaje de despedida y se desvaneció.
«Os exhorté que os quedarais en Jerusalén hasta que recibierais el poder de lo alto. Ahora estoy por despedirme de vosotros; estoy por ascender a mi Padre, y pronto, muy pronto, enviaremos a este mundo de mi estadía el Espíritu de la Verdad; y cuando él haya llegado, comenzaréis la nueva proclamación del evangelio del reino, primero en Jerusalén y luego en todos los rincones de la tierra. Amad a los hombres con el amor con el cual yo os he amado a vosotros y servid a vuestros semejantes mortales así como yo os he servido. Mediante los frutos espirituales de vuestra vida, incitad a las almas a creer en la verdad de que el hombre es hijo de Dios, y que todos los hombres son hermanos. Recordad todo lo que yo os he enseñado y la vida que he vivido entre vosotros. Mi amor os sobrecogerá, mi espíritu morará con vosotros, y mi paz velará sobre vosotros. Adiós.»
«Después de hablar así el Maestro morontial desapareció de su vista. Esta así llamada ascensión de Jesús no fue de ninguna manera diferente de sus otras desapariciones de la visión mortal durante los cuarenta días de su carrera morontial en Urantia.» LU 193:5.2
Proposición. El otorgamiento de Miguel en Urantia era necesario para ganar la soberanía experiencial de su universo.
«El otorgamiento de un Hijo Paradisiaco a vuestro mundo era inherente a la situación de clausura de una era planetaria; era inescapable, y no fue hecho necesario para ganar el favor de Dios. Esta encarnación resultaba ser también el último acto personal de un Hijo Creador en la larga aventura de obtener la soberanía experiencial de su universo. ¡Qué distorsión del carácter infinito de Dios! esta doctrina de que su corazón paterno en toda su austera frialdad y dureza permanecía tan indiferente ante los infortunios y penas de sus criaturas, que sus tiernas misericordias no se derramaron sino cuando vio a su Hijo inocente sangrante y moribundo en la cruz de el Calvario!» LU 4:5.6
Proposición. Los Hijos de Otorgamiento son gobernantes comprensivos porque, al vivir la experiencia, poseen la misericordia práctica, un juicio justo y una paciencia nacida de la vida experiencial de la criatura.
«Los Hijos Micael comienzan su trabajo de organización universal con plena y justa comprensión de las varias órdenes de seres que han creado. Tienen vastas reservas de misericordia para todas estas criaturas diferentes, aun piedad por aquellos que erran y se empantanan en el lodo egoísta que ellos mismos producen. Pero dichas dotes de justicia y rectitud no serán suficientes en la estimación de los Ancianos de los Días. Estos gobernantes triunos de los superuniversos jamás certificarán a un Hijo Creador como Soberano Universal hasta que éste no haya realmente adquirido el punto de vista de sus propias criaturas mediante una experiencia real en el medio ambiente en el que existen y como una de estas mismas criaturas. De esta manera estos Hijos se vuelven gobernantes inteligentes y comprensivos; llegan a conocer los varios grupos sobre los que gobiernan y ejercen autoridad universal. Mediante la experiencia viviente, adquieren misericordia práctica, juicio recto y la paciencia nacida de la existencia experiencial como criatura.» LU 119:0.6
Proposición. Los otorgamientos de Miguel para lograr la soberanía cubrieron mil millones de años de Urantia.
«El universo local de Nebadon está actualmente gobernado por un Hijo Creador que ha completado sus autootorgamientos; reina en supremacía justa y misericordiosa sobre todos los vastos reinos de su universo en evolución y en perfeccionamiento. Micael de Nebadon es el otorgamiento 611.121 del Hijo Eterno para los universos del tiempo y del espacio, y comenzó la organización de vuestro universo local unos cuatrocientos mil millones de años atrás. Micael se preparó para su primera aventura de autootorgamiento alrededor de la época en que Urantia estaba adoptando su forma presente, hace mil millones de años. Sus autootorgamientos han ocurrido aproximadamente cada ciento cincuenta millones de años, habiendo tomado lugar el último en Urantia mil novecientos años atrás.» LU 119:0.7
Proposición. La soberanía de Miguel es suprema porque:
«Por consiguiente, Micael combina en su soberanía personal la voluntad divina de las siete fases de los Creadores universales con la experiencia de comprensión a sus criaturas del universo local. Así su administración representará el poder y la autoridad más altos posibles, pero estará libre de toda suposición arbitraria. Su poder será ilimitado porque deriva de la asociación experiencial con las Deidades del Paraíso; su autoridad será incuestionable porque es adquirida a través de una auténtica experiencia en semejanza a las criaturas del universo; su soberanía será suprema porque abarca al mismo tiempo los puntos de vista séptuples de la Deidad del Paraíso y el punto de vista de la criatura del tiempo y el espacio.» LU 120:0.5
Proposición. Urantia es el templo sentimental de todo Nebadon, y Jesús ha prometido regresar.
«Urantia es el templo sentimental de todo Nebadon, el principal de diez millones de mundos habitados, el hogar mortal de Cristo Micael, soberano de todo Nebadon, un ministro Melquisedek para los reinos, un salvador de sistema, un liberador adánico, un semejante seráfico, un asociado de los espíritus ascendentes, un progresor morontial, un Hijo del Hombre a semejanza de la carne mortal y el Príncipe Planetario de Urantia. Y vuestros registros expresan la verdad cuando dicen que este mismo Jesús ha prometido alguna vez retornar al mundo de su autootorgamiento terminal, el Mundo de la Cruz.» LU 119:8.8
Proposición. La doctrina de la segunda venida se creó al principio como parte del cristianismo y generaciones posteriores han esperado con confianza su venida.
«En varias ocasiones había hecho declaraciones Jesús que condujeron a sus oyentes a deducir que, aunque él intentaba dejar este mundo dentro de poco, retornaría con toda certeza para consumar la obra del reino celestial. A medida que crecía en sus seguidores el convencimiento de que él los iba a dejar, y después de haber partido él de este mundo, era natural que todos los creyentes se aferraran firmemente de estas pro-mesas de retorno. La doctrina del segundo advenimiento de Cristo se incorporó de este modo en fecha temprana en las enseñanzas de los cristianos, y casi todas las generaciones subsiguientes de discípulos creyeron devotamente en esta verdad y esperaron con confianza su llegada.» LU 176:2.1
Proposición. Jesús tuvo mucho cuidado en evitar asociar su segunda venida con la destrucción de Jerusalén.
«Si debían separarse de su Maestro e Instructor, tanto más estos primeros discípulos y apóstoles se aferraron a la promesa de su retorno, y no perdieron tiempo en asociar la destrucción prevista de Jerusalén con este segundo advenimiento prometido. Así continuaron interpretando sus palabras, a pesar de que, a lo largo de esta instrucción vespertina en el Monte de los Olivos, el Maestro puso particular cuidado en prevenir precisamente este error.» LU 176:2.2
Proposición. Dijo Jesús: «…tened valor, pues algún día regresaré».
«…también os prometo que alguna vez volveré a este mundo, donde he vivido esta vida en la carne logrando la experiencia simultánea de revelar a Dios al hombre y conducir al hombre a Dios. Muy pronto debo abandonaros y emprender la obra que el Padre ha confiado en mis manos, pero seáis valerosos porque alguna vez retornaré. Mientras tanto, mi Espíritu de la Verdad de un universo os confortará y os guiará.» LU 176:2.3
Proposición. Dijo Jesús: «… cuando retorne, será con poder y en el espíritu… solo el ojo del espíritu podrá contemplar al Hijo del Hombre glorificado…»
«Ahora me contempláis en debilidad y en la carne, pero cuando retorne, será con poder y en el espíritu. El ojo de la carne contempla al Hijo del Hombre en la carne, pero sólo el ojo del espíritu podrá contemplar al Hijo del Hombre glorificado por su Padre y apareciendo en la tierra en su propio nombre». LU 176:2.4
Proposición. Los tiempos de la reaparición del Hijo del Hombre solo son conocidos en los concilios del Paraíso.
«Pero los tiempos de la reaparición del Hijo del Hombre tan sólo son conocidos en los concilios del Paraíso; ni siquiera los ángeles del cielo saben cuándo esto ocurrirá. Sin embargo, deberíais comprender que, cuando este evangelio del reino haya sido proclamado a todo el mundo para la salvación de todos los pueblos, y cuando la plenitud de la era haya acontecido, el Padre os enviará otro otorgamiento dispensacional, o si no, el Hijo del Hombre retornará para adjudicar la era.» LU 176:2.5
Proposición. Haríais bien en desasociar el retorno del Maestro de todo evento establecido o época fijada.
«Por lo tanto haríais bien en desasociar el retorno personal del Maestro a la tierra de todo evento establecido o época fijada. Estamos seguros solamente de una cosa: Prometió que volvería. No tenemos idea alguna de cuándo cumplirá con su promesa ni en relación con qué. Por lo que sabemos, puede aparecer en la tierra en cualquier momento, y puede no aparecer hasta que no hayan pasado eras tras eras y todas hayan sido debidamente adjudicadas por sus Hijos asociados del cuerpo del Paraíso.» LU 176:4.6
Proposición. No es de mayor importancia si vamos a él o si él vendrá primero a nosotros.
«El segundo advenimiento de Micael a la tierra es un evento de enorme valor sentimental tanto para los seres intermedios como para los humanos; pero por otra parte no es de inmediata importancia para los seres intermedios ni de mayor importancia práctica para todos los seres humanos que el acontecimiento común de la muerte natural, que precipita tan repentinamente al hombre mortal en el abrazo inmediato de esa sucesión de acontecimientos universales que conduce directamente a la presencia de este mismo Jesús, el gobernante soberano de nuestro universo. Los hijos de la luz están destinados a verlo, y no es preocupación seria que vayamos nosotros a él o que acaso él primero venga a nosotros. Estad pues vosotros siempre listos para recibirlo en la tierra, así como él está siempre listo para recibiros en el cielo. Anticipamos con confianza su gloriosa aparición, aun sus venidas repetidas, pero nuestra ignorancia es total en cuanto a cómo, cuándo, o en relación con qué está destinado a aparecer.» LU 176:4.7
La segunda venida se menciona 318 veces en el Nuevo Testamento.
«Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis.» Jn 14:3
«Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras.» Mt 16:27
«Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es.» 1 Jn 3:2
«Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo.» Hch 1:11
«He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá.» Ap 1:7
«Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino.» 2 Ti 2 Tim 4:1
«Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo.» Flp 3:20
Proposición. Jesús experimentó la tranquilidad de una confianza incuestionada en Dios y sintió la enorme emoción de vivir en la presencia misma del Padre celestial.
«Jesús no se aferró a la fe en Dios así como lo haría un alma en guerra con el universo y en lucha de muerte con un mundo hostil y pecaminoso; no recurrió a la fe como simple consuelo cuando estaba plagado de dificultades ni como alivio cuando lo amenazaba la desesperanza; su fe no fue tan sólo una compensación ilusoria de las realidades desagradables y de las congojas del vivir. Al enfrentarse con todas las dificultades naturales y las contradicciones temporales de la existencia mortal, él experimentó la tranquilidad de la confianza suprema y indiscutida en Dios y sintió la tremenda emoción de vivir, por la fe, en la presencia misma del Padre celestial.» LU 196:0.3
Proposición. Jesús demostró de manera humana un nuevo y elevado tipo de fe viva en Dios; Dios se convierte en una realidad viva en su experiencia humana.
«Esta fe triunfante fue una experiencia viva de real alcance espiritual. La gran contribución de Jesús a los valores de la experiencia humana no fue que revelara tantas nuevas ideas sobre el Padre en el cielo, sino más bien que tan magnífica y humanamente demostró un nuevo y más alto tipo de fe viva en Dios. Nunca en todos los mundos de este universo, en la vida de cualquier mortal, vino Dios a ser tal realidad viva como en la experiencia humana de Jesús de Nazaret.» LU 196:0.3
Proposición. En la vida de Jesús, todos los mundos descubren una nueva religión basada en las relaciones espirituales personales con el Padre Universal.
«En la vida del Maestro en Urantia, este mundo y todos los demás de la creación local descubren un nuevo tipo más elevado de religión, una religión basada en las relaciones espirituales personales con el Padre Universal y totalmente validada por la autoridad suprema de la experiencia personal genuina. Esta fe viva de Jesús fue más que una reflexión intelectual, y no fue una meditación mística.» LU 196:0.4
Proposición. La teología puede fijar y dogmatizar la fe, pero Jesús tuvo una fe personal y original que le sostuvo firmemente. Esta fe permaneció impávida ante la cruel amenaza de una muerte ignominiosa.
«La teología puede fijar, formular, definir y dogmatizar la fe, pero en la vida humana de Jesús la fe fue personal, viva, original, espontánea y puramente espiritual. Esta fe no fue reverencia por la tradición ni una mera creencia intelectual que él sostenía como un credo sagrado, sino más bien una experiencia sublime y una convicción profunda que lo sostenía firmemente. Su fe fue tan real y tan completa que eliminó en forma absoluta toda duda espiritual y destruyó en forma efectiva todo deseo contradictorio. Nada pudo arrancarlo del ancla espiritual de esta fe ferviente, sublime y impávida. Aun frente a la derrota aparente o en las garras del desencanto y de la desesperación amenazante, permaneció calmo en la presencia divina, libre de temores y plenamente consciente de su invencibilidad espiritual. Jesús disfrutó de la certeza vigorizadora de poseer una fe sin incertidumbres, y en cada una de las difíciles situaciones de la vida, infaliblemente exhibió una lealtad inamovible a la voluntad del Padre. Esta fe estupenda permaneció impávida aun frente a la amenaza cruel y sobrecogedora de una muerte ignominiosa.» LU 196:0.5
Proposición. Su fe no era ni tradicional ni meramente intelectual; era completamente personal y puramente espiritual.
«Jesús poseía una fe sublime y incondicionada en Dios. Él experimentó los estados de ánimo buenos y malos, típicos de la existencia mortal, pero, en el sentido religioso, no dudó nunca de la certeza de la vigilancia y la guía de Dios. Su fe fue la consecuencia de la visión interna, nacida de la actividad de su Ajustador residente, la presencia divina. Su fe no fue ni tradicional ni meramente intelectual. Fue totalmente personal y puramente espiritual.» LU 196:0.1
Proposición. Se dedicó a hacer la voluntad del Padre con un entusiasmo asombroso y sin límites, pero en toda su extraordinaria vida nunca apareció la furia del fanático ni la frivolidad del egocéntrico religioso.
«La fe de Jesús visualizaba todos los valores espirituales como se encuentran en el reino de Dios; por lo tanto dijo: «Buscad primero el reino del cielo». Jesús vio en la desarrollada e ideal comunidad del reino, el logro y la satisfacción de la «voluntad de Dios». El corazón mismo de la oración que enseñó a sus discípulos fue «venga tu reino; hágase voluntad tuya». Habiendo así concebido que el reino comprendía la voluntad e Dios, se dedicó a la causa de su realización con extraordinario autoolvido y entusiasmo sin límites. Pero en su extensa misión y a lo largo de su vida extraordinaria no se asomó nunca la furia del fanático ni la frivolidad del egocéntrico religioso.» LU 196:0.8