Finalmente, los guerreros de Absia admiten al héroe en el honor y rango de árabe. El rey Zoheir hace preparar un gran banquete para celebrar la derrota de los teyanos, en el que le obsequia a Antar con una túnica labrada en oro, le ciñe una espada de confianza y, colocando en su mano una pica de Khata, lo monta sobre un hermoso caballo árabe y lo proclama campeón de Absia y Adnan. Y así, aparentemente, se eliminó el principal obstáculo para la unión de Antar con Abla; además, el padre de la doncella había jurado solemnemente que se casaría con el héroe si la rescataba de los teyanos. Pero el traidor Malik nunca tuvo la intención de cumplir su palabra; aunque, como el rey estaba a favor de la causa de Antar, no tuvo más remedio que manifestar su voluntad de entregar a su hija al salvador de la tribu. El viejo Malik, sin embargo, era un perfecto maestro de la astucia y el engaño; y ideó un plan para exponer a Antar a una muerte casi segura. Le exige que consiga para la dote de Abla mil camellos Asafeer, propiedad de Monzar, hijo de Massema, rey de los árabes y lugarteniente de Nushirvan de Persia: si Antar se aventura una vez entre la tribu de Shiban, Malik asegura confiadamente a sus conspiradores, nunca volverá a molestarlos de nuevo. Sin embargo, por un premio como Abla, Antar estaría dispuesto a enfrentar peligros aún mayores, y por lo tanto emprende la desesperada empresa con presteza.