Al llegar al país de los zebeedianos, Antar encuentra a Khalid ausente en una expedición de saqueo, pero Jaida lo encuentra a caballo, armada como un caballero. La mujer guerrera se enfrenta valientemente a Antar: es vencida y hecha prisionera. Zoheir, habiendo convocado a sus guerreros y dispuesto a unirse a Antar, el padre de Abla aprovecha esta oportunidad para abandonar de nuevo la tribu, y en consecuencia Malik emigra con su familia, acompañado por Rebia, a la tribu de Aamir. Pero aquí lo persigue su mala fortuna habitual; los aamiritas son atacados por Khalid y sus guerreros, y Malik y Rebia son hechos prisioneros. Al regresar a casa, Khalid se encuentra con los abisianos, y se produce una batalla desesperada, con una gran matanza en ambos lados. Durante la noche siguiente, Antar y Khalid vigilan sus respectivas tribus: los dos jefes se encuentran; Khalid es asesinado por el héroe que todo lo conquista, y Shiboob le corta la cabeza como trofeo para honrar la boda de Abla. Mientras tanto, se produce una batalla general, en la que los Absianos resultan completamente victoriosos. Después de que los jinetes de Abs regresaran de perseguir al enemigo y recogieran el botín, Antar preguntó por Jaida, pero ella había escapado; Malik y su hija tampoco estaban por ningún lado; y el héroe pasó una noche sin dormir, lamentando la pérdida, una vez más, de su amada Abla.
Al amanecer, los nobles guerreros abisianos partieron hacia sus hogares, y cuando se acercaron a las tiendas de su tribu, «los altos y los bajos salieron a recibirlos, y fue un gran día para todos ellos». Cuando los amigos se saludaron, todos se retiraron a sus tiendas; pero Antar permaneció mirando con tristeza la morada abandonada y en ruinas de Abla; y apoyado en su lanza, con una voz que expresaba [264] su conmovedor dolor, recitó estos versos, que forman la apertura de su famoso Moällacah:
¿Han dejado los poetas algo que reparar en la canción? ¿Puedes recordar la morada de tu amor, después de una larga meditación?
¡Oh morada de mi Abla! ¡Háblame desde Jiwa! ¡Saludos a ti, morada de mi Abla! ¡Sé segura y a salvo!