[p. 52]
Este poema parece haber sido un poco más antiguo que el de Zohair, pues debió haber sido compuesto durante las guerras de Dahis, que la magnanimidad de los dos jefes, ensalzada por Zohair, «tan noblemente terminó». Antara, el valiente Absite, se distinguió muy pronto en la guerra por su valor al atacar a la tribu de Dhobyan, y se jacta en esta composición de haber matado a Demdem, el padre de Hosein y de Harem, a quien Ward, el hijo de Habes, posteriormente condenó a muerte. Parece que subsistía una antigua enemistad entre nuestro poeta y aquellos dos jóvenes que, como creía Antara, lo habían calumniado sin provocación; y su principal objetivo en este poema era ensalzar sus propios logros y hazañas, y denunciar un resentimiento implacable contra los calumniadores, a quienes sus amenazas probablemente intimidarían. Sin embargo, un argumento tan duro está atenuado por un tono en algunas partes elegíaco y amatorio: porque incluso este guerrero vengativo e impetuoso se vio obligado a cumplir con la costumbre de los poetas árabes, «que habían dejado», como él se queja, «pocas imágenes nuevas para sus sucesores».
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Comienza con un patético discurso dirigido a la glorieta de su amada Abla y a las ruinas de su mansión abandonada; lamenta su repentina partida, la distancia de su nueva morada y la desdichada diferencia entre sus respectivos clanes; describe su pasión y las bellezas de su amante con gran energía; de allí pasa a su propio y laborioso curso de vida, en contraste con la voluptuosa indolencia de la bella, y da una descripción enérgica de su camello, al que compara con un avestruz macho que se apresura a visitar los huevos que la hembra (cuyo descuido habitual de ellos mencionan los naturalistas) había dejado en un valle remoto. A continuación se explaya sobre sus diversos logros y virtudes: su amabilidad con quienes lo tratan con amabilidad, su fiereza con quienes lo lastiman; su desprecio por la riqueza, su alegría, su liberalidad y, sobre todo, su destreza militar y su espíritu de empresa, sobre los que se explaya triunfalmente a lo largo del resto del poema, excepto en cuatro versos, en los que alude oscuramente a cierta aventura amorosa; y después de muchas descripciones animadas de batallas y combates singulares, concluye con el deseo de poder vivir para matar a los dos hijos de Demdem, y con una amarga exultación por la muerte de su padre, a quien había dejado presa de las fieras y los buitres.
El metro es yámbico, como el del poema inmediatamente anterior.