[p. 42]
A., 1; M., 7.—Jesús (¡Dios lo bendiga y le conceda paz!) dijo: «El que sabe y trabaja y enseña, ese hombre será llamado grande en el reino de los cielos».
A., 2; M., 8.—Jesús (¡la paz sea con él!) dijo: «¡Cuántos árboles hay, pero ninguno de ellos da fruto; y cuántos frutos hay, pero ninguno de ellos es bueno; y cuántas ciencias hay, pero ninguna de ellas es útil.»
A., 3; M., 9.—Jesús (¡la paz sea con él!) dijo: «No confíes la sabiduría a quienes no la merecen, porque la perjudicas; y no se la niegues a quienes la merecen, porque los perjudicas. Sé como un médico bondadoso que aplica la medicina en la zona enferma. El que confía la sabiduría a quienes no la merecen es un tonto, y el que se la niega a quienes la merecen comete una injusticia. En verdad, la sabiduría tiene un derecho y tiene personas que son dignas de ella; así que dale su derecho a todo aquel que posee un derecho».
A., 4.—Jesús (¡la paz sea con él!) dijo: [p. 43] «No colguéis perlas en los cuellos de los cerdos, porque la sabiduría es mejor que una perla, y quien la aborrece es peor que los cerdos».
A., 5; M., 10.—Jesús (¡la paz sea con él!) dijo: «Los hombres sabios que son malos son como una piedra que ha caído en la desembocadura de un río; no bebe el agua, y no deja que el agua fluya al campo. Los hombres sabios que son malos son como la tubería de un retrete cuyo exterior es yeso, pero cuyo interior es hedor. Y son como tumbas cuyo exterior está floreciente, pero cuyo interior son huesos de muertos».
A., 8.—Jesús (¡la paz sea con él!) dijo: «Quien adquiere conocimiento y no lo pone en práctica es como una mujer que practica la inmoralidad en secreto, luego queda embarazada y su embarazo se hace evidente y ella es cubierta de vergüenza. Así Dios (¡Exaltado sea!) cubrirá de vergüenza en el Día de la Resurrección a la vista de los testigos a quien no actúe según su conocimiento».
A., 9.—Está escrito en la Torá y en el Evangelio: «No busques el conocimiento de lo que no sabes hasta que practiques lo que sabes».
A., 15; M., 16.—Jesús (¡la paz sea con él!) dijo: «Háganse amables a Dios odiando a los desobedientes, y acérquense a Dios manteniéndose alejados de ellos, y busquen el favor de Dios estando disgustados con ellos». Ellos [p. 44] dijeron: «Oh Espíritu de Dios, ¿con quién, entonces, nos asociaremos?» Él dijo: «Asociaos con aquel cuya vista os recuerda a Dios, cuyas palabras aumentan vuestras obras, y cuyas obras os hacen desear el otro mundo».
A., 16; M., 17.—Jesús (¡la paz sea con él!) dijo a los discípulos: «¿Cómo actuarían si vieran a su hermano dormido y el viento le hubiera quitado el manto?» Ellos respondieron: «Deberíamos cubrirlo y ocultarlo». Él dijo: «No, descubrirían su desnudez». Dijeron: «¡Dios no lo quiera! ¿Quién haría eso?» Entonces dijo: «Uno de ustedes oye algo acerca de su hermano, luego agrega algo y lo extiende con un añadido».
A., 19; M., 23.—Alguien le dijo a Jesús (¡la paz sea con él!): «¿Quién te enseñó?» Él dijo: «Nadie me enseñó. Vi que la ignorancia del hombre ignorante era una mancha, así que la evité».
A., 23; M., 27.—Jesús (¡la paz sea con él!) dijo: «Cuidado con mirar, porque siembra el deseo en el corazón, y es suficiente para la seducción».
A., 25; M., 28.—Algunos dijeron a Jesús (¡la paz sea con él!): «Indícanos alguna obra por la que entraremos al Paraíso». Él dijo: «No digas nada». Dijeron: «No podemos hacer eso». Entonces dijo: «Entonces nunca digas nada que no sea bueno».
A., 27; M., 30.—Jesús (¡la paz sea con él!) [p. 45] dijo: «Si uno dice muchas mentiras, su belleza se va; y si uno se pelea con los hombres, su hombría cae al suelo; y si uno tiene muchas preocupaciones, su cuerpo se enferma; y si uno tiene malos modales, se castiga a sí mismo».
A., 28; M., 31.—Se cuenta que un cerdo pasó junto a Jesús (¡la paz sea con él!), y él le dijo: «Pasa en paz». Entonces alguien dijo: «Oh Espíritu de Dios, ¿le dices esto a un cerdo?» Él respondió: «No me gusta acostumbrar mi lengua al mal».
A., 29; M., 33.—Mâlik, hijo de Dînâr, dijo: Jesús (la paz sea con él) y los discípulos que estaban con él pasaron junto al cadáver de un perro. Los discípulos dijeron: «¡Qué hedor hace este perro!» Entonces él (¡la paz y las bendiciones sean con él!) dijo: «¡Qué blancos son sus dientes!»
A., 31.—Juan [el Bautista] le preguntó a Jesús (¡La paz sea con ellos!): «¿Qué es lo más feroz?». Él respondió: «La ira de Dios». Él dijo: «Entonces, ¿qué viene después de la ira de Dios?». Él respondió: «Para que te enojes». Él dijo: «Entonces, ¿qué hace que la ira comience y qué la hace aumentar?». Él respondió: «El orgullo y la jactancia y la arrogancia y la indignación».
A., 32; M., 34.—El Mesías, hijo de María (¡la paz y las bendiciones sean con él!) pasó junto a una compañía de judíos; entonces ellos le hablaron mal, pero él les habló bien. Entonces alguien le dijo: «En verdad, ellos están hablando mal, y [p. 46] tú estás hablando bien». Él dijo: «Cada uno gasta de lo que posee».
A., 33.—Se dice que está escrito en el Evangelio: «Quien pide perdón por quien le ha hecho daño derrota al diablo».
A., 51; M., 53.—Jesús (¡la paz sea con él!) dijo: «Buscad una gran cantidad de lo que el fuego no puede consumir». Alguien dijo: «¿Y qué es eso?». Él dijo: «La bondad».
A., 55.—Jesús el Mesías (¡Dios lo bendiga y le conceda paz!) dijo: «Cuando llegue el día en que alguno de ustedes ayune, unja su cabeza y su barba y limpie sus labios, para que los hombres no vean que está ayunando. Y cuando dé con su mano derecha, escóndala de su mano izquierda, y cuando ore, baje la cortina de su puerta, porque Dios repartirá alabanza como reparte provisión». [Cf. A., 87, p. 48.]
A., 56; M., 55.—El Mesías (¡la paz sea con él!) dijo: «Bendito sea aquel a quien Dios enseña Su Libro, y que no muere orgulloso».
A., 57.—El Mesías (¡la paz sea con él!) dijo: «Bienaventurados los humildes en este mundo; ellos serán enaltecidos en el Día de la Resurrección. Bienaventurados los que hacen la paz entre los hombres en este mundo; ellos son los que heredarán el Paraíso en el Día de la Resurrección. Bienaventurados aquellos cuyos corazones se purifican en este mundo; ellos son los que verán a Dios (¡Exaltado sea!) en el Día de la Resurrección».
[p. 47]
A., 59; M., 56.—El Mesías (¡la paz sea con él!) dijo: «En verdad, la semilla crece en terreno llano y no crece sobre una roca; de manera similar, la sabiduría actúa en el corazón de los humildes, pero no en el corazón de los orgullosos. ¿No ves que si uno levanta la cabeza hacia el techo, lo rompe; pero si uno se inclina [la cabeza] lo protege y lo cubre?»
A., 62.—Los discípulos dijeron al Mesías (¡la paz sea con él!): «¡Mira esta mezquita, qué hermosa es!». Luego dijo: «Pueblo mío, pueblo mío, en verdad os digo que Dios no dejará piedra sobre piedra de esta mezquita, sino que la destruirá por los pecados de su gente. En verdad, Dios no presta atención al oro, ni a la plata, ni a estas piedras que os encantan. Lo más querido por Dios (¡Exaltado sea!) son los corazones puros. Con ellos Dios preserva la tierra, y con ellos la destruye si son de otra manera».
A., 64.—El Mesías (¡la paz sea con él!) dijo: «En verdad, obtendrás lo que te gusta sólo por tu paciencia con lo que te desagrada».
A., 65.—Vi en el Evangelio que Jesús, hijo de María (¡la paz sea con él!) dijo: «Se os ha dicho antiguamente: diente por diente y nariz por nariz; pero yo os digo: no resistáis al mal con el mal. Al contrario, si alguien te golpea en la mejilla derecha, vuélvele la mejilla izquierda; y si alguien te quita la capa, dale el manto; [p. 48] y si alguien te obliga a ir con él una milla, ve con él dos millas».
A., 68; M., 60.—Se relata acerca del Mesías (¡la bendición y la paz sean con él!) que dijo: «Oh compañía de los discípulos, teméis los actos de desobediencia, pero nosotros, las compañías de los profetas, tememos la infidelidad».
A., 76; M., 64.—Se relata con la autoridad de nuestro profeta [es decir, Mahoma] y con la autoridad de Jesús (¡la paz sea con ellos!), «Cuatro cosas se logran sólo con dificultad: el silencio, que es el comienzo de la adoración; la humildad; mucha glorificación de Dios; y pequeñas posesiones». [Cf. A., 135, pág. 55.]
A., 83.—Jesús (¡la paz sea con él!) dijo: «No es sabio quien no puede alegrarse de entrar en calamidades y enfermedades en su cuerpo y en su riqueza a causa de lo que espera de la remisión de sus pecados».
A., 85.—En las historias de Jesús (¡La paz sea con él!) [leemos], «Cuando ves a un joven enamorado de la búsqueda de Dios (¡Exaltado sea Él!), entonces eso lo ha absorbido hasta descuidar todo lo demás».
A., 87.—Se transmite en el Evangelio: «Cuando des limosna, hazlo de modo que tu mano izquierda no sepa lo que ha hecho tu mano derecha; entonces el que ve las cosas ocultas te recompensará abiertamente. Y cuando ayunes, lávate la cara y unge tu cabeza, para que nadie [p. 49] fuera de tu Señor lo sepa». [Cf. A., 55, p. 46.]
A., 89; M., 68.—Se relata que Jesús (¡la paz sea con él!) dijo a los Hijos de Israel: «¿Dónde crece la semilla?». Ellos respondieron: «En la tierra». Entonces dijo: «De cierto os digo que la sabiduría sólo crece en un corazón como la tierra».
A., 91; M., 70.—A Jesús (¡la paz sea con él!) le preguntaron cuál era la mejor obra, y él dijo: «Resignación a Dios (¡Gloria a Él!) y amor por Él».
A., 92; M., 71.—Jesús (¡la paz sea con él!) dijo: «Bienaventurado el ojo que duerme y no piensa en la desobediencia, y despierta a la impecabilidad».
A., 94; M., 72.—Los discípulos dijeron a Jesús: (¡La paz sea con él!) «¿Cuál es la más pura de las acciones?» Entonces él respondió: «[La de] aquel que trabaja para Dios (¡Exaltado sea!) sin querer que nadie lo alabe por ello».
A., 96; M., 73.—Jesús (¡la paz sea con él!) dijo: «Las cosas son de tres clases: una cuya justicia es clara, así que síguela; otra cuyo error es claro, así que evítalo; y otra que es dudosa para ti, así que encomiéndasela a quien la conoce.» [es decir, para que él te dé consejos al respecto.]
A., 97; M., 74.—Los discípulos dijeron a Jesús, hijo de María: «Oh Espíritu de Dios, ¿hay alguien en la tierra como tú hoy?» Él respondió: [p. 50] «Sí; aquel cuyas palabras son glorificación de Dios, cuyo silencio es meditación y cuya mirada es una lágrima; ése es como yo».
A., 100.—Jesús (¡la paz sea con él!) dijo: «No se preocupen por la comida de mañana, porque si mañana es uno de sus períodos, sus provisiones vendrán en él junto con sus períodos; y si no es uno de sus períodos, no se preocupen por los períodos de otras personas».
A., 104.—Lo vieron salir de la casa de una prostituta, y alguien le dijo: «Oh Espíritu de Dios, ¿qué haces con esta mujer?» Él respondió: «El médico sólo viene a los enfermos».
R., 105.—Jesús, hijo de María (¡Las bendiciones de Dios, exaltado sea!, sean con él!) dijo: «Oh compañía de los discípulos, en verdad el hombre es creado en el mundo en cuatro rangos, en tres de los cuales está seguro, pero en el cuarto de los cuales tiene malos pensamientos, temiendo que Dios lo abandone. En cuanto al primer rango, es creado en tres tinieblas, la oscuridad del vientre, la oscuridad de la matriz y la oscuridad de la placenta; luego Dios le da su provisión en la profundidad de la oscuridad del vientre. Luego, cuando es sacado de la oscuridad del vientre, llega a la leche. No camina hacia ella con el pie o la pierna, ni se acerca a ella con una mano, ni salta hacia ella con fuerza; por el contrario, es obligado a ir contra su inclinación y es guardado [p. 51] hasta que su carne y sangre crezcan sobre él. «Luego, cuando ya no tiene leche, pasa al tercer rango en lo que respecta a la comida que le proporcionan sus padres, de lo permitido y lo prohibido. Si mueren, la gente se muestra benévola con él. Uno le da de comer, otro le da de beber, otro le da cobijo y otro le viste. Luego, cuando llega al cuarto rango y crece y se convierte en hombre, teme que no le den sustento, por lo que ataca a los hombres, traiciona su confianza, les roba sus bienes y les quita sus posesiones por la fuerza, por temor a que Dios (¡Exaltado sea!) lo abandone».
A., 107.—Se nos dice acerca del Mesías (¡Dios lo bendiga y le conceda paz!) que dijo: «Si Dios muestra generosidad hacia uno de sus adoradores, Su generosidad es necesaria para todas sus criaturas».
A., 109.—En una tradición [se dice] que Jesús, hijo de María (¡la paz sea con él!) se encontró con un hombre y le dijo: «¿Qué estás haciendo?». Él respondió: «Me estoy dedicando a Dios». Él dijo: «¿Quién te está dando lo que necesitas?». Él dijo: «Mi hermano». [Jesús] dijo: «Él es más devoto de Dios que tú».
A., 112.—Jesús (¡la paz sea con él!) dijo a los discípulos: «No consideren las obras de los hombres como si fueran señores, sino consideren sus propias obras como si fueran siervos; porque las personas [p. 52] solo son de dos clases, probadas y preservadas. Por lo tanto, tengan compasión de los que son probados y alaben a Dios por la salud».
A., 116.—Y entre las cosas que Dios envió al Mesías en el Evangelio [leemos]: «Te hemos hecho desear, pero no has deseado; y te hemos lamentado, pero no has llorado. ¡Oh tú, de cincuenta años! ¿Qué has enviado antes y qué has dejado atrás? ¡Oh tú, de sesenta años! Tu siega está cerca. ¡Oh tú, de setenta años, ven a la cuenta!»
A., 119.—El Mesías (¡Dios lo bendiga y le conceda la paz!) pasó junto a algunos del pueblo de los Hijos de Israel que estaban llorando, y les dijo: «¿Por qué lloran?». Ellos respondieron: «Lloramos por nuestros pecados». Él dijo: «Déjenlos en paz; les son perdonados».
A., 122.—Se nos ha contado acerca de Jesús (¡la paz sea con él!) que alguien le dijo: «¿Quién es el más poderoso de los hombres en la seducción?». Él respondió: «El desliz de un hombre erudito; cuando él se resbala, un mundo se resbala con él». [Este dicho contiene un juego de palabras que no se puede reproducir en español. La palabra para «hombre erudito» es 'âlim, y para «mundo», 'âlam.]
R., 127.—El Mesías (¡la paz sea con él!) pasó junto a unos tintoreros fuera de la ciudad y se detuvo junto a ellos y les dijo: «¿Creen que cuando hayan lavado, purificado y blanqueado estas ropas, sus dueños tendrán razón [p. 53] al ponérselas mientras sus cuerpos están manchados de sangre, orina, excrementos y diversas clases de inmundicias?». Ellos respondieron: «No, el que hiciera eso sería un tonto». Él dijo: «Ustedes mismos lo han hecho». Dijeron: «¿Cómo?». Él dijo: «Porque habéis purificado vuestros cuerpos y blanqueado vuestras vestiduras, mientras que vuestras almas están manchadas de podredumbre, llenas de inmundicia por ignorancia, ceguera, mudez, malos modales, envidia, odio, engaño, avaricia, avaricia, maldad, malos pensamientos y persecución de malos deseos, y estáis en la humillación de la esclavitud, miserables para quienes no hay descanso sino la muerte y el sepulcro». Entonces dijeron: «¿Cómo debemos proceder? ¿Hay algún escape de buscar un sustento?» Él dijo: «¿Podéis disfrutar del reino de los cielos, donde no hay muerte, ni decrepitud, ni dolor, ni enfermedad, ni hambre, ni sed, ni temor, ni tristeza, ni pobreza, ni necesidad, ni cansancio, ni aflicción, ni preocupaciones, ni envidia entre sus habitantes, ni odio, ni jactancia, ni orgullo? Pero, por el contrario, los hermanos se sientan uno frente al otro en divanes, contentos y regocijándose en el placer y la generosidad y el favor y la satisfacción y el esplendor y la agrado, caminando en la inmensidad de las esferas en la amplitud de los cielos, y viendo el reino del Señor de los mundos y contemplando a los ángeles alrededor de Su trono, puros, [p. 54] celebrando la alabanza de su Señor con melodías y tonadas como nunca han oído los hombres y los genios. Y estarás con ellos para siempre, sin envejecer, ni morir, ni pasar hambre, ni sed, ni enfermarte, ni temer, ni afligirte».
R., 130.—Jesús, hijo de María (¡la paz sea con él!), en lo que nos refirió el escriba cristiano Ibn al Hamal, dijo a sus discípulos: «La señal por la que se os conoce como procedentes de mí es que os amáis los unos a los otros». Y Jesús dijo también a Josué, su discípulo: «En cuanto al Señor, debéis amarlo con todo vuestro corazón, luego amar a vuestro prójimo como a vosotros mismos». Le dijeron: «Explícanos, Oh Espíritu de Dios, cuál es la diferencia entre estos dos amores, para que podamos prepararnos para ellos con discernimiento y claridad». Él dijo: «Amas a tu amigo por ti mismo, y te amas a ti mismo por tu Señor; así que cuando cuidas a tu amigo lo haces por ti mismo, y cuando eres generoso contigo mismo lo eres con tu Señor».
A., 132.—Jesús, hijo de María (¡las bendiciones de Dios sean con él!), dijo a los discípulos: «Oh sal de la tierra, no os volváis malos, porque cuando las cosas se ponen malas sólo se pueden tratar con sal, pero cuando la sal se pone mala no se puede tratar con nada. Oh compañía de los discípulos, no toméis remuneración de aquellos a quienes enseñáis, excepto como la que me habéis dado. Y sabed que hay dos características de la [p. 55] ignorancia en vosotros: la risa sin nada extraordinario y el dormir por la mañana sin una [previa] vigilia».
A., 134.—Jesús dijo a los hijos de Israel: «No paguéis con maldad a quien obra mal, porque vuestro favor no será en vano ante vuestro Señor».
A., 135.—Esta palabra viene transmitida de Jesús, hijo de María (¡la paz sea con él!): «Sólo en el creyente se encuentran cuatro cosas: el silencio, que es el principio de la devoción, la humildad, la glorificación de Dios (¡Exaltado sea!), y una pequeña cantidad de maldad». [Cf. A., 76; M., 64, pág. 48.]
A., 136.—Se cuenta de Jesús, hijo de María (¡la paz sea con él!), que dijo: «Toda palabra que no va acompañada de la mención de Dios es vanidad; y todo silencio que no va acompañado de meditación es negligencia; y toda especulación que no va acompañada de una lágrima es necedad. Así es bienaventurado aquel cuyas palabras son mención de Dios, cuyo silencio es meditación y cuya especulación es una lágrima».
A., 140.—Está escrito en el Evangelio: «Quien siembra el mal cosecha remordimiento».
A., 141.—Se relata acerca de Katâda que dijo: Se nos mencionó que [lo siguiente] está escrito en el Evangelio: «Oh hijo de hombre, así como muestras piedad, así serás compadecido; porque ¿cómo puedes esperar que Dios se compadezca de ti si no muestras piedad a Sus siervos?»
A., 142.—Mâlik, hijo de Anas (¡Dios, exaltado [p. 56] sea! ¡esté complacido con él!), dijo: Me ha llegado que Jesús (¡la paz y las bendiciones de Dios sean con él!) dijo: «No hablen mucho sin mencionar a Dios, o sus corazones se endurecerán, y el corazón duro está lejos de Dios (¡Exaltado sea!); pero ustedes no lo saben».
A., 144.—[Lo siguiente] es citado de Jesús, hijo de María (¡la paz sea con ellos!): «¿De qué sirve que un ciego lleve una lámpara mientras otros se iluminan con ella? ¿Y de qué sirve que una casa oscura tenga una lámpara en el techo? ¿Y de qué sirve que hables con sabiduría y no actúes con ella?»
A., 150.—Se relata acerca de Jesús, hijo de María (¡la bendición y la paz sean con él!), que dijo: «No hay nada maravilloso en que uno perezca de la manera en que perece, pero hay algo maravilloso en que uno se salve de la manera en que es salvado».
A., 153.—Dijo Jesús: «Si los castigas, son Tus siervos, y si los perdonas, Tú eres el Poderoso y el Sabio». [Corán V, 118.]
A., 154.—En el Evangelio [está escrito]: «Yo soy el príncipe de la vida y de los caminos de la verdad; el que cree en mí y muere, no ha muerto de muerte, sino que ha vivido una vida». [Cf. Juan xiv. 6, xi. 25, 26.]
A., 155.—Jesús (¡la paz sea con él!) dijo a los discípulos: «En verdad os digo que el que habla [p. 57] de la sabiduría y el que la oye son compañeros, y el uno de ellos que es más digno de ella es el que la verifica con sus hechos».
A., 156.—Se cuenta que Jesús (¡la paz sea con él!) dijo a los discípulos: «No os enseño que os maravilleis; sólo os enseño que debéis actuar. La sabiduría no es hablar sabiamente; la sabiduría es sólo actuar sabiamente».
R., 157.—Jesús dijo: «Si pueden ser sencillos como una paloma en lo que respecta a Dios, entonces háganlo; nada es más sencillo que una paloma. Pueden tomar a sus dos crías de debajo de ella y matarlas, y ella regresará a ese mismo lugar y dará a luz a [otros] en él».
A., 158.—Jesús dijo: «Habla mucho a Dios y habla poco a los hombres». Dijeron: «¿Cómo hablaremos mucho a Dios?» Él dijo: «Estad apartados en la relación con Él; estad apartados en la oración a Él».
A., 163.—Jesús, hijo de María (¡la paz sea con él!), dijo: «Los pasos resbalan sólo en relación con tres cosas: la pequeñez de agradecimiento por los dones de Dios (¡Exaltado sea!), el temor de algo distinto de Dios y la esperanza en las cosas creadas».
A., 166.—Jesús (¡la paz sea con él!) dijo: «No soy incapaz de resucitar a los muertos, pero soy incapaz de aplicar un remedio al necio». [Cf. M., 5.]
A., 167; M., 32.—Jesús (¡la paz sea con él!) dijo: «En verdad, uno de los pecados más grandes a los ojos de Dios [p. 58] es que un siervo [Suyo] diga ‘Dios sabe’, cuando es ignorante».
A., 173.—Jesús, hijo de María (¡la paz sea con él!), dijo: «El mundo consta de tres días: el día de ayer, que ya pasó, del cual no tienes nada en tu mano; el día de mañana, del cual no sabes si lo alcanzarás o no; y el día de hoy, en el que estás, así que aprovéchalo».
A., 175.—Jesús (¡la paz sea con él!) dijo: «El recuerdo de la eternidad de los que viven para siempre desgarra los corazones de los que temen a Dios». [Asin interpreta «los que viven para siempre» como «los condenados», lo que da buen sentido; pero la traducción literal es la anterior, sin referencia a una clase en particular.]
A., 176.—El Mesías (¡la paz sea con él!) dijo: «¡Oh compañía de los discípulos, cuántas lámparas ha apagado el viento y cuántos adoradores ha echado a perder la vanidad!»
A., 177.—Jesús dijo a Juan [el Bautista] (¡La paz sea con ellos!): «Cuando alguien te amoneste sobre algo y diga acerca de ti lo que es verdad, agradece a Dios (¡Grande es Su gloria!); y si es falso, aumenta tus agradecimientos, porque florece en el registro de tus buenas acciones y estás tranquilo».
A., 180.—Jesús (¡la paz sea con él!) dijo: «Dios envió esta revelación al mundo: El que me sirve, sírvele, y el que te sirve, tómalo como tu siervo».
[p. 59]
A., 184.—Al Bokhârî relató bajo la autoridad de Abû Huraira que el profeta, es decir, Muhammad (¡Dios lo bendiga y le conceda paz!) dijo: Jesús, hijo de María, vio a un hombre robando y le dijo: «¿Estás robando?» Él respondió: «¡De ninguna manera! [Juro] por Aquel fuera del cual no hay Dios!» Entonces Jesús (¡la paz sea con él!) dijo: «¡Crees en Dios y has acusado a mi ojo de falsedad!»
A., 185.—El Mesías (¡la paz sea con él!) dijo: «¿Cuál es la paciencia de quien no ha sido paciente con la necedad, y cuál es la fuerza de quien no ha rechazado la ira, y cuál es la adoración de quien no ha sido humilde ante su Señor? (¡Exaltado sea Él!) La adoración de los necios es venir en el momento equivocado y sentarse más allá de lo decretado; pero cuando surge la necesidad, el consejo desaparece».
A., 188.—Jesús (¡la paz sea con él!) dijo: «Si soportas una palabra de un hombre necio, te beneficiarás diez veces más».
A., 190.—De Jesús (¡las bendiciones de Dios sean con él!) se ha transmitido: «El que no haya nacido dos veces no entrará en el reino de los cielos». [Cf. A., 207, pág. 61.]
A., 191.—Se relata acerca de Jesús (¡la paz sea con él!) que dijo: «En verdad, Dios (¡Exaltado sea!) odia a quien se ríe inmoderadamente sin razón, y a quien camina [p. 60] sin un objetivo, y la conversación que se encuentra entre la broma y la broma».
A., 192.—El recto Jesús (¡la paz sea con él!) ha dicho: «El corazón de cada hombre está donde está su riqueza; así que pongan sus riquezas en el cielo para que sus corazones estén en el cielo».
A., 194.—Jesús (¡la paz y las bendiciones sean con él!) dio el siguiente mandato a uno de sus compañeros: «Ayunen del mundo y no dejen de ayunar hasta que mueran, y sean como aquel que trata su llaga con medicina por temor a que se le empeore. Y ocúpense mucho del pensamiento de la muerte; porque la muerte trae bien al creyente sin mal después de él, pero mal al malvado sin bien después de él».
A., 196.—Del libro de Interpretaciones [o_, Biografías] [se nos dice] que Jesús (¡la paz sea con él!) dijo: «Asociaos con la gente de tal manera que si vivís, os anhelen, y si morís, os lloren».
A., 200.—Un hombre le preguntó a Jesús (¡la paz sea con él!) «¿Quién es el mejor de los hombres?» Entonces tomó dos puñados de tierra y dijo: «¿Cuál de estos dos es el mejor? Los hombres fueron creados de la tierra, por lo que el más honorable de ellos es el más temeroso de Dios de ellos».
A., 204.—Se relata con la autoridad de Ibrâhîm, hijo de Adham, que Jesús (¡la paz sea con él!) dijo: «El honor de un creyente con [p. 61] Dios es que le diga a una montaña: ‘Muévete’, y entonces se moverá».
A., 205.—Se relata con la autoridad de Ma’rûf al Karkhî que Jesús (¡la paz sea con él!) dijo: «Recuerden el algodón cuando se lo ponen sobre los ojos».
A., 207.—Un dicho de Jesús, hijo de María: «Oh, hijos de Israel, de cierto os digo que el que no ha nacido dos veces no verá el reino de los cielos y de la tierra. Por Dios, en verdad somos de los que han nacido dos veces. El primer nacimiento es el nacimiento de la naturaleza, y el segundo nacimiento es el nacimiento del espíritu en el cielo del conocimiento». [Cf. A., 190, pág. 59.]
A., 209.—Sufyân al Thaurî solía decir: «Un hombre le dijo a Jesús, hijo de María (¡la paz y las bendiciones sean con él!): “Dame un consejo». Él respondió: «Considera de dónde viene tu pan».
A., 217.—Se relata con la autoridad de Salim, hijo de Abu al Ja’d, que Jesús (¡la paz sea con él!) dijo: «Bendito sea aquel que llora por su pecado, y que guarda su lengua, y cuya casa lo contiene».
A., 225.—De Jesús (¡la paz sea con él!) se transmite: «Los sabios son de tres clases: el que conoce a Dios y el mandato de Dios, el que conoce a Dios y no conoce el mandato de Dios, y el que conoce el mandato de Dios y no conoce a Dios».
[p. 62]
[Los siguientes pasajes no están incluidos en la colección de Asin. Doy la interpretación que hace el profesor Margoliouth de ellos junto con su nota sobre uno de ellos.]
M., 2.—Dijo Jesús: El mundo es un lugar de transición, lleno de ejemplos; sed peregrinos en él, y tomad advertencia de las huellas de los que os han precedido.
M., 3.—Dijo Jesús: Estad en medio, pero andad de lado. [Esto se interpreta de diversas maneras. Algunos dicen que significa: Estad en el mundo, pero dejad que vuestro corazón esté en el cielo; sin embargo, el contexto en el que se cita trata de casos en los que es necesario confesar la amistad mientras se oculta la enemistad.]
M., 4.—En los sermones de Jesús, hijo de María, está escrito: Ten cuidado cómo te sientas con los pecadores.
M., 6.—Dios le reveló a Jesús: Manda a los hijos de Israel que no entren en mi casa sino con corazón puro, y ojos humildes, y manos limpias; porque yo no responderé a ninguno de ellos contra quien alguien tenga queja.
M., 13.—Dijo Jesús: Si un hombre envía a un mendigo con las manos vacías de su casa, los ángeles no visitarán esa casa durante siete noches.
M., 19.—Cuando le preguntaban a Jesús: ¿Cómo estás esta mañana?, respondía: Incapaz de anticipar lo que espero, ni de postergar lo que temo, atado por mis obras, con todo mi bien en manos de otro. No hay pobre más pobre que yo.