II. El pájaro de los jardines cantó a la rosa | Página de portada | IV. Duerme en tus ojos, brillantes como flores de narciso |
VIENTO del este, oh Avefría del día,
Te envío a mi Señora, aunque el camino
Está lejos Saba, donde te mando volar;
Para que en el polvo tus alas indómitas no dejen de yacer,
Roto de dolor, te envío a tu nido,
Fidelidad.
Ni lejos ni cerca hay lugar de parada
En el camino del amor ausente, veo tu rostro,
Y en tu coche suenan mis saludos arrastrados por el viento,
Los vientos del norte y del este los llevan donde están destinados,
Cada mañana y cada víspera convoyes de saludos feria
yo te envio a ti
A mis ojos eres un extraño, tú que eres
Un camarada siempre presente en mi corazón,
¿Qué oraciones susurradas y qué plegaria plena de alabanza?
yo te envio a ti
Para que el ejército del Dolor no desperdicie el dominio de tu corazón,
Te envío mi vida para traerte la paz de nuevo,
¡Vida querida, tu rescate! De tus cantores aprende
Cómo uno que te anhela puede llorar y arder
Sonetos y palabras rotas, dulces notas y canciones
yo te envio a ti
¡Dame la copa! suena una voz en los vagones de la mina
Llorando: “Soporta con paciencia los años amargos!
Por todos tus males, te envío gracia celestial.
Dios el Creador reflejado en tu rostro
Tus ojos verán, la imagen de Dios en el cristal
yo te envio a ti
Hafiz, tu alabanza solo mis camaradas cantan;
Apresúrate a nosotros, tú que estás triste!
Una túnica de honor y un corcel enjaezado
yo te mando a ti.”
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