XXXI. El aliento del almizcle del amanecer soplará el viento | Página de portada | XXXIII. La joya del tesoro secreto |
SOBRE una rama del ciprés recto
Una vez más el paciente ruiseñor descansa:
«¡Oh, Rosa!», grita, “¡el mal se apartará de ti!
Te canto las gracias de todos los hombres; tú floreces
Y la esperanza brota en cada corazón sin alegría—
No dejes que el ruiseñor se lamente aparte,
Ni con tus orgullosas espinas herir su fiel pecho.”
No lloraré mi lamentable destierro,
El que tiene hambre del rostro de su dama
Será, cuando ella venga, conocerá un gran contenido.
El Zelote busca una morada celestial,
Huris para darle la bienvenida en el Paraíso;
Aquí en la puerta de la taberna mi el cielo se encuentra,
No necesito más bienvenida que la gracia de mi dama.
Mejor beber vino tinto que lágrimas, digo yo,
Mientras el laúd canta; y si uno te ordena que dejes de tocar,
«Dios es el misericordioso!», responderás.
Para algunos, la vida sólo trae alegría y tranquilidad sin fin;
Ah, que se rían aunque la broma sea en vano!
Para mí la fuente del placer estaba en el dolor,
Y llorando por mi señora encontré la paz.
Hafiz, ¿por qué estás siempre hablando de eso?
El cuento de la ausencia y de la noche del dolor?
¿No sabes que la despedida va antes?
Todos se reúnen, y de la oscuridad surge la luz!
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