XXXV. No olvides cuando un querido amigo volvió a su amigo | Página de portada | XXXVII. ¡Levántate! y llena una copa de oro |
AMADO, quien te ha pedido que no pidas más
¿Cómo va mi vida? para jugar al enemigo
Y no preguntes ¿Dónde vive el que era tu amigo?
Tú eres el aliento de la misericordia que pasa sobre
El mundo entero, y el ofensor yo
Ah, deja que la grieta que mis lágrimas han canalizado termine,
Cuestiona el pasado ¡No más!
Si quisieras saber el secreto del fuego del Amor,
Será manifiesto a tus ojos:
Cuestiona la llama de la antorcha que arde constantemente,
Pero no preguntes más al dulce coro descarriado del viento.
Pídeme fe y amor que nunca muere;
Darío, la soberanía de Alejandro,
yo canto de estos no más
No pidas al monje que te dé el oro puro de la Verdad,
No esconde ninguna riqueza bajo su apariencia mentirosa;
Y no le pidas que te enseñe alquimia
Cuyo tesoro está vacío, su hogar frío.
Pregunta a qué objetivo se dirige el derviche errante,
No conocieron su deseo quien te aconsejó:
Cuestiona sus harapos ¡No más!
Y en sus libros eruditos buscarás en vano
La llave de la puerta cerrada del amor; Corazón crecido sabio
En el dolor y la tristeza, no pidas ¡remedio!
Pero cuando llega el momento de las rosas,
Toma lo que te da, oh Hafiz, antes de que vuele,
Y no preguntes por qué la hora te ha traído,
Y por eso no preguntes más!
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