IV. Duerme en tus ojos, brillantes como flores de narciso | Página de portada | VI. Una mejilla teñida de flores, el cierre florido |
¡OH doncella turca de Shiraz! en tu mano
Si me quitas el corazón, por el lunar en tu mejilla
Yo haría trueque entre Bujara y Samarcanda.
Trae, Copero, todo lo que queda de tu vino!
En el Jardín del Paraíso en vano buscarás
El borde de la fuente de Ruknabad,
Y los cenadores de Mosalla donde se entrelazan las rosas.
Han llenado la ciudad de sangre y de violencia,
Esas Lulis de voz suave por las que suspiramos;
Mientras los ladrones turcos caen sobre el botín,
Me han robado y saqueado la paz de mi corazón.
Dotada es mi señora, un mendigo soy yo;
¿Qué le traeré? un rostro hermoso
No necesita ni joya ni lunar ni el arte de la cansada.
Valientes cuentos de cantantes y vino se relacionan,
La clave de lo Oculto sería vano buscarlo;
Ninguna sabiduría nuestra ha abierto esa puerta,
Y encerrado en nuestra sabiduría todavía lo será.
Pero de la belleza de José el laúd hablará;
Y el juglar sabe que Zuleika salió,
Amor apartando las cortinas de la modestia.
Cuando hablaste mal de tu siervo, estuvo bien…
Dios te perdone, porque tus palabras eran dulces;
No fue mal recibida la respuesta más amarga
De labios donde yacía el rubí y el azúcar.
Pero, hermoso Amor, deja que el buen consejo dirija tus pies;
Mucho más querido para la juventud que la vida misma
Son las advertencias de alguien que ha crecido sabio y gris!
La canción es cantada y la perla está ensartada
Ven aquí, oh Hafiz, y canta de nuevo!
Y los cielos que escuchaban sobre ti colgaban
Se soltará sobre tu verso la cadena de las Pléyades.
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