1. Dijeron: «Los soles están en la esfera celestial». ¿Dónde debería morar el sol sino en el cielo?
2. Cuando se erige un trono, debe haber un rey que se siente erguido sobre él.
3. Cuando el corazón esté purificado de su ignorancia, entonces debe descender el ángel.
4. Él se hizo dueño de mí y yo de Él, y cada uno de nosotros ha poseído al otro.
5. Mi ser Su propiedad es evidente, y mi posesión de Él está (probada por) Su dicho: «Ven acá».
6. Oh camellero, desviémonos y no conduzcamos a los viajeros más allá de Dár al-Falak.
7. Una casa en la orilla de un río cerca de al-Musanná te hizo caer enfermo y no te hizo olvidar tu enfermedad.
8. ¡Ojalá el señor del deseo hubiera puesto sobre ti (¡Oh mi censor!) mi dolor y la carga de amor que fue puesta sobre mí!
9. Porque ni Zarúd ni Hájir ni Salam es una morada que te demacró.
10. Desde el dolor ardiente del viaje (hacia Él) buscabas las nubes de la unión, pero no te cubrieron.
11. La gloria de su soberanía te humilló, y ojalá que así como Él te humilló, así también te hubiera mostrado cariño. ¡hacia ti!
12. Y oh, ojalá, ya que en su orgullo se negó a mostrarse [p. 141] cariñoso, oh, ojalá te hubiera animado a mostrar cariño hacia Él!
1. ‘Los soles están en la esfera celestial’, es decir, el resplandor divino está en el corazón.
2. Cf. Cor. xv, 29, y xx, 4.
3. ‘El ángel’, es decir, las esencias espirituales más sublimes.
4. ‘Él se hizo dueño de mí’, en la medida en que estoy limitado por Él.
‘Y yo de Él’, en la medida en que los Nombres Divinos se manifiestan sólo en el ser contingente.
5. ‘Venid acá’ (Kor. xii, 23), es decir, para que los Nombres puedan manifestarse, lo cual es imposible a menos que yo los reciba.
6-7. ‘Dar al-Falak’, un convento para mujeres piadosas en Bagdad, en la orilla del Tigris, cerca de al-Musanná, que es la residencia del Imám, ¡la paz sea con él! El autor se refiere al corazón, porque es el Templo de la manifestación Divina.
‘Al-Musanná’, la estación del Quṭb, ya que era el palacio del Califa.
‘Caer enfermo’, es decir, enamorarse.
‘Y no te hizo olvidar tu enfermedad’, es decir, no te dio ningún alivio.
9. Dice que la pasión de su alma no fue encendida por nada contingente o finito.
11. Él dice: ‘Aunque tenías conocimiento de Dios, ese conocimiento no te humilló tanto como fuiste humillado por la gloria de Su manifestación, es decir, tu humillación se debió a Su gloria, no a Él mismo; por lo tanto, tu conocimiento de Él era imperfecto.’