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1. Sobre el conflicto [1] de las creaciones del mundo con el antagonismo del espíritu maligno, se dice en la revelación que el espíritu maligno, al precipitarse y contemplar la pura valentía de los ángeles y su propia violencia [2], quiso regresar corriendo. 2. El espíritu del cielo es como uno de los guerreros que se ha puesto una armadura; desplegó el cielo contra el espíritu maligno y lideró la contienda hasta que Aûharmazd completó una muralla alrededor, más fuerte que el cielo y frente a él. 3. Y sus espíritus guardianes (fravâhar), guerreros y justos, en caballos de guerra y lanza en mano, estaban alrededor del cielo; semejantes a los cabellos de la cabeza (ângunî-aîtak) de quienes vigilan la muralla. 4. Y el espíritu maligno no encontró paso, y regresó corriendo; y contempló la aniquilación de los demonios y su propia impotencia, como Aûharmazd, vio su propio triunfo final, produciendo la renovación del universo para siempre y para siempre.