1. Y Gôsûrvan, siendo ella misma el alma del buey primigenio, cuando este falleció, salió de él, como el alma del cuerpo del difunto, y lanzó un clamor a Aûharmazd como el de un ejército de mil hombres cuando gritan juntos [1]. 2. Y Aûharmazd, para poder vigilar mejor a las criaturas mezcladas que frente a Gâyômard, ascendió de la tierra al cielo. 3. Y Gôsûrvan lo seguía continuamente, gritando, y lanzaba este clamor: «¿Con quién puedes dejar la custodia de las criaturas?»
(163:3) Bund. IV, 2. ↩︎