Amós llevó a Adén a creer en Jesús y éste último se dedicó después a predicar. [1]
Era un lunático que vivía en unas cuevas y el cementario cerca de Jeresa. Solía estar encadenado pero había logrado desatarse y vagaba por allí cuando encontró a Jesús. Amós no tenía ninguna posesión demoníaca como él creía ni fue curado por Jesús sino que tenía una aflicción mental y cambió bruscamente de conducta al escuchar a Jesús. La historia que luego creyó, que los demonios que le atormentaban pasaron a morar en unos cerdos, ayudó a consolidar su restablecimiento. Todos los apóstoles excepto Tomás creyeron en la historia de los cerdos. [2]
Véase también: LU 151:6.