Santiago de Safed era un ciudadano de Tiberiades que tenía un hijo de catorce años aquejado de epilepsia, y además estaba poseído realmente por un ser intermedio malévolo. Jesús sanó al muchacho. [1] Santiago es quien pronunció ante Jesús la famosa frase que reza «Señor, creo; ayuda a mi incredulidad». [2]