La epilepsia fue confundida antaño con la posesión demoníaca. [1] Jesús sanó a un epiléptico en Cafarnaúm. [2] Jesús sanó al hijo de Santiago de Safed, que a la vez era epiléptico y estaba poseído por un demonio de verdad. [3] Los epilépticos eran con frecuencia sacerdotes y curanderos. [4]
Los lunáticos, los epilépticos y los débiles mentales eran a menudo adorados por sus compañeros mentalmente normales, los cuales creían que estos seres anormales estaban habitados por los dioses. [5]