Cuando estemos equivocados, no debemos dudar en confesar nuestro error y apresurarnos a enmendarlo. [1] Mediante nuestros esfuerzos por enmendar los pecados pasados, adquirimos la fortaleza para resistir a la tendencia de recaer. [2] Toda la riqueza obtenida de manera fraudulenta debería ser restaurada. [3]