Las «arpas de Dios» son unos dispositivos morontiales usados en Jerusem para la recepción de comunicaciones espaciales. [1]
Adán y Eva, cuando estuvieron en la Tierra, podían comunicarse el uno con el otro, y con sus hijos directos, hasta una distancia de unos 80 kilómetros. Este intercambio de pensamientos se efectuaba mediante las delicadas cavidades de gas situadas muy cerca de sus estructuras cerebrales. Por medio de este mecanismo podían enviar y recibir las vibraciones del pensamiento. Pero este poder se interrumpió instantáneamente en cuanto abandonaron su mente a la discordia y a los trastornos del mal. [2]