El hombre desperdicia recursos en numerosas formas de autogratificación, entre ellas la riqueza, la propiedad y los embriagantes. [1] La civilización occidental gime bajo la sobrecarga de lujos y deseos desmesurados. [2] Los padres sabios deben privar a sus hijos de la mayoría de los lujos a fin de fomentar un crecimiento sano, la independencia y los valores morales. [3]
El lujo y la necesidad compiten por la prominencia en la era de la comodidad material, lo que conduce a la tiranía, la intolerancia y los excesos entre los elementos más débiles de la sociedad. [4]