© 2006 Jan Herca (licencia Creative Commons Attribution-ShareAlike 4.0)
El territorio judío apenas tenía salida al mar. El mar muerto no era apto para la pesca, y de la extensa franja de Gaza y la costa mediterránea hasta Fenicia, ninguno de los puertos pesqueros importantes permanecieron bajo influencia judía por mucho tiempo. De las ciudades Gaza Maiumas, Antedón, Ascalón, Asdod Paralios, Jamnia Paralios, Jope, Apolonia Sozusa, Cesarea Marítima y Dora, tan sólo Jope se puede considerar un puerto judío, pues en el resto sus habitantes son casi todos griegos o gentiles. Por ello, en Jerusalén, la llamada puerta de los Peces (Neh 3:3) era llamada así porque solía ser el lugar donde los mercaderes fenicios de Tiro y la costa fenicia solían vender su producto.
Todo esto provocó que el mar de Galilea, el pequeño lago de agua dulce de la región, se convirtiera en un centro industrial de la pesca de gran importancia para el mundo judío, pues se prefería el pescado capturado por pescadores judíos, que se garantizaba que cumpliría con los preceptos rabínicos de pureza alimentaria y evitaría los peces llamados impuros, frente al obtenido por los pescadores gentiles. Sin embargo, el hecho de la existencia de la puerta de los Peces en Jerusalén como lugar de emplazamiento de los pescadores tirios supone que la pesca del mar de Galilea no proporcionaba todas las capturas necesarias para abastecer a Galilea, Judea, Perea y el resto de territorios bajo influencia judía, y los habitantes de Jerusalén tuvieran que aceptar el consumo de peces provenientes de ciudades gentiles.
De la importancia del sector de la pesca en la economía del mar de Galilea dan cuenta los nombres de topónimos, muchos de ellos con referencia a este sector. Betsaida, la población que los estudiosos discuten si fue una o fueron dos, significa aldea o casa (bet) de pescadores (saidan). Tariquea, la población que muchos estudiosos de hoy identifican con Magdala (erróneamente, según hemos visto en otro artículo), significa «lugar de conservación del pescado». De hecho, al mar de Galilea, en tiempos de Jesús, también se le llama «mar de las tariqueas», pues tenían fama mundial los productos derivados de la desecación del pescado producidos en el lago.
Durante una prolongada sequía en los años 80 el estudioso del mar de Galilea Mendel Nun pudo identificar los restos de antiguos embarcaderos de la época de Jesús. Lo llamativo de estos descubrimientos es que el mar de Galilea aparecía prácticamente cubierto en toda su costa por estos embarcaderos. Esto hace suponer que junto a las aguas del mar se disponían, casi sin solución de continuidad, un gran número de pequeñas y grandes poblaciones dedicadas a la pesca. Algunas de estas poblaciones eran, sin embargo, una población menor o aldea asociada a otra población de mayor relevancia, de la cual dependía, pero que se hallaba situada hacia el interior. Éste último caso correspondía al puerto de Hipos y de Gadara, dos ciudades-estado independientes de la Decápolis con un amplio chora o territorio bajo su jurisdicción, que ocupaban una amplia franja del este del lago. Siguiendo desde aquí, en sentido de las agujas del reloj, tenemos las siguientes poblaciones: Tariquea era la más al sur, situada en la desembocadura del lago en el río Jordán; algo más al norte estaba Senabris, y luego Hammat, lugar este último muy apreciado por unas fuentes termales de agua caliente; después se encontraba la nueva ciudad de Herodes Antipas, Tiberias o Tiberíades; al norte de Tiberias se encontraba Magdala; en la cara norte del lago se disponían las poblaciones de Genesaret, Betsaida y Cafarnaúm; es posible que cerca de la embocadura del Jordán estuviera una pequeña aldea llamada Aish; cruzando el Jordán pasamos a territorio de la Gaulanítide mediante el pago de una tasa en la obligada aduana; allí, a los pocos kilómetros nos encontramos con su capital, llamada Betsaida-Julias (se llamó en tiempos Betsaida pero fue renombrada como Julias); al sur de Betsaida-Julias, ocupando la costa oriental, se disponían otras tres poblaciones: Kefar Aqbiya, Queresa y Ein Gofra.
Como puede verse, sumaban un total de quince puertos, una cantidad nada desdeñable si consideramos que el mar de Galilea sólo tenía 50 km de perímetro (hoy en día tiene unos 53 km pero en la época de Jesús el nivel del mar era más bajo que el actual y el borde costero era menos extenso).
La economía productiva de tiempos de Jesús en el imperio romano no era una economía de mercado libre, sino una economía de mercado controlado. Ninguna actividad industrial podía realizarse sin recibir una autorización estatal, bien de manos del propio emperador o de sus subordinados (ya fueran gobernadores o reyes-cliente). Agricultores, ganaderos, pescadores, y artesanos estaban todos sujetos a una escala jerárquica de poderes en la que los situados en lo alto de la pirámide aglutinaban todos los derechos de control de las tasas y arrendamientos, y progresivamente, a lo largo de una interminable sucesión de intermediarios, llegaba hasta el trabajador u obrero asalariado y el esclavo, lo más bajo de la jerarquía.
En estas economías, el campesino y artesano final no tiene voz ni voto en el destino de los impuestos, que queda enteramente al libre capricho de los máximos dirigentes. Para este proletariado, la única salida que queda es someterse a este rígido sistema, o bien evadir los impuestos mediante la mentira o el anonimato. Sin embargo, un férreo sistema de censos dificultaba la evasión de estos impuestos. En esta situación, la innovación tecnológica carecía de sentido, pues una mayor producción también incrementaba en igual proporción la aportación al fisco. La única innovación permitida en materia de construcciones públicas, caminos, canales, puertos, o material de guerra, servían al único fin de engrandecer a las familias adineradas, pero apenas beneficiaban a los pequeños trabajadores.
Centrándonos en el sector de la pesca, debajo de los gobernadores y reyes-cliente (en tiempos de Jesús Poncio Pilato y los otros prefectos de Judea, así como los reyes Herodes Antipas y Herodes Filipo), se disponía la siguiente organización:
En cuanto a los tipos de profesiones que se relacionaban con la pesca, había toda una red enmarañada de profesionales viviendo de esta actividad:
La pesca no era una actividad liberalizada, sino que se ejercía como un derecho que proporcionaban unos arrendatarios a quienes se entregaban estos privilegios. Seguramente está hablando de ellos Flavio Josefo cuando dice «la élite y los gobernantes urbanos» durante el período helenista (AJ XII 169, 175, 184). Y el término kômogrammatoi (AJ XVI 203) puede referirse a los «contables» de la aldea que supervisaban estos arrendamientos y otros impuestos. En definitiva, los pescadores recibían capital junto con derechos pesqueros, y por tanto, se endeudaban con corredores locales responsables de los puertos y los arrendamientos pesqueros. Estos arrendatarios eran también muy posiblemente los propietarios de las barcas y de los aparejos, de modo que los pescadores sólo ofrecían la mano de obra, pero tenían que alquilar el resto de sus herramientas de trabajo.
Los registros indican también que había (por lo menos en algunas ubicaciones antiguas) una policía pesquera (epilimnês epistatês; o lo que nosotros quizás llamemos anacrónicamente «encargados del juego»), que se cercioraban de que nadie pescaba ilegalmente (sin un contrato de pesca) o vendía a intermediarios no autorizados.
Los pescadores podían formar «cooperativas» (koinônoi) para pujar por los contratos de pesca o arrendamientos. Una de las observaciones más interesantes que los evangelios hacen acerca de las familias de Jonás y Zebedeo es el comentario de Lucas de que eran un colectivo/cooperativa de pequeña escala:
«… hicieron señas a sus socios [metachoi] del otro barco para que fueran a ayudarlos. Y vinieron y llenaron ambos barcos … [Simon] estaba asombrado, y todos sus hombres con él, por la gran cantidad de peces que habían cogido; e igualmente Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran miembros de la cooperativa [koinônoi] con Simón» Lc 5:7,9-10
Como aparece sólo en el evangelio de Lucas, esta descripción puede deberse a las experiencias propias del evangelista, más que experiencias de los pescadores. Pero las evidencias de la pesca en gremios en Palestina existen para un período levemente posterior. Se han encontrado evidencias de un arrendamiento egipcio antiguo de pesca de la era romana, un papiro egipcio del 46 d.C. que identifica un colectivo de pesca de trece pescadores y su escribiente que tomaron un juramento al emperador romano (Tiberio) con respecto a no pescar peces sagrados, y una cooperativa pesquera en Asia Menor proporcionó una estela impresionante dedicada a la oficina de impuestos pagada por la cooperativa en el 54-59 d.C. Esta cooperativa (o gremio) de Éfeso incluía tanto a pescadores como a vendedores, y éste podría ser el modelo de cooperación entre las familias pesqueras y los vendedores en Galilea.
Algunos autores consideran que existieron dos clases sociales o categorías entre los pescadores del mar de Galilea: una de ellas serían esos pescadores o empresarios que tenían pescadores asalariados a su cargo, y otra la del pescador inferior que no se puede permitir tener a nadie en su nónima. En cualquiera de los dos casos, ambos formaban con frecuencia parte de cooperativas familiares, como hemos visto. Podemos apreciar la diferencia con Zebedeo. El padre de los apóstoles debía tener una posición económica desahogada o de otro modo no habría podido prescindir durante unos cuantos meses de sus hijos.
Si no había un número suficiente de familiares en la cooperativa, los pescadores tenían que emplear a trabajadores para ayudar con todas las responsabilidades: manejar los remos y las velas, reparar redes, clasificar peces, etc. Estos trabajadores representan el fondo de la escala social en el subsistema de la pesca. En Mc 1:19-20 encontramos a Zebedeo como un pescador que no sólo tiene a dos hijos trabajando en el negocio, sino a trabajadores empleados también (ver LU 145:1.1). Este número corresponde a la tripulación necesaria para los barcos más grandes. Tanto la agricultura como la pesca utilizó a estos trabajadores, que quizás fueran trabajadores por un día, es decir cuyo contrato expiraba al caer la tarde y debían volver a buscar trabajo al día siguiente (por ejemplo, Mt 20:1-16) o trabajadores estacionales (por ejemplo, Jn 4:36). Que estos trabajadores empleados eran una parte necesaria e importante de la economía galilea parece ineludible (por ejemplo, Mt 10:10; Jn 4:36; 10:12-13). Estos tipo de asociaciones pueden apreciarse también en LU 123:1.6, LU 128:5.8, LU 129:1.4, LU 139:1.1
Los peces, a nivel general en la época de Jesús, se clasificaban en permitidos y prohibidos, es decir, en puros e impuros. La ley mosaica (Lv 11:9-12) establecía que sólo podían considerarse comestibles los peces vertebrados, con escamas y aletas, mientras que los demás se consideraban prohibidos. Esta es la razón de fondo del texto en el evangelio, en Mt 13:48, donde se habla de peces buenos (permitidos por la ley) y malos. Al final de cada captura, por tanto, los pescadores debían reunirse en la playa, y separar los peces impuros, devolviéndolos al agua.
El mar de Galilea ha sido famoso por su pescado desde antiguo. Hay dieciocho especies de pescado autóctonas en el lago, que se clasifican localmente en tres grupos principales:
Las sardinas aparecen muchas veces mencionadas en los evangelios como «peces pequeños», en contraste con las otras dos especies, que eran mayores. Se las menciona claramente en el milagro de la alimentación de los cuatro mil. De acuerdo con Mt 15:34 y Mc 8:5-7, «cinco panes y unos pocos peces pequeños» era todo lo que los seguidores de Jesús tenían para comer.
El milagro de la alimentación de los cinco mil aparece en los cuatro evangelios. Mt 14:17, Mc 6:38 y Lc 9:13 mencionan «cinco panes y dos peces.» Pero la versión de Juan (Jn 6:9) es ligeramente diferente y se especifica que el pan es de cebada y se usa otra palabra griega para el pescado: opsaria (pez pequeño) en lugar de ichthyes (peces). Podemos suponer que estos peces pequeños no son los individuos jóvenes de las grandes especies, sino que eran sardinas y por tanto, pequeñas por naturaleza. Éstos, con pan, de hecho, han constituido la dieta habitual de la población local.
Hay varios pasajes de los evangelios que sugieren el musht. Cuando llega el invierno, este pez, que es un pez tropical, se congrega en bancos en la parte septentrional del lago, donde son atraídos por el agua tibia de los manantiales que desembocan en el lago. Esta atracción ofrece a los pescadores una oportunidad de obtener capturas abundantes. Este hecho podría explicar la pesca milagrosa mencionada en los evangelios (Lc 5:1-11). El Libro de Urantia nos da una explicación a esta pesca milagrosa haciendo una indicación a estos hábitos de los bancos de peces (LU 145:1.2-3). Un suceso idéntico ocurre en el pasaje LU 192:1.3-6.
En la primavera, los musht se aparean y colocan sus huevos en el fondo del lago. Después de la fertilización, los musht padres llevan los huevos en la boca por tres semanas hasta que los huevos maduran. Entonces cuidan de ellos unos pocos días, y luego los liberan. Para prevenir a su progenitura que entren en la boca otra vez, el pez padre ingiere guijarros para que su antigua «casa» no siga siendo tan confortable. Es posible que traguen también monedas y otros objetos con los guijarros, y se han encontrado muchas monedas en la boca de los musht. Esto podría explicar el pasaje en el que Jesús le pide a Pedro que busque un pez con una moneda en la boca para pagar los impuestos (Mt 17:24-27; LU 157:1.1-5).
En la Iglesia de la Multiplicación, que fue construida para conmemorar el milagro realizado por Jesús, en Tabgha, se muestran dos peces pequeños en un mosaico del siglo sexto. Vemos una cesta con cuatro panes con un pez a cada lado. Sin embargo, estos peces no parecen ser del mar de Galilea. Todos los peces capturados en el mar de Galilea tienen una sola aleta dorsal, mientras que los que figuran en el mosaico tienen dos aletas dorsales. El artista que diseñó el mosaico de Tabgha probablemente llegó desde el extranjero para hacer su trabajo y usó un patrón sin asegurarse de su corrección echando un vistazo a los peces del lago.
Existe un lugar del lago que tuvo en la época, al igual que hoy, una relación especial para la pesca. Se trata de Tabgha, situada a dos kilómetros al suroeste de Cafarnaúm. El nombre es una corrupción del Heptapegon griego, o «Siete Fuentes». Y el nombre es muy correcto, porque en la vecindad de Tabgha hay un grupo de fuentes que varían en volumen, temperatura y salinidad. Flavio Josefo se refirió a la mayor como el Manantial de Cafarnaúm, señalando así una clara conexión entre Heptapegon y Cafarnaúm. En otro artículo ya se ha estudiado que este emplazamiento de Heptapegon o Tabgha es en realidad una de las propuestas firmes que los arqueólogos hicieron durante las primeras campañas a tierra santa para la ubicación de Betsaida, la ciudad de procedencia de los apóstoles Andrés, Pedro y Felipe.
En invierno, cuando el agua tibia conduce a los bancos de musht que gustan del calor del vecindario, los pescadores de Cafarnaúm permanecían en este área hasta principios de la primavera, convirtiendo Heptapegon en un importante suburbio comercial de Cafarnaúm. Un puerto pequeño que debió servir a los pescadores se descubrió en 1975.
Varios métodos de pesca se han utilizado durante siglos en el mar de Galilea:
Mientras que los anzuelos se mencionan en los evangelios (Mt 17:27), el modo más común de la pesca en Galilea parece haber sido con redes. Tras la palabra genérica «redes» (Mc 1:18-19) en el Nuevo Testamento se menciona tres tipos diferentes:
Los autores griegos, como Oppiano y Aeliano, mencionan hasta diez tipos diferentes de redes, pero no son capaces de distinguir entre ellas. Las redes requirieron mucha atención: los pescadores y sus empleados no sólo fabricaban las redes, sino que después que cada salida las redes tenían que repararse, lavarse, secarse y doblarse (Mc 1:19).
Para su trabajo, los pescadores necesitaban los recursos de granjeros y artesanos, incluyendo (pero no sólo): lino para redes y velas, piedra cortada para anclas, madera para la construcción y reparación de barcas, y cestas para peces.
En cuanto a las cestas se las llama en griego spuris (Mc 8:8) a una cesta con asas, y kophinios (Mc 6:42) a un canasto amplio que se usaba desde tiempo inmemorial transportado por las mujeres sobre su cabeza.
En cuanto a las embarcaciones, los evangelios y Josefo hablan de barcos en el mar de Galilea para pescar y transportar. En 1986 un barco antiguo de pesca fue descubierto en el barro en la costa del noroeste del mar de Galilea, apenas al norte de Magdala. Era un barco de los de pequeño tamaño, de unos 8,8 metros de largo, 2,5 metros de ancho y 1,25 metros de alto. Estos barcos, llamados ploiarion, permitían que cuatro a seis pescadores pudieran pescar y maniobrar cómodamente la nave. Los barcos de gran tamaño, o ploion, destinados al transporte, tenían 18 metros de largo por 5 de ancho, y podrían acomodar una carga por encima de una tonelada, que incluía a los cinco miembros de la tripulación y la carga, o una tripulación de unos diez pasajeros (Mc 6:45). Disponían en algunos casos de un pequeño cobertizo en la popa.
La madera que se utilizaba para fabricar los botes era de mala calidad, proveniente de los bosques del Golán. Para la quilla se solía reservar la mejor madera, el cedro del Líbano, pero para las planchas usaban lo que tenían a mano: pino, azufaifo y sauce. Esto hacía las embarcaciones sumamente frágiles a los vendavales y al desgaste del trabajo, por lo que había que repararlas de forma continua con remiendos de otras barcas.
La necesidad de estos recursos se ignora con frecuencia por parte de los estudiosos a la hora de imaginar la actividad de Jesús en Cafarnaúm. Como carpintero, podía perfectamente trabajar en algún astillero encargado de la fabricación y reparación de barcas (ver LU 129:1.2). La fabricación de barcos, además, atraía a otras industrias subsidiarias (la de la brea para calafatear las naves, la de pintura, etc.).
El comercio de la pesca trajo consigo también la industria del procesamiento del pescado. Durante la era helenista el pescado en sazón había llegado a ser una alimento básico en todo el Mediterráneo, por igual en la ciudad y el campo. El resultado fue el desarrollo de una distinción en el comercio entre los que capturaban peces, los que procesaban peces, y los que vendían peces. Pero como demuestra una estela de Éfeso, los pescadores y los vendedores quizás trabajasen cooperativamente. La distribución de las capturas estuvo también controlada por los mayoristas aprobados por el gobierno. Mientras que los procesadores de peces no son mencionados explícitamente en los evangelios, sí se menciona el pez en sazón (Jn 6:9-11; también Tob 2:2). El Libro de Urantia también habla de ello ampliamente (LU 68:5.5; LU 139:1.1; LU 139:12.2; LU 192:1.9).
El pescado se procesaba para la conservación y su transporte como curado, encurtido, seco o salado; y se podía mezclar con salmuera y con vino. La Biblia y la Mishnah hablan también de varias maneras de comer pescado: asado o a la brasa (Lc 24:42; Jn 21:9; Tob 6:5), picado (A.Z. 2:6), cocinado con puerros (M.Sh. 2:1), con un huevo (Beit. 2:1), o en la leche (Hul. 8:1). El aceite de pescado se podía utilizar también como combustible para lámparas (Shab. 2:2) y como medicina. El escritor Ateneo (c. 200 d.C.) habla elocuentemente de las variedades y usos del pescado procesado (Deinosofistas 3.116a-121d). También menciona a los «vendedores de pescado procesado». En el trabajo Geoponica (una compilación bizantina de fuentes recientes) encontramos la receta del garum, una salsa a base de pescado que hizo furor en tiempos romanos.
El garum, llamado también liquamen, se hace de esta manera: las entrañas del pez se colocan en una cuba y se salan. También se usan peces pequeños enteros, especialmente el eperlano, o salmonetes diminutos, o sardinetas pequeñas, o anchoas, o cualquier pez pequeño disponible. Se sala la mezcla entera y se coloca al sol. Después de que se ha envejecido en el calor, el garum se extrae de la manera siguiente: se coloca una cesta gruesamente tejida en la cuba repleta del pescado ya mencionado. El garum se introduce en la cesta, y el llamado liquamen se cuela por la cesta y se recoge. El sedimento restante es allex. Había diferentes variantes de garum. Tres famosas fueron el garum hispano, el bitinio y el judeo. Plinio el Viejo identifica al judeo con una variedad particular de pescado procesado: castimoniarum (Historia Natural 31,95).
Durante el período romano, los vendedores de pescado exportaron muchas variedades de pescado procesado, diferenciadas según el tipo de pescado usado, las partes del pez, el proceso y la receta. Los cuatro tipos básicos eran garum, liquamen, muria y allex. Los términos salsamentum y salugo se referían a la solución salina usada para la salazón. Se ha demostrado por las referencias literarias y las ánforas que había muchas categorías de estos productos, siendo la mejor el garum sociorum producido en Hispania (Plinio, Historia Natural 31.94).
Los artículos necesarios para el procesado del pescado tenían que ser suministrados por mercaderes, agricultores y artesanos, lo cual arrastraba toda una industria subsidiaria. Tenemos: sal, vino, ánforas y posiblemente aceite de oliva. Las provisiones de salmuera sin duda procederían del mar Muerto en el sur o de Palmira, en el noreste.
El pescado en conserva y las salsas de pescado se distribuían a través de mercaderes a lo largo de toda Galilea y el resto de Palestina, al igual que en toda la cuenca mediterránea. Esto implicaba a transportistas y empacadores. La ruta de distribución más utilizada era la Via Maris, que desembocaba en Cafarnaúm por el norte, bordeaba la costa occidental y luego se bifurcaba hacia el oeste, seguramente una vez a la altura de Genesaret y Magdala, por el valle de Asochis y Caná, en dirección a Tolemaida (Akkó), o bien a la altura de Tiberias, en dirección a Séforis y luego a Cesarea Marítima. En cualquier caso, buscando algún puerto marítimo del Mediterráneo (de ahí lo de «vía del mar»).
Se han encontrado en restos de naufragios ánforas judías con trazas de salsa de pescado. En la descripción de un barco construido para Heirón de Siracusa, Ateneo afirma: «A bordo se cargaron noventa medidas de grano, diez mil jarras (keramia) de pescado en sazón (tarichôn), seiscientas toneladas de lana y otras mercancías hasta sumar seiscientas toneladas» (Deinosofistas 5.209).
Jesús tuvo un conocimiento personal de la vida de los pescadores galileos, como puede verse en Mt 7:9-10: «¿Quién de vosotros, si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le pide un pez, le dará una serpiente? »
Esta referencia a la piedra y la serpiente parecen sacadas de la experiencia cotidiana de los pescadores, ya que simboliza la frustración de una decepcionante captura. A menudo sucede que en lugar de pescado aparecen en la red en su mayoría piedras, y puede incluso que, junto con el pescado, la red capture alguna serpiente de agua, que son muy comunes en el lago. Nos podemos imaginar a Jesús y sus seguidores, llevando sus paquetes de pan y de sardinas encurtidas, apreciando estas referencias a una realidad que conocían tan bien.
Hasta el Segundo Concilio de Vaticano, a los católicos se les podía identificar por comer peces los viernes. Y ha sido una práctica religiosa muy frecuente del catolicismo la sustitución en la dieta de la carne por el pescado durante ciertos momentos litúrgicos. ¿Hay quizá en esta conducta una cierta reverencia a la forma de vida judía de Jesús, que como judío despreció la carne de cerdo y primó en su dieta el pescado, más si cabe al ser galileo?
El pez es el símbolo cristiano más viejo. La palabra griega para pez, ichthys, es un acróstico para las palabras griegas que traducen a «Jesucristo Hijo del Dios Salvador». El símbolo del pez es constante en el arte y la literatura cristianas. El símbolo se ve en mosaicos de iglesias cristianas, en frescos, en una pared pintada en las catacumbas de Roma, en cristales, copas, sarcófagos, y monumentos en todas partes del mundo romano.
El símbolo del pez fue utilizado por los cristianos perseguidos como un código significando «Cristo» para evitar el arresto y la ejecución por las autoridades romanas. Cuando un dibujo de un pez aparecía fuera de un hogar romano significaba que la cena del Señor se observaría esa noche. Sólo tiempo después el signo de la cruz, escandaloso al principio, terminó por sustituir al pez como símbolo universal para significar a la nueva religión cristiana.
Mendel Nun, Artículo La pesca en el mar de Galilea.
Elizabeth McNamer, Lanzad vuestras redes: Pescando en tiempos de Jesús.
K.C. Hanson, The galilean fishing economy and the Jesus tradition, Biblical Theology Bulletin 27 (1997) 99-111. http://www.kchanson.com/ARTICLES/fishing.html
Joachim Jeremías, Jerusalén en tiempos de Jesús, Ediciones Cristiandad, 1977.