Bajo el gobierno de Josías, la destrucción de los políticos corruptos de Jerusalén marcó el punto de inflexión para la recuperación de Judá de las garras de la corrupción y la idolatría. [1] Josías, el rey, recordó a los egipcios derrotados en Meguido mientras miraba desde la colina de Simeón hacia Nazaret, Taanac, Dotán, Ebal y Gerizim. [2]
El trágico final de Josías llegó cuando interceptó al ejército de Necao, lo que llevó a Judá a caer bajo el tributo a Egipto y al regreso del partido político Baal al poder en Jerusalén, lo que marcó el comienzo de la esclavitud egipcia. [3]