Jesús fue un experto carpintero y ebanista. También fue constructor de barcas. [1]
Jesús utilizó la primera y única parábola relacionada con su propio oficio, la parábola de los necios: «No cometáis el error del carpintero necio que derrocha un tiempo precioso cuadrando, midiendo y cepillando una madera de construcción carcomida por los gusanos y podrida en su interior, para después de haber consagrado todo su esfuerzo a esa viga podrida, tiene que rechazarla porque es inadecuada para formar parte de los cimientos del edificio que quería construir, y que deberán resistir los ataques del tiempo y de las tempestades». [2]