La familiaridad produce el menosprecio; así pues, a medida que el factor de la elección individual empezó a dominar el emparejamiento, se estableció la costumbre de elegir a la pareja fuera de la tribu. [1] Un profeta siempre recibe honores, excepto en su propia tierra, y siempre goza de una estima comprensiva, salvo en su propia familia. [2]