Decía Jesús: Los paganos no están faltos de razón al estar furiosos con nosotros. Como su concepto de la vida es limitado y estrecho, pueden concentrar sus energías con entusiasmo. [1]
Jesús poseía la facultad de movilizar eficazmente todos los poderes de su mente, de su alma y de su cuerpo para efectuar la tarea que tenía entre manos. Podía concentrar su mente profunda en el problema concreto que deseaba resolver, y esto, unido a su paciencia incansable, le permitió soportar con serenidad las pruebas. [2]