Este episodio en la vida de Jesús, conocido como la redada milagrosa de peces, ocurrió una mañana de viernes cuando Jesús estaba enseñando junto a la playa. La multitud se apretujó tanto a su alrededor que hizo señas a unos pescadores en una barca cercana para que vinieran a ayudarlo. Subió a la barca, que pertenecía a Simón Pedro y había sido construida por el propio Jesús, y continuó enseñando durante más de dos horas. Después de terminar, Jesús sugirió que fueran a pescar. A pesar de no haber pescado nada en toda la noche, los pescadores siguieron las instrucciones de Jesús y capturaron tantos peces que sus redes casi se rompieron. Asombrados por la captura, David Zebedeo, uno llamado Simón y sus compañeros dejaron sus redes y siguieron a Jesús. Aunque no fue un milagro, el conocimiento de Jesús sobre la pesca y los hábitos de los peces en el Mar de Galilea llevó a este evento notable, que sus seguidores siempre consideraron milagroso. [1]