Las frutas abundaron en el Cretácico. [1]
Decía Jesús: El Padre sólo os pide que produzcáis muchos frutos. [2]
Es verdad que muchas características aparentemente religiosas pueden tener su origen en raíces no religiosas. El hombre puede injertar muchas ramas puramente humanistas en su naturaleza espiritual básica, una religión sin Dios. En una experiencia humana de este tipo sólo se producen frutos sociales, no espirituales. El injerto determina la naturaleza del fruto, a pesar de que el alimento viviente se extraiga de las raíces de la dotación divina original tanto mental como espiritual. [3] Tenemos que producir los frutos dignos. Todo árbol que no dé buen fruto está destinado a ser cortado y echado al fuego». [4] Por sus frutos se conoce a las personas, igual que todo buen árbol produce buenos frutos, pero el árbol corrompido da malos frutos. [5]