José, el padre de Jesús, tenía un asno. [1] María cabalgó a Belén a lomos del asno. [2] Los griegos y romanos despreciaban a los jinetes montados en asno o en el pollino de una burra. [3]
Jesús no quería entrar en Jerusalén a lomos de un caballo, pero estaba dispuesto a entrar pacíficamente y con buena voluntad, subido en un burro, como el Hijo del Hombre. [4] Los reyes en misión de paz solían montar un burro. [5]