El propósito de la vida debe ser celosamente protegido contra la tentación de buscar los logros fáciles y transitorios; asimismo, debe ser fomentado de tal manera que se vuelva inmune a las amenazas desastrosas del fanatismo. [1]
El fetiche doctrinal conducirá al hombre mortal a echarse en las garras de la mojigatería, el fanatismo, la superstición, la intolerancia y las crueldades bárbaras más atroces. [2] Un exceso de compasión y de piedad puede degenerar en una grave inestabilidad emocional; que el entusiasmo puede llevar al fanatismo. [3] Una poderosa fe espiritual conduce muchas veces directamente a un fanatismo desastroso, a la exageración del ego religioso. [4] Hay que prevenir los fanatismos religiosos por medio de una actitud mental científica. [5]
A menudo la revelación espiritual ciega tanto a la criatura que provoca una conmoción de fanatismo o desencadena algún otro trastorno intelectual que resulta desastroso. [6]