La creencia en las reliquias es una consecuencia del antiguo culto a los fetiches. [1] Confucio hizo del orden un nuevo fetiche y estableció un respeto por la conducta de los antepasados que los chinos veneran todavía. [2] La doctrina de la posesión por los espíritus no es más ni menos que el fetichismo. [3] Para protegerlos se consideraron fetiches los abrevaderos, los pozos, los árboles, los cultivos y la miel. [4]
El fetichismo estuvo presente en todos los cultos primitivos, desde las primeras creencias en las piedras sagradas, pasando por la idolatría, el canibalismo y la adoración de la naturaleza, hasta el totemismo. [5] Los fetiches hicieron que los primeros lugares del mercado fueran seguros contra el robo. [6] Los fetiches eran muchas veces simples símbolos del verdadero objeto de adoración. [7] La técnica del ritual religioso pasó desde las formas del culto primitivo, a través de los fetiches, hasta la magia y los milagros. [8]
Una bolsa fetiche, una bolsa de medicinas, era un saquito que contenía un acreditado surtido de artículos impregnados por los fantasmas, y el curandero de la antigüedad nunca permitía que su bolsa, el símbolo de su poder, tocara el suelo. [9] Cuando las plantas y las frutas se convertían en fetiches, eran tabúes como alimento. La manzana fue una fruta fetiche. [10]
Cuando los animales se volvieron fetiches, surgieron los tabúes sobre la consumición de la carne de dichos animales. Animales fetiches han sido el perro, los monos, los simios, las serpientes, los pájaros, los cerdos y las vacas. [11]
Los primeros fetiches fueron los guijarros que tenían unas marcas peculiares, y el hombre ha buscado siempre desde entonces las «piedras sagradas». Ciertos días de la semana eran fetiches. También ciertos números afortunados o de la suerte. [12]
La saliva era un poderoso fetiche. Algunas partes del cuerpo humano fueron consideradas como fetiches potenciales, en particular el cabello y las uñas. Los niños jorobados y tullidos eran considerados como fetiches; se creía que los locos estaban influidos por la Luna. [13]
Las creencias primitivas y desorganizadas del desierto sólo tenían un factor de naturaleza tribal, racial o nacional, y era el respeto especial y general que casi todas las tribus árabes estaban dispuestas a manifestar a cierta piedra negra fetiche situada en cierto templo de la Meca. [14]
Los reyes se convirtieron en personalidades fetiche y se les tuvo un miedo desmesurado, adoptándose una forma especial de lenguaje para utilizarlo en la corte. [15]
Véase también: LU 88:1-2.