El resto del fetiche del agua sobrevive como una creencia en el agua bendita. [1]
Los rituales de nacimiento históricamente tenían como objetivo proteger contra la interferencia fantasmal y purificar a la madre, destacando el peligro percibido y la impureza del parto. [2]
La práctica de sumergir los dedos en agua bendita, utilizada en el ritual mitraico y cristiano, unió a los seguidores de ambas religiones en la antigua Roma. [3] El agua bendita, que antaño utilizaban los sacerdotes para lavar los pies, se creyó que es la máxima protección contra los fantasmas. [4]