Para los judíos se podía contraer contaminación:
También existía un mandato mosaico que ordenaba que después de haber pasado cierto tiempo, una madre tenía que presentarse en el templo para purificarse, o que alguien hiciera en su lugar el sacrificio apropiado. [3]
Los griegos consideraban que la mujer con la menstruación era una de las tres grandes causas de contaminación, siendo las otras dos la carne de cerdo y el ajo. [4]
Para Jesús el hombre sólo se mancha con el mal que se puede originar en su corazón, y que se expresa en las palabras y en los actos de esas personas impías. [5]