La histeria confirmó la creencia en la brujería y asoció a los epilépticos con sacerdotes y curanderos, desdibujando la línea entre genio y locura. [1] Antes de la llegada del Espíritu de la Verdad, la histeria se confundía a menudo con la posesión demoníaca en la mente de la gente. [2]
Muchos de los primeros curanderos eran hombres epilépticos y mujeres histéricas, a quienes se creía poseídos por espíritus y demonios, lo que llevó a que se los designara como chamanes y contribuyó a la inspiración antigua. [3]