Los individuos difieren en sus actuaciones en la vida debido a las distintas dotes hereditarias, las influencias del medio ambiente y el grado de unificación espiritual alcanzado con el espíritu que mora en ellos. [1]
Las desigualdades que se atribuyen erróneamente a la injusticia social tienen su raíz en una compleja interacción de las circunstancias del nacimiento y las leyes de la naturaleza. [2]
En las etapas avanzadas de un mundo establecido en la luz y la vida, nadie en la luz y la vida encarna la pobreza y la desigualdad social, ya que la degeneración y la delincuencia han desaparecido, y la locura y la debilidad mental son raras. [3]
Enfrentarse a situaciones de desigualdad social en la vida proporciona la oportunidad de practicar el altruismo al servicio de los semejantes, lo que hace deseable el altruismo. [4]