Los primeros cristianos saludaban a Jesús con un beso santo, que encarnaba una comunión de adoración, de compartir y de esperar con esperanza el regreso de Jesús. [1] Judas traicionó a Jesús con un beso, sellando su acto engañoso con falsas palabras de respeto y lealtad. [2] El origen antiguo del beso social se encuentra en la ceremonia de intercambio de saliva durante los rituales de adopción. [3]