Judas Iscariote fue el duodécimo apóstol. Fue elegido por Natanael y posteriormente confirmado en esta elección por Jesús. Había nacido en Queriot, una pequeña ciudad del sur de Judea. Cuando era un muchacho, sus padres se mudaron a Jericó, donde vivió y estuvo trabajando en las diversas empresas comerciales de su padre, hasta que se interesó por la predicación y la obra de Juan el Bautista. [1] Los padres de Judas eran saduceos, y repudiaron a su hijo cuando éste se unió a los discípulos de Juan. [2]
Cuando Natanael lo encontró en Tariquea, Judas estaba buscando trabajo en una empresa desecadora de pescado en el extremo sur del Mar de Galilea. Tenía treinta años en el año 26 d.C. y estaba soltero cuando se unió a los apóstoles. Era probablemente el más instruido de los doce y el único judeo de la familia apostólica del Maestro. Era culto, educado, y un buen pensador, pero no era verdaderamente honrado. [3]
Judas fue aceptado por Jesús en el grupo de apóstoles junto a Tomás, en Tariquea. Cuando Jesús aceptó a Judas le dijo: «Judas, todos somos de la misma carne, y al recibirte entre nosotros, ruego porque seas siempre leal con tus hermanos galileos. Sígueme». Judas era el único judeo. Todos los demás eran de Galilea. [4]
Andrés nombró a Judas tesorero de los doce, un puesto para el que estaba eminentemente preparado, y hasta el momento de traicionar a su Maestro, cumplió con las responsabilidades de su cargo de manera honesta, fiel y con la mayor eficacia. Llevaba la bolsa, pagaba todos los gastos y llevaba los libros de la contabilidad. Cada semana hacía un proyecto de presupuesto para Mateo y también presentaba sus informes semanales a Andrés. Judas desembolsaba los fondos con la autorización de Andrés. [5]
Judas era realmente un gran ejecutivo, un financiero previsor y capaz, y un defensor de la organización. Ninguno de los doce criticó nunca a Judas. Hasta donde eran capaces de percibir, Judas Iscariote era un tesorero incomparable, un hombre culto, un apóstol leal, aunque crítico a veces, y un gran acierto en todos los sentidos de la palabra. [6] Judas llevaba en una bolsa con los fondos de los apóstoles, y solía guardar esa bolsa en un bolsillo profundo. [7]
Judas depositó de forma sabia el excedente de los fondos en un banco de Jericó a cargo de un amigo. Este depósito estuvo allí hasta el último año de la vida de Jesús. [8]
David Zebedeo entregó a Judas los fondos obtenidos con la venta del equipo del campamento de Pella, y Judas puso la mayor parte de este dinero a cuidado de Simón de Betania. [9] Judas entregó de buena gana todos los fondos apostólicos a David Zebedeo antes de la muerte de Jesús. [10]
Judas no se llevaba bien con Natanael. Una vez llevó sus críticas hacia Natanael ante Jesús porque pensaba que no se tomaba su apostolado en serio, lo que le valió una reprimenda de Jesús. [11] Todos los apóstoles, a excepción de Judas, consiguieron vencer muchos de los prejuicios que tenían contra los samaritanos. [12]
Judas, junto a Pedro, Juan y Simón Celotes, estaba a favor de proclamar rey a Jesús. Cuando Jesús no se plegó a estas expectativas pensó que estaría muy arrepentido de no haber tenido el valor de haber sido nombrado rey. [13] Judas, junto a Simón Celotes, intentaron curar al hijo de Santiago de Safed, sin éxito. [14] Judas Iscariote pensaba que Jesús había huido precipitadamente a Fenicia porque tenía miedo de los dirigentes judíos y de Herodes Antipas. [15] De todos los apóstoles, Judas Iscariote fue el que estuvo más desfavorablemente afectado por la entrada procesional de Jesús en Jerusalén. [16] Judas no se daba cuenta de ello, pero había criticado subconscientemente a Jesús desde que Juan el Bautista había sido decapitado por Herodes. [17] Mientras sus compañeros titubeaban, Judas tomó asiento de honor en la última cena. [18]
El lavado de los pies durante la última cena era una prueba más para Judas de que Jesús no era el libertador de Israel y nunca estaría capacitado para serlo. [19]
Jesús aconsejó a Andrés que continuara depositando la máxima confianza en Judas a pesar de sus últimos actos. [20] Jesús hizo todo lo posible por salvar a Judas. [21]
Judas fue una aventura de fe para Jesús. El Maestro comprendió plenamente desde el principio la debilidad de este apóstol y conocía muy bien los peligros de admitirlo en la confraternidad. [22]
En la última cena Jesús dirigió sus últimas palabras a Judas. Primero le advirtió de forma velada: «Aunque es necesario que regrese al Padre, no hacía falta que uno de vosotros se convirtiera en un traidor para cumplir la voluntad del Padre». En vista de que Judas estaba decidido en su propósito simplemente le dijo: «Lo que has decidido hacer, hazlo enseguida». [23]
Las palabras de ánimo en Betania para Judas fueron: «Judas, te he amado y he rogado para que ames a tus hermanos. No te canses de hacer el bien; y deseo prevenirte que te guardes de los senderos resbaladizos de la adulación y de los dardos envenenados del ridículo». [24] Jesús advirtió a los apóstoles de una traición inminente, sin indicar que era Judas. [25]
En el aspecto financiero, Judas siempre fue leal a su Maestro y a sus compañeros apóstoles. El dinero nunca hubiera podido ser el motivo de su traición al Maestro. No fue por dinero por lo que Judas se dirigió hacia la casa de Caifás para preparar la traición a Jesús. [26]
El día en que María, la hermana de Lázaro, rompió un costoso frasco de incienso a los pies de Jesús le pareció a Judas tal despilfarro, que cuando Jesús rechazó tan radicalmente su protesta pública, aquello fue demasiado para él, y este suceso desencadenó la movilización de todo el odio, el daño, la maldad, los prejuicios, los celos y los deseos de revancha acumulados por Judas durante toda una vida, y decidió desquitarse. [27]
Algunos parientes y saduceos indujeron a Judas a creer que recibiría inmediatamente grandes honores del sanedrín si se retiraba del movimiento de Jesús y de sus seguidores «galileos». [28] En varias situaciones que molestaron a Judas es cuando éste empezó a pensar en serio en cómo romper con Jesús los apóstoles. [29] David Zebedeo sabía del complot de Judas para matar a Jesús y así intentó hacérselo saber al Maestro, pero él le pidió guardar silencio. [30] Los apóstoles sólo comenzaron a albergar sospechas de la traición de Judas cuando regresaban al campamento desde el cenáculo. [31]
Judas temía realmente por su vida al ir a capturar a Jesús, y por ello se atrevió a pedir una compañía de cuarenta soldados armados, que los judíos tuvieron que solicitar a Pilatos. [32] Judas traicionó a Jesús con un beso en la frente mientras le saludaba delante de los guardias captores. [33] Tanto los guardias del templo como el centurión romano mostraron un profundo desprecio por Judas por ser el traidor. [34] Judas no se atrevió a entrar en casa de Anás pero sí estuvo presente en el juicio de Jesús ante el sanedrín y luego ante Pilato. [35]
A lo largo de todo el juicio de Jesús ante Caifás y durante su aparición ante Pilatos, a Judas le había remordido la conciencia por su comportamiento traidor. [36] El Sanedrín premió a Judas con una bolsa que contenía 30 monedas de plata, el precio corriente de un esclavo sano. [37]
Al ver a Jesús levantado en el travesaño donde estaba clavado en la cruz, sintió un fuerte arrepentimiento y corrió al templo a entregar el dinero de su recompensa. [38]
Al analizar las causas de la caída de Judas, se nos dice:
Después de la terrible decepción con la recompensa del sanedrín, Judas se suicidó intentando colgarse de un árbol en el valle de Hinom. El cinturón que usó se desató y murió al impactar en las rocas del precipicio. [50] Los mundos han encontrado difícil perdonar a Judas, y se evita pronunciar su nombre en todo un vasto universo. [51]
Véase también: LU 183; LU 139:12; LU 143:3.5; LU 144:1.7; LU 147:2.1; LU 151:2.8; LU 177:4; LU 178:2.6; LU 193:4; LU 157:7.2-4; LU 193:4.