Durante esta época, los océanos se volvieron demasiado salados, lo que hizo que la vida sobreviviera mínimamente en mares excesivamente salados. [1] Los fondos oceánicos se hundieron bajo el peso de los meteoritos acumulados del Océano Pacífico, lo que hizo que las masas continentales se elevaran. [2]
Durante el Pleistoceno, las corrientes oceánicas se desplazaron y el clima cambió, lo que llevó a la formación de glaciares y a la configuración del paisaje de nuestro planeta durante los últimos 15 millones de años. [3] No hay grandes océanos en Jerusem ni en Edentia, sólo lagos centelleantes y corrientes interconectadas. [4] No todos los planetas habitados tienen océanos atmosféricos adecuados para el intercambio respiratorio de gases, como los que hay en Urantia. [5] Originalmente, el océano era dulce, pero con el tiempo alcanzó la salinidad necesaria. [6] La protección de Norteamérica por los océanos facilitó su desarrollo pacífico y continuo. [7]
Las condiciones ideales para la implantación de la vida en un planeta de origen marino las proporcionan los mares interiores poco profundos, donde la luz solar puede penetrar más de 600 pies. [8]
El peso de los océanos, en relación con las elevaciones de la tierra, desempeña un papel crucial en el mantenimiento del equilibrio entre los continentes y los fondos marinos. [9] Hace mil millones de años, un océano mundial cubría todo el planeta Urantia, todavía no salado, pero una cubierta de agua dulce para el mundo. [10] Para los océanos nombrados en El libro de Urantia, véanse los enlaces a continuación.