Asignar responsabilidades prematuramente es una invitación al desastre, pero con la guía de los seconafines, se puede determinar con precisión la capacidad de confiar para evitar decepciones y asegurar un desarrollo armonioso. [1]
La suprema responsabilidad cósmica del hombre reside en el poder de elección, la insignia del universo de la condición de criatura con libre albedrío, que configura el destino eterno y la realización de un nuevo hijo ascendente. [2]