La historia por sí sola no consigue revelar adecuadamente el desarrollo futuro, el destino. [1]
A medida que ganamos sintonización mental con el Ajustador, éste se encuentra cada vez más capacitado para registrar sus imágenes del destino en nuestra conciencia evolutiva. [2]
El verdadero destino del hombre consiste en crear metas nuevas y espirituales, y luego en responder a los atractivos cósmicos de esas metas celestiales que tienen un valor no material. [3] El destino de la eternidad se determina de momento en momento mediante los logros de la vida diaria. [4]
Nuestro destino es el despliegue interminable de un panorama casi infinito, una expansión ilimitada en unas esferas de oportunidades sin fin en constante aumento, donde llevar a cabo un servicio estimulante, aventuras incomparables, incertidumbres sublimes y logros sin límites. [5] La identificación con el espíritu constituye el secreto de la supervivencia personal y determina el destino de la ascensión espiritual. [6] El destino final de todas las personalidades es conocer de manera final al Padre Universal de esas mismas personalidades. [7] El hombre es verdaderamente el arquitecto de su propio destino eterno. [8]
Cuando el hombre mortal fusiona con un fragmento real de la Causa existencial del cosmos total, ya no se puede poner ningún límite al destino de esta asociación inimaginable y sin precedentes. [9]
Los mortales, los morontiales, los espíritus, los finalitarios, los trascendentales y otros, así como los universos mismos y todas las demás fases de la realidad, tienen ciertamente un destino potencialmente final cuyo valor es absoluto; pero se duda de que algún ser o universo pueda alcanzar nunca por completo todos los aspectos de un destino semejante. [10] La progresión de los supervivientes es como sigue: [11]
Para conocer nuestro destino hay que estudiar la historia desde el punto de vista de la fuente del Paraíso. [12]
Los filósofos del universo han llegado a la conclusión de que no existe nada que se pueda considerar como un final. [13]
El hecho de que el destino de los mortales varíe no prueba de ninguna manera que uno de estos destinos sea necesariamente más grande o más pequeño que el otro, sino simplemente que son diferentes. [14] Los seres personales pueden aceptar o rechazar su destino. [15]
No hay duda de que la era siguiente, la era del primer nivel del espacio exterior, liberará a los superuniversos de aquello que limita su destino en la era actual. [16]
La asociaciones de Deidades provocará la culminación del ciclo de la realidad: el Padre y el Hijo ya se ha convertido en la asociación del Hijo y el Espíritu, luego en la del Espíritu y el Supremo, después en la del Supremo y el Último, más tarde en la del Último y el Absoluto, y finalmente en la del Absoluto y el Padre-Infinito. [17]
El acto volitivo de las Deidades que componen la Trinidad del Paraíso es el que establece el destino; el destino está establecido en la inmensidad de los tres grandes potenciales, cuya absolutidad engloba las posibilidades de todo desarrollo futuro; el acto del Consumador del Destino del Universo es probablemente el que consuma el destino, y es probable que en este acto estén implicados el Supremo y el Último, que forman parte de la Trinidad Absoluta. [18] Todas las creaciones experienciales dependen unas de otras para hacer realidad su destino. [19]
A medida que se expanden los universos, a medida que la gravedad y el amor se extienden por el espacio que se organiza en el tiempo, somos capaces de comprender cada vez más cosas de la Fuente-Centro Primera. [20]
En la unión que forman el Supremo, el Último y el Absoluto concluído, podría producirse la reunión funcional de aquellos aspectos de la infinidad que al principio fueron segmentados por el YO SOY y que ocasionaron la aparición de los Siete Absolutos de la Infinidad. Si el segundo nivel de la Trinidad de Trinidades pudiera alcanzar alguna vez una unidad trinitaria el YO SOY podría ser alcanzado por experiencia. [21] La meta actual de los superuniversos, tal como son y dentro del límite de sus potenciales, es volverse perfectos como Havona. [22] Existe la posibilidad teórica de la reunión de las siete fases absolutas del Padre-YO SOY. [23]
La meta de los universos evolutivos es someter la energía-materia a la acción de la mente, coordinar la mente con el espíritu, y conseguir todo ello en virtud de la presencia creativa y unificadora de la personalidad. [24]
Véase también: LU 40:10.