Los vivos deseos normales de los seres animales y los apetitos e impulsos naturales de la naturaleza física no están en conflicto con los logros espirituales. [1]
El culto de la continencia se originó como un ritual que practicaban los soldados antes de entrar en combate; en épocas posteriores se convirtió en la práctica de los «santos». Este culto sólo toleraba el matrimonio como un mal menor que la fornicación. [2]